«Escogeos hoy a quien sirváis” (Jos. 24:15). Obtener decisiones para Cristo es el objetivo más importante del ministerio evangélico. El ministro que es buen orador, buen organizador, despierto administrador financiero y hasta un notable promotor de campañas que alcanza sus blancos, pero que fracasa en la obtención de decisiones positivas para el mensaje que presenta, es como un piloto que conoce las leyes de la aeronáutica y sin embargo hace malos aterrizajes. Ningún piloto comercial quiere tener en su hoja de servicio observaciones hechas debido a malos aterrizajes realizados por él. Tampoco el ministro del Evangelio puede permitirse predicar series de sermones durante años, meses, o aun semanas o días sin obtener buenos resultados. Esta clase de ministerio árido puede resultar desastrosa para el pastor y la congregación.

Clases de decisión

Las decisiones que se logran desde el púlpito pueden dividirse en dos clases. Primero, las decisiones improvisadas, en el acto, utilizadas generalmente por los evangelistas populares y los sanadores de nuestra época, quienes piden una decisión ahora.

Expresiones como “Venga, dé su mano al predicador y su corazón a Dios”, “Venga, sea salvo esta noche”, “Hágase cristiano ahora mismo”, etc., son características de las decisiones en el acto.

Predicando en busca de decisiones

No condenamos la predicación que busca decisiones, porque hay que pedir si se desea obtener una decisión. En toda decisión hay un factor importante que debe tomarse en cuenta: la preparación del candidato para la decisión final.

Esto nos relaciona con la segunda clase de decisión: la decisión progresiva. Estas decisiones se realizan paso a paso, y se basan en verdades básicas, vitales y fundamentales, presentadas por el predicador al creyente en perspectiva.

La decisión progresiva fue la clase de decisión utilizada con más frecuencia por Cristo y los apóstoles. En las Escrituras abundan ejemplos. El sermón de la Montaña constituyó una serie de decisiones progresivas solicitadas por Cristo a sus oyentes, que culminaron cuarenta y dos meses más tarde con tres mil personas bautizadas en un solo día.

La conversión de Nicodemo al cristianismo comenzó por una serie de conferencias destinadas a obtener decisiones realizadas por Cristo en los centros de evangelismo en Jerusalén y sus alrededores. La decisión de Nicodemo fue la culminación de esta predicación, lograda algunos meses más tarde, en un viernes de tarde de abril, en el año 31. (Juan 19:39.)

En Juan 4:6-12, Jesús presentó a la mujer samaritana junto a la fuente por lo menos diez puntos de decisión, antes de ofrecerle la “verdad presente” para ese tiempo: que estaba cara a cara con el Mesías. (Vers. 26.)

I. Cuatro decisiones progresivas importantes

Hay cuatro decisiones progresivas principales que los adventistas hemos considerado siempre fundamentales en la tarea de realizar una decisión por Cristo.

  1. Ser cristiano verdadero.
  2. Guardar el sábado de Cristo (en el marco de la creación y de los Diez Mandamientos).
  3. Abstenerse de alcohol, tabaco, carnes inmundas, café, té, etc., y la aceptación del mensaje de la reforma pro salud, como parte de la preparación necesaria para encontrarse con Jesús.
  4. Salir de la Babilonia espiritual para entrar a la iglesia remanente de Cristo como respuesta al llamamiento final de Dios al mundo, basado en Apocalipsis 14:6-12.

II. Cuatro cosas que deseamos que haga la gente.

  1. Que sean salvados de la culpa consciente e inconsciente por el pecado.
  2. Que estén dispuestos a dejarlo todo para seguir a Jesús.
  3. Que mantengan la convicción de que es necesario obedecer todas las verdades de la Biblia.
  4. Que sean buenos cristianos haciendo el bien tan pronto como aprenden las verdades bíblicas.

III. Hay tres clases de personas que el pastor tiene en cuenta cuando predica para obtener decisiones.

  1. Los que nunca se han entregado a Cristo.
  2. Los que se han alejado de Jesús.
  3. Los que han seguido a Jesús hasta donde han comprendido su Palabra, y desean acercarse más a él. (Hay que tener mucho tacto al hablar a esta clase de oyentes que ya son cristianos. Hay que recordarles con frecuencia que no son pecadores del montón, sino que andan iluminados por abundante luz.)

La base de todos nuestros llamados de altar y personales consiste en la aceptación del mensaje de Dios antes que en un pedido de unión a la Iglesia Adventista. Lo primero es fundamental y lo otro es secundario.

El método mejor de obtener decisiones consiste en lograrlas una por una, como declara Isaías: “Seréis reunidos uno a uno” (Isa. 27:12). El predicador debería poner énfasis en el hecho de que el oyente es el que considera la verdad desde distintos ángulos y se decide a dar el paso.

IV. Clases de llamados de altar y otras invitaciones.

  1. El llamado a aceptar a Cristo.
  2. Un llamado a mantener y mejorar las buenas relaciones en la familia.
  3. A prepararse para ir al cielo.
  4. A esforzarse por obtener la victoria sobre un pecado específico.
  5. Una invitación a los apóstatas y los tibios a reintegrarse al redil y a ser más activos espiritualmente.
  6. Un llamado al espíritu abierto que permite la aceptación de las doctrinas distintivas.
  7. El llamado a estar preparados para la venida de Jesús.

V. Modos de ayudar a la gente a responder a los llamados.

  1. Ponerse de pie.
  2. Levantar la mano mientras permanecen con la cabeza inclinada.
  3. Ayudarles a ir al altar para confirmar una decisión que ya habían tomado. No se le pida a una persona que  valla al altar para hacer una decisión. Dígase a la congregación que ya han realizado su decisión en favor de Cristo o de una verdad en particular para que confirmen lo que ellos ya han decidido con ayuda del espíritu santo.
  4. Arrodillarse en el lugar donde están.
  5. Firmar una tarjeta especialmente preparada para la ocasión.
  6. Estar presente en la primera reunión, y en todas las demás, que se haga en relación con una serie de conferencias públicas.

VI. Las diez verdades doctrinales principales que deben presentarse antes de predicar la verdad del sábado.

  1. Cristo crucificado por nuestros pecados.
  2. Cristo resucitado de los muertos.
  3. Cristo nuestro intercesor delante de Dios.
  4. La obra mediadora del Espíritu Santo.
  5. La segunda venida de Cristo en gloria.
  6. Su dignidad personal.
  7. Profecías que presentan a Cristo como el Mesías verdadero.
  8. Su preexistencia.
  9. La divinidad de Cristo.
  10. La gracia de Dios (en el marco de los Diez Mandamientos).

Estas doctrinas debe presentarlas bajo títulos atractivos el ministro que predica para obtener decisiones.

Sobre el autor: Evangelista de San Diego. California