Sugerencias para el discipulado en Grupos Pequeños

Un análisis de los evangelios indica que todo el trato de Cristo con sus discípulos estuvo repleto de conceptos relevantes y prácticos referentes a la tarea más importante que la iglesia tiene: hacer discípulos. En su último encuentro personal con los Doce (Mat. 28:18, 19), Jesús estableció una estrategia interesante para el discipulado. Él solamente los envió después de haber obtenido un mínimo de experiencia real. Desde esta perspectiva, al entender la orden del Maestro para que hicieran nuevos discípulos, ellos debían primeramente haberse transformado en discípulos. La base para dedicarse a esta tarea fue la experiencia vivida durante más de tres años con Cristo.[1]

A lo largo de ese período ellos fueron pastoreados y supervisados por Jesús, quien, a su vez, era pastoreado por el Padre y por el Espíritu Santo. La sumisión voluntaria de Cristo al Padre y al Espíritu Santo y la de los discípulos a Jesús parece indicar un discipulado en red.

La red también se hace evidente en la amplitud del alcance del mensaje de la salvación. Los evangelistas describen a Jesús como aquel que, por medio de un encuentro o un contacto personal más prolongado, tocaba redes sociales enteras. Así fue el caso de Zaqueo (Luc. 19:1-10), de la mujer samaritana (Juan 4), de Leví Mateo (Mat. 9:9-13), de los endemoniados gadarenos (Mar. 5:1-20), entre tantos otros.[2]

Después de la ascensión de Cristo, la iglesia apostólica creció exponencialmente en muy poco tiempo. Y ¿cuál era la estrategia utilizada? Redes de relaciones: personas que se conectaban con personas.

En síntesis, es de esa manera como el “hacer discípulos” se desarrolla: una vida tocada por Cristo que toca a (y se conecta con) otra vida. En esa dinámica, es imprescindible que haya una interdependencia continua entre aquellos que están involucrados en el proceso.

Red de relaciones

A partir de esa comprensión, algunos elementos son indispensables cuando se piensa en una red de discipulado que involucre a los miembros y, como consecuencia natural, a la iglesia como un todo.

Visión

Los grandes acontecimientos y las grandes conquistas de la historia no ocurrieron por casualidad, sino que fueron frutos de una visión que se adquirió en algún momento del proceso. Cuando ese elemento es internalizado, altera las prácticas, afecta profundamente la vida de aquellos que la abogan. Esto se hace perceptible en la experiencia de diversos personajes bíblicos tales como Noé, Abraham, Moisés, Pablo y muchos otros. La visión debe transformar a las personas, y las personas transformadas transforman el mundo. La visión del discipulado se forma por medio del conocimiento formal, la lectura y la oración; pero es por medio de la práctica continua que ella se profundiza y se ajusta a los contextos variados y necesarios.

Asociación

Contacto personal e intencionalidad son partes innegociables en el proceso. Cuando se trata de transformar personas, el corazón necesita ser tocado antes. Formalidad y supervalorización de la jerarquía pueden ser barreras en esa caminata. Por ese motivo, es importante recordar el método de Jesús: “El Salvador se mezclaba con los hombres como alguien que deseaba su bien. Les manifestaba simpatía, atendía sus necesidades y ganaba su confianza. Luego los invitaba así: ‘Sígueme’ ”.[3]

Comunidad

Es posible juntarse con un grupo más grande o más pequeño sin tener comunidad, pero es imposible tener una comunidad sin juntarse con alguien. Las personas están ávidas de comunidad. Aunque existan aquellos que son más introvertidos, inclinados a estar aislados, esa no es la característica predominante. No es necesario ser cristiano ni frecuentar la iglesia para entender que las personas necesitan las unas de las otras. Cuando vivimos en un ambiente comunitario, expresamos un aspecto importante de lo que es ser la imagen de Dios.[4] En ese contexto, existe el pastorado intencional, la intimidad, la accesibilidad, la disponibilidad, el interés, la confrontación, el cuidado, la ayuda, la prestación de cuentas, la relación, la conversación, la unidad, el foco, el ministerio en grupo y el evangelismo.[5]

Proximidad

Discípulos y formadores de discípulos necesitan caminar intencionalmente juntos rumbo a los niveles más avanzados. Para eso, ambos deben estar cerca los unos de los otros. Jesús dio el ejemplo práctico de esta condición.[6] Gregory Ogden afirma que, cerca de Cristo, los discípulos pudieron observar tres puntos importantes: (1) la autoridad de Jesús sobre los demonios (Mar. 1:21-28), sobre el pecado (Mar. 2:1-12), sobre el sábado (Mar. 2:23-3:6), sobre la naturaleza (Mar. 4:35-41), y sobre las enfermedades y la muerte (Mar. 1:40-45); (2) Los tipos de personas que se aproximaban a Jesús, como endemoniados (Mar. 1:23), leprosos (Mar. 1:40), paralíticos (Mar. 2:3), cobradores de impuestos (Mar. 2:14), enfermos de todo tipo (Mar. 3:1) y gente de la elite religiosa (Mar. 5:41); (3) las críticas que los fariseos y los saduceos le hicieron a Jesús porque él perdonó al paralítico (Mar. 2:6, 7), comió con los publicanos y los pecadores (Mar. 2:6), “violó” el sábado (Mar. 2:24) y trabajó intensamente ayudando a las personas (Mar. 3:22).[7]

Foco

Jesús fue muy paciente con sus discípulos, que solo llegaron a entender lo que había ocurrido con ellos durante el tiempo que habían compartido con Cristo después de su resurrección. ¿Por qué? Porque el foco de Jesús estaba en el proceso, no en el resultado. Tratándose de personas, y ellas deben ser siempre el foco, todo formador de discípulos necesita considerar las variables del proceso. Las personas son suelos diferentes que pueden producir una cosecha abundante o no. El foco en el proceso, y no en los resultados “parciales”, ayuda a todo formador de discípulos a no desistir de la jornada cuando ella no muestra –en algún momento– los frutos que se esperan.

Espiritualidad

El discipulado transformador ocurre cuando la vida de Cristo presente en una persona es transferida a otra. Ese es el aspecto más importante. En ese contexto, la dependencia del Espíritu Santo es algo continuo e intenso, pues el producto final que se desea alcanzar es la transformación de vidas y la continuidad de esta dinámica en otras personas.

La red de Grupos pequeños

Lo ideal es que cada uno de los conceptos que fueron mencionados anteriormente sean aplicados en una red de liderazgo y pastoreo que conecte a los Grupos pequeños en un proceso continuo de discipulado. El sistema está compuesto por el pastor, el líder general de la red en el distrito; por los supervisores, los responsables por apoyar a los líderes de los Grupos pequeños y, finalmente, estos líderes de los Grupos pequeños.

Generalmente, el desarrollo de Grupos pequeños en la comunidad local se inicia con un prototipo. Este prototipo es un Grupo pequeño modelo, compuesto por aquellos que serán líderes de los nuevos Grupos pequeños en el proceso de la implantación de la red en una iglesia. Preferencialmente, el líder del Grupo pequeño prototipo debería ser el pastor distrital.

Pasos iniciales

Oración

El pastor debe buscar la orientación divina para elegir a las personas que participarán del Grupo pequeño prototipo.

Elección

Después de orar y observar el perfil de los posibles participantes, el pastor debe elegir a las personas que formarán parte del Grupo pequeño prototipo. Este grupo debe tener entre 12 y 18 personas, de acuerdo con el número de miembros que haya en la iglesia local.

Visitación

Las personas elegidas deben ser visitadas por el pastor, que realizará la invitación individual para que participen de los encuentros del Grupo pequeño prototipo.

Encuentro real

Aquellos que aceptaron la invitación del pastor deberán encontrarse, preferencialmente, en la casa del líder del Grupo pequeño, para una reunión que tendrá como objetivo analizar y reflexionar sobre la condición de la iglesia local y el sueño de ser una comunidad más acogedora, más amorosa, reavivada y misionera. En ese encuentro inicial, los participantes deben recibir algún libro que fundamente la visión del discipulado que será implementada en la iglesia. Algunas sugerencias que damos son: Cómo reavivar la iglesia del siglo XXI (Russell Burrill, ACES, 2005); Piense en grande, piense en Grupos pequeños (Nogueirense, 2006) y En los pasos del Maestro (CPB, 2013).

Líder

Durante las reuniones del prototipo, el pastor, como líder del Grupo pequeño, debe instruir a los participantes en la teoría y en la práctica de la vida en comunidad. Él debe ser una persona de oración y un modelo de pastoreo. Es fundamental que se dedique a la lectura de buenos libros que lo ayuden a crecer en su liderazgo, así como en la formación y en la consolidación de una visión bíblica del discipulado y los Grupos pequeños. El ejemplo que él dé se debe perpetuar en la vida de los líderes que saldrán del Grupo pequeño prototipo.

Líder aprendiz

En teoría, cada miembro del Grupo pequeño prototipo debe ser un líder aprendiz. De esa manera, debe ser discipulado por el pastor, a fin de prepararse para establecer su propio Grupo pequeño. Es importante recordar que todo líder necesita, con oración, buscar a alguien que, después de preparado, esté apto para asumir el liderazgo de un Grupo pequeño resultante de la próxima multiplicación.

Encuentros regulares

Las reuniones del Grupo pequeño prototipo deben ocurrir semanalmente; de preferencia, los viernes. El foco es el estudio relacional de la Biblia. Además de esos encuentros semanales, habrá necesidad de realizar reuniones extras para la formación teórica. Deben ser abordados temas que fundamenten la vida en comunidad y la importancia del discipulado para la iglesia.

Los encuentros necesitan ocurrir en un lugar específico. Eso crea un sentido de identidad, constancia y seguridad. Es muy difícil producir un ambiente familiar si las reuniones ocurren cada semana en una casa o en un lugar diferente.

Ya que las reuniones provocarán un cambio significativo de pensamientos, de valores y, sin duda, quebrarán paradigmas, es necesario que sus participantes se dediquen a la oración, tengan vigilias de corta duración, participen de ayunos colectivos, asistan a retiros de un día y, paralelamente, realicen otras actividades devocionales. Eso definirá el éxito de todo el proceso inicial y de cada Grupo pequeño que nazca del prototipo.

Multiplicación

El período de encuentros con el Grupo pequeño prototipo debe ser de entre cuatro y seis meses. Después de ese tiempo ocurre algo muy especial: la multiplicación; es cuando el Grupo pequeño prototipo se transforma en nuevos Grupos pequeños. Alrededor del quinto mes de actividades, los pasos iniciales desempeñados por el pastor como líder del Grupo pequeño prototipo deben ser repetidos por los nuevos líderes en la formación de sus respectivos Grupos pequeños.

Gerenciamiento

Con la multiplicación surge la necesidad de establecer la estructura de liderazgo de la red de Grupos pequeños. Todavía durante el período de realización del Grupo pequeño prototipo, el pastor selecciona al líder más promisorio y se dedica a prepararlo para que sea el supervisor después de la primera multiplicación. Debe ser evidente la espiritualidad, la credibilidad, el tacto y el buen tino de este líder para las relaciones interpersonales, así como su vibración con los Grupos pequeños. A medida que los Grupos pequeños se multiplican, otros supervisores son seleccionados para cuidar de tres a cinco líderes cada uno. Durante ese proceso, un supervisor debe ser capacitado para que se transforme en el coordinador de los Grupos pequeños de toda la iglesia. Será su responsabilidad coordinar el trabajo de los supervisores y acompañarlos como un pastor. Para cada cinco líderes, un supervisor; y para cada cinco supervisores, un coordinador.

Para gerenciar esta red, son necesarios encuentros semanales con el coordinador y con los supervisores; reuniones quincenales con los coordinadores, los supervisores y los líderes, para ajustar el foco, profundizar la visión, y aumentar la motivación y la inspiración.

Escuela de líderes

Es una iniciativa para capacitar a los futuros líderes de Grupos pequeños que no participen del Grupo pequeño prototipo. La escuela trabaja con los líderes aprendices que son miembros de un Grupo pequeño. Su currículo incluye fundamentos teóricos, prácticos y metodológicos de liderazgo, y puede ser conducido de tres maneras: (1) intensiva, en un fin de semana; (2) bimestral, con ocho encuentros de una hora cada uno; (3) trimestral, realizada en tres mañanas de domingos, una vez por mes.

Conclusión

Es impresionante el impacto positivo que una red de Grupos pequeños promueve en la iglesia. La comunidad llega a ser más espiritual, amorosa, receptiva y misionera. Cuanto más fuertes sean los Grupos pequeños, más dinámica y atractiva será la iglesia local. Cristo será visto en la vida de los miembros, pues la mayor evidencia a favor del evangelio es la unidad visible de los cristianos.

Por lo tanto, una iglesia que tiene semanalmente a sus miembros reunidos para orar, para estudiar la Palabra de Dios, relacionándose y evangelizando está cumpliendo su papel en la misión que Cristo les confió a sus seguidores.

Sobre el autor: profesor de Teología en la Universidad Adventista de Bolivia


Referencias

[1] John MacArthur, Doze Homens Extraordinariamente Comuns (Río de Janeiro: Thomas Nelson, 2002), p. 44.

[2] Steve Addison, Movimentos que Mudam o Mundo (Curitiba: Editora Esperança, 2011), p. 29.

[3]  Elena de White, Obreros evangélicos (Buenos Aires: ACES, 2007), p. 376.

[4] Elias Brasil de Souza, “Pequenos Grupos no Antigo Testamento”, en Alberto R. Timm y Jolivê Chaves (orgs.), Grupos pequeños: profundizando la caminata (Buenos Aires: ACES, 2011), p. 10.

[5] William Beckham, A Segunda Reforma (Curitiba: Ministério Igreja em Células, 2007), p. 79.

[6] A. B. Bruce, O Treinamento dos Doze (San Pablo: Arte Editorial, 2005), p. 47.

[7] Gregory Ogden, Discipulado que transforma: El modelo de Jesús (Barcelona: Editorial Clie, 2006), p. 72