No importa dónde vayamos, siempre tenemos que tratar de responder muchas preguntas. Algunas se refieren al mismo tema. Otras, se las formula para recabar información acerca de algún punto oscuro; pero, en otras, los consultantes buscan un fundamento sobre el cual apoyar algunas opiniones particulares. Creo que será útil que comparta con ustedes dos preguntas típicas que se presentaron en un reciente concilio ministerial.

¿Es posible probar con la Biblia, mediante pasajes concretos y que no sean tendenciosos, que las mujeres están habilitadas para predicar en la iglesia?

Quiero decir, en primer lugar, que es casi imposible responder cualquier pregunta sin que se manifieste alguna tendencia, resultado de los antecedentes culturales, la experiencia espiritual y el bagaje intelectual de cada persona. Estoy seguro de que se me va a considerar tendencioso en la respuesta que voy a ofrecer, porque mi esposa, Sharon, es una excelente predicadora.

Pero si lo que se busca es una respuesta simplista, sería No. No hay textos bíblicos que den permiso a las mujeres para que prediquen en la iglesia. Pero la idea de buscar textos específicos para probar lo que sea puede resultar una forma bastante inadecuada de llegar a la verdad. Las Escrituras y nuestra propia herencia como denominación proporcionan muchos y ricos testimonios acerca de mujeres predicadoras. Por ejemplo, se puede considerar que la mujer samaritana fue la primera persona a la que Jesús encargó la evangelización pública; y consiguió resultados magníficos. María, después del encuentro con Jesús junto al sepulcro, fue la primera en proclamar el mensaje de la resurrección. En los días de Pablo, Priscila desempeñó un papel de líder tan notable, que incluso preparaba a otros predicadores. Y nuestra herencia adventista está fundada en la predicación y los escritos de Elena de White. Peso, por si todavía quedaran dudas, el mensaje de Pablo a los gálatas es una excelente respuesta: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo jesús” (Gál. 3:28). El hecho de que no ordenemos mujeres al ministerio pastoral no se debe confundir con el desconocimiento del llamado que el Señor hace a todo creyente para que predique su Palabra.

Me gustaría disponer de más información acerca de la teología del rebautismo.

A mí también. Pero no encontramos ninguna referencia, además del pasaje de Hechos 19:1 al 7, que se refiere a doce creyentes bautizados por Juan el Bautista, en la fe precursora del Redentor, y que no estaban al tanto de la realidad histórica de la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo. Cuando oyeron esas buenas nuevas, se los bautizó de nuevo. Ciertamente es poco para asumir una posición dogmática sobre esta cuestión.

I-a Iglesia Adventista sostiene que se puede recibir por profesión de fe a las personas bautizadas por inmersión en otras iglesias. Esto lo encontramos en el Manual de la iglesia, edición ACES, 2001, páginas 42 y 43. El servicio del rito de humildad, que precede a la Santa Cena, es un recordatorio tangible y espiritual de la purificación que Jesús lleva a cabo en todos; y los que buscan el rebautismo deberían primero ser instruidos en el significado de esta ordenanza de la casa del Señor.

Elena de White se refiere de este modo a este asunto: “Éste es un tema acerca del cual cada individuo debe decidir concienzudamente en el temor de Dios. Este tema debe ser presentado cuidadosamente, con espíritu de ternura y amor. Además, el deber de instar pertenece, no a uno, sino a Dios; dad a Dios una oportunidad de obrar con su Santo Espíritu sobre la mente, de manera que el individuo se convenza perfectamente y esté satisfecho de dar este paso avanzado. No se permitirá que sobrevenga nunca el espíritu de controversia y contención sobre este asunto. No quitéis la obra del Señor de sus manos para ponerla en las vuestras. Si se trata debidamente con los que con toda conciencia han hecho su resolución en favor de los Mandamientos de Dios, aceptarán toda verdad esencial […] Algunos necesitarán más tiempo que otros para ver y comprender algunas verdades conexas. Esto será especialmente cierto con respecto al asunto del nuevo bautismo, pero hay una mano divina que los conduce: un Espíritu divino impresiona sus corazones, y ellos sabrán lo que deben hacer, y lo harán” (El evangelismo, p. 274).

El Manual recomienda el rebautismo en caso de readmisión de personas que fueron eliminadas de los registros de la iglesia por actos que le causaron oprobio. Recordemos que la iglesia, como cualquier otra organización, tiene autoridad para establecer reglas de gobierno interno.

Sobre el autor: Secretario de la Asociación Ministerial de la Asociación General.