“Necesitamos: Pastor para una próspera iglesia. Un verdadero desafío para un hombre capaz.

“Debe tener experiencia en trabajos manuales… en actividades de oficina… en obra educacional (en todos los niveles, inclusive universitario)… debe ser escritor… teólogo… psicólogo… consejero vocacional… maestro de ceremonias… misionero y asistente social.

“Debe conocer todo lo relacionado con los problemas de nacimiento, matrimonio y muerte; también debe estar al corriente de las últimas teorías y procedimientos de pediatría, economía y ciencia nuclear.

“Debe ser firme, y sin embargo flexible y capaz de manifestar amor y espíritu perdonador ante la calumnia mordaz y la crítica destructora.

“Debe ser comunicativo y afable en todo momento; debe ser un orador cautivante y un oyente atento.

“Su educación deberá ser superior a las exigencias para un doctorado en filosofía, y sin embargo debe estar oculta por el recato, la modestia y la discreción.

“Debe estar dispuesto a trabajar día y noche, si fuera necesario. En la preparación de sus sermones deberá emplear 25 horas semanales, y diez horas adicionales en la lectura de libros y revistas.

“La esposa debe ser elegante y sencilla; simpática y capaz de vivir en paz con todos y con ella misma. Debe estar dispuesta a trabajar en la Sociedad Dorcas, a enseñar en la escuela sabática, a cuidar a los niños y servir a todos, sin fijarse en las intrigas y habladurías.

“Sus hijos deben manifestar una conducta ejemplar y estar vestidos decentemente.

“El aspirante al cargo tendrá una casa amueblada cerca de la iglesia. Como dirigente espiritual deberá enseñar por precepto y ejemplo la virtud de la hospitalidad, recordando en todo tiempo que la casa no le pertenece.

“El sueldo no está acorde con la experiencia exigida, ni tampoco con las necesidades; las horas adicionales de trabajo no se pagarán. Todas las respuestas a este aviso se guardarán en forma confidencial”. Esto es la adaptación de un “Anuncio Clasificado” preparado por el director de la división técnica del Centro de Ingenieros de la General Motors.

“Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Cor. 2:16).

Mientras estudiábamos en el colegio teníamos un absorbente programa de estudios, lecturas e investigaciones. Sin embargo, cuando nos iniciamos en las tareas pastorales experimentamos en toda su magnitud nuestra insuficiencia para la realización de una obra tan extensa y compleja.

Posiblemente todavía recordamos nuestras vacilaciones en el púlpito cuando nos iniciamos en el ministerio. Algunos pastores mantienen vividos en la memoria los titubeos experimentados en sus primeras visitas a los enfermos o en sus primeros servicios fúnebres. ¡Cuán inseguros fueron nuestros primeros consejos dados a los miembros que nos participaron sus luchas espirituales y sus perturbadores problemas de orden social y económico!

El paso de los años enriqueció nuestra experiencia pastoral. Con todo, permanece en nuestro espíritu una inquietante sensación de incapacidad.

El mismo apóstol de los gentiles no estaba inmunizado contra el sentimiento de insuficiencia. Declaró: “No que seamos suficientes… sino que nuestra suficiencia es de Dios” (2 Cor. 3:5).

En efecto, el mismo Dios que capacitó al apóstol Pablo para la realización de un ministerio tan vibrante y fecundo, hoy está a nuestro lado, dispuesto a ayudarnos, sacando fuerzas de nuestras flaquezas y capacitándonos para la realización de la obra para la cual nos ha llamado.

“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra” (2 Cor. 9:8).