Al entregar figuradamente al hombre a Satanás, se espera que ese hombre recupere su razón, se arrepienta de su pecado, lo abandone y sea aceptado de regreso en la comunión de la iglesia.

Al orientar a los cristianos de Corinto con respecto a la solución de un grave problema, Pablo escribió. “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Cor. 5:3-5). Este pasaje está lleno de dificultades teológicas y exegéticas.[1] ¿Qué significa “destruir la carne”? ¿Y qué decir del “espíritu” en el día del Señor? ¿Cuáles son las implicaciones de este texto para la disciplina eclesiástica?

Nuestro análisis, aquí, se centrará en tres áreas: en la primera, examinaremos brevemente la visión de varios eruditos acerca del texto; la segunda establece el contexto histórico y literario del pasaje, analiza léxicamente sus frases relevantes, indicando cómo caben en el contexto de 1 Corintios y en los escritos de Pablo. La conclusión mostrará brevemente las implicaciones de este texto para la disciplina de la iglesia.

Visión de los eruditos

Mucho del debate acerca de este pasaje está centrado en el significado de “carne” y “espíritu”.[2] La discusión también aborda la naturaleza de la sentencia de Pablo. ¿Se refiere a la disciplina meramente temporal[3] o a algo más (exclusión permanente y muerte consecuente)?[4] Algunos eruditos comprenden la frase “entregado a Satanás para destrucción de la carne” en el sentido físico: el incestuoso debería sufrir penalidad[5] física que lo lleve a morir en manos de Satanás.[6] Otros han defendido una interpretación que incluye maldición/muerte, sobre la base de las analogías de los escritos judaicos y los papiros griegos sobre magia.[7]

Algunas variantes de estas visiones han sus tentado que Pablo pudo haber recomendado la entrega del malhechor a las autoridades romanas,[8] una ejecución secreta,[9] la muerte expiatoria,[10] o la entrega al purgatorio.[11] En todo caso, estas interpretaciones consideran la carne en el sentido físico; es decir, el cuerpo. Por otro lado, están los que entienden las palabras “carne” y “espíritu” metafóricamente, comprendiendo la totalidad del ser, sin indicar dicotomía de la persona.[12] Algunos creen que Pablo se refiere a la expulsión del transgresor, y que eso llevaría a la “destrucción” de su naturaleza pecaminosa,[13] y no del cuerpo físico.

También existen los que buscan identificar al hombre incestuoso de 1 Corintios 5:5 con el ofensor de 2 Corintios 2:6-11, a quien Pablo dice que la iglesia debía aceptar de regreso.[14] Todavía otros consideran esta expulsión como la mortificación de la carne y el sufrimiento físico.[15] Si bien no hay consenso acerca de los detalles del texto, muchos eruditos concuerdan en que el propósito de la sentencia de Pablo es la salvación del “espíritu” del hombre.

Por otro lado, algunos eruditos han cuestionado que “carne” y “espíritu”, en este texto, podrían referirse a otra persona distinta del incestuoso.[16] Para Tertuliano y H. Von Campenhausen,[17] “carne”, aquí, se refiere al incestuoso; pero, mientras que el primero comprende “espíritu” como espíritu de la iglesia, el segundo lo liga al Espíritu de Dios. K. P. Dontfried liga “carne” a la iglesia y “espíritu” a Dios.[18] Barth Campbell, a su vez, argumenta que las dos cosas se refieren a iglesia.[19] De acuerdo con estas visiones, Pablo se centra en la vida espiritual de la iglesia, no en el hombre incestuoso.

Finalmente, V. G. Shillington comprende 1 Corintios 5:5 en el contexto de la expiación de Levítico 16.[20] Así, el transgresor, como el chivo expiatorio, debía llevar los pecados de la comunidad, de manera que el “espíritu de la comunidad” fuese salvo en el día del Señor. Tan diferentes interpretaciones de este texto requieren un análisis más cuidadoso.

El contexto

Corinto era conocida, entre otras cosas, por su corrupción sexual, de manera que la inmoralidad formaba parte del estilo de vida precristiano de los corintios (1 Cor. 6:9,10), y ese estilo de vida parece haber encontrado su camino en la iglesia (1 Cor. 5:9; 6:12-20; 7:2; 10:8; ver 2 Cor. 12:21). El problema con el que Pablo trata en el capítulo 5 no es solo un caso de inmoralidad sexual, sino un caso extraordinario de inmoralidad, algo poco común aun entre los gentiles. El apóstol va directo al punto: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre” (1 Cor. 5:1).

En 1 Corintios 3:16 y 17, dice que la iglesia de Corinto es el templo de Dios y que quien lo destruya será destruido por Dios. Esto sirve de base para comprender 5:1 al 13.[21] Luego de haber sido informado de esta relación incestuosa, Pablo aconseja que la iglesia aparte al transgresor (vers. 2). Este consejo es repetido otras veces en el capítulo (vers. 4, 5, 7, 13), indicando la gravedad del asunto. Los versículos 3 al 5 establecen cómo y por qué la iglesia debía realizar el juzgamiento, y los versículos 6 al 8 proveen la base teológica para esta acción. En los versículos 9 al 13, Pablo denuncia la actitud relajadade la iglesia y parece sugerir que los hermanos debían haber actuado sobre la base de la carta anterior.[22] Este contexto provee los parámetros para la comprensión del versículo 5. Tomándolo en cuenta, muchas de las opiniones eruditas mencionadas anteriormente serán descartadas.

El texto

A esta altura de nuestro análisis, podemos hacer un análisis léxico-semántico de las siguientes palabras o frases dentro del contexto general de los escritos paulinos: paradounai, “ceder” o “entregar”, eis olethron tés sarkos, “destrucción de la carne”, y hine to pneuma sóthé, “a fin de que el espíritu sea salvo”.

“Entregar”. El apóstol dice que, cuando la iglesia se reuniera en asamblea, en nombre del Señor, debía paradounai, “entregar” al incestuoso a Satanás. En la Septuaginta, la raíz paradidómi (traducción del hebreo beyádeká, “en su mano”) es usada para referirse a que Dios entregó a Job a Satanás (Job 26; ver 1:12) para aflicción física. La palabra también es usada en el sentido de rechazo o abandono de Dios de su pueblo como forma de juicio (Jer. 33:24, 25). En los evangelios, paradidómi es usada en referencia a la traición de Jesús por parte de Judas (Mar. 14:10) y la cesión de Cristo a Pilatos (Mar. 15:1) que, a su vez, lo cedió al pueblo (Luc. 23:18-25). La palabra también denota juicio de Dios sobre los pecadores (Hech. 7:42; Rom. 1:24- 28). De todo esto, es claro que paradidómi puede ser la entrega literal, física o figurativa de alguien para castigo, rechazo, condenación o abandono de alguien.

En el contexto de 1 Corintios 5:5, la comprensión figurativa de paradidómi parece ser la mejor opción. En este capítulo, Pablo usa varias metáforas. Por ejemplo, “vieja levadura”, “Cristo, nuestra pascua” (vers. 7, 8). El versículo 5 puede ser comprendido de esta manera. Además de esto, en varios contextos, paradidómi simplemente implica rechazo y abandono (Rom. 1:24; Efe. 4:19) o entrega (Job 19:30; 1 Cor. 13:3; 2 Cor. 4:11; Efe. 5:25). En 1 Timoteo 1:20, la palabra implica abandono.[23] Aquí, Pablo dice que algunos creyentes, Himeneo y Alejandro, habían naufragado en la fe y que habían sido “entregados” por él a Satanás, para que aprendieran a no blasfemar.

Comprendida así, en 1 Corintios 5:5, paradounai no se refiere a maldición, decreto jurídico, ejecución secreta ni muerte expiatoria. Podemos tomar el versículo 2 como veredicto básico de Pablo, y que . el resto del capítulo (incluyendo los dichos figurativos de los versículos 5 y 7) sirve solamente para reforzar este veredicto. Notemos, también, que el versículo 13 forma un agregado al versículo 2; es decir, lo que los versículos 2 y 13 establecen literalmente, los versículos 5 y 7 lo hacen figurativamente.[24] En todo caso, el incestuoso debía ser removido de la comunión. Cristo gobierna dentro de la iglesia y Satanás gobierna fuera de la iglesia. Si el transgresor es excluido de la comunidad de la fe, automáticamente se encuentra en la esfera de operación del enemigo.[25]

“Destrucción de la carne”. La frase olethron tés sarkos significa, literalmente, “destrucción de la carne”. La palabra olethros generalmente denota destrucción física. En la versión Septuaginta, el sustantivo olethros o el verbo olethreuó puede denotar destrucción (Éxo. 12:23) o juzgamiento (Jer. 5:6; 48:3; Eze. 6:14). En el Nuevo Testamento, olethros tiene el sentido más general de destrucción espiritual o escatológica (1 Tes. 5:3; 2 Tes. 1:9; 1 Tim. 6:9). Si bien olethros puede tener una connotación física, el sentido figurativo de 1 Corintios 5:5 y 7 (según los versículos 2 y 13) parece sugerir que, como paradounai, olethron debe ser considerada en el sentido figurativo. Esto debe también advertir contra una interpretación estrictamente literal del texto.

Una mirada cuidadosa de la frase griega “para destrucción de la carne” parece indicar que está en yuxtaposición con “entregado a Satanás”. Las dos frases tienen una connotación condenatoria, y su yuxtaposición aquí sugiere que ambas tienen la misma referencia. Si es así, eso significa que la frase “el tal sea entregado a Satanás” iguala o, por lo menos, es explicada por “para destrucción de la carne”. Dado que la cláusula hiña (“a fin de que”) tiene al incestuoso en vista y se relaciona sintácticamente con la cláusula principal (“sea entregado a Satanás”), expresa el resultado intencional de la acción principal de la cláusula. En otras palabras, el resultado pretendido de paradounai es la salvación del espíritu del hombre incestuoso”[26]

Al haber tomado a olethros en el sentido metafórico, el significado de sarx necesita ser determinado. En primer lugar, debemos notar que Pablo, al igual que todo el Nuevo Testamento, no tiene una visión dualista ni dicotómica del ser humano. Esto quiere decir que no debemos dividir al ser humano en “carne” y “espíritu”. Es decir, cualquiera de estos dos elementos se refiere a la persona como un todo. Así, cuando Pablo dice, en 1 Corintios 5:3 y 4, que su espíritu estará presente cuando la congregación se reuniera para cumplir la sentencia, sencillamente quiere decir que apoyaba plenamente esa acción.

De acuerdo con A. Sand, el término sarx es utilizado de tres formas: 1) sustancia corporal (1 Cor. 6:16; 15:39); 2) existencia natural, mundana y terrestre (1 Cor. 1:26; 9:11; 2 Cor. 1:17); y 3) sujeción del ser humano al poder del pecado (Rom. 7:5-8:10; Gál. 5:13-6:8). El contexto de 1 Corintios 5 parece sugerir que sarx debe ser comprendida como naturaleza humana pecaminosa.[27] Sarx se refiere al hombre incestuoso, no a la inclinación secular de la iglesia. Esto se hace claro hasta en una lectura superficial de los versículos 3 al 5: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.

Esta comprensión de sarx concuerda con el sentido figurativo de olethros. La persona incestuosa debe ser removida de la iglesia (1 Cor. 5:2, 7, 13), acción que posiblemente lo llevará a la destrucción de su naturaleza pecaminosa. Consecuentemente, en lugar de destrucción física o muerte, olethros implica el abandono de la naturaleza pecaminosa del transgresor; es decir, desviarse de su actual modo camal de vivir, marcado por tan grosera inmoralidad. Si bien olethros es una palabra fuerte para destrucción, todas las referencias paulinas a la subyugación de la carne indican que su uso en relación con la carne en 1 Corintios 5:5 no debe sorprender ni requerir interpretación literal.

Por ejemplo, el apóstol dice que los que pertenecen a Cristo Jesús crucificaron la carne (Gál. 5:24) y que también los creyentes deben mortificar todo lo que pertenece a la naturaleza terrenal (Col. 3:5). En ninguno de estos casos se refiere a la crucifixión o la muerte literal de la carne, y no debemos comprender la expresión olethron sarkos, en este texto, de otra manera. Lo mismo se aplica a 1 Timoteo 1:19 y 20 que, en el Nuevo Testamento, es el único pasaje paralelo a 1 Corintios 5:5. Pablo no considera que la muerte significa disciplina eclesiástica, dado que esta disciplina es claramente redentora (2 Cor. 2:5-11).

“A fin de que el espíritu sea salvo”. Finalmente, ¿cómo debemos comprender la frase de Pablo hine to pneuma sóthé (a fin de que el espíritu sea salvo)? Como ya fue argumentado, sarx se refiere a la persona completa, a la naturaleza pecaminosa o al estilo de vida actual pecaminoso del incestuoso de Corinto. Considerando que, en el contexto de este pasaje, pneuma (espíritu) es antónimo de sarx, esto permite que pneuma sea comprendida como la nueva naturaleza del hombre en Cristo, como resultado de la destrucción de sarx. Los dos términos son figurativos, y cada uno de ellos se refiere a la unidad indivisible del ser. También corresponden a la antítesis de la vieja y la nueva naturaleza, conforme a Pablo (2 Cor. 5:17; Efe. 4:22). Notemos la declaración de Rosner: “Cuando Pablo contrasta carne y espíritu, como aquí en el versículo 5, casi sin excepción, carne se refiere al contraste entre las buenas y las malas tendencias, como en Romanos 8:15 al 17 y Gálatas 5:16 al 24”. Entonces, “carne” se refiere a la persona que se está alejando de Dios, y “espíritu” a la persona orientada hacia Dios.[28]

En los escritos paulinos, la salvación puede ser presente (Rom. 11:14; 1 Cor. 9:22) o escatológica (1 Cor. 1:18, 21; 3:15; 2 Cor. 2:15). El significado de sóthé (sea salvo), en el pasaje abordado, raramente es debatido. Por otro lado, la referencia a la salvación del espíritu “en el día del Señor” presenta alguna dificultad. ¿Debemos construir la idea de salvación aquí en el sentido escatológico, por causa del complemento “en el día del Señor”? Por otro lado, si Pablo prevé el regreso del hombre incestuoso después de la destrucción de la “carne”, ¿deberíamos situar la salvación del “espíritu” del hombre solo en el escatón?

Gordon Fee señala que “el día del Señor Jesús” es “una de las expresiones características [de Pablo] para la salvación” (ver 1 Cor. 3:15; 4:5).[29] Así comprendido, Pablo no necesariamente pudo haber connotado un significado temporal para esta frase. En muchos lugares, menciona el día del Señor en un contexto de considerable inminencia (1 Cor. 1:7, 8; 7:26, 27; 15:51, 52; Fil. 1:6, 10; 1 Tes. 4:17; 5:4). A pesar de todo, nada en el contexto de 1 Corintios 5 argumenta contra la comprensión del “día del Señor” en un sentido escatológico. En el texto paralelo, de 1 Timoteo 1:19 y 20, el apóstol parece esperar el arrepentimiento de Himeneo y Alejandro, cuando dice que los había entregado a Satanás para que aprendieran a no blasfemar. De manera semejante, en 1 Corintios 5:5, parece asumir el arrepentimiento del hombre. Sobre esa base, anuncia la salvación escatológica del incestuoso arrepentido. En todo caso, su veredicto parece redentor.

Si bien la interpretación de 1 Corintios 5:5 presentada aquí no es enteramente nueva, provee una sólida base para la visión de “expulsión”. Aun cuando algunos eruditos defiendan esta interpretación, basados en la analogía de los sufrimientos de Job (Job 1:12; 2:6) y la espina en la carne de Pablo (2 Cor. 12:7),[30] parecen dudar de si esta interpretación prevé la participación de Satanás en la destrucción física de la “carne” del hombre. Este breve estudio argumentó una comprensión simbólica de la orden de Pablo en el texto en consideración. Satanás no desempeña papel alguno en esta destrucción no literal de la carne. Si, conforme a lo establecido anteriormente, la expresión “para destrucción de la carne” está en oposición a “el tal sea entregado a Satanás”, entonces la dificultad desaparece. Al entregar figuradamente al hombre a Satanás, es decir, al removerlo de la comunión de la iglesia, se espera, en vista del sufrimiento y de la desgracia experimentados, que ese hombre recupere su razón, se arrepienta de su pecado, lo abandone y sea aceptado de regreso en la comunión de la iglesia.

Implicaciones

Primera de Corintios 5 tiene grandes implicaciones para la disciplina eclesiástica. Entre otras cosas, el texto enseña lo siguiente acerca de la disciplina:

* Entre otros pecados, la inmoralidad sexual de un creyente contamina no solo a la persona, sino también a la iglesia, el templo de Dios (vers. 6-8). Por lo tanto, la iglesia no debe ser condescendiente con esta persona (vers. 9-11).

* Cuando un pecado tan grave se hace conocido por la iglesia, la actitud apropiada debe ser tomada inmediatamente. Esto incluye la remoción de la persona involucrada (vers. 2, 5,13).

* La disciplina eclesiástica es, primariamente, correctiva. La idea no es expulsar para siempre al transgresor de la iglesia. Por el contrario, con la remoción, debe ser llevado a comprender la gravedad del pecado y a arrepentirse.

* La disciplina eclesiástica también purifica a la iglesia como templo de Dios y la protege contra la contaminación (vers. 6-8).

* La iglesia debe ser responsable de disciplinar al creyente errante (vers. 2-5,13).

* La disciplina eclesiástica debe ser ejecutada por toda la congregación bajo el liderazgo del Espíritu Santo (vers. 4, 5). De este modo, se resguardan los sentimientos personales.

Estos puntos sugieren que la disciplina eclesiástica no quedó limitada a los cristianos del primer siglo, sino que se aplica también a los cristianos de todos los tiempos. Actualmente, pareciera que algunas congregaciones se olvidan de este deber. En el otro extremo, algunos parecen tan obsesionados por la disciplina que esta pierde su significado. Cualesquiera que sean las razones para esta bifurcación de actitudes en relación con la disciplina eclesiástica, el mensaje de Pablo debe ser tomado en cuenta.

Sobre el autor: Candidato a doctor en Teología en el Seminario Adventista Teológico de Silang, Filipinas.


Referencias

[1] Gordon D. Fee, The First Epistle to the Corinthians, The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Eerdmar 1987), p. 209.

[2] Barth Campbell, Journal of the Evangelical Theological Society 36,199 p. 331.

[3] F. F. Bruce, 1 and 2 Corinthians (Londres: Oliphants, 1971), p. 55.

[4] R. Bultmann, Theology of the New Testament (Nueva York: I Scribner’s, 1951-1955), 1.1 p. 233.

[5] H. Olshausen, A Commentary on Paul’s First and Second Epistles to the I Corinthians (Mineapolis, I ‘ MN: Klock and Klock, I ! 1984), p. 90.

[6] R. Bultmann, ibíd.

[7] A. Deissmann, Light from the Ancient East (Nueva York: Hodder & I ‘ Stoughton, 1911), pp. 302 ; 303.

[8] H. Olshausen, ibíd.

[9] J. Klausner, From Jesús to Paul (Londres: Alien and Unwin, 1946), 553.

[10] Barth Campbell, ibíd., p. 332.

[11] E. Stauffer, New Testament Theology (Nuev York: Macmillan, 1955), pp. 212, 312, 313.

[12] W. Larry Richards, Corinthians: The Essentials and Nonessentials of Christian Living, “The Abundant Life Bible Amplifier” (Nampa, ID: I Pacific Press, 1997), p. 98.

[13] F. W. Grosheide, New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids:I Eerdmans, 1963), p. 123.

[14] Collin G. Kruse, Evangelical Quarterly 60, 1988, pp. 129-139.

[15] A. T. Robertson y A. Plummer, International Critical Commentary. Nueva York: Scribner’s, 1916), p. 99.

[16] Barth Campbell, ibíd., p. 333; Tertuliano, “De Pudicitia 13”, Ante-Nicene Fathers, t. 4, pp. 87, 88.

[17] H. von Campenhausen, Ecclesiastical Authority and Spiritual Power in the Church of the First Three Centuries (Stanford: Stanford University Press, 1969), pp. 134,135.

[18] K. P. Donfried, Interpretation 30, 1976, pp. 150, 151.

[19] Barth Campbell, ibíd., pp. 333-342.

[20] V. George Shillington, Journal for the Study of the New Testament 71, 1998, pp. 29-50.

[21] Brian S. Rosner, Tyndale Bulletin 42, 1991, pp. 137-145.

[22] Craig L. Bloomberg, 1 Corinthians, NIV Application Commentary (Grand Rapids: Zondervan, 1994), p. 104.

[23] Gordon Fee, ibíd., p. 208.

[24] Brian S. Rosner, Evangelical Quarterly 71, 1999, p. 32.

[25] Gordon Fee, ibíd., p. 209.

[26] Ibíd., p. 210.

[27] Charles Edwards, A Commentary on the First Epistle to the Corinthians (Mineapolis, MN; Klock and Klock, 1979), p. 127.

[28] Brian S. Rosner, ibíd., pp. 32, 33.

[29] Gordon Fee, ibíd., p. 213.

[30] Ibíd., p. 212.