Los acontecimientos actuales anuncian en alta voz que no hay más tiempo para perder. Cristo pronto vendrá para buscar a sus hijos. La iglesia crece rápidamente, pero podría crecer aún más mientras disfruta de libertad. Libertad que no sabemos por cuánto tiempo más se prolongará.

Nuestro éxito en esta misión dependerá básicamente de los líderes que la iglesia tiene. ¿Por qué? Simplemente, porque “el espíritu que manifieste el dirigente será en gran parte reflejado por el pueblo” (Elena de White, Servicio cristiano, p. 221). El espíritu del verdadero líder contagia positivamente. Los que lo rodean comparten sus cargas y su entusiasmo. Están dispuestos a seguirlo y a transformar sus sueños en los de ellos mismos.

En su libro Para usted que quiere ser dirigente, Robert Pierson, presidente de laIglesia Adventista en el ámbito mundial enla década de los años ‘70, dice que un lídercristiano tiene por lo menos diez características

que lo destacan: espiritualidad, visión, integridad, humildad, paciencia, bondad, comprensión, responsabilidad, determinación, honestidad, y lealtad a su Dios y a sus

hermanos en la fe. Querido pastor, ¿tienes esas características? Permíteme hablar un poco sobre algunas de esas cualidades mencionadas por el pastor Pierson.

El verdadero dirigente es una persona espiritual. Noé tuvo bajo su responsabilidad uno de los mayores emprendimientos confiados a un líder hasta los días de hoy. La Biblia nos dice que Noé caminó con Dios (Gén. 6:9). Nadie se transforma en un líder espiritual por nacimiento, posición social o formación educativa. La fuerza espiritual es concedida por el Espíritu Santo a aquellos que oran, que se niegan a sí mismos, que confiesan sus faltas y están dispuestos a caminar con Dios.

El líder es una persona de visión. Eso significa ver templos donde hoy existen apenas terrenos vacíos; ver una congregación llena donde actualmente los bancos están vacíos. Mirando hacia los campos que lo rodeaban, Jesús dijo: “Levanten vuestros ojos” (Juan 4:35). Hoy, él nos diría: “Aumenten la visión, expandan sus horizontes”. Raramente una iglesia va más allá de lo que sus dirigentes pueden ver. Nuestra oración debe ser: “¡Señor, concédenos visión!”

El verdadero líder es alguien que escudriña las Sagradas Escrituras para entender cuál es la voluntad de Dios para él y para su iglesia. Cuando un pastor dice que está demasiado ocupado “para gastar tiempo con el estudio de la Palabra”, está más ocupado de lo que debería.

El líder eficiente es humilde y paciente. Cristo dice: “El que es mayor entre vosotros, sea vuestro siervo” (Mat. 23:11). Igualmente sabio es el consejo dado por el apóstol Santiago: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Sant. 1:19). Si un líder es humilde, también será paciente. Nadie está dispuesto a abrir el corazón o a apoyar a alguien que no tenga tiempo para escuchar. El apóstol Pablo escribió: “Sean benignos unos con otros, misericordiosos” (Efe. 4:32); “vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (Fil. 4:5). Solamente Jesús, morando en el corazón, hará que un líder sea bondadoso, humilde y comprensivo.

Finalmente, nuestra fidelidad a Dios requiere que también seamos leales para con aquellos que lideramos. “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apoc. 2:10).

“Dios llama a hombres de fidelidad a toda prueba. No tiene lugar, en una situación de emergencia, para hombres de dos caras. Quiere a hombres capaces de colocar su mano sobre un trabajo erróneo y decir: “Esto no está de acuerdo con la voluntad de Dios” (Elena de White, Mensajes selectos, t. 2, p. 174).

“El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, esta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 128). Dios “espera lealtad de cada uno” (Elena de White, Profetas y reyes, p. 128).

Como líder, ¿has desarrollado estas cualidades en tu ministerio? Haz como el apóstol Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13). ¡Sé un líder con pasión!

Sobre el autor: secretario ministerial de la División Sudamericana de la IASD.