Estudio sobre el don de profecía en el libro de Números

A lo largo del Antiguo Testamento, se percibe la comunicación de Dios con su pueblo por intermedio de los profetas, lo que ocurrió en diferentes ocasiones de maneras diversas (Heb. 1:1). No obstante, el profeta siempre es reconocido como aquel que habla de parte de Dios. En la terminología bíblica inicial se describe que el Espíritu del Señor vino sobre la persona, mientras que en la terminología bíblica más tardía se describe de la siguiente manera: “vino sobre mí la Palabra del Señor”.[1] Básicamente, los profetas comunicaban la Palabra de Dios para situaciones presentes, confrontando el pecado de Israel, pero también intercedían por el pueblo ante Dios.[2]

A pesar de que se asocia a los profetas con los libros que escribieron o con los libros históricos, encontramos ejemplos y manifestaciones proféticas en el Pentateuco. Además, es justamente en el Pentateuco que ocurre la primera mención de la palabra “profeta” (Éxo. 4:16). En el libro de Números, que narra la travesía del pueblo de Israel hasta Canaán, como continuación de los episodios referidos en el libro de Éxodo, en medio de su variedad de temas y géneros literarios,[3] hay pasajes que abordan el tema del don profético. En este artículo, analizaremos brevemente algunas referencias a profetas en Números, enfocando tres narraciones distintas: (1) el episodio en que Dios repartió su Espíritu sobre los líderes de Israel (Núm. 11); (2) la controversia entre Moisés y sus hermanos (Núm. 12); y (3) la llamada “perícopa de Balaam” (Núm. 22-24).

En virtud del límite de espacio, haremos consideraciones puntuales sobre los tres episodios, concentrándonos en lo que el libro de Números enseña sobre el don de profecía. Al final, presentaremos el resumen del estudio, juntamente con un esbozo de una posible teología de Números sobre el don profético.

Se reparte el Espíritu

El contexto de Números 11 trata acerca de una crisis que estaba enfrentando el liderazgo de Moisés. La queja fomentada por extranjeros entre el pueblo (Núm. 11:4) estaba relacionada con las razones dietéticas (Núm. 11:4-6). Ante la presión popular (11:10), Moisés se quejó ante Dios y mostró que estaba exhausto a causa de sus responsabilidades, al punto de admitir que no podía seguir liderando él solo al pueblo. Prefería incluso la muerte, antes que seguir así (11:14, 15). Luego de atender a la demanda del pueblo de manera milagrosa, Dios decidió repartir el Espíritu dado a Moisés entre los otros setenta líderes, que comenzaron a profetizar; algo que hicieron solo en esa ocasión (11:24, 25). El contexto sugiere que “hubo distribución tanto cualitativa como cuantitativa del espíritu del Señor”.[4]

Curiosamente, dos autoridades que formaban parte del grupo, Eldad y Medad, también profetizaron, aun cuando estaban en medio del campamento (11:26), lo que motivó los celos de Josué (11:29), el joven ayudante de Moisés. En este caso, este hecho revela el deseo de Josué de que Moisés continuara siendo el único líder.[5] Obviamente, se trataba de un celo que estaba fuera de lugar.[6] La respuesta que da Moisés indica una disposición a no monopolizar los dones divinos, sino a verlos actuar libremente dentro de la comunidad (11:29).

Desavenencia entre Moisés y sus hermanos

Una nueva crisis alcanza a Moisés en Números 12; esta vez, de carácter familiar. Sus hermanos comenzaron a criticarlo por causa del origen étnico de su esposa (12:1, 2). Para resolver el asunto, Dios convocó a los tres hermanos y, en defensa de su siervo, explicó la diferencia entre su contacto con los profetas y la manera en que se relacionaba con Moisés (12:6-8).

El término “profeta” (nabi), que aparece en el versículo 6, es el mismo que usó Moisés cuando expresó su deseo de que todo el pueblo profetizara (11:29). Dios se comunica con los profetas, tradicionalmente, mediante sueños (chalown, palabra que aparece con más frecuencia en el libro de Génesis, pero solo aquí en el libro de Números) y visiones (Mar’ah, término usado por profetas en la época del exilio, como Daniel y Ezequiel). Pero Moisés hablaba con Dios cara a cara. Cuando estaba con todo el pueblo, Dios se le manifestaba por medio de su presencia en el Santuario; pero cuando estaban a solas, era como si Dios le permitiera estar dentro de la tienda sagrada.[7] El contacto de Moisés con Dios era, por lo tanto, “más regular y familiar” que los que poseían una experiencia profética.[8] Así, Aarón y María, también mencionados entre los profetas (Deut. 18:15; 34:10), debían respetar a su hermano, dado que él “fue colocado por sobre los profetas”.[9]

La perícopa de Balaam

Israel llegó a los campos de Moab. Sin duda, ante una eventual invasión israelita, Balac formó una alianza: Moab-Madián (Núm. 22:4). La solución que consensuaron (Núm. 22:5, 6) era que la única forma de contener el avance del pueblo santo era maldecirlo. Para este servicio, contrataron a Balaam, cuidándose de no mencionarle al vidente quién era el enemigo, a fin de evitar un conflicto de intereses, dado que él consultaría al Dios de Israel para maldecir a su propio pueblo.[10]

Se ha debatido mucho acerca del estatus de Balaam: ¿era un profeta legítimo o un mero vidente? El término que le es atribuido, “adivino”, es “peyorativo o tiene una connotación negativa, especialmente en los libros proféticos”.[11] Por más inverosímil que este personaje parezca, la arqueología descubrió un conjunto de relatos en paredes de yeso del siglo VIII a.C., que guarda paralelos con esta narración bíblica. En el relato, se menciona a Balaam en asociación con varios dioses. A pesar de eso, no se puede descartar que haya sido monoteísta en el pasado; especialmente, por vivir en una región geográfica que lo vinculaba a los arameos, los antepasados de Abraham y sus descendientes.[12]

Otros descubrimientos se relacionan con Mari, la ciudad situada entre Babilonia y Alepo. Allí se practicaba el profetismo pagano, y los hallazgos nos informan de esta práctica del Antiguo Cercano Oriente. Básicamente, había profetas que se constituían en oráculos sacerdotales (muchos de ellos también practicaban la prostitución sagrada) y profetas extáticos. Si bien no se explica el fenómeno de revelación entre ellos, “es posible que los pronosticadores extáticos de Mesopotamia usaran sustancias que alteraran la percepción, como el alcohol, el hachís o espolón de centeno [con efectos alucinógenos[13]]”.[14]

Vale la pena mencionar que Elena de White afirma que Balaam poseía conocimiento (al menos parcial) sobre el Dios verdadero;[15] el mismo juicio expresado por la literatura rabínica.[16] El propio Balaam utiliza un término en su tercer pronunciamiento, traducido como “palabra” u “oráculo” (Núm. 24:3), cuyo sentido indica “declaración profética inspirada (2 Sam. 23:1) o una declaración del Señor (ver Gén. 22:16; Núm. 14:28; Isa. 1:24)”.[17]

A pesar de que inicialmente Dios respondió negativamente a Balaam con respecto a la invitación de Balac (Núm. 22:12), él lo permitió luego de un segundo encuentro con el vidente (Núm. 22:20). El viaje debió de haber durado cerca de veinte días.[18] A pesar de todo, durante la ida del profeta, su montura interrumpió el curso del viaje (Núm. 22:23-27). La reacción de Balaam fue castigar severamente a su asna (Núm. 22:27). Es curioso el contraste entre las consecuencias de la ira divina (causa de la intervención del ángel) y las inconsistencias de la ira humana (vista en la actitud de Balaam contra el animal). En el momento en que Balaam se mostraba más irracional, Dios hizo racional a una asna. Hasta un animal, utilizado por Dios, actúa con más inteligencia que un hombre obstinado en el error. En verdad, Dios puede utilizar cualquier persona o cosa, tal y como alguien lo expresó:

“De la misma forma en que Balaam cabalga su asna hasta ser detenida por un ángel del Señor, Balac igualmente impulsa a Balaam a maldecir a Israel, hasta que es detenido por su encuentro con Dios. De la misma forma en que Dios abre la boca de la asna, él colocaría sus palabras en la boca de Balaam, para declarar su voluntad. Este paralelismo entre Balaam y su asna sugiere que la capacidad de declarar la Palabra de Dios no es necesariamente señal de la santidad de Balaam: solo revela que Dios puede usar cualquier persona (hasta a un animal) para ser su portavoz”.[19]

Obviamente, el episodio sirvió de alerta para que Balaam solo dijera lo que Dios mandara (Núm. 22:35); compromiso que se vio obligado a cumplir, aun en rebeldía contra su contrato con Balac. Acerca de sus oráculos, se desprende de ellos cuán precioso e importante es Israel para Dios, al punto de considerarlo especial entre todos los pueblos de la tierra.[20] Un comentario afirma que, como “el primer y el segundo oráculo, el tercero se refiere a las bendiciones de prosperidad, poder y fama”.[21] Tal vez, se pueda decir con mayor precisión que, mientras que los dos primeros poemas de Balaam se refieren al pasado de Israel, los dos últimos señalan hacia el Mesías venidero.[22] Pareciera que Balaam se comporta como un auténtico profeta en sus pronunciamientos finales.[23] Incluso hasta la palabra que se utiliza para sus visiones (machazeh) es utilizada en el Pentateuco en referencia a la aparición divina a Abraham (Gén. 15:1).

En el último pronunciamiento hecho por el vidente, tenemos la comprensión de que se describe al rey mesiánico como “experimentando un nuevo éxodo escatológico, recapitulando en su vida los eventos del Israel histórico en su éxodo de Egipto y la conquista de sus enemigos”.[24] En el mundo antiguo, la estrella representaba una divinidad. Considerando esto, y la difusión de esta profecía de Balaam, en medio del paganismo: “No es coincidencia que una estrella guiara a los magos de Oriente al bebé Jesús en Belén (Mat. 2:1-11). Tanto los magos como Herodes consideraban la estrella como una señal del divinamente designado “rey de los judíos” (2:2), un gobernante, así como la “estrella” davídica lo fuera de Jacob, que Balaam vio (Núm. 24:17). En este caso, el recién nacido Rey era el Hijo de Dios (Luc. 1:32-35), cuyo origen era celestial, divino (Juan 3:13, 31; 6:38, 51), haciendo todavía más apropiado el símbolo de la estrella”.[25]

De esta forma, las profecías de Balaam alcanzan una realización escatológica, al señalar al Mesías venidero. ¡Que un profeta pagano previese la venida del Salvador de la humanidad es asombroso!

Conclusión

En el libro de Números, encontramos la mención de episodios que incluyen manifestaciones proféticas o alusiones al tema. En este artículo, tratamos de tres menciones; dos de ellas incluyen a Moisés, mientras que la última no. En el primer caso, vimos cómo Dios concedió temporariamente el don de profetizar a los ancianos de Israel, mostrando que las responsabilidades de liderazgo mosaico estarían divididas entre ellos. A pesar de que la medida disgustó a Josué, el propio Moisés afirmó que sería mucho mejor si todo Israel recibiera una parte del Espíritu Santo, distribuido entre el liderazgo. En el segundo caso, en medio de una desavenencia familiar que afectaba la imagen de Moisés, Dios dejó explícita su relación íntima con su siervo, superior a la experiencia profética y, sin duda, un caso peculiar, tal vez sin paralelos, en la historia del antiguo Israel. Finalmente, verificamos en los relatos de Balaam que el Señor usó un vidente pagano para bendecir a su pueblo, actuando de forma soberana para mostrar que Israel era distinto de las demás naciones, y que le estaban reservadas bendiciones futuras, en continuidad con todo lo que Dios ya les había proporcionado. También aparece la promesa mesiánica, profetizada a través de Balaam; y, sorprendentemente, a un auditorio pagano.

Al analizar los tres pasajes, sugerimos las siguientes implicancias para una posible teología del don profético en el libro de Números:

1. Dios es soberano en la elección de sus mensajeros. Es más, en casos específicos, puede usar a personas que no están directamente ligadas a su pueblo, para eventualmente transmitir verdades, aun cuando él se revela regularmente ante personas que gozan de una relación con él.

2. El Espíritu del Señor es enviado de manera sobrenatural al profeta, condicionándolo a ejercer un ministerio a favor del pueblo de Dios, mayormente, para guiarlo en asuntos espirituales.

3. Incluso un profeta necesita reconocer y respetar a los líderes instituidos por Dios, sin faltar el respeto o discriminar arbitrariamente.

Sobre el autor: Pastor de la Iglesia del Instituto Adventista Paranaense, Ivatuba, Brasil.


Referencias

[1] John J. Schmitt, “Preexilic Hebrew prophecy”, en David Noel Freedman, The Anchor Bible Dictionary (Nueva York, NY: Doubleday, 1992), p. 482.

[2] Robert L. Cate, “Prophet”, en Watson E. Mills, Mercer Dictionary of the Bible (Macon, Georgia: Mercer University Press, 1990), p. 715.

[3] Jacob Milgrom, Numbers: The JPS Torah Commentary (Philadelphia, NY: The Jewish Publication Society, 1990), p. 13.

[4] Ibíd., pp. 90-91.

[5] Timothy R. Ashley, The Book of Numbers: The New International Commentary on the Old Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1993), p. 216.

[6] Philip J. Budd, Numbers: Word Biblical Commentary (Waco, TX: Word Books Publisher, 1984), p. 129.

[7] Milgrom, Numbers, p. 38.

[8] Budd, Numbers, p. 137.

[9] Milgrom, Numbers, p. 95.

[10] Roy Gane, Leviticus, Numbers: The NIV Application Commentary (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2004), p. 690.

[11] Charles H. Savelle, “Canonical and Extracanonical Portaits of Balaam”, Bibliotheca Sacra 166, Nº 664 (1999), p. 390.

[12] Gane, Leviticus, Numbers, pp. 690, 691.

[13] Se trata de una especie de hongo parásito conocido como ergot (Claviceps pupura). El hongo afecta al centeno y otros cereales, generando diversos síntomas en seres humanos, incluyendo alucinaciones, y puede llevar a la muerte por envenenamiento. La bióloga Linnda R. Caporael sugirió en su artículo “Ergotism: The Satan Loosed in Salem?” que el espolón del centeno habría causado alucinaciones en Elizabeth Parris y otras niñas de su pueblo, caso que generó una persecución de las mujeres de Salem, acusadas de brujería. De allí nació la conocida leyenda de las brujas de Salem. Ver Robin Robin DeRosa, “Specters, The Salem Witch Trials and American Memory” (tesis de doctorado, Boston, MA: Tufts University, 2002).

[14] R. K. Harisson, Numbers: An Exegetical Commentary (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1992), p. 294.

[15] “Balaam había sido una vez hombre bueno y profeta de Dios; pero había apostatado y se había entregado a la avaricia; no obstante, aún profesaba servir fielmente al Altísimo. No ignoraba la obra de Dios en favor de Israel; y cuando los mensajeros le dieron su recado, sabía muy bien que debía rehusar los presentes de Balac, y despedir a los embajadores. Pero se aventuró a jugar con la tentación” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 468).

[16] Savelle, “Canonical and Extracanonical”, p. 397.

[17] Gane, Leviticus, Numbers, p. 709.

[18] T. Carson, Números, en F.F. Bruce, Comentário NVI: Antigo E Novo Testamento (São Paulo: Editora Vida, 2009), p. 335.

[19] Gordon J. Wenhan, Números: Introdução E Comentários – Série Cultura Bíblica (São Paulo, SP: Vida Nova, 2011), p. 175.

[20] Raymond B. Dillard y Tremper Longman III, Introdução Ao Antigo Testamento (São Paulo, SP: Editora Vida, 2006), p. 87.

[21] Anastasia Boniface-Malle y Tokunboh Adeyemo, Comentário Bíblico Africano (São Paulo, SP: Mundo Cristão, 2010), p. 198.

[22] Martin G. Kingbeil, “Poemas en medio de la prosa: poesía insertada en el Pentateuco”, en Gerald A. Kingbeil, Inicios, paradigmas y fundamentos: estudios teológicos y exegéticos en el Pentateuco (Libertador San Martín, Entre Ríos: Editorial Universidad Adventista del Plata, 2004), p. 81.

[23] Ver Dennis T. Olson, Numbers (Louisville: John Knox Press, 1996), p. 147; Eugene H. Merril, Kingdom of Priest: A History of Old Testament Israel (Grand Rapids, MI: Baker Publishing Group, 2008), p. 107.

[24] Richard M. Davidson, “A Estrutura Literária Escatológica Do Antigo Testamento”, en Timm et al., “O Futuro: A Visão Adventista Dos Últimos Acontecimentos: Artigos Teológicos apresentados no V Simpósio Bíblico-Teológico Sul-Americano em homenagem a Hans K. Larondelle” (Engenheiro Coelho, São Paulo: Unaspress, 2004), p. 9.

[25] Gane, Leviticus, Numbers, p. 713.