Es conveniente que un pastor de vez en cuando dedique tiempo a la consideración de su papel en la obra de la iglesia y a las relaciones que existen entre él y su grey. ¿Por qué tenemos pastores en las iglesias? ¿Cuál es la obra del pastor? ¿Qué tienen derecho a esperar los feligreses de su pastor?
El significado original de la palabra pastor es: “uno que pastorea”. Ahora tiene el significado de “un superintendente espiritual”, “uno que está a cargo de una iglesia o parroquia”. La obra del pastor consiste en vigilar la grey de Dios. Es el que ha recibido la responsabilidad de conducir a los miembros de la iglesia a lo largo del camino hacia el reino y de alimentarlos con las palabras de vida que nutren sus almas.
PREDICAD LA PALABRA
Jesús dijo acerca de su propio ministerio: “Yo he venido para’ que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por sus ovejas” (Juan 10:10, 11). El pastor se interesa en conducir a su pueblo hacia la vida más abundante. Se interesa tanto en su pueblo que está dispuesto a dar su vida en servicio por ellos. Pablo le dijo al joven pastor Timoteo: “Que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Tim. 4:2). Esta es la primera tarea del pastor. Debe “predicar la Palabra”. Cuando Jesús comisionó a sus discípulos, les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15).
La palabra predicar procede de un término griego cuyo significado es “anunciar”. El heraldo era un anunciador oficial que proclamaba públicamente los decretos de un rey o gobierno. Pablo compara al predicador del Evangelio con ese mensajero. El pastor debe proclamar las buenas nuevas de la salvación del Rey del universo.
Muchas cosas se esperan de un pastor. Debe ser un buen administrador, un buen financista, un buen conocedor de los problemas sociales, un buen visitante; pero sobre todas las cosas, sobre todos sus deberes, debe ser un buen predicador. Esta es su obra principal. Su primera responsabilidad no es reunir fondos, no es alcanzar blancos, dirigir campañas financieras, promover proyectos especiales, o llevar a cabo alguna otra actividad. Su obra consiste en predicar. Las demás cosas también tienen su lugar en el programa de la iglesia, pero deben ocupar un lugar secundario a la obra de la predicación del Evangelio. Jesús no comisionó a sus discípulos para ir al mundo y juntar dinero, construir edificios, llevar a cabo campañas, o promover algún nuevo programa. Los comisionó para que predicaran a todo el mundo.
EL MINISTERIO ES MAS QUE UNA PROFESIÓN
Decimos correctamente que el ministerio no es únicamente una profesión, sino también una vocación, un llamamiento. Con esto queremos decir que el hombre no elige su trabajo, sino que Dios elige al hombre. Es la única obra para la cual se ordena a los hombres. Cuando se ordena a un hombre, se lo ordena para que predique la Palabra. Este es el medio elegido por Dios para comunicar la verdad a la humanidad. Pablo le escribió a la Iglesia de Corinto: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio; no con sabiduría de palabra-, para que no se haga vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es a nosotros, es poder de Dios… Pues ya que en la sabiduría de Dos, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:17-21). La predicación es locura a los ojos del mundo, pero es el poder de Dios para aquellos que son salvados.
La predicación que salva es la predicación centrada en Cristo. Pablo no ganaba a la gente predicando mensajes que eran el producto de la imaginación, basados en revelaciones sensacionales o en doctrinas que resultaban agradables a los oyentes. Predicaba la cruz de Cristo, aunque para muchos de sus oyentes resultara repugnante. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:23, 24).
LA SATISFACCIÓN DE LAS NECESIDADES DE LA GREY
Predicar la Palabra significa predicar un mensaje que sea adecuado para satisfacer las necesidades de los hombres y las mujeres que luchan con el pecado día a día. La gente va a la iglesia abrumada por toda clase de problemas. Hace frente a dificultades que abarcan toda la gama de la experiencia humana. Algunos luchan con las tentaciones que son abrumadoras; algunos están cargados de culpas que les impiden sentirse aceptados por Dios; y hay otros que tienen problemas de hogar y de familia. La predicación de la Palabra debe ayudarles a hacer frente a los problemas de la vida en la forma que Dios desea que los enfrenten. Ha de ayudarles a obtener fortaleza espiritual, una nueva visión de sí mismos y de sus dificultades, y a recibir la seguridad de que Dios los cuida y los comprende y está dispuesto a perdonar todos sus pecados. En la predicación de esta clase de mensaje, no hay lugar para la liviandad, para las historias destinadas meramente a entretener a la congregación, o a palabras que agradan pero que no llegan al corazón. El pastor es un eslabón viviente entre el Dios suficiente y las necesidades de los hombres. Sus sermone^ no serán únicamente agradables, sino que conducirán a los oyentes hacia la Palabra de Dios (pie contiene la respuesta para las necesidades de todos los hombres.
A Timoteo se le dijo: “Que instes a tiempo y fuera de tiempo”. Debía estar listo para ministrar la gracia de Cristo en todo tiempo. El pastor no solo debe predicar en las horas designadas para el culto sino que siempre debe estar listo para ministrar a las necesidades de su pueblo. Debe estar dispuesto a acudir cuandoquiera que se necesitan sus ser- vicios.
El pastor es un consejero sobre muchos temas, pero no es únicamente un servicio de información. Los pedidos de información acerca de los miembros de la iglesia debería pasarlos al secretario o a alguna persona designada para proporcionar tales informes, y el pastor debería emplear su tiempo en el ministerio espiritual y ayudar a la gente que necesita su notable contribución para su crecimiento y bienestar espiritual.
VISITAS A LOS ENFERMOS Y LOS ATRIBULADOS
El pastor está junto a sus miembros en cualquier crisis que experimenten en la cual su presencia como representante de Dios pueda ser de ayuda. Le agrada compartir sus experiencias de gozo que inducen a dar gracias a Dios. Le gusta conversar con la gente por sus problemas personales y escucharlos con simpatía cuando quieren compartir sus sentimientos más íntimos con algunos que los comprenda.
El pastor visita a los enfermos. La enfermedad es una experiencia traumática que puede provocar gran ansiedad. Una persona que debe permanecer en cama por largo período tiene mucho tiempo para pensar acerca del significado de la vida y de los valores más importantes. A veces sus pensamientos no son saludables. Sus pecados pasados y sus errores surgen en su mente y le provocan sentimientos de culpa y remordimiento. Se pregunta si acaso su enfermedad no es el pago de su pecado. Necesita recibir la seguridad de una persona en quien confía que Dios está dispuesto a perdonar sus pecados y a no acordarse más de ellos. Necesita la oportunidad de expresar su ansiedad y su remordimiento, y a menudo eso encamina hacia la mejoría. Todos los pastores han tenido la experiencia de recibir agradecimiento por la ayuda que han prestado a una persona, cuando en realidad lo único que hicieron fue e-cuchar. Escuchar en el momento debido y con los sentimientos debidos es todo un arte.
El pastor debe visitar a sus feligreses que deberán ser sometidos a intervenciones quirúrgicas. Conviene que los visite antes de la operación como también después de ella. Un enfermo dijo: “Resulta muy consolador saber que el pastor está pensando en nosotros cuando debemos ser sometidos a una intervención quirúrgica”. Toda operación significa siempre cierta cantidad de tensión y cierto riesgo, y es bueno que el enfermo sepa que está en paz con Dios antes de que el cirujano comience su trabajo.
El pastor visita a menudo a los que padecen de una enfermedad incurable. No los visita para hablarles acerca de la naturaleza de su enfermedad, porque eso ya lo conoce por su familia o por el médico, aunque muchas veces sabe mucho más acerca de su condición de lo que manifiesta a otros. Los que comprenden que sus días de vida en el mundo son pocos, a menudo están agradecidos cuando tienen oportunidad de conversar con un consejero espiritual acerca de su fe y de su esperanza cristiana. Pueden recibir gran paz cuando pasan los últimos días con la seguridad de haber sido perdonados y aceptados por Cristo.
Los pastores pueden ayudar a la gente a pasar por la amarga experiencia de haber perdido a un pariente. Cuando termina el funeral, queda mucho por hacer para ayudar a la familia a ajustarse a su pérdida. El dolor puede ser un proceso muy normal, pero algunas veces puede convertirse en una anormalidad. Las emociones reprimidas deben encontrar una vía de expresión natural, y si no lo consiguen, pueden expresarse en forma anormal. El pastor comprende estas situaciones dolorosas, y está listo para ayudar a la gente a enfrentar el dolor en tal forma que sus vidas emocionales se restauren y realicen los ajustes debidos.
EL CONSEJERO FAMILIAR
El nacimiento de un bebé le concede al pastor una buena oportunidad para realizar una visita. En esta ocasión puede dar gracias a Dios por la nueva vida y pedir la dirección divina para criar al hijo de acuerdo con el plan de Dios. Posiblemente en esta ocasión, más que en ninguna otra, los padres son más receptivos a la dirección del Espíritu, y el pastor puede aconsejarlos acerca de sus responsabilidades en lo que atañe a convertir el hogar en una antesala del cielo.
El pastor comprende cuánta importancia tiene el bienestar espiritual en establecer lazos sociales duraderos. A los que están por unir sus vidas debe presentarles el blanco de convertir al hogar en un baluarte cristiano. La responsabilidad del pastor con la pareja comienza cuando se anuncia el compromiso y se realizan planes para el matrimonio. El pastor debería conversar con ellos acerca de los temas que se refieren al hogar y la vida familiar, acerca de los planes de Dios para el hogar, del lugar de la religión en sus vidas, de los hijos en la familia, de las finanzas familiares, de la relación con los padres, etc. En ninguna otra experiencia de la vida enviamos a nuestros jóvenes con tan poca preparación como el matrimonio, y estamos pagando un precio bien grande por nuestro descuido, en términos de hogares destruidos y vidas frustradas. El pastor que une a dos vidas en una sola tiene la responsabilidad de poner el fundamento para un matrimonio duradero a través de consejos sobre los deberes, las responsabilidades y las obligaciones que contraen, y sobre la manera mejor de alcanzar el blanco de un matrimonio feliz. El poco de tiempo que se emplea en la preparación de los jóvenes para el matrimonio producirá abundantes recompensas en términos de felicidad futura.
Aun los mejores cristianos tienen problemas personaos y necesitan en ciertas ocasiones conversar con alguien que no los juzgue ni los condene. La gente que tiene problemas necesita comprensión, necesita sentir que puede volverse a la iglesia en busca de ayuda. La iglesia es una institución que está dispuesta a ayudar, y una de sus responsabilidades consiste en aceptar a la gente tal como es y ayudarla a alcanzar el nivel espiritual donde Dios quiere que esté.
El pastor no tiene respuestas específicas para cada situación, pero es una persona con quien otros pueden compartir sus problemas. Actúa como un catalizador en una reacción química. Un catalizador acelera el cambio químico sin participar de la reacción. El pastor, con su presencia, acelera la reacción de un problema, pero él no participa de la solución. Proporciona ánimo y apoyo, y ayuda al feligrés a solucionar su problema, y le señala la conducta que debe seguir.
El pastor ha recibido la tarea de hacer que Cristo llegue a ser real y personal para aquellos que tanto lo necesitan. No debería pasar su tiempo haciendo visitas sociales cuando su pueblo tiene necesidades espirituales insatisfechas. Cuando visita a sus feligreses ha de ser para ayudarlos, para satisfacer sus necesidades mediante una fe viva y permanente en Cristo. Las palabras que fueron leídas en el servicio de su ordenación siguen resonando en sus oídos y lo mantienen constantemente en su tarea: “Que prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo… Cumple tu ministerio” (2 Tim. 4:2-5).
Sobre el autor: Pastor de la Iglesia de Temple, Miami