Importancia del primer tema de un ciclo de conferencias
Cuando un orador acaba de llegar a una ciudad, poco se sabe acerca de él. Los reportajes que le hagan los diarios pueden producir un ambiente favorable, pero la verdadera expectativa la produce el primer tema que anuncie.
El tema inaugural del ciclo debe llamar la atención. Pero ello ocurrirá si enfoca un problema que interesa a la mayor parte de los habitantes de la ciudad. No es la fama del orador sino el planteo del tema, debidamente anunciado y difundido mediante una propaganda eficaz, lo que atraerá al público. El auditorio quedará satisfecho con la presentación del conferenciante si éste es fiel en desarrollar la conferencia anunciada y sabe plantear vívidamente los problemas y esbozar con claridad la ansiada solución, aunque a veces no haga más que dar una vislumbre de la misma.
El éxito de la segunda conferencia depende en alto grado de la opinión que el auditorio se haya formado en la primera. El segundo tema debe ser necesariamente interesante y, si es posible, debe continuar el desarrollo de los problemas y soluciones planteados en el primero.
Entre los muchos problemas que debe resolver un evangelista antes de iniciar un ciclo de conferencias está el de decidir cuál será su primer tema y cuáles serán los subsiguientes temas introductorios.
No hay, ni puede haber, una regla fija que permita establecer con certidumbre cuál es el tema más conveniente para comenzar un ciclo de conferencias evangélicas. Depende en gran parte de la época cuando se dicte, y del lugar donde se desarrolle el ciclo. Hay ciertamente una gran diferencia entre comenzar un ciclo de conferencias en un teatro o en un templo. En el caso de un teatro municipal o de la sala de conferencias de la biblioteca pública, concurrirá un público más bien intelectual y un tanto curioso que, como los atenienses, anda en busca de algo nuevo. Tratándose de un templo, los que concurren están predispuestos a que se plantee el tema desde un punto de vista religioso y, por esa razón, cierto número de invitados se resiste a entrar a causa de los prejuicios confesionales que los dominan.
Se han de tomar todas las precauciones posibles para que los primeros temas de un ciclo no se presten a malos entendidos y robustezcan los prejuicios generalizados. La cuestión de cuál será el tema conveniente para presentar al público que concurrirá a la primera conferencia. requiere mucha reflexión y oración. Requiere averiguaciones acerca de la idiosincrasia de la gente de la ciudad a la cual se nos envía, estudio de la historia del país y de la región, conocimiento de sus héroes y de sus mártires, noción de las costumbres sociales y hasta de la psicología multitudinaria y del ritmo del pulso comercial.
Difícilmente se averigüe demasiado respecto a los diversos factores que deben ser tomados en cuenta para decidir cuál será el primer tema, cómo se lo ha de titular y qué elementos locales de interés deberá contener para que haga vibrar a los oyentes al unísono con el orador.
Orientación general de las primeras conferencias
Con respecto a la asistencia a los primeros temas puede decirse que mayormente dependerá de que sean de un carácter tan interesante o importante en el concepto del oyente que cautiven su atención.
La Hna. Elena G. de White fue muy explícita respecto a la actitud que debe asumir el evangelista en su campo de labor: “Que todo obrero en la viña del Maestro estudie planes e idee métodos para alcanzar a la gente donde está. Debemos hacer algo que salga de la rutina ordinaria. Debemos cautivar la atención. Debemos manifestar un irreprimible fervor. Estamos al borde mismo de tiempos de pruebas y perplejidades que apenas imaginamos.”—Carta 20, de 1893.
Creían algunos que al iniciar conferencias en lugares nuevos convenía que el orador se identificara desde el primer momento con las verdades del mensaje adventista, pero la Hna. White señaló la ventaja de sorprender al auditorio: “Cualquiera que haya sido vuestra práctica anterior, no es necesario repetirla vez tras vez de la misma manera. Dios quiere que sigamos métodos nuevos y no probados. Irrumpid sobre la gente; sorprendedla.”—Manuscrito 121, de 1897.
El consejo que se da respecto a las primeras conferencias de un ciclo resulta inconfundible: “Estad siempre en guardia. No presentéis al comienzo a la gente los rasgos de nuestra fe que suscitarían las mayores objeciones, no sea que cerréis los oídos de aquellos para los cuales estas cosas llegan como una nueva revelación.”—Manuscrito 44, de 1894.
La sabiduría y el tacto deben predominar en las primeras conferencias, de modo que los adversarios no tergiversen lo que se ha dicho. Esto requiere una medida extraordinaria de prudencia, debidamente planificada: “No debéis pensar que toda la verdad ha de ser presentada a los no creyentes en todas y cada una de las ocasiones. Debéis planear cuidadosamente qué decir y qué dejar de decir. Esto no es practicar el engaño; es trabajar como trabajó Pablo. Él dice: ‘Como soy astuto, os he tomado por engaño.’ (2 Cor. 12:16.) Debéis variar vuestras labores, y no tener una sola forma que penséis que deba ser seguida en todas las ocasiones y en todos los lugares. Vuestros métodos pueden pareceros un éxito, pero si hubierais usado más tacto, más de la sabiduría de la serpiente, habríais visto resultados mucho más reales en vuestro trabajo.”—“Evangelismo,99 pág. 91.
La palabra griega “dolo,” empleada por el apóstol Pablo para referirse a la forma como había cautivado el interés de los corintios en el Evangelio, tiene el sentido de “astucia, cebo, ardid, disfraz.” Los temas de las primeras conferencias deben ser como un cebo que atraiga a los creyentes por lo “interesantes,” sin que el orador revele totalmente qué es lo que considera como verdaderamente “importante.” Jesús dijo a sus discípulos que los haría pescadores de hombres, y es un hecho mundial que los pescadores hacen todo lo posible por ocultar el anzuelo dentro del cebo que atrae a los peces. Todavía mantiene su valor la expresión bíblica que debe caracterizar al evangelista: “El que prende almas es sabio.” (Prov. 11: 30.)
Los temas introductorios deben varias con el tiempo
Las cuestiones que interesan a los pueblos en particular y a la humanidad en general, varían con el tiempo, al modificarse el cuadro de los acontecimientos y el enfoque de los mismos.
Los temas de la etapa introductoria deben caracterizarse por su actualidad o por armonizar con cuestiones que revisten un gran interés humano. Por esa razón, cuando un evangelista revisa la lista de sus temas iniciales a lo largo de su actuación, descubrirá en los títulos cuáles eran los temas que más pesaban en el ánimo de las personas en los días cuando dictó las conferencias.
Es un hecho que los mismos temas pueden tomar un colorido algo diferente, una tonalidad distinta, como acontece con una montaña cubierta de nieve, que en diversos momentos del día, según sea la posición del sol, va presentando una coloración azulada, blanquecina, fulgurante, amarillenta, rojiza y purpúrea, para retornar a la tonalidad violácea de la noche, o plateada que le pinta la luna.
El cambio de título de una conferencia debe darle un nuevo colorido al contenido, si es que se desea mantener en cierto modo el mismo tema. Por esa razón, a los cuatro temas introductorios que publiqué en beneficio de los evangelistas en el año 1942, les di siete títulos diferentes para adaptarlos a las predilecciones del momento:
Títulos sugerentes, clasificados por temas
1er. TEMA
El fracaso de la Liga de las Naciones. ¿Triunfará el pacifismo?
¿Qué significan los preparativos bélicos? Entre la paz y la guerra.
El mundo se prepara: ¿para la paz o para la guerra?
Las alternativas de la guerra y de la paz. ¿Cuándo desaparecerá el clima de guerra?
2do. TEMA
El destino de Europa. (Daniel 2.) ¿Marchamos hacia el derrumbe de la civilización?
La unificación de las naciones del mundo. Hacia un nuevo imperio universal. ¿Podrán las Américas salvar a Europa? La confederación de los Estados del Mundo. ¿Hacia dónde va nuestra civilización?
3er. TEMA
La angustia del mundo.
¿Qué significa la crisis mundial?
El punto débil de nuestra civilización.
Nuestro siglo de paradojas: Miseria y opulencia.
¿Asistimos al derrumbe de nuestra civilización?
El sentido de la angustia de nuestra era.
Cuando el gigantismo es un signo de decadencia.
4to. TEMA
El significativo despertar del oriente.
La creciente marea de odios raciales.
El despertar bélico del oriente.
El drama de la civilización occidental.
Mientras el Occidente se debilita, el Oriente…
El amotinamiento de los pueblos de color contra la raza blanca.
Ante el ciclón bélico del oriente.
Los temas deben variar con el tiempo, cuando asumen el carácter de algo actual. Por esa razón, la primera conferencia que dicté en el Teatro SODRE, de Montevideo, en 1945, se tituló: “América frente al fracaso del racismo.” La conferencia inicial dictada en el Teatro Municipal de Asunción del Paraguay, en 1948, poco después de la muerte de Gandhi, se tituló: “Aspectos de la vida enfocados por Cristo y por Gandhi”. El ciclo dictado en el templo de Paraná, Entre Ríos, Argentina, en 1952, se inició bajo el epígrafe de “Optimismo y pesimismo en la Edad Atómica.” con dos conferencias tituladas, respectivamente: “De los triunfos de la ciencia a la Edad Atómica” y “Las lecciones de Hiroshima y de Corea.”
Las conferencias sobre asuntos de actualidad generalmente tienen un colorido político que en ciertas ocasiones no resulta conveniente. Hay salones, bibliotecas e instituciones donde se prohíbe hablar acerca de religión o de política, y ello se halla claramente expresado en sus reglamentos. Si hay que comenzar un ciclo de conferencias en un lugar tal, para proseguir en otro sitio, habrá que contar con otros temas introductorios.
En tales circunstancias se puede iniciar el ciclo con muy diversos temas. Muchas personas se interesan en temas científicos y sociales. Entre los temas científicos los hay de orden práctico, tales como los que se ocupan de la temperancia, y de carácter filosófico, cuando hacen la crítica de la teoría evolucionista. A una conferencia de temperancia se la puede titular, en forma algo alarmista: “Los grandes enemigos de la humanidad.” He reunido grandes auditorios anunciando una crítica del evolucionismo con los títulos de “Darwin y nuestro siglo desorientado” y “Darwin y el problema del origen del hombre.”
Entre los temas sociales he podido llamar la atención con la conferencia “El problema de la delincuencia infantil,” “La lucha mundial en contra de la criminalidad.” Hay otros temas de carácter social con un colorido optimista. Entre ellos se destaca la conferencia “El secreto de la felicidad,” que le ha dado sus mayores triunfos al pastor Walter Schubert, quien, al comentar el valor de la etapa de los temas introductorios, ha escrito lo que sigue:
“Las primeras conferencias deben ser de tal naturaleza que despierten la confianza y los sentimientos amistosos del público para con el orador. Deben ser de un carácter tal que los oyentes sientan que se benefician y capacitan para la realización de sus más profundos anhelos, como ser: la felicidad, el sentimiento de seguridad, etc. Por eso, los primeros temas deben desarrollarse, no tanto de acuerdo con un orden lógico, sino en armonía con principios psicológicos. Por lo tanto, se desarrollarán temas que se adecúen a la idiosincrasia del público y que éste, por eso mismo, agradecerá. Teniendo en cuenta este objetivo, conviene alternar los temas proféticos y de actualidad con los que cautiven más profundamente el corazón humano, como ser “El secreto de la felicidad.” Así el auditorio comenzará gradual e imperceptiblemente a gustar temas que antes detestaba por su carácter religioso.”—El Predicador Adventista, septiembre-octubre de 1949, pág. 13.
Las conferencias introductorias debieran ciertamente atraer a las más diversas personas y ello justifica la presentación de temas heterogéneos. Se plantea, no obstante, el problema de la lógica temática en los anuncios, de modo que la propaganda no dé la impresión de que el orador está desorientado y que no ha hilvanado debidamente su ciclo. ¿Cómo resolver a un tiempo el problema lógico y el psicológico en la etapa introductoria de un ciclo?
Todos los temas no atraen por igual a las personas. Algunas asumen una actitud grave, motivo por el cual les interesan las soluciones de los problemas mundiales: por lo general pertenecen a ese tipo los hombres que se sienten atraídos por el anuncio de esos temas. Otras personas tienen un sentido más práctico y sentimental y les interesa sobremanera todo lo que se relaciona con el problema de la felicidad de la familia: entre tales personas se destacan las mujeres.
Se dice que los hombres están dispuestos a dejarse matar por una idea, mientras que las mujeres se dejan matar por lo que aman. Nuestras conferencias deben atraer tanto a los hombres como a las mujeres; por consiguiente, los temas anunciados deben atraer a unos y a otros. Al buscar la solución a ese problema—que el pastor W. Schubert cree resuelto con temas alternados dentro de la etapa introductoria, — encontré una fórmula conciliatoria para iniciar el ciclo que dicté en la ciudad de Paraná, en 1952. En efecto, las primeras tres conferencias fueron anunciadas para los que piensan, bajo el título general de “Optimismo y pesimismo en la Edad Atómica.” Las tres conferencias subsiguientes, fueron dedicadas a los que sienten, y, por consiguiente, concurrieron mayormente hombres a las tres primeras conferencias y a las tres subsiguientes se sumaron las mujeres.
El título para la segunda serie de la etapa introductoria fue: “La Humanidad en busca de la felicidad” y los temas que incluía eran: “¿Es la felicidad un mito o una realidad?” “Aspectos de la vida enfocados por Cristo y por Gandhi” y “La esperanza suprema de la humanidad.”
Esperamos que las normas que hemos expuesto en estas líneas, y la serie sugerente de temas que hemos presentado, ayuden a los obreros de habla castellana de las divisiones Interamericana y Sudamericana a contribuir positivamente al progreso de la causa de Dios, y a ganar muchas almas.