Dios reveló el Santuario a Moisés en el monte Sinaí (Éxo. 25:9, 40; 26:30; 27:8; Núm. 8:4).[1] Números 8:4b dice: “Conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero” (literalmente, “que había hecho que Moisés viera”). El hecho de que Dios hiciera que Moisés viera es importante, tal como lo veremos.[2] Dios dijo a Moisés: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte” (Éxo. 25:40). La palabra hebrea tabnît tiene un rango semántico de “patrón” a “tipo”, y podría indicar un plano arquitectónico (patrón) o un modelo en miniatura (tipo). En primera instancia, esto podría significar que Dios mostró a Moisés ya sea los dibujos arquitectónicos o un modelo de estructura a escala.
Una cosa es segura: tal y como los Mandamientos no fueron meramente hablados, sino escritos por los propios dedos de Cristo sobre la piedra (Éxo. 24:12; Deut. 10:1-4), las instrucciones del Santuario no fueron meramente verbales, sino que además le fueron presentadas a Moisés como planos o un modelo en miniatura (que sea calificado abajo). Lucas registra que el Santuario fue hecho “como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto” (Hech. 7:44). Siegfried Wagner señala que “Jehová le muestra a Moisés el patrón del Tabernáculo santo de Dios y todo su mobiliario (Éxo. 25:9 dos veces; 40). Aquí, tabhnith significa ‘patrón, modelo’ ”,[3] un “modelo tridimensional” (Sal. 106:20).[4]
La palabra hebrea tabnît (“patrón”, Éxo. 25:40) es traducida al griego de la Septuaginta con la palabra tupon, que significa “tipo”. F. F. Bruce comenta esto, diciendo: “La conclusión es que a Moisés se le mostró algo como un modelo a escala del Santuario que debía ser erigido”.[5] William Lane coincide: “A Moisés se le mostró una clase de ‘modelo’ que podía ser reproducido en la tierra”.[6] Richard Davidson señala que si Dios hubiera dado un conjunto de planos a Moisés, deberíamos esperar que los trajera desde la montaña como una guía para los constructores; pero la Biblia dice que solo bajó con dos tablas grabadas (Éxo. 32:15, 16).[7] Esto excluye, también, que haya bajado con un modelo en miniatura.
Ahora, abordemos el significado de “mostrar” o “hacer que vea”, mencionado anteriormente. Davidson concluye: “Pareciera que está más en consonancia con el contexto que a Moisés se le mostrara una visión con la imagen de algo construido, reflejando en vívida realidad cómo se iba a ver el Santuario”.[8] A Moisés se le mostró una visión que fue claramente tridimensional, con cuidadosas especificaciones.
El Lugar Santo y el Lugar Santísimo
El Santuario terrenal tenía un Lugar Santo y un Lugar Santísimo (Éxo. 26:33b). Se debería señalar que los templos de Salomón y Ezequiel tenían diferentes especificaciones.[9] Si bien el tamaño de los templos era mayor que el del Tabernáculo,[10] cada uno tenía los mismos lugares santo y santísimo: el “exterior”, o “templo de adelante”, y el “interior”, o Lugar Santísimo (1 Rey. 6:29; Eze. 41:1‑4). Este plano de dos departamentos es consistente en estas tres estructuras, y es la parte más importante de las especificaciones que Dios diera a Moisés, David y Ezequiel, porque estos dos departamentos eran los lugares donde se desarrollaba el ministerio sacerdotal después de ofrecer los sacrificios.
El libro de Hebreos habla del Tabernáculo original en el cielo (Heb. 8:1-5), e indica que después de que Cristo realizara su sacrificio en el Calvario, él entró en el Santuario celestial (Heb. 1:2) para comenzar un ministerio en dos fases. Los dos lugares santos[11] estaban totalmente relacionados con el ministerio en dos fases de Cristo en el Santuario celestial: para redimir (primera y segunda fases) y para restaurar (segunda fase). El ministerio celestial de Cristo redime a los seres humanos y restaura al universo a su estado previo al Gran Conflicto.
La importancia del ministerio diario de Cristo
El Nuevo Testamento declara repetidamente que, en su ascensión, Cristo fue al Padre y se sentó a su diestra en el Trono (Mar. 16:19; Hech. 2:34; 5:31; Rom. 8:34; Efe. 1:20; Col. 3:1; Heb. 1:3, 13; 8:1; 10:12; 12:2; 1 Ped. 3:22). La mayoría de los cristianos falla en comprender la importancia del ministerio en dos fases de Cristo en el Santuario celestial. El Santuario es el instrumento de enseñanza usado durante más tiempo en las Escrituras, y revela la misión de Cristo durante la era cristiana.
En las grandes enseñanzas de Cristo acerca de la era cristiana y el fin del tiempo (Mat. 24; 25), pide a los lectores que comprendan la profecía de Daniel acerca de la abominación que causa desolación, que se halla “en el Lugar Santo” (Mat. 24:15). Cristo se refiere a dos diferentes ataques por parte de su enemigo: primero, en su Templo terrenal (Dan. 9:27), y luego en su Santuario celestial (Dan. 11:31; 12:11). El primero fue la invasión del ejército romano bajo Tito, en el 70 d.C., para destruir el Templo de Jerusalén. El segundo es el intento de reemplazo del ministerio de Cristo en el Santuario celestial por parte del ministerio de los sacerdotes católicos romanos en la Tierra. En este segmento, nos centramos en el ministerio diario de Cristo primero, y luego en el ministerio anual de Cristo en el siguiente segmento.
Cristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). En las Escrituras, no existe lugar para la intercesión de María ni los santos. Por esta razón es que el libro de Hebreos, como un quinto Evangelio, habla tanto acerca de la intercesión de Cristo luego de ascender a los cielos; María o los santos nunca son mencionados. El prerrequisito para la intercesión de Cristo en el cielo fue su muerte: “Entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (ta hagia, Heb. 9:12; comparar con 7:27). Ningún intercesor humano califica. A diferencia de los sacerdotes humanos, Cristo tiene un “sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:24-26). Cristo prometió: “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). Pablo afirmó: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19).
Daniel profetizó acerca del ataque sobre la intercesión celestial de Cristo. Las huestes enemigas “profanarán el Santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio” (Dan. 11:31). La palabra sacrificio no existe en el texto original; solo la palabra diario (tamid) está en el original (también en Daniel 8:11; 12:11). La palabra diario (continuo) es todo lo que Cristo realiza cada día en el Santuario celestial desde su inauguración como Rey/ Sacerdote (Heb. 1:3-13; Apoc. 5:1-14) hasta el final del tiempo de prueba en el futuro (Dan. 12:1; Apoc. 21:6). El cuerno pequeño que surge es el sacerdocio de la Iglesia Católica (Dan. 7:8). Y “por él fue quitado el continuo sacrificio [tamid, el ministerio diario de Cristo], y el lugar de su Santuario fue echado por tierra […] y echó por tierra la verdad” (Dan. 8:11, 12).
Cristo estaba preocupado acerca de su ministerio continuo diario a favor de sus seguidores en el Santuario celestial, porque este fue reemplazado por el sacerdocio y la teología de la Iglesia Católica (María, los santos…). Por esto es que él desea que los cristianos estudien Daniel, para conocer este plan de falsificación de la salvación que se interpone entre Cristo y los pecadores; solo necesitamos de Cristo, nadie ni nada más.
La importancia del ministerio anual de Cristo
El día de la expiación (Yom Kippur) era un día de juicio hacia el fin del año judío. El antitipo es anunciado por medio del mensaje del primer ángel: “Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7). Esto dirige la atención hacia el Santuario celestial, y así desvía el foco del engaño sobre la Tierra. Dios no necesita el juicio, porque él es omnisapiente (Sal. 33:13-15; 56:8; 104:24; 139:2, 6; 147:5; Isa. 44:28; 46:9, 10; Mal. 3:16; Mat. 10:29, 30; Hech. 15:8; Rom. 11:33; Efe. 3:10). “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Tim. 2:19).
Así que, ¿cuál es el motivo del Juicio Investigador? No existiría necesidad de este Juicio si no hubiera un conflicto cósmico que cuestionara a Dios. Satanás y sus ángeles fueron expulsados del cielo por causa de su rebelión (Apoc. 12:7-9). Así que, ¿cómo pueden los pecadores del planeta Tierra ser admitidos en el cielo en la Segunda Venida? ¿Sería justo? ¿Por qué otros pecadores no pueden ser admitidos? Es necesario un examen de los seres humanos, con el propósito de que los seres creados en todo el universo puedan quedar satisfechos de que Dios es justo al decidir quién entrará en el cielo y quién no.
Daniel 7 presenta una escena judicial en el Santuario celestial: “El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos” (Dan. 7:10). Note que la investigación sucede antes de la Segunda Venida. Porque cuando llega al veredicto, “con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre”; pero él no deja el cielo para la segunda venida (1 Tes. 4:16-18), sino que llega ante la presencia del “Anciano de días” en el cielo (Dan. 7:13, 14). Por tanto, el Juicio y el veredicto suceden antes de la Segunda Venida. El veredicto es anunciado en el contexto de una batalla en marcha: “Y [el cuerno pequeño] hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo” [1.260 años, de 538 a 1798] (Apoc. 12:6). Pero se sentará el Juez, y le quitará su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que “el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Dan. 7:25-27). El veredicto de la Corte precede a la llegada del Reino de Cristo (Apoc. 11:15; 19:1-3).
El cuerno pequeño libra una batalla en contra del pueblo de Dios durante 1.260 años (Apoc. 12:14); período en que la Iglesia Católica llevó a cabo una persecución en contra de los que proclamaban el evangelio. Las inquisiciones y la inclusión de la Biblia en el Index de libros prohibidos revelan la misión del sistema.
Un proceso de juicio
Algunos cristianos temen el juicio presente porque se miran a sí mismos en lugar de mirar a Cristo. En un sentido, mirar al yo en lugar de a Cristo no es mejor que mirar a un ministerio sacerdotal en la Tierra, en lugar del ministerio celestial de Cristo. Durante el proceso de juicio previo a la Segunda Venida, los seres inteligentes del universo son testigos de si las personas que están siendo juzgadas han aceptado o rechazado la obra salvadora que Jesucristo realizó en la cruz.
Es precisamente esto, y ninguna otra cosa, lo que determina el destino personal. Dios no nos pide que nos preocupemos por nuestra perfección, sino por la suya. Son sus vestimentas de justicia las que necesitamos. De esta manera, el juicio previo a la Segunda Venida es cristocéntrico y humanocéntrico. No es tanto lo que las personas han hecho o no por sí mismas lo decisivo (Ecl. 12:14; Mat. 12:36, 37), si bien esto está incluido. Más bien, se trata de si han aceptado o rechazado lo que Cristo ha hecho por ellos cuando fue juzgado en su lugar en la cruz (Juan 12:31). Los que se aferran de Cristo irán al cielo; los que no, no irán. Así, se demuestra que Dios es amante y justo, al permitir que la libre decisión de los seres humanos sea decisiva. Por esta razón es que el juicio es previo a la Segunda Venida: para que el universo expectante pueda ver que el destino de los seres humanos es justo, antes de que algunos sean llevados al cielo y algunos no, en la Segunda Venida (1 Tes. 4:16-18).
El Día de la Expiación continúa más allá del juicio preadvenimiento, hasta el juicio durante el milenio y el juicio posmilenial. En estos tres juicios, todos los seres creados, caídos y no caídos, verán que Dios es justo y se arrodillarán ante él (Isa. 45:23b; Rom. 14:11; Fil. 2:10, 11; 15:3; 19:1-6). Las dos fases del ministerio de Cristo son el evangelio por igual, porque no existe redención sin resolución del conflicto.
Sobre el autor: Profesor de Investigación en Teología Sistemática, Southern Adventist University, Collegedale, Tennessee, Estados Unidos.
Referencias
[1] De acuerdo con Frank B. Holbrook, en estas cinco referencias, el verbo hebreo “ver” (ra’ah) tiene un significado causativo: “hacer ver”. “The Israelite Sanctuary”, en The Sanctuary and the Atonement: Biblical, Historical, and Theological Studies (Washington, DC: Review and Herald Pub. Assn., 1981), p. 4.
[2] El verbo hebreo mar’eh deriva de la palabra hebrea ra’ah “ver”. La palabra mar’eh tiene un amplio rango semántico, que incluye vista, visión, aparición, semblante y belleza (Robert D. Culver, “mar’eh”, en Theological Wordbook of the Old Testament, t. 2, ed. R. Laird Harris [Chicago, IL: Moody Press, 1980], p. 824). Daniel usa esta palabra en referencia a la visión que se le da a él (Dan. 8:16, 26, 27; 9:23); y es usada en Números como un patrón dado al profeta Moisés (Núm. 8:4b).
[3] Siegfried Wagner, eds. G. Johannes Botterweck y Helmer Ringgren, trans. John T. Willis, “bãnãh”, en Theological Dictionary of the Old Testament, t. 2, (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1975), p. 179.
[4] Holbrook, “The Israelite Sanctuary”, p. 4.
[5] F. F. Bruce, Gordon D. Fee ed. gen., The New International Commentary on the New Testament: Hebrews (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1990), p. 184, Nº 27.
[6] William L. Lane, Word Biblical Commentary: Hebrews 1-8 (Nashville: Thomas Nelson, 1991), t. 47a, p. 207.
[7] Richard M. Davidson, Typology in Scripture: A Study of Hermeneutical τůπος Structures (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1981), p. 376.
[8] Ibíd.
[9] En la construcción del Templo de Salomón, Dios nuevamente dio cuidadosas especificaciones: “Y David dio a Salomón su hijo el plano [tabnit] del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. Asimismo el plano [tabnit] de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas. […] Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (tabnit, 1 Crón. 28:11, 12, 19; ver vers. 13-18 para otras especificaciones). La palabra hebrea tabnit es utilizada para el Santuario y el templo, y la visión dada a Ezequiel de un templo nunca construido también fue dada con muchas especificaciones (Eze. 40:1-42:20).
[10] Los templos de Salomón y de Ezequiel tenían habitaciones adicionales que los rodeaban, pero que no formaban parte del Templo central (1 Rey. 6:2-5; Eze. 40, 41).
[11] El “Lugar Santo” (Heb. 9:2b) y el “Lugar Santísimo” (Heb. 9:3) son hagia, “lugares santos”, no el “Lugar Santísimo” como mal lo traduce la Nueva Versión Internacional en Hebreos 9:12.