Compartir la fe por medio de las relaciones siempre fue y será la forma más efectiva para diseminar el evangelio.

Al inicio de mi ministerio, pude conocer el poder del evangelismo relacional. La experiencia la obtuve en la primera iglesia que pastoreé al salir del seminario. En el mes de julio, Jane vino desde California para visitar a su hermana, Laura, en nuestra ciudad. Antes de volver a California, Jane me pidió que visitara a Laura, pues había percibido que ella era receptiva al evangelio. De hecho, Laura se convirtió en la interesada ideal.

Cierto día, fui con Sally a visitar a Laura. Inmediatamente iniciamos dos estudios bíblicos. Sally estudiaba con Laura y su hija Kim, en el piso superior de la casa. Mientras tanto, yo estudiaba con la otra hija, Sue, y el esposo de ella, Ty. Laura y Kim fueron bautizadas en menos de dos meses. Aún durante los estudios bíblicos, ellas comenzaron a compartir a Jesús con el hijo, Charles, que fue bautizado meses después del bautismo de la madre y de la hermana.

Después, Laura inició un Grupo pequeño en su casa e invitó a una vecina, Dee. Algunas reuniones después, Dee invitó a su esposo, Ken, y dos semanas más tarde invitó a Terry. Los tres se bautizaron a los seis meses. Mientras Laura y Dee compartían su fe, Sue y Ty invitaron a sus amigos Jerry y Edgar para estudiar la Biblia. Todos fueron bautizados cerca de un año después.

Ese es el poder de las relaciones. Esto es lo que la Biblia llama “evangelismo oikos”, que se traduce mejor como evangelismo doméstico, de amistad o en cadena. Ese es el poder de la invitación; el poder de compartir la fe con nuestros hijos, amigos, familiares, vecinos y compañeros del trabajo.

¡Imagina qué sucede cuando alguien comparte su fe con familiares y amigos! Sé que el mundo será un mejor lugar a causa de nuestra fidelidad al tomar en serio la aventura de testificar. Imagínate a quienes estarán en el Reino de Dios, alegrándose con Jesús por toda la eternidad, porque alguien tomó la misión en serio. Imagínate que alguien se te acerque para decirte: “Estoy aquí gracias a ti”.

Es lo que sucedió con Sally y Laura, y fue la demostración del modelo bíblico para compartir el evangelio. La Biblia está llena de relatos de personas que llevaron a sus seres queridos a Jesús. El Evangelio de Juan nos habla de Andrés, uno de los primeros discípulos, que llevó a su hermano Pedro a Jesús (Juan 1:41). Entonces, en el mismo capítulo, leemos sobre Felipe y su encuentro con Natanael, y cómo le presentó el evangelio que lo llevó a ser un discípulo del Mesías. Lee el relato: “Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). […] Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1:41, 45).

Esta historia se repite en los evangelios y en el libro de Hechos. Cuando Pablo y Si las fueron liberados de la prisión en Filipos, ellos transmitieron la Palabra de Dios al carcelero y a toda su casa. El resultado fue que, en ese mismo instante, el carcelero lavó las heridas de los prisioneros, aceptó a Cristo y toda la familia fue bautizada. Los llevó a su casa, comieron y se alegraron, habiendo creído en Dios (Hech. 16:30-34). Después de haber recibido el evangelio, el carcelero fue compelido a compartirlo con sus seres queridos. El evangelio es una buena nueva tan maravillosa que debe ser compartida. Cuando entendemos esto, serán pocos los obstáculos. Cuando experimentamos la alegría de la salvación, nuestra tendencia natural se comparte con los que están más cercanos a nosotros.

Notemos cómo Jesús usó los principios del “evangelismo oikos”. Después de haber curado al endemoniado, le dijo: “Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti” (Mar. 5:19). Él sabía que el testimonio más efectivo es la demostración natural de una vida transformada hacia quienes amamos y en quienes confiamos.

En otro caso, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado cobrando los impuestos. Lo invitó para que lo siguiera, y Leví le hizo caso de inmediato. Ahora viene lo interesante; al invitar a Jesús a comer a su casa, Leví también invitó a otros publicanos para que escucharan a Jesús. El resultado fue que muchos de ellos se convirtieron en seguidores del Maestro (Mar. 2:14,15). Cuando Jesús curó al hijo del oficial del rey, él y toda su casa creyeron (Juan 4:53).

Cuando una vida se ve impactada por la vida de Jesús, esa vida y la de los que la rodean son transformadas. Cuando las personas ven cómo Jesús transformó nuestra vida, la de nuestros familiares, amigos y de todo lo que forma parte de nuestro círculo de influencia, también desearán experimentarlo. Ese deseo las hará buscar la transformación y nos dará la oportunidad de compartir el evangelio.

La forma natural en que Jesús compartía con familiares y amigos es llamada oikos, o cadena de relaciones. Oikos da resultados porque es natural y opera bajo dos grandes presuposiciones. La primera es que, cuando experimentamos a Jesús y su alegría, somos impulsados a compartirla. Y la segunda es esta: cuando nuestros seres queridos vean nuestra transformación, también la querrán y estarán más susceptibles a experimentarla. Todo esto se hace de forma muy natural, y en un ambiente de amor y aceptación.

En la Biblia

Compartir la fe por medio de las relaciones fue y es aún la manera más efectiva de compartir el evangelio. En el Antiguo Testamento, Dios pretendía que Israel fuese el agente proclamador de su salvación para el mundo. Israel debía ser la luz por medio de la cual el mundo sería bendecido. El impacto planificado por Dios, que sería desarrollado por Israel, no se cumpliría por medio de una personalidad carismática, sino por la influencia de una familia amorosa. “Y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido” (Deut. 12:7).

El Señor nos creó para vivir en comunidad, porque nos necesitamos mutuamente. Él desea que esa comunidad de fieles marque la diferencia en el mundo, compartiendo la fe y el amor.

En el Nuevo Testamento, tenemos algunas indicaciones de que las relaciones son el método preferido de Dios para predicar el evangelio. La encarnación es la más grande prueba de esto. Jesús vino al mundo como ser humano, viviendo, enseñando y muriendo como uno de nosotros. Al leer el Nuevo Testamento, especialmente los evangelios y el libro de Hechos, también queda claro que las relaciones desempeñan un rol importante al conducir a las personas a Jesús.

El método más efectivo

Diversas investigaciones demuestran que la mayoría de las personas aceptan a Cristo y se unen a la iglesia por medio de las relaciones. Este método no solamente es importante para llevar a las personas al Señor, sino también para conservarlas en la iglesia. Necesitamos un grupo de apoyo que nos anime, que ore por nosotros, y que se comprometa con nosotros en el sentido de promover un ambiente de crecimiento, salud y vitalidad espiritual.

De acuerdo con Win Arn, a menos que el nuevo creyente logre formar de siete a once nuevas amistades dentro de los primeros seis meses después de su conversión, la probabilidad de que se aleje de la iglesia es alta. Además, dice casi el 100% de que los que logran esas nuevas amistades permanecen en la iglesia[1] Mientras más amigos tenga alguien en la iglesia, más probabilidades hay de que se quede en ella.

Aquí hay algunas razones importantes por las cuales oikos es el método más efectivo para compartir el evangelio[2]

Un ambiente natural para testificar. Para Laura, Dee, Sue y Ty, fue muy natural compartir su fe con amigos y parientes. Ellos estaban siempre juntos, en comidas y en momentos de esparcimiento. Por lo tanto, era natural compartir mutuamente el amor de Dios. Andrés llevó a Pedro a Cristo. Tenemos el privilegio de conducir a nuestros hermanos, padres, hijos, amigos y vecinos a Cristo.

La receptividad de los miembros. Constantemente escucho que somos más efectivos con extraños que con nuestra propia familia. Esto no es verdad. La Biblia está llena de ejemplos de quienes llevaron a sus familiares a Jesús. Además de Andrés y Pedro, tenemos a Felipe y Natanael. El carcelero de Filipos llevó a toda su casa a Jesús, y la lista continúa. Cuando las personas a nuestro alrededor perciben nuestra transformación, ellas serán atraídas al Dios al que adoramos.

Testimonio sin presiones. Como podemos ver en los ejemplos citados, no existe presión para bautizar a alguien en poco tiempo. Existe un proceso natural que ocurre, con el pasar del tiempo, en un contexto de amor y aceptación.

Apoyo al neófito. La principal razón por la cual las personas dejan la iglesia es que no encuentran a un grupo de apoyo para orar en favor de ellas, que las discipule y las anime constantemente. Sin embargo, cuando son llevadas al Señor por un amigo confiable, ellas ya tienen, en ese amigo, a un pastor.

Mejor asimilación del neófito en la iglesia. El evangelismo oikos es una forma de asimilar a las personas a la vida de la iglesia. Todos los eruditos en crecimiento de iglesia concuerdan en que la asimilación es una de las tareas más difíciles del evangelismo. Siempre necesitamos un grupo de aceptación en la iglesia. En el caso del evangelismo oikos, esto sucede de forma natural. Llegamos al Señor

y permanecemos en él, por medio de las relaciones. De forma similar, somos discipulados, animados y nutridos por medio de las relaciones.

Alcanza a toda la familia. Vemos esto en la Biblia. Cuando alguien acepta a Jesús como Salvador y Señor, frecuentemente esa persona termina conquistando a toda la familia. Esto también es verdadero en el ejemplo de Laura y Sally. El evangelismo oikos

es muy poderoso; es capaz de llevar a familias enteras a Jesús.

Se amplían las fuentes de contacto. Este tipo de evangelismo es una especie de reacción en cadena, cuyas influencia y efectividad no tienen límites.

En una reunión de evangelización dirigí, recibimos a Sandra con su hija de siete años. Ella conocía poco de la Biblia y del cristianismo. Pero el Espíritu Santo la impresionó para ir a la reunión y a ella le gustó lo que oyó. Al fin de la campaña, Sandra pidió el bautismo. Siempre tuve el hábito de proveer, a los recién bautizados, algún presente para que se lo entregaran a sus familiares y amigos. Además, el bautismo es una oportunidad evangelizados. Quien asiste se puede convertir en un interesado con quien la iglesia puede trabajar.

Sandra invitó a cincuenta y uno de ellos era su padre. Él tenía poco interés en el cristianismo, pero aceptó asistir para apoyar a la hija. Después del programa, tuvimos un momento de confraternización, y el padre de Sandra se sentó al lado de un hermano piadoso de la iglesia. Ambos conversaron mucho, se hicieron amigos y descubrieron que a ambos les gustaba la pesca, y quedaron en pescar juntos el siguiente domingo. Tres meses después, tuve el privilegio de bautizar al padre de Sandra. El evangelismo oikos aumenta la probabilidad de contactos con futuros nuevos creyentes.

Sobre el autor: Profesor del Seminario Teológico de la Universidad de Andrews.


Referencias

[1] Charles Win Arn, The Master’s plan for makinq disciples (Pasadena, CA: Church Growth, 1982), p. 43.

[2] ___________ , How to Reach the Unchurched Families in Your Community (Monrovia, CA: Church Growth, s/f, pp. 45-53.