Es fundamental buscar al Señor y seguir sus planes y propósitos para cada miembro, amigo e iglesia. A pesar de esto, una planificación requiere consejos de quien tiene el don de administrar. Paralelamente, la diligencia (interés, cuidado, urgencia) es la palabra clave para el éxito de lo que fue planificado; es acompañar cada día, cada semana, cada mes, la ejecución del proyecto.
Existen buenos modelos de planificación que si fueran seguidos darían buenos resultados, pero no serían excelentes realizaciones. Líderes, iglesias e instituciones pueden reproducir todos los años las mismas cosas buenas simplemente cambiando las fechas y las tapas de sus planes de trabajo. “La gran mayoría de las empresas jamás se transforma en excelente, solo porque ya es lo bastante buena, y ese es su principal problema”.[1]
El Sistema de Gestión de la secretaría de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (ACMS) nos informa que en el territorio de la División Sudamericana hay más de cinco mil iglesias que duplicaron su número de miembros en los últimos cinco años. Al mismo tiempo, tenemos el registro de un número similar a este de iglesias que continúan del mismo tamaño hace muchos años. En Marcos 9:24, leemos: “Creo; ayuda mi incredulidad”. Me parece que esta es la paradoja de la fe de quien quiere ver crecer a su iglesia, pero no sabe cómo, e incluso de aquellos que tuvieron esta fe disminuida. Frente a esta realidad, tenemos promesas: “Ha llegado el tiempo cuando debemos esperar que el Señor haga grandes cosas por nosotros”.[2] “Las bendiciones son del tamaño de nuestra fe”.[3]
Sueño o visión fueron los responsables por marcar y cambiar la historia. “Cualquiera que haya marcado la diferencia para el bien o para el mal tiene tres atributos comunes: visión, disciplina y pasión”.[4]“Los mejores lideres operan en cuatro dimensiones: visión, realidad, ética y coraje para alcanzar resultados significativos y sustentables”.[5]
Peter Wagner [6] cita ejemplos de iglesias que tenían una tasa de crecimiento decenal (TCD) del 28% en los diez años anteriores y que hicieron una valiente proyección de fe de un crecimiento del 285% para los siguientes cinco años. En el final del período de estos cinco años, el índice de crecimiento había alcanzado el 492%. Wagner ve que el secreto es el establecimiento de metas bíblicas de forma natural y práctica. Él califica una TCD del 100% como “buena”; es decir, un crecimiento real del 10% al año en cada iglesia. Y una TCD del 200% como “excelente”; lo que sucedió con las más de cinco mil iglesias en la División Sudamericana citadas anteriormente.
“Los grandes líderes entienden que consiguen ejecutar de forma excelente apenas dos o tres metas por vez”, siendo estas las METAS MÁS IMPORTANTES. Cuanto mayor es el número de metas, menores son las chances de llegar a un resultado de excelencia. Aquí vemos el poder de priorizar.
En cada junta de iglesia sería ideal realizar el acompañamiento de esas tres metas principales con dos preguntas a cada líder de departamento:
¿Qué fue lo que usted y el departamento que usted dirige realizaron este mes para alcanzar la gran meta? Ejemplo: Hacer discípulos.
¿Qué es lo que usted y el departamento que usted dirige se proponen realizar durante el próximo mes para alcanzar la gran meta? Ejemplo: Hacer discípulos.
Existen tres metas principales que deben ser contempladas en la planificación:
- Estrategia: Dónde, cómo y cuándo ocurrirá el evangelismo.
- Discipulado: Vivir en la práctica el Ciclo del Discipulado (Fases I, LE y I11).
- Desarrollo de líderes: Potencializar este don en la Escuela Sabática y en los Grupos pequeños.
“Deben idearse y ponerse en práctica entre las iglesias los métodos más sencillos de trabajar. Si los miembros aceptan unánimemente tales planes y con perseverancia los llevan a cabo, segarán una rica recompensa; porque su experiencia se irá enriqueciendo, su capacidad aumentará, y por sus esfuerzos salvarán almas”.[7]
Una iglesia así merece celebrar, testificar y confraternizar por lo que Dios ha hecho, y reconocer públicamente lo que ha sido alcanzado. Eso une aún más a las familias y refuerza el sentido de comunidad.
Podemos sintetizar en una palabra el éxito del crecimiento real planificado de la iglesia: compromiso…
…con Dios, a través de la devoción personal y familiar.
…consigo mismo, a través del desarrollo de los dones.
…con los que necesitan ser salvos.
…con el crecimiento real, a través de nuevas iglesias, conquistando otras regiones geográficas.
Referencias
[1] Jim Collins, Empresas feitas para vencer (San Pablo: HSM Editora, 2013), p. 17.
[2] Elena de White, Mensajes selectos, t. 1, p. 130.
[3] Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 139.
[4] Stephen R. Covey, O Hábito: da eficacia a grandeza (San Pablo: Editora Campus, 2005), p. 68.
[5] Ibíd., p. 66.
[6] P. Wagner. Estrategias para o crescimento da igreja (San Pablo: Editora Cepal, 1995).
[7] Elena de White, Joyas de los testimonios, t. 3, p. 66.