Cómo lidiar con la tentación y vencer la pornografía

Los vicios sexuales se convirtieron en una pesadilla que nos asedia a todos. Las encuestas indican que entre el 60 y el 70 % de los hombres y entre el 20 y el 30 % de las mujeres que asisten a iglesias cristianas en los Estados Unidos pueden ser adictos sexuales.[1] Por otro lado, una encuesta del Instituto Barna identificó que el 58 % de los pastores entrevistados había luchado o estaba luchando contra la pornografía, y esta es la principal causa por la cual buscaban apoyo psicológico.[2]

La pornografía es un intento satánico de destruir la sexualidad. Arruina la salud física, mental y espiritual, las relaciones íntimas y la vida de los niños. Para lograrlo, Satanás utiliza las emociones y los recuerdos a fin de controlar los impulsos y las acciones.

Él comienza su trabajo durante la infancia. Los primeros espejos que las personas encuentran son los ojos de sus padres. A través de ellos pueden percibir si son amados o rechazados. Esa dinámica de rechazo o aceptación crea una especie de apego emocional, y cualquier persona con un apego enfermizo experimentará desafíos emocionales.

Muchos se preguntan: ¿Cómo saber si tengo un problema emocional? Si la persona fue rechazada; creció en un hogar turbulento; tuvo padres depresivos, ansiosos, frustrados, nerviosos, impulsivos o indecisos, posiblemente fue herida e impactada emocionalmente por ese sistema familiar, de manera tal que reflejará muchas de esas experiencias en su propia vida.

La necesidad humana de ser amado, cuidado y valorado acompaña al ser humano a lo largo de la vida; si no recibe amor, ternura, simpatía y aceptación por parte de sus padres o de aquellos que lo cuidaron en la infancia, experimentará un dolor emocional que intentará remediar de diferentes maneras. En ese contexto es donde surgen los vicios.

Un vicio no es otra cosa que una fuga en la que se busca aliviar sentimientos negativos. Se trata de una práctica o comportamiento que lleva a la persona a ir más lejos de lo que pensaba que iría, a gastar más tiempo y dinero de lo que planeaba y a afrontar consecuencias que jamás elegiría naturalmente. A pesar de todo, aun así, continúa practicándolo.

Círculo vicioso

El ciclo del vicio de la pornografía es simple, pero muy efectivo. Comienza con una fantasía, seguida por un ritual que lleva a la persona a esconderse y a vivir una vida doble y secreta, y termina con un gran sentimiento de vergüenza y culpa. El resultado es una herida emocional profunda, que exigirá algún remedio y la llevará de vuelta a la pornografía.

La repetición hace que ese ciclo pase a formar parte de la personalidad: comportamiento compulsivo, seguido por un período de abstinencia, seguido nuevamente por el comportamiento compulsivo, y así sucesivamente. Constantemente se desliza en el fango de la adicción. Lamentablemente, ese ciclo repetitivo muchas veces se presenta acompañado de una actitud de negación, porque es difícil reconocer la condición de víctima impotente.

Así, el adicto desarrolla un “falso yo” a fin de poder vivir dentro de su mundo secreto, manifestando muchas veces un comportamiento controlador, manipulador, perfeccionista, engañador y malintencionado. La conciencia se entorpece, la rigidez cognitiva y comportamental se instala, y el adicto se convierte en un cadáver espiritual y emocional. Hay falta de respeto consigo mismo y con los que están a su alrededor, lo cual lo hace desconfiado, cínico, emocionalmente tóxico, y lo lleva a la soledad.

Satanás está listo para ofrecer un “remedio” para la soledad que insensibilice al adicto y lo haga sentir placeres desconocidos. En realidad, toda inmoralidad sexual es una falsificación de la intimidad genuina. Dios dio a los seres humanos la posibilidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria con el cónyuge, pero el enemigo trabaja como un león que ruge (1 Ped. 5:8) con la intención de ofrecer sustitutos, experiencias como pensamientos lascivos, masturbación y pornografía, que llevan a la infidelidad. Se cree que entre el 60 y el 70 % de los hombres adictos a la pornografía son infieles a sus esposas.

Los efectos de la pornografía

Los impulsos visuales pornográficos tienden a ser más intensos, frecuentes y variados, y afectan el cerebro al punto de que la única forma de experimentar la estimulación sexual es a través de la pornografía. Así, Satanás perjudica la vida sexual, destruye las relaciones conyugales y, finalmente, a toda la familia.

Ajay Nangia, presidente de la sección de Cuidados de la Salud Masculina de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, afirmó: “Hay una especie de insensibilidad en esos hombres que los lleva a un punto en el que solo se sienten estimulados cuando el sexo se convierte en video”.[3]

Esa insensibilidad va más allá, pues afecta la percepción de situaciones naturales y, en última instancia, roba la misma experiencia que la persona busca cuando tiene una relación sexual con su cónyuge. Gabe Deem, un exadicto a la pornografía, declaró: “Perderás exactamente aquella experiencia que querías copiar de la pornografía. Esta entrena y condiciona tu mente para que todo aquello que desees y necesites sea mirar más pornografía”.[4]

La pornografía mina la intimidad del matrimonio, crea barreras entre los cónyuges, compromete la comunicación, estimula la actitud licenciosa, potencia la perversión, aumenta la infidelidad conyugal y provoca una serie de enfermedades, como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, el trastorno obsesivo compulsivo, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. El adicto vive un mundo de mentiras, adopta comportamientos relacionales destructivos y el pensamiento equivocado de que no necesita rendir cuentas a nadie.

Cómo vencer la pornografía

El primer paso en la estrategia para vencer la pornografía es ser consciente del tipo de sentimientos, emociones y recuerdos que llevan a la persona a asumir un comportamiento autodestructivo. El apóstol Pablo escribió: “[…] llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:5). Así, la victoria contra la pornografía se conquista en la mente y comienza a ocurrir cuando la persona entiende cuáles son los gatillos que disparan la adicción. Se ha observado que un adicto es más propenso a acceder a la adicción ante el hambre, la ira, la soledad y el cansancio. Además, el adicto debe identificar lo que despierta su deseo sexual. ¿Es una imagen, una ropa íntima femenina, una parte del cuerpo femenino, una emoción, un recuerdo? Esa identificación es básica, porque allí es donde Satanás prende a la persona.

Ante estos factores, es necesario considerar el consejo bíblico: “Huid de la fornicación [porneia]. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca” (1 Cor. 6:18). La inmoralidad acaba con el cuerpo porque destruye el proceso de excitación y la actividad sexual normales, que son necesarios para mantener una relación conyugal saludable. Un pensamiento de un autor anónimo reza: “Lo que atrae y toma tu atención terminará controlando la dirección de tu vida”. Por lo tanto, ante la tentación, sigue la orientación bíblica: ¡Huye!

Además, hay que evaluar la relación conyugal y ocuparse de ella. Es necesario identificar lo que provoca la distancia, la soledad, el dolor y los conflictos conyugales repetitivos, a fin de corregir esas situaciones negativas, tóxicas y destructivas. Gary y Barbara Rosberg, terapeutas de familia, afirmaron: “Si persistes en ignorar tus heridas y resentimientos, esto afectará negativamente a tu mente, tu cuerpo y tu espíritu. Tu perspectiva se verá empañada, tu esperanza de encontrar la felicidad en tu matrimonio disminuirá y serás más susceptible a la enfermedad. Mirarás el mundo a través de lentes distorsionadas. Tu corazón se endurecerá, te aislarás y desarrollarás síntomas como dolores de cabeza, dolores musculares, colitis, úlceras, comportamientos compulsivos y muchos otros problemas. En el proceso, te desconectarás emocionalmente de tu cónyuge y caerás en el inicio del divorcio emocional y físico”.[5]

Por eso, la persona debe desarrollar una relación transparente con su cónyuge. Esto exige abandonar la mentira y la deshonestidad, así como todo tipo de actividad secreta que lleve a la persona a esconderse. No debe haber nada que el cónyuge no sepa, y eso incluye, por ejemplo, las claves de los dispositivos y los correos electrónicos. Esa práctica garantiza que la transparencia exista en todos los momentos de la relación y genera confianza y apoyo mutuos ante las tentaciones, incluyendo la pornografía. Pablo advirtió: “Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios” (2 Cor. 4:2).

Otro punto importante es el desarrollo de amistades auténticas con otros hombres. La soledad entre pastores es una trampa satánica: “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Prov. 27:17, NVI). “Mejores son dos que uno […]. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Ecl. 4:9, 10). ¡Hay poder curativo y recreador en las amistades cristianas!

Por último, aunque no menos importante, es fundamental entregar completamente el corazón al Señor, sin dejar espacio para la presencia de Satanás. Las Escrituras afirman que Dios “es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Jud. 1:24). En este proceso de sanación, en el caso de que la situación esté fuera de control, el adicto debe buscar ayuda terapéutica profesional.

En este contexto, es relevante considerar este consejo inspirado: “Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Se desechan los pensamientos pecaminosos y se renuncia a las malas acciones; el amor, la humildad y la paz ocupan el lugar de la ira, la envidia y las rencillas. La tristeza es desplazada por la alegría, y el semblante refleja el gozo del cielo. Nadie ve la mano que levanta la carga ni capta cómo desciende la luz de los atrios celestiales. La bendición llega cuando por fe el creyente se entrega a Dios. Entonces, ese poder que ningún ojo humano puede ver crea un nuevo ser a la imagen de Dios”.[6] Que esta sea la realidad de quienes luchan contra la pornografía.

Sobre el autor: secretario ministerial, vicepresidente de los ministerios hispánicos y director del Ministerio de los Hombres en la Unión del Pacífico Norte, Estados Unidos.


Referencias

[1] KingdomWorks Studios, The Conquer Series: A Battle Plan Against Pornography. Video, 2016.

[2] Morgan Lee, “Here’s how 770 pastors describe their struggle with porn”. Disponible en http://link.cpb.com.br/de45f9; consultado el 24/3/2022.

[3] KingdomWorks Studios, ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Gary y Barbara Rosberg, Healing the Hurt in Your Marriage (Wheaton, IL: Tyndale, 2004).

[6] Elena de White, Recibiréis poder (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), p. 300.