J. Robert Spangler entrevista imaginariamente a Elena G. de White sobre la preparación para el bautismo.
P. Hermana White, ¿qué efecto produce en la iglesia el bautismo de personas que no han dado evidencia de haber superado los hábitos y las prácticas no cristianas?
R. “La llegada de miembros que no han sido renovados en su corazón y reformados en su vida: es una fuente de debilidad para la iglesia. Este hecho se ignora a menudo. Algunos pastores e iglesias están tan deseosos de obtener un aumento del número que no presentan un testimonio fiel contra los hábitos y prácticas no cristianos. A los que aceptan la verdad no se les enseña que no pueden ser mundanos en su conducta mientras son cristianos de nombre, y estar seguros. Hasta aquí han sido súbditos de Satanás. De aquí en adelante han de ser súbditos de Cristo. La vida debe dar testimonio de que han cambiado de guía” (El Evangelismo, pág. 235).
P. Pero, ¿no deberíamos bautizar a la gente tan pronto como expresa el deseo de unirse a la iglesia?
R. “El bautismo es un rito muy sagrado e importante, y su significado debe comprenderse cabalmente… No debe haber indebido apresuramiento para recibir este rito” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 391).
P. ¿Cuál es el resultado de bautizar a individuos que no actúan conforme a las normas y enseñanzas de la Biblia?
R. “La opinión pública favorece una profesión de cristianismo. Se requiere poca abnegación o sacrificio para adoptar una forma de piedad y para tener el nombre inscripto en el libro de la iglesia. Por lo tanto, muchos se unen a la iglesia sin llegar a estar previamente unidos con Cristo. En esto triunfa Satanás. Tales conversos son sus agentes más eficaces. Sirven como señuelo para otras almas. Son falsas luces, y tientan a los incautos induciéndolos a la perdición. En vano los hombres tratan de hacer la senda del cristiano amplia y agradable para los mundanos. Dios no ha alisado ni ensanchado el camino angosto y escarpado” (El Evangelismo, pág. 235).
P. ¿Ha sido la Iglesia Adventista demasiado exigente al insistir en que el individuo, antes de ser bautizado, cumpla los requisitos mencionados en el Manual de la Iglesia y basados en la Escritura?
R. “Los candidatos para el bautismo necesitan una preparación más cabal. Necesitan ser instruidos más fielmente de lo que generalmente se los ha instruido. Los principios de la vida cristiana deben ser presentados claramente a los recién venidos a la verdad. Nadie puede depender de su profesión de fe como prueba de que tiene una relación salvadora con Cristo. No hemos de decir solamente: Yo creo, sino practicar la verdad. Conformándonos a la voluntad de Dios en nuestras palabras, nuestro comportamiento y carácter, es como probamos nuestra relación con él” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 389, 390).
P. ¿Qué implica esa “preparación más cabal” que usted acaba de mencionar?
R. “La preparación para el bautismo es un asunto que necesita ser considerado cuidadosamente. Los nuevos conversos a la verdad deben ser fielmente instruidos en el sencillo Así dice Jehová’. La Palabra del Señor ha de ser leída y explicada a ellos punto por punto.
“Todos los que entran en la nueva vida deben comprender, antes de su bautismo, que el Señor exige afectos indivisos… La práctica de la verdad es esencial. El llevar frutos testifica del carácter del árbol. Un buen árbol no puede llevar malos frutos. La línea demarcatoria será sencilla y distinta, entre los que aman a Dios y guardan sus mandamientos por una parte, y los que no lo aman y descuidan sus preceptos, por la otra. Se necesita una conversión cabal” (El Evangelismo, pág. 227).
P. ¿Cuán cuidadosamente debiéramos examinar a los candidatos para asegurarnos de que están practicando los principios de la verdad antes de que sean bautizados?
R. “La prueba del discipulado no se aplica tan estrictamente como debiera ser aplicada a los que se presentan para el bautismo. Debe saberse si están simplemente tomando el nombre de adventistas del séptimo día, o si se colocan de parte del Señor para salir del mundo y separarse de él y no tocar lo inmundo. Antes del bautismo, debe examinarse cabalmente la experiencia de los candidatos. Hágase este examen, no de una manera fría y manteniendo distancias, sino bondadosa y tiernamente, señalando a los nuevos conversos el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Hágase sentir a los candidatos para el bautismo los requerimientos del Evangelio” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 393).
P. ¿Podría darnos una ilustración específica de esto que acaba de decir?
R. “Uno de los puntos acerca de los cuales los recién convertidos a la fe necesitarán instrucción, es el asunto de la indumentaria. Óbrese fielmente con los nuevos conversos. ¿Son vanidosos en el atavío? ¿Albergan orgullo en su corazón? La idolatría del atavío es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio exigirá un cambio decidido en la manera de vestir” (Ibid.).
P. El bautismo, ¿es simplemente un asunto de aceptar intelectualmente a Cristo, o significa que el candidato está uniéndose verdaderamente a la iglesia?
R. “Son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se comprometen a ser miembros activos de su iglesia en la tierra. Deben morir a todas las tendencias y los deseos mundanos; en lugar de ello, deben ejercer, gracias a la santificación del Espíritu, una influencia viviente en favor de Dios” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 17).
P. ¿Deberíamos ser tan cuidadosos en la preparación de los jóvenes para el bautismo como con los adultos?
R. “Nadie debe participar en el solemne rito del bautismo sin pensar el tema cuidadosamente y con oración. Debe instruirse cuidadosamente a los candidatos, especialmente a los jóvenes, con respecto a las obligaciones que asumen al dar este paso. Prometen dedicar sus vidas al servicio de Dios y a los tres grandes poderes del cielo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Prometen cooperar con ellos, trabajar por ellos y por medio de ellos” (Manuscrito 118, 6-10-1902).
P. ¿Debería el evangelista bautizar al candidato tan pronto como fuere posible, dejando para el pastor la tarea de instruirlo después más cabalmente?
R. “Un obrero no debe nunca dejar sin hacer alguna parte del trabajo porque no es agradable ejecutarla, pensando que el predicador que vendrá después la hará en su lugar. Cuando tal es el caso, si el segundo predicador sigue al primero y presenta los derechos que Dios tiene sobre su pueblo, algunos retroceden, diciendo: El predicador que nos anunció la verdad no nos mencionó estas cosas’, y se ofenden a causa de la palabra. Algunos se niegan a aceptar el sistema del diezmo; se apartan y ya no andan más con los que creen y aman la verdad. Cuando se les presentan otros temas, contestan: ‘No nos enseñaron así’, y vacilan en progresar. ¡Cuánto mejor habría sido que el primer mensajero de la verdad educase fiel y cabalmente a estos conversos en todos los puntos esenciales, aunque fuese menor el número de personas añadidas a la iglesia por medio de sus labores!” (El Evangelismo, pág. 236).
P. ¿Qué advertencia adicional tiene usted para el ministerio adventista con respecto a la preparación de los candidatos para el bautismo?
R. “Nuestros hermanos en el ministerio están fallando definidamente en hacer su obra según los métodos establecidos por el Señor. Fallan en presentar a cada hombre perfecto en Cristo Jesús. No han obtenido experiencia espiritual mediante la comunión personal con Dios, ni el verdadero conocimiento de lo que constituye el carácter cristiano; por lo tanto muchas personas son bautizadas sin estar en condición de recibir este rito sagrado, porque aún están unidas al yo y al mundo. No han visto a Cristo ni lo han recibido por fe” (Id., págs. 234, 235).