¡Todos saben que las personas necesitan a los pastores! Si esto es cierto, ¿por qué entonces cada vez menos gente actúa como si los necesitara? Si realmente valoraran a su pastor, encontrarían más formas de manifestar su aprecio hacia él. Quizá deberían:
- Luchar para quedar como presidente de la comisión de nombramientos.
- Llamar temprano para reservar un asiento para el servicio de comunión del sábado.
- Esperar ansiosamente durante toda la semana para ver si el pastor presentará otra vez su último sermón.
- Cubrir el presupuesto de la iglesia el primer sábado de cada mes.
- Hacer sólo preguntas teológicas que puedan contestarse en cinco minutos.
- Responsabilizar de la recolección a los diáconos.
- Hacer de la asistencia a la reunión administrativa de la iglesia una prueba de discipulado.
- Llamar a la oficina de la iglesia para solicitar al pastor que visite el hogar.
- Escribir cartas al presidente de la asociación para decirle que todo marcha sobre ruedas
- Incluir pelotas de golf en el presupuesto de la iglesia.
Hablando en serio, no conozco a ningún pastor que esté recibiendo un trato tal Más que cualquier otra cosa, los pastores quieren saber que su ministerio significa algo, que está haciendo una diferencia en la vida de la gente.
Lo que los miembros quisieran ver en un pastor
Hace poco Jim Cress, secretario ministerial de la Asociación General, compartió con nosotros ocho observaciones acerca de los pastores que ha ido coleccionando a través de los años al trabajar con las iglesias.
- ¿Exaltará nuestro pastor a Jesús en cada sermón y realizará un servicio vivo e interesante de modo que uno se sienta cómodo al invitar a sus amigos a la iglesia?
- ¿Proclamará nuestro pastor el mensaje distintivo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y evitará concentrarse en uno o dos temas, como si fueran sus mascotas?
- ¿Apoyará nuestro pastor el énfasis educacional de nuestras escuelas primaria, secundaria, preparatoria, colegio y universidad denominacionales? ¿Alentará el ministerio en favor de nuestros jóvenes, tanto por proclamación como por participación?
- ¿Ayudará nuestro pastor a vendar heridas y buscará a los miembros desfraternizados y a los de paradero desconocido en vez de contribuir a que haya más disensión yseparatismo en nuestras congregaciones?
- ¿Practicará nuestro pastor la voluntad de Dios en la familia pastoral en vez depredicar una cosa y vivir otra?
- ¿Afirmará nuestro pastor la confianza en el don de profecía y en la misión y el mensaje distintivos de la iglesia remanente?
- ¿Estimulará nuestro pastor las actividades misioneras en favor de nuestra comunidad de manera apropiada, y capacitará, por medio del ejemplo, a nuestros miembros para tratar de alcanzar a otros?
- ¿Qué preparación (por ejemplo, niveles de estudio) tienen los pastores potenciales que los acredite para dirigir en los cada día más complejos cambios que nuestra congregación afronta?”[1]
Cuidado por las “cosas pequeñas” de Dios
En el mundo de hoy el ministerio no le produce casi nada al pastor en términos de reconocimiento y bienestar. Pero tampoco conozco a muchos que estén en el ministerio para sentirse bien. Lo cual no quiere decir que no haya alguno que lo vea simplemente como un empleo y quien, con la precisión del reloj, deja su trabajo en la oficina y considera como una molestia una llamada telefónica a su casa. Aquellos que encajan en esta categoría probablemente nunca han comprendido la idea de ser “llamados al ministerio”. Lo ven más como un desempeño profesional que como una vida dedicada a una misión.
Aquellos que comprenden el verdadero significado del servicio están dispuestos a poner sus preferencias en posición de espera mientras atienden lo que algunos llaman “cosas pequeñas”. Ellos ven la importancia de las necesidades pequeñas y no temen perderse ayudando a las personas a encontrarle significado a sus vidas.
Los pastores que la gente necesita
¿Cómo le gustaría ser recordado como pastor? ¿Quiere serlo como un gran predicador, un administrador efectivo, o un visionario creativo? ¿Quiere ser recordado como un ganador de almas? Estas son cualidades que muchas iglesias desean ver en su pastor. En realidad, hay una cualidad que es la más preciada de todas.
¡Ante todo, y más importante, la gente necesita pastores divinamente designados que sean conocidos por su integridad, dirigentes cuyas vidas testifiquen lo que predican!
Cuando la presión es fuerte, a la gente no le interesa escuchar sermones que traten de conceptos teóricos y máximas filosóficas. ¡Cuando la gente es consciente de que su vida ha sido desgarrada por la culpa y el dolor, busca hombres y mujeres que puedan darle esperanza y sanidad! Busca pastores que estén dispuestos a compartir a Dios a través de sus luchas y triunfos personales. En una palabra, busca pastores que no tengan temor de ser auténticos.
La joya que corona un ministerio de éxito no es un sermón perfecto, un bautisterio lleno o un sobrecargado calendario eclesiástico. Es más bien saber que el fruto de nuestro ministerio ha surgido de una vida consagrada a la santidad, no importa el costo. ¡Siempre serán imprescindibles los pastores que demuestren esta clase de dedicación!
Preguntas para meditar
Estas son algunas preguntas para meditar mientras piensa en el pasado, presente y futuro de su ministerio:
¿Procura usted tener cada día una experiencia personal con Jesús?
¿Siente usted el llamamiento de Dios en su vida?
¿Es usted auténtico?
¿Lo que dice expresa realmente sus intenciones?
¿Mira a las personas a los ojos cuando habla con ellas?
¿Tiene usted un interés genuino en la gente a quien sirve?
¿Está usted dispuesto a ser vulnerable con los demás?
Si es capaz de contestar con un sí a todas estas preguntas, casi con seguridad sus miembros serán muy comprensivos con sus debilidades.
Estas no son cualidades que uno puede ponerse y quitarse a voluntad. Son valores profundos implantados por Cristo cuando nos sentamos a sus pies a través de un estudio privado de la Biblia y en la oración. Alguien dijo una vez: “El carácter es lo que usted hace cuando piensa que nadie lo observa”. Nos sorprenderá saber cuánta gente en realidad nos está observando cuando pensamos que no lo hace. Si bien no deseamos hacer del comportamiento el foco principal, nuestras acciones reflejan nuestro verdadero yo interior.
Cuando la gente perciba que somos genuinos y que el ministerio que practicamos es mucho más que lo que hacemos porque se nos paga por ello, ¡la gente lo necesitará!
Los pastores que se preocupan por los demás están aquí hoy
Siempre habrá necesidad de pastores que se preocupen genuinamente por los demás; que oren con y por sus miembros; que no se estanquen en el pantano de las minucias eclesiásticas; que comprendan la diferencia que hay entre un “llamado” y un empleo; que vivan lo que predican, y que sepan cómo reír y llorar. Si la estructura de nuestra iglesia se desquiciara completamente y todas las fuentes de recursos para pagar salarios se secarán, todavía tendríamos necesidad de verdaderos pastores. Siempre habrá necesidad de aquellos que han consagrado sus vidas a nutrir a los quebrantados y a alimentar a las almas hambrientas.
Sobre el autor: es director asociado del Centro de Recursos Eclesiásticos de la Unión del Pacífico, de los Adventistas del Séptimo Día.
Referencias:
[1] Véase PlusLine Access, enero-febrero 1996, carta enviada a personas involucradas en el ministerio de avanzada.