Definida como un “proceso que conduce al establecimiento de un conjunto coordinado de acciones encaminadas a la consecución de determinados objetivos”,[1] la planificación es esencial en todos los ámbitos de nuestra existencia, especialmente en el servicio a Dios y a su iglesia.

El Dios que planifica

Cuando estudiamos la Biblia y el Espíritu de Profecía, nos damos cuenta claramente de que servimos a un Dios que establece y sigue un plan ordenado. Expresiones como “tiempo señalado” (Ecl. 3:1; Dan. 8:19, 11:35; Hab. 2:3), “plenitud de los tiempos” (Gál. 4:4; Efe. 1:10), y otras que denotan la existencia o la importancia de la planificación (Gén. 1, 2; 2 Rey. 19:25; Job 42:2; Prov. 21:5; Luc. 14:28-30), muestran que Dios mismo no hace las cosas sin preparación previa.

El mayor ejemplo de planificación proviene precisamente de Dios, cuando formuló el plan de salvación. Elena de White escribió: “El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, un plan formulado después de la caída de Adán. Fue una ‘revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio’. Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. […] Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para enfrentar la terrible emergencia”.[2]

Dios es intencional, organizado y tiene objetivos que alcanzar. Todo lo hace de forma meditada, cohesionada y planificada.

El plan divino

Inspirada por Dios, Elena de White instruyó: “Debe hacerse obra bien organizada en la iglesia, para que sus miembros sepan cómo impartir la luz a otros, y así fortalecer su propia fe y aumentar su conocimiento. Mientras impartan aquello que recibieron de Dios, serán confirmados en la fe. Una iglesia que trabaja es una iglesia viva”.[3]

Basándonos en esta cita, la iglesia que lleva a cabo su trabajo de forma bien organizada es una iglesia fuerte y viva, que cumple la función para la que fue establecida. ¡Ese es el plan de Dios para nosotros!

Consciente de la importancia de organizar la iglesia para la obra, he dedicado mis esfuerzos desde el inicio de mi ministerio, con la ayuda de Dios, a establecer planes junto a mis liderados para promover dos objetivos cruciales: 1) fortalecer espiritualmente a los miembros de la iglesia y 2) involucrarlos en la misión. Por ello, las sugerencias que voy a compartir en este artículo son fruto de mi pequeña experiencia a lo largo de estos casi quince años de ministerio.

Antes de continuar, es importante destacar que estas propuestas de planificación eclesiástica pueden ser adaptadas, mejoradas e incluso descartadas, en función de las características de cada iglesia.

Primeros pasos

Busca la sabiduría de lo alto. Siguiendo las recomendaciones divinas, debes consultarlo en oración antes que nada y dejar que sea él quien tenga la última palabra a la hora de trazar los planes (Prov. 16:1). Dedica, por tanto, una cantidad considerable de tiempo o días a la oración antes de reunirte con las autoridades para empezar a planificar. Ese era el método de Jesús (Luc. 6:12-16).

Ten en cuenta la agenda del campo local. Cuando te reúnas con los líderes locales, lleva el calendario anual de actividades facilitado por la Asociación o Misión a la que perteneces. Esto facilitará la definición de fechas y programas.

Escucha a tus dirigentes. Consulta a los líderes de la iglesia, escúchalos, y comparte, en general, tu visión y lo que te gustaría lograr –junto con ellos– para la gloria de Dios. Es importante que tus sueños sean también los suyos.

Pon tus sueños por escrito. Una vez que todos sepan a dónde quieres ir, es hora de elaborar el plan. Cuando lo hayas hecho, anótalo en tu agenda o teléfono móvil y comparte la información impresa o digitalizada con todos tus líderes.

Conclusión

Una vez definidas todas las acciones, toma un voto con la junta directiva y la iglesia. Haz un seguimiento y evalúa estas acciones en las reuniones periódicas de dirigentes.

Por último, como se mencionó en la introducción de este artículo, las actividades presentadas son solo sugerencias, y tienen por objeto ayudarte a ti, amigo pastor, en la construcción de la planificación con tu iglesia.

Entonces, ¿vamos a planificar? Que el Señor te bendiga a ti y a tus líderes para hacer grandes cosas por la obra de Dios en 2024. ¡Sigamos adelante! Jesús tiene prisa.

Planificación sugerente

Una “iglesia viva” es la que 1) cuida de sus miembros; 2) los alimenta espiritualmente; 3) se congrega para adorar al Señor; 4) ofrenda como expresión de gratitud, además de contribuir al sostén de la obra de Dios; y, por último, 5) anuncia las buenas nuevas de la salvación en Jesús. Analicemos objetivamente cada uno de estos aspectos.

Cuidar

Partiendo del principio de que primero debemos cuidar de los nuestros (Gál. 6:10; Hech. 2:46), y de que somos guardianes de nuestros hermanos, elabora procedimientos para apoyar a los miembros. En este primer énfasis, hablamos de actividades como:

Visitación pastoral. Organízate para visitar a todos los miembros en sus respectivos domicilios. También puedes fijar días y horarios para reunirte con ellos en la iglesia o atenderlos a través de videollamadas, especialmente a aquellos que no disponen de mucho tiempo libre. Recuerda que la visitación es uno de los principales trabajos del pastor. Sugiero comenzar visitando a los ancianos y otros dirigentes de la iglesia.

Visitación del ancianato. A partir de la lista de miembros, asigna a cada anciano(a) un número determinado de familias para “subpastorear”. Realiza una capacitación básica[4] sobre cómo proceder durante las visitas.

Grupos pequeños y unidades de Escuela Sabática. Establecer Grupos pequeños y afiliar a los miembros a clases de Escuela Sabática es indispensable para identificar y satisfacer las necesidades espirituales de la feligresía, especialmente en las iglesias grandes.

Alimentar

La nutrición espiritual de la iglesia es otro factor importante. Lamentablemente, muchas personas naufragan en su fe (1 Tim. 1:19) porque no se fortalecen espiritualmente ni se aferran a la Palabra de Dios (Luc. 4:4, Tit. 1:9). Pero un pastor conforme al corazón de Dios trabaja para que esto no suceda. Así, en el segundo énfasis, puedes concretar las siguientes acciones:

Calendario de predicaciones. Prepara un calendario de predicaciones[5] basado en las necesidades de la iglesia. Esto ayudará a tu congregación a alimentarse de lo que necesita y no solo de lo que quiere oír. Organiza series temáticas, especialmente para los cultos entre semana. Prioriza el estudio de temas más profundos que ayuden a solidificar la fe y el compromiso de los miembros con el mensaje adventista. Define las fechas de las semanas de oración, vigilias, Cenas del Señor, bautismos, etc.

Enseñanza práctica. Según Elena de White, “debe haber menos predicación y más enseñanza”[6] en nuestras iglesias. Por lo tanto, incluye en tu planificación seminarios sobre profecía, historia de la Iglesia Adventista, soteriología, cómo aprovechar mejor los momentos de lectura bíblica y devoción personal, entre otros.

Difunde contenidos. Pon a disposición mediante las redes sociales artículos, enlaces, documentos oficiales de la iglesia, etc., para que los miembros tengan acceso a contenidos seguros. Tú, como pastor, puedes hacerlo de forma rutinaria o delegar esta actividad a un líder específico.

Congregarse

La deserción de feligreses ha empeorado desde la pandemia del COVID-19. Esta es una gran preocupación, porque la orientación bíblica es que la iglesia se reúna para adorar y se regocije al hacerlo (Heb. 10:25, Sal. 122:1). Por lo tanto, añade a tu planificación anual varias acciones que animen a los miembros a participar en los cultos regulares.

Mejora las reuniones de culto. La mejora de los servicios de culto debe comenzar por “fortalecer el púlpito”. Organiza clases para predicadores de la iglesia sobre cómo preparar y presentar sermones (estas clases pueden ser presenciales, en línea o a través de un curso grabado de oratoria).[7]

Enseña a la iglesia a adorar y alabar. Nuestros miembros necesitan que se les enseñe lo que es la adoración. Prepara sermones sobre el tema. También es importante prestar atención a los mensajes cantados. Educa a los encargados de la música[8] sobre el papel que desempeña la alabanza en la liturgia. Esto mejorará la calidad de las reuniones de culto, haciéndolas más atractivas y significativas.

Involucra al mayor número posible de participantes en las actividades de los cultos. La siguiente frase atribuida a Benjamin Franklin tiene mucho que enseñarnos: “Dime y lo olvido. Enséñame y lo recuerdo. Involúcrame y lo aprendo”. Para lograr una mayor adhesión a los cultos, es necesario integrar a los participantes en el proceso, de modo que se produzca un cambio de mentalidad sobre la importancia de congregarse. Recomiendo las siguientes acciones: realiza una encuesta con los miembros para que puedan sugerir temas a tratar; involucra a los niños y los adolescentes en los programas; nombra directores de departamento y sus respectivos equipos para dirigir determinadas reuniones de culto y programas especiales. ¿Qué otras sugerencias añadirías?

Ofrendar

Incluye en tu planificación algunas actividades que eduquen e incentiven a los miembros acerca de la fidelidad en los diezmos y las ofrendas como una expresión de gratitud a Dios y para el sostén de su obra local y mundial (Mal. 3:10; 2 Cor. 9:7; 11:8, 9).

Un momento para las ofrendas en cada culto.[9] Tener un momento para recoger las ofrendas en cada culto proporcionará un recordatorio constante y educativo sobre la importancia de la fidelidad. Conversa con tus líderes sobre esto.

Establece porcentajes de crecimiento. Basándote en la información del año anterior, establece objetivos de cuánto quieres crecer en diezmos y ofrendas.

Control regular por parte de la junta de iglesia. Con la ayuda del departamento de Tesorería local y/o de la Asociación/Misión, solicita los datos del año anterior disponibles en ACMS para compararlos. Cada unos tres meses, dedica un tiempo durante la reunión de la junta directiva a analizarla variación de los diezmos y las ofrendas.

Rinde cuentas. Establece fechas para presentar un informe financiero a la iglesia que incluya datos como ingresos y gastos, relación comparativa de diezmos y ofrendas, información sobre el número de personas que diezman y ofrendan, etc. Esto genera credibilidad e incentiva a los miembros a comprometerse con la obra del Señor.

Otras acciones. Además de las actividades mencionadas anteriormente, la creación de un equipo de distrito de mayordomía, la celebración de una “Fiesta de las primicias”,[10] la “Semana de la fidelidad”, y algunas iniciativas para fomentar el uso de la aplicación 7me también pueden ayudar a fortalecer la fidelidad en su iglesia.

Anunciar

Por último, ninguna planificación estaría completa sin acciones que animen a los miembros a involucrarse en la misión y el discipulado. Hay muchas posibilidades para realizar actividades bajo este énfasis. Algunas de ellas son:

Establece frentes misioneros. Define con los líderes el número de estudios bíblicos, parejas misioneras, clases bíblicas, libros misioneros y cuántas personas quieren alcanzar a través del bautismo.

Series evangelizadoras. Separa las fechas de los programas de evangelización regulares que tenemos en nuestro calendario anual (Semana Santa, Evangelismo Femenino, Semana de la Esperanza, Semana del Reencuentro, etc.), y establece otras que consideres importantes. Forma equipos para organizar cada uno de estos programas (quién será el orador, las canciones, la publicidad, etc.).

Proyectos comunitarios. Pon en marcha proyectos comunitarios, tales como ayudar a los necesitados a través de ASA, acompañar a las familias de los presos, ayudar a las personas sin hogar y a los refugiados, entre otros. Son campos fértiles en los que la semilla del evangelio germinará y producirá una gran cosecha, pero es necesario planificar con antelación.

Sobre el autor: Pastor en Brasilia, DF.


Referencias

[1] Aurélio Buarque de Holanda Ferreira, Novo Dicionário Aurélio da Língua Portuguesa (Curitiba: Editora Positivo, 2008), p. 1575.

[2] Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Florida: ACES, 2008), pp. 13, 14.

[3] Joyas de los testimonios (Florida: ACES, 2015), t. 3, p. 72.

[4] Ver “Cómo hacer una visita pastoral”, Asociación Ministerial. Disponible en <https://lc.cx/cu-PoK>, consultado el 21/11/2023.

[5] Ver Emilson dos Reis, “Una predicación variada y equilibrada”, en Cómo preparar y presentar sermones (Florida: ACES, 2008).

[6] White, Obreros evangélicos (Florida: ACES, 2015), p. 419.

[7] Ver “Capacitación homilética para ancianos”, Asociación Ministerial. Disponible en <https://lc.cx/dY4GLQ>,

consultado el 21/11/2023.

[8] Ver “Liderança de Música e Adoração”, UNASP. Disponible en <link.cpb.com.br/9e33e5>, consultado el

21/11/2023.

[9] Ver “Serie Primero Dios – Crecimiento espiritual”, División Sudamericana. Disponible en <https://lc.cx/ZPkhYB>, consultado el 21/11/2023.

[10] Pollyana Trindade, “Projeto das Primícias Incentiva Membros a uma Renovação de Compromissos”, Datas

Especiais. Disponible en <link.cpb.com.br/04d712>, consultado el 21/11/2023.