Un recordativo, para todos los que enseñamos o predicamos, de que nuestras elecciones están siendo observadas y evaluadas por otros; a veces, cuando menos lo esperamos.

Recientemente, condujimos un curso de cocina vegetariana en nuestra iglesia.[1] Muchas personas disfrutaron de las muestras, la información y el compañerismo. Varios meses más tarde, mi esposa y yo estábamos comprando en un supermercado que acababa de abrir en la ciudad. Habíamos ido a ver qué productos ofrecían y a relevar los precios.

Aparentemente, una de las asistentes al curso de cocina también estaba haciendo sus compras allí. Nos siguió a una distancia prudencial, observando lo que colocábamos en nuestro carro. Cuando estábamos haciendo la fila para pagar, ella tocó el hombro de mi esposa y le hizo saber que estaba allí. Ellas conversaron durante algunos momentos, antes de que la dama expresara: “¡Estoy muy feliz de ver que practican lo que enseñan en los cursos!” Ambos quedamos aliviados y complacidos con esta observación.

Un recordativo

Este es un relevante recordativo, para todos los que enseñamos o predicamos, de que nuestras elecciones están siendo observadas y evaluadas por otros; a veces, cuando menos lo esperamos.

De acuerdo con el Séptimo Informe de la Comisión Conjunta Acerca de Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la Presión Alta, todos los pacientes con hipertensión deberían abordar su tratamiento con un cambio en su estilo de vida, ya sea que necesiten o no medicación. Sin embargo, no siempre es dispensado el aconsejamiento acerca del estilo de vida, o no es efectivo. A veces, quienes proporcionan el cuidado para la salud son escépticos acerca del cumplimiento por parte del paciente. ¿Qué más se puede hacer, para ayudar a los pacientes a efectivizar los cambios en su estilo de vida que los beneficiarán físicamente, al igual que mental y espiritualmente? Las investigaciones sugieren que las respuestas pueden estar relacionadas con los hábitos de salud del médico.

Más de mil médicos que proveen cuidado primario completaron voluntariamente, en la Web, una investigación llamada DocStyles 2010. Esta investigación fue diseñada para conocer las actitudes y las conductas de los médicos con respecto a una variedad de temas de salud. El promedio de edad era de 45,3 años, y el 68% eran hombres. El 4% fumaba al menos una vez a la semana; solo el 38,5% comía 5 o más porciones de frutas o vegetales por día; y apenas el 27,4% hacía ejercicio físico 5 o más días a la semana.[2]

No es sorprendente que quienes se ejercitaban y no fumaban eran significativamente más propensos a recomendar los cinco hábitos del estilo de vida que son especialmente útiles para tratar la hipertensión: consumir una dieta saludable, reducir el consumo de sal, alcanzar un peso saludable, hacer actividad física y reducir, o abstener, el consumo de alcohol.

Los médicos y los profesionales de la salud que practican un estilo de vida saludable están más dispuestos a promover este estilo de vida en los demás. Esto se aplica no solo a los profesionales del cuidado de la salud. Cada persona que vive los principios de una vida saludable será más eficaz en compartirlos con otros.

“Estilo de vida de los predicadores 2014”

Supongamos que se lleve a cabo una investigación similar entre 100 predicadores en 2014. ¿Qué revelaría esta investigación? ¿Qué clase de evidencia revelaría? ¿Qué mostraría acerca de la consistencia en nuestra propia vida? Los pastores, ¿viven las enseñanzas que predican? Quizá los resultados sugerirían un porcentaje de pastores que son deshonestos en sus relaciones, que dedican tiempo a mirar pornografía, o que pasan muchísimo tiempo mirando deportes o entretenimientos, en lugar de participar de una actividad física saludable. Puede adivinar qué es lo que esta clase de investigación revelaría, al pensar en sus propias debilidades.

Más allá de nuestra salud física, todos los que buscamos enseñar y vivir los principios del estilo de vida bíblico (salud espiritual) debemos ser genuinos en nuestra forma de vida. Aun si nadie observara nuestras conductas más secretas, sabemos que estamos siendo contemplados por el Cielo. La única manera en que podemos vivir de manera transparente y consistente es a través de una genuina y rica relación personal con Jesús. Entonces, podremos compartirlo eficazmente con otros. Pablo, escribiendo a los hebreos, expresó: “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Heb. 10:22, 23). Dios nos llama a ser sinceros (genuinos y reales), a vivir lo que profesamos, tanto física como espiritualmente. Después de todo, Dios solo nos pide que hagamos lo que será de mejor provecho y lo que nos dará una vida lo más abundante y gratificante posible. Él lo hará en nosotros a medida que se lo permitamos.

Sobre los autores: Director asociado de los departamentos de Salud de la Asociación General, Silver Spring, Michigan, Estados Unidos; Estudiante del tercer año de Medicina en la Universidad de Loma Linda, California, Estados Unidos.


Referencias

[1] Dr. Hardinge y su esposa.

[2] O. Hung, Keenan, N. y Fang, J., “ ‘Physicians’ Health Habits Are Associated With Lifestyle Counseling for Hypertensive Patients”, American Journal of Hypertension 26, N° 2 (2013), pp. 201-208.