Solo las iglesias dinámicas pueden enfrentar los desafíos provocados por los cambios sociales del mundo. Si no existe realmente vida sin crecimiento, entonces una “iglesia debe ser una iglesia activa si quiere ser una iglesia viva” (Servicio cristiano, pág. 106). Pero, ¿de qué manera una iglesia inactiva puede llegar a ser activa?

Especialistas en administración concuerdan en que una de los mejores inversiones es el elemento humano. En administración de iglesias las cosas no son muy diferentes. Elena de White declara: “Lo que se necesita ahora para la edificación de nuestras iglesias es la obra buena de obreros sabios que disciernan y desarrollen los talentos en la iglesia: talentos que puedan ser educados para uso del Maestro. Debe haber un plan bien organizado para el empleo de obreros a fin de que éstos vayan a todas nuestras iglesias, grandes y pequeñas, para instruir a los miembros sobre cómo trabajar por la edificación de la iglesia, y también por los no creyentes’’ (ibíd., pág. 74; la negrita es nuestra).

El objetivo principal de este artículo es presentar algunos principios para el crecimiento saludable de nuestras iglesias, teniendo como base la experiencia de un pastor que decidió aplicar los consejos de Elena de White en su distrito. Si bien no se podrán aplicar con éxito todos los detalles metodológicos en todas las iglesias, los principios involucrados pueden ser útiles en cualquier lugar.

Cómo preparar a los líderes de la iglesia local

Preocupado por el bajo número de personas bautizadas cada año, y por el hecho de que aproximadamente tres de cada cuatro de ellas dejaba la iglesia en poco tiempo, el pastor José Barbosa de Lima Filho, del distrito de Belo Jardín (Misión Nordeste Brasileña), decidió cambiar la situación. Tomando como base el programa integral de la misión para las iglesias, desarrolló su propia estrategia de trabajo. Después de escoger tres ancianos de la iglesia central del distrito, los instruyó durante seis meses en un programa especial de liderazgo conocido como Multiplicación espiritual. El entrenamiento consistía en una reunión semanal de treinta minutos, seguido de una hora de trabajo práctico en la ciudad aplicando las técnicas de discipulado aprendidas en el curso.

Después de los primeros dos meses, cada uno de los tres ancianos debía escoger otros tres miembros para instruirlos de la misma manera como lo hizo el pastor con ellos. Después de otros dos meses, cada uno de estos miembros debía, a su vez, escoger a otros tres, de manera que el proceso de discipulado se repitiera. De esta forma se desarrolló un grupo de personas entrenadas, en la que cada persona involucrada debía entrenar a por lo menos otras tres.

Al término de seis meses, cuando los primeros tres ancianos hablan sido entrenados, el pastor inició tres clases diferentes en la iglesia, las que serían dirigidas por ellos. Las clases prebautismales y las posbautismales se realizaban al mismo tiempo que la escuela sabática, pero en diferentes salones. Los participantes de la clase posbautismal asistían también a una clase de capacitación misionera el sábado de tarde.

Preparando a la iglesia para el programa

Conocedor del hecho de que ningún proyecto puede tener éxito sin el compromiso total de la iglesia, el pastor Barbosa organizó a los miembros para una participación activa en el programa. Usando la escuela sabática como un medio para alcanzar sus objetivos, organizó las clases por áreas geográficas con no más de doce miembros, incluyendo a dos maestros, un diácono y una diaconisa, y teniendo un anciano como coordinador para cada tres clases.

Para participar en el trabajo fuera de la iglesia, cada clase de escuela sabática fue dividida en dos grupos de seis miembros cada uno. Ambos grupos realizaban cada lunes por la noche una reunión en la casa de su respectivo maestro. Cada miembro tenía la responsabilidad de trabajar con una persona no adventista, trayéndola con el tiempo tanto hacia un grupo familiar como hacia una clase prebautismal. Cada miembro individualmente se convertía en un tutor espiritual de la persona por la que estaba trabajando.

Los grupos familiares desarrollaban tres áreas: doctrinal, devocional y testimonial. Esto no sólo servía para evangelizar a los no adventistas, sino también para fortalecer y unir a los miembros de iglesia.

Algunos grupos, siempre que era posible, se reunían los martes y miércoles alternadamente en la casa de miembros e interesados para orar y ayudarse. Conocidos como “Amigos que buscan al Espíritu Santo”, los grupos usaban los seminarios Revelaciones del Apocalipsis como base para su estudio de la Biblia. Ya que esas reuniones duraban apenas treinta minutos, se apreciaba un fuerte sentido de urgencia.

Desarrollando el proceso

La función de las clases de escuela sabática dentro del programa era la de traer personas no adventistas para las clases prebautismales, las que, a su vez, los ayudaba a alcanzar una relación genuina con Cristo y a comprender nuestras doctrinas fundamentales. Después de ser bautizados, los nuevos miembros pasaban a asistir simultáneamente a las clases posbautismales y de capacitación misionera.

En la clase de capacitación misionera los nuevos miembros aprendían a compartir su fe con otros. En la clase posbautismal estudiaban las doctrinas más profundas, la organización y la estructura de la iglesia, incluyendo los cargos de la iglesia local tales como están descriptos en El manual de la iglesia.

Los miembros nuevos también eran los guías espirituales de las personas que pasaban a frecuentar la clase prebautismal, visitándolas durante la semana y animándolas a continuar asistiendo.

Al término de su estudio de liderazgo eclesial, cada miembro de la clase posbautismal era elegido como aprendiz de un cargo de iglesia. Estos líderes asistentes servían durante seis meses, y el resultado era el entrenamiento de futuros líderes de la iglesia.

Si bien cada una de las clases tiene una duración de apenas tres meses, continuamente se reciben nuevos participantes. El explosivo aumento del número de miembros de las clases hizo necesario el establecimiento de clases adicionales, dirigidas por otras personas entrenadas por el programa de multiplicación espiritual.

Extendiendo el programa a otras iglesias

En 1985 el distrito de Belo Jardim tenía cerca de mil miembros, y apenas bautizó 37 personas, 70% de las cuales dejaron la iglesia en poco tiempo.

Pero la situación cambió con el nuevo programa de entrenamiento integrado. Al año siguiente, de las 162 personas bautizadas, apenas apostató el 7%.

Impresionados con los resultados alcanzados en la iglesia central de Belo Jardim, el pastor Barbosa aplicó el mismo programa en otras iglesias de su distrito. Al involucrar a la iglesia de Pitanga en el programa de 1987, el número de personas bautizadas en el distrito subió a 265, y el nivel de apostasía permaneció entre 7 y 8%. En 1988 el pastor incorporó a la iglesia de Arco verde en el programa, y 301 nuevos miembros fueron incorporados al distrito, mientras que se mantuvo el mismo nivel de apostasía.

El programa del pastor Barbosa no era original en todos sus aspectos; algunos detalles fueron enfatizados por los líderes de la misión local. Pero lo realmente innovador fue la manera como el pastor lo implementó, lo adaptó y le incorporó nuevos elementos.

Este nuevo programa probó su eficacia al llevar nuevos conversos al Señor e integrarlos al cuerpo de la iglesia.

Conclusiones

Debemos mirar más allá de las apariencias de nuestras congregaciones para percibir sus posibilidades. Si bien las diferencias sociales y culturales influyen en los resultados, los principios de este programa integrado de crecimiento de la iglesia pueden ser eficientes en cualquier lugar, si se lo adapta adecuadamente.

Entre los beneficios del programa podemos destacar los siguientes:

  1. El proceso de multiplicación espiritual provee un número creciente de líderes entrenados eficazmente para la iglesia.
  • Las clases prebautismales, realizadas al mismo tiempo que la escuela sabática, ofrece a los miembros la oportunidad de traer personas no adventistas para un estudio apropiado de la Biblia.
  • La organización de las clases de escuela sabática en pequeños grupos activos no sólo está en conformidad con el propósito de Dios (véase Joyas de los testimonios, t. 3, pág. 84), sino que también es una manera fácil de involucrar a toda la iglesia en el programa.
  • El programa posbautismal no sólo contribuye a la integración de los nuevos miembros a la iglesia, sino también a un liderazgo adicional y necesario para el crecimiento saludable de la iglesia.
  • El programa como un todo puede transformar a iglesias inactivas en activas, y puede solucionar muchas frustraciones pastorales para alcanzar los blancos de bautismos y disminuir el Índice de apostasías.

Sobre el autor: Alberto Ronald Timm es director del Centro White de Brasil y profesor del SALT en el Instituto Adventista de Ensino, San Pablo, Brasil.