Muchas veces oímos decir que el pastor distrital es producto de la situación económica actual de nuestra iglesia. De hecho, las finanzas han obligado a las respectivas administraciones a abandonar gradualmente el sistema de un pastor para una congregación, y adoptar en cambio el método de tener un distrito con varias iglesias bajo la responsabilidad de un ministro. Si miráramos las cosas desde el punto de vista estadístico podríamos suponer que el pastor distrital es fruto de las necesidades de nuestra época. Por ejemplo: en 1940 había en la División Sudamericana un pastor por cada 130 miembros, y uno por cada 120 en la División Interamericana. En 1980 un pastor era responsable por 517 miembros en la División Sudamericana y por 641 en Interamericana. Sin embargo, al analizar el Nuevo Testamento, podríamos llegar a la conclusión de que el pastor distrital ya existía en los días de los apóstoles.

Distritos del siglo I DC. Resulta muy interesante el análisis de la carta de San Pablo a Tito: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé”.[1]  Evidentemente Tito no tenía una sola congregación sino varias que constituían algo así como un distrito, y debía delegar responsabilidades en los ancianos a fin de que la obra fuese realizada cabalmente al mismo tiempo que él se responsabilizaba de toda esa área. Probablemente encontremos más material para descubrir el perfil bíblico de un pastor distrital en el ministerio de Timoteo, por el hecho de que el Nuevo Testamento habla más acerca de este joven ministro. Sabemos que estuvo a cargo de la obra en Efeso[2] y aparentemente también de Corinto,[3]  iglesias que fueron madres de otras congregaciones pastoreadas desde dichos centros, con las que constituyeron el equivalente moderno de los distritos pastorales.

¿En qué consistía el trabajo del pastor distrital?

1. Timoteo fue el hombre de confianza de Pablo para hacer el trabajo de confirmación.

Todo evangelista sabe muy bien cuán importante es tener un hombre hábil en la confirmación y que tenga amor por esas nuevas almas del rebaño del Señor. Pablo preparó a Timoteo para la tarea llevándolo consigo mientras confirmaba a las iglesias y les dejaba las instrucciones del concilio de Jerusalén.[4] El registro bíblico muestra que Timoteo fue creciendo en ese aspecto, pues cuando persiguieron a Pablo en Berea, y antes de ir para Corinto, el apóstol lo dejó junto con Silas en Berea.[5] Habiendo ganado más experiencia, Pablo lo envió desde Atenas a Tesalónica a fin de confirmar a los nuevos hermanos,[6]  y probablemente permaneció en Grecia cuando Pablo volvió por un año a Jerusalén. Estaba con Pablo en Éfeso cuando surgieron los problemas en Corinto, y el apóstol lo envió con la primera carta, aunque aparentemente no tuvo una gestión muy exitosa a juzgar por la segunda epístola.[7] Junto con Erasto fue enviado a Macedonia.[8]

2. Timoteo fue instruido para trabajar con los laicos.

Aunque en aquella época no existían seminarios sobre administración y conducción en los que se explicaran las virtudes de delegar responsabilidades, Pablo instruyó a Timoteo en los siguientes términos: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.[9]  Evidentemente debía realizar una tarea como la que siglos más tarde indicaría Elena G. de White: enseñar al pueblo a trabajar,[10]  a fin de que los pastores pudiesen estar más libres para penetrar en lugares nuevos.[11]

3. Se le enseña a Timoteo a hacer una sólida obra pastoral.

El apóstol fue muy minucioso en instruir a su joven colaborador acerca del trabajo de aconsejamiento, visitación, instrucción, erradicación de las herejías doctrinales, etc. Sin lugar a dudas, los consejos de las dos epístolas dirigidas al joven pastor deberían ser la base de todo curso de instrucción pastoral para los ministros modernos.

4. “Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”.

Evidentemente San Pablo consideró que, haciendo un sólido trabajo pastoral, de instrucción para con los laicos, y de confirmación, se habría cumplido con una fase muy significativa de la tarea pero, a menos que se hiciese la obra de evangelista, el ministerio estaría incompleto.

Es esa imagen de pastor evangelista la que ofrece el Nuevo Testamento como perfil bíblico de un distrital.[12]  Por supuesto, más de uno de nosotros podría pensar en este momento que, aunque las doctrinas son inmutables los métodos pueden variar. Aceptamos que eso es verdad, pero no podemos olvidar dos hechos significativos: en primer lugar, nunca la iglesia tuvo tanto éxito en la ganancia de almas en relación al número de sus miembros como en los días de los apóstoles, cuando los distritales eran pastores evangelistas. En segundo lugar, la hermana White dice que debiéramos aprender de los métodos de trabajo bíblicos.

Por último, tanto la División Sudamericana con el plan del quinquenio con sus últimos mil días de cosecha, como los planes de explosión y crecimiento de la División ¡interamericana, están basados en ese tipo de pastor distrital que, además de instruir a los laicos y confirmar a los nuevos creyentes, ¡hace la obra de evangelista, a fin de cumplir su ministerio!


Referencias

[1] Tito 1:5.

[2] Tim. 1:3.

[3] 1 Cor. 4: 17; 16: 10.

[4] Hech. 16: 3, 4.

[5] Hech. 17: 13-15

[6] 1 Tes. 3: 1, 2.

[7] 1 Cor. 4: 17.

[8] Hech. 19:21, 22

[9] 2 Tim. 2:2.

[10] Servicio cristiano, págs.74-81.

[11] El evangelismo, pág. 280.

[12] Tim. 4: 1-5.