Hemos llegado a una altura del año desde la cual podemos echar una mirada retrospectiva para ver si nuestra labor realizada en la obra del Señor durante los primeros seis meses dió resultados o no. Ya tuvimos tiempo para descubrir algunos puntos débiles de nuestros planes que, de haberlos hecho de otra manera nos habrían dado fruto más abundante. Esta es la época en que debemos volver a estudiar los proyectos que hicimos al principio del año.
No hay ser humano cuyos planes no tengan que ser revisados y modificados. Al hacer los nuestros, la mayoría de las veces no podemos anticiparnos a todas las emergencias que pueden surgir. Lo logrado en los primeros seis meses del año nos debe servir como indicador de los puntos débiles de nuestros proyectos, y cada obrero eficiente y despierto debe estudiar lo realizado para ver dónde puede mejorar en el resto del año.
Los grandes estrategas, después de probar sus planes los revisan detalladamente para descubrir los puntos débiles. Además, están siempre dispuestos a mejorarlos para llevarlos al terreno práctico con el mejor de los resultados. Los que trabajan en la obra de Dios debieran ser tan prudentes y previsores como los mejores estrategas.
Los que formamos parte del movimiento adventista estamos trabajando con toda energía y diligencia para evangelizar a los pueblos de la tierra. La empresa de llevar el Evangelio a todo el mundo es muy grande. Tiene mayores alcances que cualquiera otra emprendida por el ser humano. Por lo tanto, no sólo debemos hacer nuestros planes con todo cuidado sino que tenemos que revisarlos de vez en cuando para ver si estamos alcanzando o no los resultados deseados.
En la obra de ganar almas, a veces los últimos meses del año son los más importantes. Los obreros han terminado sus esfuerzos evangelizadores y están afrontando la tarea de llevar las almas a la decisión final. Es la época de los bautismos. También hay que hacer planes para el año entrante. Hay que nombrar los dirigentes para el próximo período. Los obreros de mayor éxito son aquellos que planean su trabajo con la debida anticipación.
En los últimos años muchos de nuestros obreros adoptaron el sistema de realizar bautismos trimestrales, reconociendo así el valor que encierra el hecho de bautizar las personas a medida que están preparadas, desde el mismo comienzo del año. Los que asisten a los bautismos reciben una impresión favorable, y muchos se deciden a dar el mismo paso en un futuro cercano. Pero una persona que toma esta decisión en diciembre, no tiene tiempo de prepararse para el bautismo hasta el año entrante, y no pocas veces sucede que con el correr de los meses pierde el interés. Celebrando bautismos trimestrales, los interesados pueden decidirse y prepararse dentro del mismo año.
Deseo pedir a todos nuestros obreros que prueben el plan de los bautismos trimestrales. Pensemos en el blanco: “Un bautismo por trimestre en cada iglesia.” Los obreros que adoptaron este sistema alcanzaron resultados que sobrepasan los del antiguo método de postergar los bautismos hasta el mes de diciembre.