El Señor nos ha llamado a formar parte de algo que es mayor que nosotros mismos.

Una revisión del mapa teológico de la iglesia revela dos fenómenos interesantes. En primer lugar, existe una cantidad significativa de diversidad en el quehacer de la iglesia. La teología que se evidencia en la vida de los creyentes puede no ser tan unificada como a algunos les gustaría. Por ejemplo, existen diversas diferencias litúrgicas; varias opiniones en cuanto al rol de los líderes (ministerio); diversos énfasis al interpretar las profecías; diferentes opiniones en cuanto al estilo de vida; y otros puntos de vista teológicos menores. Este tipo de diversidad es esperable en una iglesia mundial.

El segundo fenómeno consiste, paradójicamente, en la unidad que existe en torno a las creencias fundamentales y a la misión de la iglesia. Los adventistas tenemos en común tres elementos distintivos, que están presentes en todo el mundo: (1) Un cuerpo de creencias. (2) Una cosmovisión (el gran conflicto). (3) Un mismo estilo de vida (alimentos limpios, sencillez en la vestimenta, el estudio de la Escritura, el énfasis en la misión, etc.). Las creencias y las acciones de carácter continuo coexisten con otros elementos discontinuos, que se manifiestan en la diversidad de la iglesia. De esto se infiere que la diversidad ocurre fuera de la esfera del mensaje y la misión de la iglesia.

Desde sus inicios, el movimiento adventista se ha caracterizado por tener creencias en común y diversidad en ciertos temas de menor importancia. Hemos sido capaces de existir con ese nivel de tensión. Nuestro énfasis en la necesidad de buscar constantemente la verdad nutre esta tensión y la vuelve indispensable. Pero, también puede conducir a la polarización teológica dentro de la iglesia.

Polarización doctrinal y teológica: fuentes potenciales

¿Qué es la “polarización teológica” y cuáles son sus causas? Esta ocurre cuando puntos de vista opuestos sobre asuntos fundamentales son aceptados y defendidos como verdaderos por diferentes individuos o grupos dentro de la iglesia. La polarización, normalmente, implica que ambas posiciones están firmemente establecidas y que será difícil transitar desde los polos hacia el centro. Si las diferencias se manifiestan en el orden de la enseñanza doctrinal, la polarización se percibe como una amenaza a la identidad y a la unidad de la iglesia; lo que, en sí mismo, contribuye a radicalizar aún más la polarización.

Crecimiento de iglesia

El crecimiento significativo de la iglesia se presta para favorecer la diversidad en la iglesia; de hecho, la gente se apropia del mensaje adventista en medio de su diversidad social, étnica y nacional. En otras palabras, la diversidad ya es una realidad latente entre aquellos a quienes proclamamos el mensaje que se nos ha confiado. Por lo tanto, no creamos la diversidad, sino que somos llamados a abrazarla y a confrontarla con el poder del evangelio. En este caso en particular, nos enfrentamos a tres desafíos importantes.

* El primero es la necesidad de contextualizar la expresión de nuestro mensaje y reconocer sus peligros asociados. La contextualización abre la puerta para una potencial polarización teológica. La historia del cristianismo da testimonio de que la contextualización puede conducir al sincretismo. En este escenario, predomina la diversidad. Una contextualización desmedida provocará una reacción en aquellos que creen que el mensaje adventista está siendo comprometido. En el presente, se evidencian las primeras señales de una polarización en cuanto a la misión hacia las religiones no cristianas. Tal polarización puede ser evitada si, desde el inicio, se definen la naturaleza y la extensión de la contextualización, y si se crea un sistema para monitorear la implementación de esas definiciones. También, es importante que los involucrados en la discusión se escuchen mutuamente, y que aprendan los unos de los otros. Aunque la contextualización es prácticamente inevitable, el sincretismo no lo es.

* El segundo riesgo que enfrentamos, asociado al crecimiento de la iglesia y que podría contribuir a esta polarización, es la falta de énfasis en nuestro mensaje distintivo. Potencialmente, este es el caso en la participación del adventismo en el movimiento de crecimiento

de iglesia. Bajo este modelo, existe una fuerte tendencia a satisfacer las necesidades de aquellos que asisten a los servicios religiosos. Esto no es del todo malo. El riesgo consiste en que, al tratar de cumplir ese objetivo, comencemos a proclamar un mensaje cristiano genérico, que carece del poder para convencer de pecado. Por su naturaleza, sosiega la conciencia de los oyentes, disminuyendo el sentido de la necesidad de un Salvador. El deseo de alcanzar solamente a los que no asisten a alguna iglesia puede resultar en el debilitamiento de nuestro mensaje para el tiempo del fin.

Nuestra participación en la filosofía del crecimiento de iglesia también podría limitar nuestra misión. Se limitaría a alcanzar a los que no asisten a alguna iglesia, a los seculares, y no a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Apoc. 14:6), ya sean religiosos o no. Si seguimos ese camino, el resultado será una aguda polarización, que podría distraer a la iglesia de cumplir su misión. En la actualidad, son pocos los pastores que han elegido ese rumbo. La polarización podría ser evitada si se incorporan, en nuestro ministerio, solo las metodologías del movimiento de crecimiento de iglesia que sean compatibles con la misión y el mensaje adventistas.

* Un tercer peligro que enfrentamos, en el ámbito del crecimiento de la iglesia, es que tal crecimiento puede resultar en la introducción superficial de nuevos conversos a la fe bíblica que proclama la iglesia adventista. Este es el desafío que la iglesia enfrenta en países en donde existe un crecimiento acelerado. Ahí, el conflicto teológico ocurre en la vida de la iglesia local. La amenaza, en este caso, es que el evangelismo público sea definido solo como crecimiento numérico. Algunos de los nuevos miembros traen consigo un bagaje doctrinal, que se ve levemente modificado y fusionado con lo poco que han aprendido del mensaje adventista. Luego de algunos años, ellos ocupan funciones de influencia en la iglesia local, y pueden conducir a conflictos doctrinales. Este tipo de polarización doctrinal puede evitarse por medio de una preparación más acabada del catecúmeno antes de su bautismo. El uso de los Grupos pequeños es la mejor forma de resolver este dilema, o de evitarlo por completo. Esto se está practicando en diferentes partes del mundo y, como resultado, las confusiones con los nuevos conversos se han reducido.

La organización eclesiástica mundial

El hecho de que somos una iglesia mundial podría hacernos más vulnerables a la diversidad teológica o a la polarización que si fuéramos una iglesia nacional. Hemos organizado administrativamente al mundo de manera geográfica, en divisiones, uniones y asociaciones o misiones, a fin de trabajar de manera más eficiente. Esto ha sido muy útil, y ha resultado en el crecimiento fenomenal de la iglesia. Desde un punto de vista teológico, el peligro radica en el desarrollo potencial de teologías regionales, que son diferentes de las pertenecientes a la iglesia mundial. No niego que se necesita de un perfil local. La iglesia tiene el deber de asistir a las necesidades locales, como parte de lo que ofrece. No debemos perder de vista el hecho de que existe una sana preocupación por el bienestar de la iglesia dentro de un área geográfica específica. Pero, si la diversidad es tan significativa que se la percibe como una amenaza para la identidad de la comunidad adventista, habrá una polarización aguda y estallarán conflictos dentro de la iglesia.

Este tipo de polarización podría ocurrir debido a una teología que ha germinado aislada de nuestras instituciones educativas en el resto del mundo. Tal vez, la mejor manera de evitar que esta tensión se polarice, es mantener los canales de comunicación abiertos en todos los niveles de la estructura eclesiástica. Además, es importante que los directivos de iglesia, los pastores, los profesores y los miembros de iglesia estén siempre atentos a la naturaleza global de la iglesia.

Conciencia histórica de la iglesia

Por este aspecto me refiero a que nos hemos dado cuenta de que existimos por más de 160 años y que, por lo tanto, podemos reflexionar sobre nuestra historia. Esta conciencia ha permitido la producción de una serie de estudios, que abordan el desarrollo de las doctrinas y del pensamiento adventista. El interrogante fundamental que se formula es: “¿Cómo hemos llegado a ser lo que somos?” Este es un desarrollo importante para el pensamiento y la investigación adventistas. Sus resultados, en general, han sido excelentes: nos hemos convertido en nuestro propio objeto de estudio y análisis. Pero, la examinación de nuestro pasado también ha favorecido la diversidad teológica o, incluso, la polarización.

Fue con motivo del estudio de los puntos de vista de los pioneros sobre la Trinidad que surgió un fuerte movimiento antitrinitario en los Estados Unidos. Este se ha hecho presente en otras partes del mundo; ha polarizado a ciertas iglesias y ha causado divisiones. Las discusiones sobre la naturaleza humana de Jesús también están relacionadas con la historia de este asunto en la iglesia. La postura de la mayoría de los pioneros se considera como la postura adventista, y se hacen esfuerzos en procura de imponerla sobre la iglesia mundial. El mensaje de 1888 sobre la justicia de Cristo sigue polarizando a la iglesia en diferentes partes del mundo. Los líderes de la iglesia son acusados de retener el mensaje a la iglesia.

Este tipo de diversidad teológica ignora que, en algunos casos, hay lugar para más de un punto de vista en la iglesia (en cuanto a la naturaleza humana de Cristo), mientras que, en otros casos, el Señor ha guiado a su iglesia hacia la luz (como en el caso de la Trinidad). Las acusaciones de “conspiración” revelan más sobre el componente psicológico de quienes promueven estas ideas que sobre los temas teológicos que buscan abordar. A fin de evitar este tipo de polarización, necesitamos seguir señalando la Biblia como nuestra autoridad primaria en materias de fe; y reconocer que hay más lugar para alternativas en áreas en que la iglesia no ha formulado una resolución doctrinal. El estudio de nuestra historia debiera fortalecer nuestra capacidad para reconocer este hecho.

Capacitación teológica

Otra fuente de diversidad teológica y de polarización se halla entre los teólogos y los profesores de Biblia. Hubo un tiempo en que los maestros de Biblia eran culpados de casi todo cisma doctrinal y teológico en la iglesia. Ahora, sabemos que existen otras fuentes. Sin embargo, los profesores de Biblia y los teólogos han contribuido, tal vez directamente, y ciertamente de forma indirecta, en algunas de las doctrinas dañinas y en las controversias teológicas. No podemos ignorar este aspecto.

Durante la segunda mitad del siglo XX, nuestra iglesia experimentó el aumento en la formación teológica en la iglesia, en Europa, los Estados Unidos y Sudamérica. Esto se hizo posible debido al interés de la administración por capacitar a sus pastores para el ministerio. Al fin estábamos haciendo teología, y eso era algo bueno para la iglesia. Quienes procuraban grados doctorales se exponían a un mundo del que poco conocíamos. La metodología en el estudio de la Biblia y el racionalismo impactaron en varios, y ellos introdujeron estas cuestiones en nuestras aulas. Aquí es donde podemos identificar las raíces de la actual polarización existente entre nuestros teólogos en relación con las metodologías bíblicas y teológicas asociadas a la naturaleza de las Escrituras (revelación e inspiración).

Debido a su entrenamiento teológico, no todos nuestros teólogos fueron influenciados de la misma manera. Varios fueron capaces de preservar su fe sobre la base de una comprensión adventista de las Escrituras; y, en ocasiones, reaccionaron vigorosamente en contra de quienes querían conducir a la iglesia en una dirección liberal y en el uso del método histórico crítico. Este conflicto teológico aún persiste, y ha alcanzado, en algunos lugares, una polarización impenetrable. Pareciera que el diálogo entre estos teólogos es prácticamente improductivo. Este sentimiento fue el que motivó la formación de una segunda sociedad teológica en los Estados Unidos. Afortunadamente, la posmodernidad le ha asestado una herida mortal a la hegemonía del método histórico crítico, en el campo de los estudios bíblicos. Esto puede ayudar a aliviar la tensión teológica, aunque en la actualidad nada parece indicarlo.

Entre nosotros, podemos hallar un grupo de teólogos adventistas progresistas, que promueven sus intereses de manera más abierta -que ahora incluyen temas como la homosexualidad-, y otros que luchan en contra de los avances de esos intereses en la iglesia y en el ámbito de sus autoridades. También, existen instituciones académicas, en diversos lugares del mundo, en las cuales uno de los grupos controla la formación teológica y ministerial. Sin embargo, en la mayor parte del mundo, nuestros teólogos han elegido formar parte del adventismo tradicional/conservador, el que promueve el mensaje y la misión de la iglesia.

La diversidad y la polarización en el ámbito teológico constituyen un serio desafío para la iglesia, pues desorientan a quienes no tienen una formación teológica. Revelan incertidumbre en cuanto a las doctrinas de la iglesia, lo que puede conducir al pluralismo. Resulta difícil determinar cómo evitar este tipo de polarización; y aún más difícil -si no imposible-, resolverlo por medio del diálogo, en lugares donde ya es una realidad. En un esfuerzo para evitarlo, puede ser útil animar y facilitar el diálogo entre teólogos de diferentes partes del mundo, y mantener un canal de comunicación abierto entre teólogos y administradores. Se debe animar a los teólogos para que reflexionen en términos de la iglesia mundial mientras hacen teología y la colocan al servicio de la misión de la iglesia. La polarización teológica radical es -como análisis final— un tema administrativo.

Desafíos científicos y sociales

El mundo en el que se originó la iglesia es radicalmente diferente del actual. La agenda social y la científica se han vuelto más difíciles de abordar. Los inventos y los descubrimientos científicos y tecnológicos generan interrogantes para los cuales no siempre es fácil encontrar respuestas. Una diversidad de respuestas es posible pero, en el proceso de formularlas, se crea tensión dentro de la iglesia. Muchos de los temas que nos toca enfrentar conllevan implicancias éticas y teológicas, y la forma en que los abordamos revela nuestros valores y compromisos teológicos. La iglesia ha levantado su voz en áreas como el matrimonio (matrimonio homosexual cohabitación, etc.), la Evolución y la Creación. Pero, los grupos más progresistas dentro de la iglesia han desafiado las posturas de la iglesia, al plantear sus propios puntos de vista. Ellos sienten que los temas sociales son más complejos de lo que la iglesia está dispuesta a reconocer, y consideran que la evidencia científica que respaldaría algún tipo de evolución es bastante persuasiva. Consecuentemente, somos testigos de una diversidad teológica y doctrinal bastante seria dentro de la iglesia.

Este tipo de polarización es difícil de abordar, debido a que presupone la existencia de una diferencia de opinión en un nivel fundamental. La más importante es el rol y la autoridad de la Biblia en la vida de la iglesia, y se relaciona con los temas sociales y científicos. A no ser que esto se aclare y la unidad en la comprensión se alcance en ese orden, la tensión y la polarización teológica que experimentamos va a permanecer.

La propia Escritura

Puede sorprenderlo que diga que el estudio de la Escritura contribuye a la diversidad teológica que puede resultar en una polarización teológica. No debe interpretarse que debemos desincentivar el estudio de la Palabra en la iglesia; debemos animar a los miembros de iglesia a que la estudien, incluso si eso significa que descubran otros puntos de vista. La Biblia es un texto riquísimo, que nos habla de manera individual, y en ocasiones lo que yo escucho puede ser diferente de lo que otro escucha. Además, existen pasajes en la Biblia que son difíciles de entender, y debemos estar dispuestos a aceptar un cierto grado de diversidad, como resultado de su lectura.

Puede resultar útil distinguir entre la voz del Espíritu que me habla por medio de la Biblia y la voz del Espíritu que habla, por el mismo medio, a la comunidad de la fe. En otras palabras, si el estudio personal de la Escritura nos aparta del mensaje y la misión de la iglesia, como tal se convierte en una fuente de polarización doctrinal dentro de la comunidad de creyentes. En ocasiones, esta polarización se vuelve intolerable (Ej: Ballenger, Kellogg.) Esto obliga a los líderes de la iglesia a tomar alguna decisión radical, a fin de preservar la integridad del movimiento.

No siempre es una tarea fácil evitar la polarización doctrinal que brota del estudio de la Biblia. La iglesia católica lo resolvió, al asignar la tarea de interpretación de las Escrituras al Magisterio. Los protestantes hicieron que la Palabra fuera accesible a los creyentes con fines devocionales y de estudio y desde entonces, la proliferación de iglesias protestantes se ha vuelto un fenómeno común en el mundo cristiano. Entonces, ¿qué podemos hacer? Yo sugiero que cada miembro de iglesia debe estar cimentado en el mensaje y en la misión de la iglesia. Debe conocer muy bien en qué cree y por qué. Si nuestro estudio personal provoca que surjan dudas, debemos acudir a quienes pueden aclarárnoslas y guiar en nuestra experiencia cristiana. Debemos aprender a vivir con la tensión entre la responsabilidad individual hacia el estudio de la Biblia y la dirección corporativa de la iglesia, por medio del Espíritu y la Escritura. Esto puede requerir que renunciemos a ciertas opiniones personales, en favor del bienestar de la iglesia, a fin de evitar una polarización teológica. Esto forma parte del caminar humildemente en la presencia del Señor.

Casos específicos de polarización teológica

Tal como lo indicamos, se puede percibir una aceptación y un compromiso hacia las creencias fundamentales. En algunos lugares, las doctrinas que tienden a ser más controvertidas son las que están asociadas con nuestra identidad eclesiástica, y en ese entorno tendemos a encontrar más diversidad y cierto grado de polarización. Solo podemos discutir sobre algunas de ellas bajo la terminología que nos provee la Teología Sistemática.

Escatología e interpretación profética

Esta es el área en donde hallamos más controversias y mayor diversidad dentro de la iglesia. Este tema afecta el corazón mismo del adventismo, como movimiento profético. El hecho de que la iglesia no haya interpretado de manera oficial cada símbolo apocalíptico que se halla en estos libros hace que esta diversidad se vuelva inevitable.

Otro factor que permite esta diversidad consiste en que la iglesia solo ha podido hallar un bosquejo escatológico, y no un informe detallado, de los eventos finales. Consecuentemente, muchos procuran llenar los espacios al incorporar sus puntos de vista en el esquema profético, a fin de explicar la forma en que se va a desarrollar la crisis final. Algunos, también, se ven afectados por la aparente demora de la Segunda Venida, y buscan reinterpretar algunas de las profecías apocalípticas al aplicarlas a eventos históricos contemporáneos. Esto sucede, de manera particular, con Daniel 11 y 12, y con los períodos proféticos mencionados en Daniel 12:11 y 12 (1.290 días y 1.335 días). Son interpretados como períodos de tiempo literales, cuyo cumplimiento ocurrirá en conjunción con la ley dominical.

Junto con este intento de hacer más significativo el escenario profético, también existe un resurgimiento de emociones fuertes en contra del catolicismo.

Este grupo de creyentes apoya nuestras enseñanzas fundamentales sobre escatología, pero las está extendiendo más allá de sus límites tradicionales. Ellos mal interpretan la enseñanza de la Iglesia, en favor de interpretaciones más bien especulativas. Consecuentemente, esta diversidad de opiniones sobre la interpretación profética se ha convertido en un foco de controversia dentro de la iglesia.

La situación es más compleja entre los teólogos. En este ámbito, las cuestiones relacionadas con la hermenéutica y la metodología correcta están en el primer plano. La diversidad que se propone intenta mantener relevante el mensaje de la iglesia. Este es un aspecto importante, que necesita ser destacado: nadie desea arruinar o destruir a la iglesia, o su mensaje y misión; al contrario, se argumenta que los cambios sugeridos en cuanto a nuestra interpretación profética buscan facilitar la misión de la iglesia y volverla más atractiva para el mundo intelectual. Esta aproximación invita a la iglesia a reconocer que nuestra interpretación profética fue determinada por las condiciones religiosas y culturales del siglo XIX. Se argumenta que necesitamos liberarnos de ese esquema anticuado y contemplar el mundo actual. Las bestias de Apocalipsis ya no serían la iglesia durante la Edad Media o el protestantismo, en su apoyo celoso de la ley dominical. Hoy, argumentan estos teólogos, nos confrontamos a las “bestias” de los poderes políticos opresivos, la pobreza, el sida, el secularismo, el prejuicio en todas sus formas, y la explotación de las mujeres y los niños en el mundo. Esta es la Babilonia que enfrentamos, y es frente a ella que debiéramos reaccionar.

A fin de sustentar una reinterpretación tan radical de las profecías apocalípticas, los teólogos que suscriben estas posturas adoptaron una nueva forma de leer Daniel y Apocalipsis. Básicamente, aceptaron el idealismo o el preterismo. Esta es una modificación mayor en cuanto a cómo deberían leerse estos libros. La mayoría de los teólogos y los administradores han rechazado este modelo interpretativo modificado. En este caso, no nos enfrentamos a una diversidad tolerable de interpretación, sino a una radical, que ha contribuido de forma directa a la polarización entre teólogos.

El adventismo no puede liberarse de la interpretación historicista de Daniel y Apocalipsis sin que su identidad se modifique drásticamente. Su misión hacia el mundo está relacionada directamente con la forma en que estos libros son leídos; además de su identificación como el remanente escatológico de Dios. La naturaleza radical de los cambios que se sugieren impide que coexistan con la posición de la iglesia. Actualmente, la polarización es tan rígida que ni siquiera el diálogo podría suavizarla.

Eclesiología

La doctrina de la iglesia se ha convertido, de manera bastante particular, en uno de los temas centrales de la discusión teológica durante el siglo XXL Existen diversas razones para esto. La más importante podría ser el crecimiento que se proyecta para la iglesia. Si la tasa de crecimiento se mantiene, en los inicios del segundo cuarto de este siglo nos convertiremos en la mayor iglesia protestante. Difícilmente podemos anticipar las cuestiones y los temas que este crecimiento fenomenal traerá consigo. Sin embargo, ya podemos vislumbrar algunas de las complejidades de la tarea teológica.

Los temas de la diversidad y la polarización en el campo de la eclesiología adventista abarcan una serie de áreas específicas. Algunas son fácilmente identificables. Por ejemplo, la liturgia es uno de los aspectos que más divisiones causa en diversas partes del mundo. Ya que la música y los estilos de adoración son influenciados por las ideas culturales y sus prácticas, podemos esperar ciertos grados de diversidad. Sin embargo, ya que la liturgia está basada en la teología, la teología bíblica debiera examinar el fenómeno y proveer de algunas orientaciones. Resulta sorprendente descubrir que los teólogos han guardado silencio al respecto. La diversidad de puntos de vista está provocando conflictos internos y ciertos grados de polarización. Este debate va a permanecer con nosotros por algún tiempo.

El congregacionalismo persiste como un problema, para algunos líderes de iglesia. Lo que enfrentamos ahora es lo que denominó “congregacionalismo suave”. El congregacionalismo consiste en la separación de las congregaciones de la hermandad de iglesias, debido a que el pastor decide guiar a su congregación con total independencia de la organización. Tales congregaciones perdieron su identidad adventista. El congregacionalismo suave opera de otra manera: el pastor no se aparta de la iglesia organizada, pero se comporta y dirige a su iglesia como si fuera su congregación particular. Un nuevo tipo de administración eclesiástica se introduce en la cual el poder está centrado en el pastor, la junta de iglesia -tal como la define el Manual de Iglesia- se disuelve, y los programas del campo eclesiástico local son prácticamente ignorados. En algunos casos, los pastores indican de manera abierta que en la iglesia local ellos hacen como les place, y que solamente envían el diezmo a la Asociación/Misión según los montos que ellos determinan. Permanecen afiliados a la organización adventista porque, de alguna manera, les resulta beneficioso. Este es un tipo de congregacionalismo que fácilmente puede constituir un grupo de iglesias que carecerán de la identidad adventista, debido a que sus pastores predican su propia comprensión del mensaje y de la misión adventista, que difieren de los de la iglesia mundial. En algunos casos, los estándares de la iglesia adventista son ridiculizados desde el púlpito. Obviamente, las autoridades de iglesia deben abordar esta situación lo antes posible. Si se ignora, puede ser percibido como una aprobación implícita de este congregacionalismo suave.

Nuestra identificación como el remanente escatológico de Dios se ubica en el centro de cualquier debate sobre eclesiología adventista. En algunos círculos, este es un factor que provoca una polarización radical, particularmente entre los teólogos que promueven una redefinición de nuestra forma de interpretar las profecías. Algunos ya han abandonado el uso de este término o han modificado su significado, a tal extremo que ya no es útil para definirnos. En el otro polo, hallamos a quienes alegan que la Iglesia Adventista ha caído en apostasía, y declaran que el remanente ya no es la Iglesia Adventista, sino un pequeño grupo de fieles dentro de ella; en otras palabras, el remanente es una entidad visible. Este grupo también contribuye a la polarización doctrinal de la iglesia.

Nuestra misión hacia las religiones no cristianas es otra fuente para la diversidad teológica, en el área de la eclesiología. Necesitamos establecer con claridad cómo nuestra identidad como el remanente de Dios se relaciona con nuestra misión hacia el mundo no cristiano. En conjunción con esta preocupación fundamental, también debemos establecer cómo deberemos relacionarnos con los escritos sagrados de esas religiones y con sus figuras proféticas. Aquellos que participan en el trabajo misionero entre los no cristianos ya nos ofrecen algunas respuestas a estas preguntas; algunos consideran que estas respuestas son incompatibles con nuestro mensaje y con nuestra misión.

Soteriología

La doctrina de la salvación es parte esencial de la fe cristiana. Los adventistas han declarado, de forma inequívoca, que la salvación solo es posible por medio de Cristo y por la fe en él, y no por la obediencia a la Ley. La diversidad teológica surge cuando se enuncia la siguiente pregunta: “¿Cómo nos salva la muerte de Cristo?” Hay diversas razones que explican este fenómeno:

En primer lugar, el Nuevo Testamento nos presenta diferentes metáforas que nos ayudan a comprender el significado de la muerte de Cristo en la cruz (Ej.: Redención, reconciliación, expiación, etc.) Resulta fácil que algún intérprete elija una de ellas como la más importante, mientras ignora o resta valor a las demás.

Una segunda razón es que la iglesia cristiana nunca intentó definir el asunto. Otros temas cristológicos fueron abordados por la iglesia, pero no este. Consecuentemente, los teólogos han propuesto diferentes interpretaciones sobre la expiación.

Una tercera razón radica en que nuestros pioneros enfatizaron bastante la Ley, a expensas de la cruz, lo que dio una impresión legalista. Esto se corrigió en los años cercanos a 1888 pero, desafortunadamente, el debate fue tan intenso que hay quienes alegan que se rechazó el mensaje de la justificación por la fe. Existe un gran interés en dar a conocer el mensaje de la justificación presentada en esa ocasión por Waggoner y Jones.

La diversidad que hallamos en el ámbito de la soteriología es bastante significativa. En algunos lugares, se percibe un tipo de perfeccionismo que se entiende como el resultado de la obra del Espíritu en nosotros. No se hace ninguna distinción entre nuestras obras y las del Espíritu en nosotros. La conclusión a la que se arriba se debe a que nuestras obras son, en realidad, las del Espíritu; las que son, de alguna manera, “meritorias”. Esta aproximación a la soteriología deja la impresión de que la muerte de Jesús en la cruz no se considera suficiente para nuestra salvación.

En el otro extremo del debate, hallamos a los que argumentan que cuando Jesús murió en la cruz toda la raza humana fue perdonada, justificada, salvada y reconciliada con Dios; en otras palabras, todos los beneficios de la cruz ya han sido otorgados a la raza humana. Al proclamar el evangelio, solo estamos anunciando a la gente que ya es salva, y les pedimos que no descarten lo que ya les pertenece. Esta comprensión de la salvación genera planteos doctrinales y teológicos bastante serios, y ha resultado en serios debates y polarizaciones radicales en la iglesia. Esta última postura es muy parecida al universalismo, aunque no debe ser confundida con él. Además, no ofrece a la gente la opción de la salvación (ya son salvos), sino la posibilidad de rechazarla; de hecho, al sostener que los beneficios salvíficos del sacrificio de Cristo se han otorgado a la raza humana, debilitamos su ministerio de intercesión en el Santuario celestial. Los que proponen esta comprensión soteriológica alegan que es el mensaje que se rechazó en 1888.

Algunos teólogos han presentado lo que se conoce como la “Teoría de la influencia moral”. Según esta postura, el poder salvífico de la cruz reside en el hecho de que es la revelación más plena e incuestionable del amor de Dios hacia nosotros. Dios se hizo hombre, sufrió como nosotros, y luego eligió morir como nosotros. Cristo no murió en nuestro lugar, sino como uno de nosotros. Este acto divino de humillación revela la disposición de Dios para sacrificarse a sí mismo, a favor de criaturas pecadoras como nosotros. Al mirar la cruz, percibimos que Dios no es nuestro enemigo, como alguna vez lo creímos, sino nuestro amigo. La revelación de su amor nos transforma. Esta postura ha creado cierta tensión, pero no ha generado una polarización seria. Esto se debe, probablemente, a que todos concordamos en que la cruz es la más gloriosa manifestación del amor de Dios. Ha creado cierta tensión al negar que Cristo muriera como nuestro sustituto; sin embargo, la iglesia adventista ha declarado de manera oficial que Cristo murió en la cruz en nuestro lugar. Para nosotros, este aspecto sustitutivo es central en la teología de la expiación, y cualquier postura que la rechace inevitablemente producirá controversias.

La soteriología adventista está estrechamente relacionada con la escatología, por medio de la doctrina del Santuario. Como lo sabemos bien, esta doctrina ha sido el objeto de controversias a lo largo de la historia de la iglesia. El principal tema sobre el cual existe tensión parece ser su relación con Daniel 7 y 8. Casi ningún adventista podría negar la veracidad de la obra sacerdotal de Cristo en la presencia del Padre, o incluso su obra de reconciliación y de juicio. La discusión trata, más bien, sobre la realidad del Santuario celestial y, particularmente, sobre cómo se dividen las etapas de su ministerio antes y después de 1844. En este caso en particular, ocurre una polarización tan radical que el diálogo se vuelve improductivo.

Conclusión

También podríamos incluir la discusión sobre el rol de Elena de White en la iglesia, y otras áreas de tensión y de discrepancias. Sin embargo, las que hemos presentado aquí ilustran algunos de los cuestionamientos y las temáticas más importantes. He dejado afuera de manera intencional el tema de la homosexualidad y el debate creacionista, debido a que el desacuerdo en estos temas no surge de la Escritura. Estos debieran ser discutidos por la iglesia, para elaborar una definición bíblica. Estos dos temas son ajenos a la Escritura, y al mensaje y la misión de la iglesia. Algunos miembros intentan forzar a la iglesia a que los incorpore en su agenda, pero esta no ha reconocido su validez. Percibimos la promoción de estos temas como un intento para desviar a la iglesia de la Biblia, hacia preocupaciones científicas y sociales que son contrarias a la revelación divina. Este es un capítulo del conflicto cósmico que la iglesia está batallado al lado del Señor.

Aparte de estas preocupaciones específicas que indiqué, la diversidad teológica no está necesariamente dañando a la iglesia; por el contrario, puede estimular el estudio de la Biblia entre los miembros de iglesia. Es la extensión de la diversidad lo que puede llegar a ser un problema. Necesitamos aprender a convivir con elementos de continuidad y de discontinuidad en la iglesia, de una forma responsable. Cuando el énfasis se ha cargado sobre la discontinuidad, el resultado ha sido la polarización doctrinal y teológica. Una vez que se alcanza esa etapa, hay poco que se pueda hacer para restaurar la armonía. Si la situación se vuelve intolerable, ya no está en las manos de los teólogos, sino en la de los administradores de la iglesia. Sería bueno que todos aprendamos a trabajar con el mensaje y la misión de la iglesia, y apoyarlos a pesar de algún desacuerdo personal en el ámbito teológico o doctrinal. El Señor nos ha llamado a formar parte de algo que es mayor que nosotros mismos.

Sobre el autor: Hasta mediados de 2011 fue el director del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.