La ciudad de Loma Linda, California, Estados Unidos, fue el lugar que se eligió para celebrar el Concilio de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante el primer semestre de este año. El encuentro contó con la presencia de los dirigentes de todas las regiones del mundo.

El punto más importante que se trató fue el nombramiento de una Comisión de Ministerios, Servicios y Estructuras, con el fin de analizar la organización de la iglesia y presentar una propuesta de reforma que le dé prioridad a la conservación de la unidad y la aceleración de la misión evangelizadora. En su mensaje de apertura de las labores de esta Comisión, el pastor Jan Paulsen, presidente de la Asociación General, presentó el tema central de la discusión:

“La globalización de nuestra iglesia; el rápido crecimiento que se experimenta en algunas regiones, que debemos apoyar, y el estancamiento o la falta de desarrollo que se observa en otras zonas que históricamente han sido proveedoras de recursos, va acompañada por diferentes expectativas por parte de los miembros. Además, nos preocupan una cantidad de reglamentos que están aplicando los gobiernos, y el predominio de otras religiones no cristianas en algunas partes del mundo. Todo esto nos lleva a reexaminar, en forma crítica y analítica, nuestras estructuras y maneras de operar, o verificar si estamos preparados para mantenerlas en estas circunstancias.

“El gran asunto que debemos tratar en la comisión es este: la organización actual se estableció hace más de cien años, cuando contábamos solamente con 75.000 miembros en todo el mundo, estábamos bastante esparcidos y dependíamos casi exclusivamente de los recursos y las ideas del mundo occidental desarrollado. ¿Es adecuada esta estructura para avanzar en el siglo XXI, con 25 o 50 millones de miembros? Esta pregunta tiene que ver principalmente con las estructuras de la organización; pero también afecta a los ministerios y los departamentos, ya que ellos dependen de las estructuras de que disponemos”.

Formada por más de 100 integrantes procedentes de todo el mundo, la Comisión trabajará de acuerdo con algunas ideas sobre las que el líder mundial de la iglesia hizo comentarios dignos de reflexión para todos los que ocupan cargos de liderazgo en la organización.

La unidad

“Somos una comunidad global, mutuamente vinculada y recíprocamente dependiente. Ese fue el designio de Dios para nosotros. Nuestra declaración relativa a las creencias fundamentales es común para todos, compartimos el Manual de la Iglesia y tenemos en alta estima el don profético de Dios, manifestado en los escritos de Elena de White. Debemos mantener nuestra unidad. Nunca organizaremos estructuras ni servicios que comprometan la unidad, el plan de Dios para nosotros”.

La misión

“Desde el momento en que el Señor suscitó este movimiento, hace cerca de 160 años, siempre supimos que teníamos una misión global que no podíamos compartir con otros. Entendemos que surgimos en los últimos días de la historia de la tierra con un determinado propósito. Toda estructura que mantengamos, y todos los ministerios o los servicios que podamos ofrecer, deben ser de tal naturaleza, que contribuyan a dar la mayor eficacia posible a la misión”.

Flexibilidad administrativa

“Las estructuras y los líderes tienen que estar cerca de la gente, para garantizar que la atención pastoral se lleve a cabo y que el crecimiento que se logre no se quede en eso solo. Es posible que, en aras de la unidad, tengamos que conservar algunas estructuras de la organización, aunque simplificadas y con carácter provisorio; pero no hay duda de que debemos establecer una estructura más flexible. Cuando el liderazgo y los recursos financieros concuerden con el número de feligresía, se podrá establecer una estructura más permanente.

Las comunicaciones

“Sin una buena comunicación entre los miembros y los dirigentes, y desde estos hacia las bases, el aislamiento es inevitable. El resultado sería un “regionalismo”, en el que la congregación local estaría principalmente ocupada de sí misma y de su medio ambiente inmediato, sin una idea definida acerca de la misión mundial. A pesar de que es importante servir a los vecinos y dar testimonio ante ellos, tenemos como iglesia una misión mundial de la cual somos igualmente responsables. Es necesario que nos preguntemos: ¿Obstaculizan las comunicaciones las estructuras que tenemos actualmente? ¿O hay algo que se pueda mejorar en ellas para que no se interrumpan?”.

Ministerios y servicios

“La pregunta acerca de dónde y en qué niveles debemos ubicar los departamentos, los ministerios y los servicios es un tema que enfrentamos con frecuencia. Nuestra tradición es bien conocida. Históricamente, esos departamentos han estado en todos los niveles, desde la sede mundial hasta el campo local. Las ideas, los valores y las indicaciones han tendido a descender desde la organización superior hacia las subsidiarias. Pero el mundo, y el papel que desempeñamos en él, han cambiado notablemente, especialmente durante las últimas tres décadas. Algo que fue bueno en el pasado puede ser que no lo sea tanto hoy”.

Para el pastor George Knight, profesor de Historia de la Iglesia Adventista en la Universidad Andrews, las reformas que hubo antes, como la de comienzos del siglo XX, “le costaron a la denominación grandes dosis de energía. Pero los beneficios que produjo compensaron por lejos el tiempo que se invirtió en resolver los problemas”. Tenemos que orar, y esperar los resultados finales de la obra de esta Comisión, que se presentarán en el próximo congreso mundial que tendrá lugar en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, en el año 2010.