Jesús los llamó uno por uno: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Estos discípulos, a su vez, llamaron a otros al ministerio. El reclutamiento para el ministerio evangélico fue una de las más primitivas tareas de la Iglesia Cristiana.

     ¿Cómo es una persona que es llamada al ministerio? Reflexionamos en la dramática y relampagueante tormenta de la dedicación de Martín Lutero, y a menudo mistificamos el proceso de ser “llamado”. Es posible que los jóvenes que crecen dentro del ambiente de la iglesia no se sientan llamados puesto que no han experimentado un abrumador encuentro emocional. Al mismo tiempo, un nuevo converso puede confundir el llamamiento general al discipulado con la invitación específica al ministerio. Así, algunos que contribuirían al ministerio, nunca consideran ni siquiera la posibilidad de prepararse para la obra pastoral.

     En este sentido, uno de los mayores privilegios de un pastor es su deber general de llamar a todos los miembros a ministrar y el deber específico de guiar a algunos miembros en particular al ministerio pastoral. Reclutamiento no es una palabra mundana; no es maquinación; es un mandato divino. Si usted siente que tiene la oportunidad de multiplicar su propia efectividad pastoral extendiendo el llamamiento de Cristo a otros, yo le instaría a hacerlo. Aquí están algunas sugerencias:

     Magnifique la misión viendo al mundo a través de los ojos de Dios. El cielo dio el Don más grande para que todo el mundo pudiera salvarse. ¿Podemos nosotros hacer menos que descubrir a los más brillantes y aptos, y luego alentarlos, dirigirlos, motivarlos, y capacitarlos para dar lo mejor de ellos mismos en aras de la misión del-Salvador de alcanzar al mundo?

     Clarifique el llamamiento al ministerio. Vea cómo Jesús y sus apóstoles se involucraron en el reclutamiento de otros para el ministerio. ¿Qué criterio guio el reclutamiento de Jesús? Simplemente una disposición voluntaria a responder. Por tanto, deberíamos recordar constantemente que, si bien tendemos a considerar la apariencia exterior, Dios mira el corazón. ¡La mayor calificación para el ministerio sigue sien- do una mente dedicada a Dios y un deseo de hacer su voluntad!

     Identifique al talento en su iglesia, especialmente entre la juventud. Sorpréndalos haciendo algo bien, reconozca su contribución, y mencióneles su potencial para un servicio más amplio. Busque formas de motivarlos al servicio espiritual y al desarrollo y utilización de sus talentos para la obra de Dios. Póngalos en la lista desde muy temprano. Si usted recluta un adulto, ha ganado un obrero. Si recluta a un joven, ha ganado una tabla de multiplicar.

    Sugiera servir a Dios a personas con potencial. Escriba una carta sugiriendo que consideren la posibilidad de que Dios los estuviera llamando al ministerio, y pídales que oren para que su voluntad se haga en sus vidas. Ore con ellos individualmente para que Dios los guíe en la elección de la vocación de sus vidas que se abran a su dirección providencial

    Presente opciones a las mentes de sus jóvenes y de sus padres haciendo que su ministerio se muestre placentero, cumplidor y exitoso. Por supuesto, el ministerio tiene sus desafíos y momentos de desaliento, pero manténgase en la visión de las recompensas, el gozo y la satisfacción que éste depara. Por su palabra y su ejemplo, aliente el deseo de “seguirle a usted así como usted sigue a Jesús”.

     Inste a los padres a orar por sus hijos y con ellos. Aliéntelos a no pensar en el dinero al elegir su carrera.

    Fomente la participación llevando a los pastores potenciales con usted en su visitación, sus estudios bíblicos, llamados de los hospitales, y reuniones de la junta. Nombre a los jóvenes para estar presentes en sus comisiones importantes. Desígnelos como “ancianos en entrenamiento”. Empléelos en evangelismo, ministerios infantiles, y evangelismo colportoril durante las vacaciones del verano. Use sus talentos en la adoración, en el liderazgo y en los ministerios voluntarios. Motívelos para el ministerio utilizándolos en actividades pastorales.

     Motivación modelo. Su ejemplo personal como pastor es poderoso. Considere estas palabras del editorial de John Fowler, “Un saludo a los pastores” (The Ministry, mayo, 1993): “Cuando mi padre me preguntó qué planeaba elegir, yo respondí sin ninguna vacilación, ‘yo quiero ser como mi pastor’ El también hizo notar las palabras de James E. Means: ‘Los buenos líderes espirituales tienen enorme poder ético como modelos, instructores y guías’”.

    Conciba el reclutamiento como una extensión de la propia actividad de Cristo. Planee ahora duplicar su efectividad en las vidas de aquellas personas a quienes haya reclutado para el ministerio pastoral. Pida al Espíritu Santo que le ayude. Como en los tiempos del Nuevo Testamento, el reclutamiento de ministros evangélicos implica el esfuerzo cooperativo del Espíritu Santo y de sus ministros.