Reavivando la pasión por la evangelización pública

Desde los inicios del cristianismo, la evangelización pública ha sido una herramienta fundamental para difundir el evangelio y hacer crecer la iglesia. Esta estrategia, basada en la predicación abierta y accesible de las buenas nuevas acerca de Jesús, ha desempeñado un papel central en la misión de alcanzar y transformar vidas, y sus frutos se siguen cosechando.

En la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la evangelización pública ha dado expresión real a la misión de proclamar las verdades bíblicas en todo el mundo. Desde el principio, los pioneros hicieron hincapié en la importancia de llevar el mensaje adventista al público en general. Este enfoque dinámico ayudó a establecer y fortalecer las raíces de la Iglesia Adventista, moldeando su identidad y guiando su compromiso con la misión evangelizadora.

Bases y principios de la evangelización pública

Según John Stott, la evangelización es la difusión del evangelio, y este hecho nos permite definir lo que la evangelización no es.[1] Entender la evangelización requiere una visión más amplia que la de limitarse a considerar a quienes aún no han aceptado a Jesús como Señor y Salvador. El mensaje de las buenas nuevas no es exclusivo para los no bautizados, sino también para los bautizados. La esencia de la evangelización reside en la construcción continua de la fe, tanto entre los que son alcanzados por primera vez como entre los que ya forman parte de la comunidad de fe.

La evangelización tampoco puede definirse por sus resultados. La expresión “evangelizar” en el Nuevo Testamento no implica que las personas fueran necesariamente bautizadas, sino que tuvieron contacto con el mensaje de Cristo.

En un sentido más amplio, la evangelización tampoco puede definirse en términos de métodos. La evangelización no depende de la metodología utilizada, sino que es la proclamación de la buena nueva por cualquier medio y de acuerdo a las oportunidades disponibles. Esta responsabilidad no puede ni debe delegarse en otros, porque corresponde a cada cristiano compartir su experiencia personal.

Centralidad de la misión y retos actuales

Para Mark Dever, según los principios bíblicos, la práctica de la evangelización cristiana es la tarea más importante de la iglesia.[2] Todos los cristianos deben participar en la misión: escuchar a la gente, conocer sus necesidades y acercarse a ellos con compasión y respeto. No hay que renunciar a la evangelización, ni siquiera frente a la oposición o la resistencia, sino desarrollar nuevos enfoques y una nueva estrategia que se adapten a las nuevas situaciones.

Para John MacArthur, el mandato de Jesús enfatiza la importancia de la evangelización pública para la salvación de las personas.[3] Este autor sostiene que la evangelización es responsabilidad de todos los cristianos y no solo de unos pocos líderes o pastores, ya que es una forma de compartir el mensaje de amor de Cristo con los demás para que puedan salvarse. Por ello, MacArthur enfatiza la importancia de ser sensible a la cultura y al contexto en el que se evangeliza para ser respetuoso con las personas. La evangelización no se trata de imponer las propias creencias a los demás, sino de compartir el mensaje de salvación con amor.

Joseph Kidder señala que la evangelización debe verse como un estilo de vida que impregna todas las esferas de la vida del cristiano.[4] Sin embargo, el autor señala una serie de desafíos que deben superarse en este contexto. Uno de ellos es que la evangelización pública no ha sido tan eficaz como en el pasado. Los cambios sociales, culturales y tecnológicos han influido en la forma en que la gente responde al mensaje del evangelio. Además, la mayoría de los miembros de las iglesias no participan de forma significativa en la evangelización relacional, es decir, en el establecimiento de relaciones personales con los no creyentes para compartir su fe de forma contextualizada y relevante.

Liderazgo preparado

Otro desafío es la falta de una estrategia global de evangelización en las iglesias locales. Muchas veces, las acciones evangelizadoras suelen ser esporádicas y desarticuladas, sin un plan estructurado e integrado para llegar a los distintos públicos.

Ante esta realidad, es crucial que los pastores se responsabilicen de inspirar, equipar y movilizar a los líderes locales y miembros para que se dediquen a la evangelización pública de una manera eficaz y coherente con los desafíos y oportunidades del tiempo presente.

Invertir en la capacitación en evangelización pública es esencial para que los líderes locales puedan afrontar los desafíos actuales, comprender los cambios de la sociedad y desarrollar estrategias relevantes y eficaces. De este modo, podrán dirigir a las iglesias en la promoción de una evangelización pública dinámica que adopte el estilo de vida misionero y llegue a las personas de forma impactante, contextualizada y transformadora.

Además, en 2024, durante el Concilio Plenario de la Junta Directiva de la División Sudamericana, se aprobó establecer una escuela de evangelización dirigida a los ancianos y ancianas. El objetivo es animar a cada participante a asumir el liderazgo y la predicación en las campañas de evangelización dentro de sus comunidades locales. El programa ofrece todo el apoyo necesario, incluyendo textos, presentaciones y recursos adicionales, para que los pastores puedan preparar eficazmente a sus líderes locales.

Evangelización continua

Elena de White enfatiza que todo verdadero discípulo es, por naturaleza, un evangelista, porque “nace en el reino de Dios como un misionero”.[5] Esta convicción trasciende la mera manifestación de un don espiritual aislado. El discipulado, independientemente de la metodología empleada, implica comprometerse con las personas, capacitarlas y prepararlas para compartir el evangelio con los demás. Este ciclo se renueva a lo largo de la vida del creyente y se convierte en parte intrínseca y vital de su camino espiritual. Es en este contexto que enfatizo el propósito central de las escuelas de evangelización: hacer de cada adventista un evangelista.

Es importante establecer en la planificación de la iglesia las fechas de cierre de los ciclos de cosecha, siempre con un acontecimiento evangelizador de referencia. Incluso antes de pronunciar el primer sermón de una campaña, se llevan a cabo una serie de eventos y actividades preparatorias. La vida cotidiana de la iglesia desempeña un papel fundamental en la preparación permanente de los ciclos de evangelización, que deben incorporarse regularmente al calendario de la congregación.

Iglesias acogedoras

Al analizar la dinámica de la iglesia y su relación con la comunidad, es posible identificar los factores que influyen en la permanencia y la participación activa de las personas en la congregación. Esto implica crear un ambiente acogedor, cultivar relaciones genuinas y desarrollar programas y ministerios relevantes.

Comprender las necesidades, aspiraciones y desafíos de las personas que están a nuestro alrededor es esencial para alimentar la motivación de volver a la iglesia. Esto requiere empatía, sensibilidad y un compromiso auténtico de ofrecer apoyo espiritual y práctico a las personas en su camino de fe. Además, reconocer que la evangelización va más allá de los actos puntuales y se extiende a la vida cotidiana de la iglesia apunta a un enfoque integral. Esto significa que el discipulado y la evangelización no deben considerarse actividades aisladas, sino un estilo de vida impregnado de amor, compasión y servicio a los demás.

Las investigaciones realizadas por Robert Bast proporcionan información valiosa sobre el atractivo misionero de una congregación.[6] Según los datos obtenidos, el calor humano y la amistad presentes en la congregación son factores determinantes para que la gente vuelva a un culto. Los visitantes valoran la atención personal que reciben de los miembros de la comunidad. Esta atención personalizada es esencial para cultivar relaciones significativas y promover un ambiente acogedor y familiar.

Otro factor importante es el estilo de culto y alabanza que ofrece la iglesia. Los visitantes consideran que la forma del culto es un elemento decisivo para su regreso. Un culto atractivo, inspirador y relevante es capaz de cautivar la atención de la gente y despertar su deseo de participar activamente en la vida de la congregación.

Por último, la estructura física del edificio de la iglesia también desempeña un papel importante. Cuestiones como la accesibilidad, unas instalaciones sanitarias adecuadas y una señalización clara son aspectos que merecen atención. Un entorno bien cuidado y preparado para recibir a los visitantes demuestra el cuidado de la iglesia por ofrecer una experiencia positiva desde el primer contacto.

Amistad y evangelización: un enfoque eficaz

Otra forma de evangelización eficaz que va de la mano de las campañas de evangelización pública es la evangelización de la amistad. Es una de las formas más sencillas y eficaces de cumplir la misión. Para Joseph Aldrich, la gente escuchará el mensaje de las buenas nuevas si los cristianos primero muestran amor.[7] La transformación producida por el Espíritu Santo generará edificación, que consiste en aplicar las implicaciones del evangelio a todos los ámbitos de la vida. Una vez que se ha producido la edificación, el evangelista se parece cada vez más a Cristo y comienza a expresar amor a las personas que lo rodean. De este modo, la evangelización de la amistad refuerza la idea de que la vida consagrada es un poderoso atractivo para despertar el interés de los demás y abrir caminos hacia decisiones espirituales más profundas.

Ricardo Norton destaca la importancia de acercarse a la gente para presentar el evangelio, en lo que él denomina el “principio de atracción”.[8] Para llegar a una sociedad posmoderna, el autor utiliza la analogía de un imán. Cuanto más cerca se está del imán, mayor es el magnetismo. Por lo tanto, la iglesia debe estar cerca de la gente, comprender y conocer su realidad, para desarrollar una membresía magnética, una predicación magnética, programas magnéticos y edificios magnéticos.

Los resultados de la investigación de Christian A. Schwarz, basada en la experiencia de más de 1.600 cristianos europeos, ponen de relieve la influencia predominante de amigos y familiares (76 %) y del trabajo pastoral (22 %) en el proceso de conversión y la decisión de unirse a la iglesia.[9] Estos datos refuerzan la importancia de las relaciones interpersonales y del liderazgo religioso en la formación de la fe. En este contexto, las campañas de evangelización, combinadas con el compromiso personal y el apoyo de la iglesia, se convierten en estrategias muy importantes.

Conclusión

La evangelización pública sigue siendo una parte fundamental de la misión contemporánea de la iglesia. Desde los primeros pasos del cristianismo hasta nuestros días, su importancia ha sido innegable, tanto para hacer crecer la iglesia como para prepararnos espiritualmente para el pronto regreso de Jesús.

La historia de la Iglesia Adventista enfatiza la importancia de la evangelización pública en la formación y el crecimiento de la iglesia. Sin embargo, nos enfrentamos a importantes desafíos, desde los cambios sociales y culturales hasta la falta de una estrategia global de evangelización en las iglesias locales. Para superar estos obstáculos, es necesario invertir en la formación de los líderes y miembros de las iglesias, fomentando un enfoque integrado que combine la evangelización pública con la evangelización de la amistad y el discipulado. Este enfoque amplio refleja el ejemplo de Jesús, que también dio prioridad a las relaciones individuales a la hora de difundir las buenas nuevas.

En este sentido, es necesario un compromiso renovado con la misión de llegar al mundo con el mensaje del evangelio. Cada miembro de la iglesia está llamado a ser evangelizador, no solo con palabras, sino sobre todo con una vida transformada por el amor de Cristo.

Sobre el autor: Evangelista de la Iglesia Adventista para Sudamérica


Referencias

[1] John Stott, Christian Mission in the Modern World (InterVarsity Press, 1975), p. 37.

[2] Mark Dever, La evangelización: Cómo toda la iglesia habla de Jesús (Poiema, 2015), p. 97.

[3] John MacArthur, El evangelio según Jesucristo (Casa Bautista de Publicaciones, 2008), p. 193.

[4] Joseph Kidder, Igreja Viva (Casa Publicadora Brasileira, 2021), p. 30.

[5] Elena de White, El Deseado de todas las gentes (ACES, 2008), p. 166.

[6] Robert Bast, Attracting New Members (Reformed Church in America, 1988).

[7] Joseph Aldrich, Amizade: A Chave para Evangelizaçao (Vida Nova, 1987).

[8] Ricardo Norton, Cómo alcanzar al mundo de hoy (ACES, 2010), pp. 113-118.

[9] Christian A. Schwarz, Evangelizaçao Básica (Esperança, 2003).