Estudio, Biblia

 También tenemos que plantear una pregunta muy significativa a todos los predicadores de la Palabra: ¿Hay principios sencillos de estudio bíblico que marcan la diferencia entre el uso de la Palabra y el hecho de recibirla para obedecerla?

 Este artículo presenta un método de cinco pasos para permitir que la Biblia hable por sí misma y toque los corazones de la congregación con el mensaje de Dios. Si se siguen estos sencillos pasos, estoy completamente seguro de que podremos evitar los dos extremos que caracterizan algunas veces el estudio y la predicación de la Palabra: el extremismo de la manipulación de la Palabra de Dios, centrada en el yo, que da lugar a interpretaciones antojadizas y excéntricas como las de David Koresh y su clan; y el extremismo de alentar, en vez de reprimir, el ego de los oyentes, de proceder con indiferencia ante las demandas de la Palabra de Dios en la vida práctica.

 En el contexto de dichos peligros está el imperativo de poner salvaguardas para que se permita a la Biblia hablar con su propia voz, y no ser el juguete bien intencionado de mentes pías o caprichosas. A continuación presentamos cinco principios que pueden ser útiles para permitir que la Palabra de Dios hable por sí misma.

1. Aproxímese a la Biblia con oración

 Estudie la Biblia en una atmósfera de desconfianza propia (con humildad), oración y una disposición a obedecer (Juan 7:17). Nuestros corazones son por naturaleza engañosos (Jer. 17:9)- No estamos inclinados a aprender. No importa cuánto griego sepamos o cuántos títulos acumulemos, si no tenemos un espíritu dispuesto a aprender, nuestro aprendizaje no valdrá nada. El verdadero conocimiento de Dios no viene sólo por la búsqueda intelectual o el estudio académico (1 Cor. 2:14; Sant. 1:5).

 De acuerdo con 2 Tesalonicenses 2:10, el conocimiento de Dios viene de una disposición a recibir su verdad sin importar el costo. Los dones de Dios son gratuitos, pero no baratos; es posible que nos cuesten todo lo que tenemos y somos: nuestra vida, familia, amigos y reputación. Pero si estamos dispuestos a encontrar la verdad sin importar el costo, la recibiremos con alegría.

 El estudio de la Biblia debe comenzar con auténtica oración. La oración que sugiero debiera ser algo semejante a ésta: “Señor, quiero la verdad, no importa lo que me cueste personalmente”. Esta es una oración difícil de pronunciar. Pero si la elevamos con fe, comenzaremos a recibir la verdad de Dios en forma más efectiva. Pero también pagaremos el precio.

2. Use diversas traducciones

 Cuando se hace un estudio serio de la Biblia, aquellos que no tienen acceso al hebreo y al griego deberían consultar diversas versiones del texto bíblico. Cada traducción tiene sus limitaciones y por lo tanto debilita, y hasta cierto grado refleja, los prejuicios del traductor o de los traductores. Las limitaciones pueden minimizarse comparando diferentes traducciones. Donde la mayoría de las traducciones concuerdan, es probable que la traducción del original sea clara y pueda seguirse con confianza. Cuando hay notable desacuerdo entre los traductores, es posible que el original sea difícil o ambiguo. Las desviaciones demasiado grandes de los patrones típicos de traducción tienden a señalar los prejuicios del traductor.

 Donde el patrón de traducción indica que el texto original es claro, podemos basar con seguridad nuestra autoridad sobre el texto traducido. Donde los patrones de traducción indican que un texto que estamos tratando de entender es ambiguo o difícil de traducir, no sería confiable basar nuestra enseñanza y práctica en una traducción particular de ese texto.

3. Estudie los textos claros

 Si en verdad queremos que las Escrituras hablen por sí mismas, debemos dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a aquellas secciones que son razonablemente claras. Hay muchas partes de la Biblia en las que hay muy pocos desacuerdos entre los cristianos, mientras que otros textos inquietan hasta a los eruditos en hebreo y griego. Por lo tanto, una salvaguardia de mucha importancia en el estudio de la Escritura es dedicar la mayor parte de nuestro tiempo a las secciones que son razonablemente claras, y predicar sobre ellas. Los textos claros de la Escritura fincan al lector en los grandes temas centrales del mensaje bíblico, y protegen al intérprete del uso ridículo de textos que son más o menos ambiguos.

 Si dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a textos como los sellos y las trompetas de Apocalipsis o Daniel 11, nos volveremos locos. Una de las mayores tácticas de las personas que usan mal la Escritura es tomar textos ambiguos, plantear soluciones creativas a los problemas que allí encuentran, y luego usar dichos recursos como la base de su teología. Tales intérpretes terminan torciendo los textos claros de la Biblia, porque el mensaje no se adapta a la teología que han desarrollado a partir de los textos difíciles.

4. Cultive la lectura amplia de la Biblia

 Otro principio importante es invertir la mayor parte de nuestro estudio en la Biblia, en vez de utilizar una concordancia. Una obsesión con los detalles puede conducir muy lejos del tema central de la Biblia. El problema es que podemos acumular textos de tal modo que pruebe casi cualquier cosa que deseemos probar. Sin salvaguardias, el estudio de la concordancia tiende a enfocar los textos fuera de su contexto.

 El estudio con la concordancia es incluso más peligroso cuando se hace en la computadora. Gracias a la tecnología podemos dedicar cientos de horas al “estudio de la Biblia”, sin haberlo hecho en realidad. Los significados que podemos sacar de tal estudio pueden ser bastante impresionantes, aunque no tengan nada que ver con la intención original del escritor. Sería como tomar unas tijeras y cortar cincuenta textos de la Biblia, revolverlos como ensalada en un recipiente, y finalmente sacarlos uno por uno diciendo: “Esto es de parte del Señor”. Sea que la concordancia esté impresa o en un disquete de computadora, el proceso tiende a poner al intérprete en el control de cómo los textos bíblicos impactan su comprensión de la verdad.

 Cuando leemos los libros de la Biblia desde el principio hasta el final, el autor bíblico está en el control del orden y del material. El autor nos guía naturalmente de una idea a otra, y nuestro contacto con la Biblia no está controlado por ninguna necesidad que surja, ya sea de nuestro interior o de nuestro fondo cultural. La lectura amplia de la Biblia, por lo tanto, ancla al intérprete en la intención de los escritores originales y le ayuda a obtener el “cuadro completo” que provee la mejor salvaguardia contra las interpretaciones raras de sus partes separadas. La lectura general anima en forma natural a tener un espíritu dispuesto a aprender, y nos ayuda a ver los textos como era el propósito del autor. De ninguna manera la Biblia aprende de nosotros; nosotros aprendemos de la Biblia.

5. Preste atención a la crítica de los compañeros

 Finalmente, necesitamos prestar cuidadosa atención a la crítica de los colegas (personas que escudriñan la Biblia como nosotros), especialmente aquellos que disienten de nosotros o que son competentes en los idiomas originales y los rudimentos de la exégesis. Como dije antes, uno de nuestros principales problemas, incluso si estamos usando el idioma original, oramos y hacemos mucha lectura general de los textos más claros de la Biblia, es terminar en un lugar completamente inexacto y extravagante. El mejor antídoto contra el autoengaño es someter constantemente nuestro entendimiento a la crítica de otros que hacen esfuerzos igualmente rigurosos para entender esos textos.

 Es posible que sea doloroso escuchar una crítica tal. Sin embargo, semejantes críticas son particularmente valiosas cuando proceden de personas con las cuales disentimos naturalmente, porque verán cosas en el texto que nosotros nunca veremos a causa de nuestros puntos ciegos o nuestros mecanismos de defensa. Otros serán tan difíciles de dejarse enseñar como lo somos nosotros; pero si tienen diferentes puntos blancos, verán cosas en el texto que nosotros pasaremos por alto, y pasarán por alto cosas que nosotros veremos.

 Los intérpretes ven mucho más claramente que si lo hicieran individualmente. Dios usa nuestros desacuerdos para impulsamos a volver al texto a fin de que obtengamos una percepción y comprensión frescas. Lo que cuenta es ayudamos unos a otros a ver lo que realmente está en el texto, no lo que nosotros queremos o necesitamos ver.

Conclusión

 Una de las grandes tentaciones del púlpito es usar la Palabra de Dios para fortalecer nuestra propia reputación o apuntalar nuestras propias opiniones. Aun cuando estamos conscientes de estos peligros, es natural para nosotros engañamos y ver lo que queremos ver en la Biblia. Esto es tanto más verdadero cuanto tenemos un alto concepto de la inspiración de la Biblia. Desarrollar hábitos de estudio, humildad y oración, apertura a una variedad de traducciones, lectura profunda de los textos más claros de la Biblia, y una disposición a aprender de nuestros colegas, puede fortalecer gradualmente nuestras mentes en la roca sólida de la Palabra de Dios. Entonces nos convertiremos en maestros de la Palabra más que en meros usuarios de ella.

Sobre el autor: Ph.D., es profesor de estudios de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día, en Berrien Springs, Michigan.