Una entrevista con Fred B. Craddock
Derek Morris: Usted ha sido campeón, en las dos últimas décadas, de la predicación bíblica inductiva. ¿Qué hay detrás de esa dedicación?
Fred B. Craddock: Las razones teológicas tienen que ver con la comunidad y el Libro, dando margen a los oyentes a que saquen sus propias conclusiones en vez de hacerlo yo, y luego predicar sobre la conclusión. Todo estudio de la Biblia si es bueno, es inductivo; por lo tanto, ¿por qué no hacerlo así cuando estamos en el púlpito? A algunas personas no les agrada la metodología inductiva porque suena como si no tuviera autoridad. Pero tiene más autoridad que la metodología deductiva. No es sino aquello que se localiza de nuevo entre ellos y el Libro.
DM: En su libro, *As One Without Authority, usted sugiere que, si no permite que sus oyentes le sigan en un método inductivo, les ha arrebatado la libertad de descubrir la verdad. ¿Qué quiere decir con eso?
FBC: Quiero decir que usted deja a sus oyentes en esa lamentable situación de tener sólo dos alternativas: concordar o disentir con usted. La obra es toda suya. Todo está empacado y servido. Por tanto, usted tiene que decir: “Estoy de acuerdo con usted”, o “no estoy de acuerdo con usted”. Pero en la predicación inductiva, usted desarrolla sus ideas de tal forma que los oyentes tienen que trabajar para obtenerla. Yo creo que es un reconocimiento a la predicación cuando los oyentes no saben bien si lo habían pensado por sí mismos o lo obtuvieron de algo que el predicador dijo.
DM: De modo que no es como si usted no tuviera nada qué decir. Más bien, usted trata de invitar a la comunidad a ir juntamente con usted al Libro.
FBC: ¡Correcto! Así fue como me enseñaron y como prediqué la primera vez que me paré detrás de un púlpito. Yo les daba a conocer mi proposición al principio, y luego la desglosaba en varios puntos. Ese era mi sermón. Nadie me preguntaba, “¿De dónde sacaste eso?” Yo estudiaba y trabajaba, pero comenzaba en la última línea. Ellos estaban acostumbrados a mi método, de modo que no preguntaban nada. Yo era quien formulaba las preguntas.
DM: Suena como si usted llegara a la conclusión de que quería alentar la interacción entre sus oyentes y el Libro. Deseaba ser un catalizador más que una persona que estaba detrás del púlpito para explicar o informar. ¿Hay algún ¡peligro en este enfoque inductivo de la predicación bíblica?
FBC: Algunos predicadores jóvenes han tomado el método inductivo como una excusa para ponerse de pie y no decir nada, y sólo ser casuales. Me he avergonzado en algunos seminarios a los que asistí, donde alguien se puso de pie y dijo: “Desde que leí el libro de Craddock, ya no preparo en realidad nada. Simplemente recurro a esto o aquello”. Eso me hace temblar. Lo que yo quería era lograr exactamente lo contrario: un cuidadoso estudio de la Biblia.
DM: Usted ha sugerido que el proceso inductivo exige la calidad de incompleto. ¿Cómo evita usted frustrar o confundir a sus oyentes? La gente anhela claridad y alguna definición, pero usted quiere mantener un sentido de anticipación. ¿Cómo determina usted su estado de incompleto?
FBC: ¡Esa es una buena pregunta y no puedo darle una respuesta fácil! Yo diría que después de predicar ocho de mis diez sermones, regreso y me escribo notas a mí mismo: “Fui demasiado lejos”, “no fui demasiado lejos”. ¡Si estoy predicando a un grupo que es bíblicamente avisado, y son cristianos dedicados, tengo que llevarlos adelante por un sendero inductivo, y pronto los encontraré delante de mí y sentados en el pórtico, esperando! Otro grupo dice: “Siga adelante, por favor díganos lo que usted está tratando de decir, para que podamos ir a la cafetería”. De modo que su pregunta es pastoral, así como teológica y homilética. Usted no quiere frustrar a las personas; no quiere formular noventa y nueve preguntas y luego sentarse. Si usted hace más de una pregunta, ya hizo demasiadas. Usted hace una misma pregunta varias veces, algunas de ellas muy destacadas, pero mantiene el enfoque. No permita que sus oyentes cacen conejos por doquier, y luego se vayan a sus casas diciendo: “No sé qué es lo que el predicador trató de decir”.
DM: Parecería que con la predicación inductiva, es particularmente importante reconocer las pistas no verbales de sus oyentes. De alguna manera usted tiene que mantenerlos allí mismo, en el filo del descubrimiento. ¿Cómo logra usted eso?
FBC: A medida que usted predica, analiza a sus oyentes. A veces hace una pausa, lo que yo llamo “detenerse y sentarse en una banca un minuto”. Usted puede decir, mientras habla, si está haciendo progresos o no. En ocasiones usted se lanza a lo profundo. Ellos no pueden nadar. ¿Entonces qué hacer? Regresar es tan peligroso como seguir adelante. ¡Yo, por lo general, tengo un plan B de emergencia!
DM: Si un pastor quiere explorar el método inductivo, ¿qué le sugeriría?
FBC: La mayoría de la gente que sigue el método inductivo, sólo son inductivos hasta cierto punto. Luego, cerca del fin del sermón, comienzan a formular algunas conclusiones. Es algo así como una apertura inductiva con un cierre deductivo. Y si yo me estuviera iniciando, esa sería la forma en que lo haría. De hecho, yo haría una práctica, en el sentido de que la construcción de mi sermón llegara a ese resultado.
DM: En otras palabras, dejaría gentil mente saber a sus oyentes que usted estará esperando una participación más activa de ellos cuando escuchen su sermón. ¿Es así?
FBC: Sí, es correcto. Esperar más de ellos, pero no hacerlo todo al mismo tiempo. Ellos están aprendiendo a escucharle; y usted está aprendiendo a hablarles. Cuando yo comencé a predicar inductivamente como pastor de una iglesia, la gente acostumbraba a decirme a la puerta: “¿Fue eso un sermón? ¡Eso no fue un sermón!” Y yo respondía: “¿Lo siguió usted?” “Sí, más o menos, pero yo no sabía qué es lo que usted estaba haciendo”. De modo que en un convivio, decía a la gente: “Yo espero más trabajo de ustedes, amigos. Escuchar es un trabajo difícil. Quiero que ustedes saquen ciertas conclusiones”. Trabajábamos juntos y nos divertíamos de lo lindo. Cometí muchos errores, pero ellos desarrollaron gradualmente su capacidad de pensar acerca de lo que yo decía, pesar sus propios pensamientos y recordar cosas. Aprendí muchísimo.
DM: Noto que es usted hábil para hacer reír a sus oyentes. Al parecer, usted fomenta la afinidad y la simpatía, viendo el lado humorístico de las cosas.
FBC: La risa sana y oportuna hace eso y mucho más. Unifica al grupo cuando todos ríen juntos. Bien empleada es un factor de liberación tanto para el predicador como para los oyentes. La seriedad de propósitos no requiere pesadez mental. Si usted no da a sus oyentes una oportunidad de relajarse, de reírse, ellos la encontrarán. Pero lo harán en un momento erróneo, cuando usted está tratando de ser serio. ¡En otras palabras, si usted no les permite respirar aire fresco, lo harán en el momento no deseado!
DM: Yo le escuché decir que cuando usted predica inductivamente, es bueno planear algunos momentos de descanso para los oyentes. ¿Qué otras sugerencias darían usted a aquellos que quieren mejorar su predicación?
FBC: He aprendido que si usted dice algo que realmente es verdadero y sabio, se atesora. Hasta lo niños comprenderán lo que dice, por supuesto en su nivel. La gente volverá y dirá: “He estado pensando en eso”. La vida se atesora, y creo que la verdad también. Cuando Jesús hablaba en parábolas, estoy seguro de que algunos niños se daban codazos de aprobación, pero no lo entendían como los demás. Y yo pienso que esa es la forma en que debemos predicar. Y finalmente, no trate de recargar demasiado su sermón. Si usted sirve demasiado en el plato, no comerán todo. Y cuando vean que no pueden comerlo todo, probablemente dejen de comer del todo. Sólo diga una cosa; dígalo en muchas formas diferentes. Entretéjalo de diversas maneras en el texto. Una idea es suficiente…
Sobre el autor: D. Min, es profesor de predicación y teología pastoral en la Universidad Adventista del Sur, Collegedale, Tennessee.