En cualquier parte del mundo donde los maestros y los pastores trabajan unidos los estudiantes son conducidos a los pies de Cristo.

El primer distrito donde serví  como pastor después de salir del seminario comprendía una preciosa iglesia rural de estiloantiguo que contaba con un cementerio y una escuela con un solo salón de clases. El maestro retornó de sus vacaciones de verano pocos días después de mi llegada e inmediatamente lo visité en su hogar.

Deseando ser útil me ofrecí para ir a la escuela una vez por semana y tener un culto devocional con los diez estudiantes.

La respuesta del maestro a mi sugerencia cambió para siempre mi ministerio, y gracias a Dios fue para bien. En la reunión anual de maestros efectuada en el colegio ese año, alguien había comentado que si el pastor iba a la escuela y pasaba una parte del recreo con los niños sería de mucha utilidad y le ayudaría a desarrollar una relación más estrecha con ellos de lo que lograría en un culto formal.

Adoptando esa idea al pie de la letra y con todo mi corazón, hallé la forma de hacer que los juegos infantiles fueran parte de mi trabajo al menos una vez por semana. Y al hacerlo, encontré un camino hacia el corazón de los niños, quienes de otra manera sólo me habrían conocido de nombre y por título.

A veces era el jueves, otras el viernes, pero casi nunca dejé de jugar y después adorar, aproximadamente una hora con los estudiantes en las escuelas de mi distrito. Los maestros me dijeron que con frecuencia habían oído a los estudiantes comentar que por alguna razón habían faltado a la escuela el jueves, pero que les hacían bien claro a sus padres que de ninguna manera faltarían el viernes porque no querían perderse ese privilegio especial.

Pero no sólo me relacionaba con los niños. Varios de los maestros con quienes trabajé también se deleitaban en salir y recrearse un poco. Aunque a veces pertenecíamos a equipos contrarios, desarrollamos unos lazos de amistad que no habríamos establecido sin esos momentos semanales pasados juntos.

Cuando llegaba el momento del culto, muchas veces podía yo relacionar el tema de la semana con alguna experiencia que los estudiantes habían compartido conmigo. Las clases bautismales eran también un producto natural de nuestra hermosa relación cultivada en el tiempo que habíamos pasado juntos durante la semana. Y los estudiantes que se habían sentido cómodos conmigo durante el recreo, se sentían bien cuando les daba estudios bíblicos.

Formas de trabajar juntos

Mi experiencia es sencillamente un modesto ejemplo de la forma en que pastores y maestros pueden trabajar juntos. Antes de bosquejar este artículo escribí a los directores del departamento de educación y al secretario ministerial de cada división de la Asociación General, pidiéndoles me dijeran cuáles pastores y maestros de sus campos estaban descubriendo formas creativas de trabajar unidos. Entonces escribí a las personas que me recomendaron. Las cartas las recibí de pastores y maestros e incluso algunas firmadas por muchos que eran pastores y maestros al mismo tiempo, son fascinantes.

Me emocionaban especialmente las cartas de los que estaban trabajando en campos donde ni la población, y a veces ni los estudiantes de las escuelas adventistas, eran cristianos.

Lalchansanga Colney me habló acerca de su trabajo como director de la escuela adventista de Thadlaskein, Meghalaya, India, y como pastor de la iglesia local al mismo tiempo. El pastor Colney había sido evangelista antes de aceptar la responsabilidad de maestro. Y no perdió nada de su celo evangelístico cuando llegó a ser director.

En primer lugar, tomó tiempo para reunirse con sus maestros y ayudarles a ver la importancia de llevar a los estudiantes a Cristo, especialmente en esta escuela donde sólo la mitad de ellos son adventistas y la otra son musulmanes o hindúes. En las reuniones del personal oraban a fin de que los estudiantes estuvieran listos para entregarse a Cristo. ¡En tres años esta escuela condujo a 150 estudiantes musulmanes e hindúes a Cristo!

De Etiopía me llegó una carta de otro pastor/director de escuela llamado Megero Djaleta de la escuela adventista de Akaki. El pastor Djaleta señala la enorme importancia de que, cuando un pastor quiere poner en práctica un plan de trabajo en favor de la escuela, todas las personas involucradas en la ejecución de ese plan estén totalmente dedicadas a la tarea de alcanzar los objetivos propuestos.

El pastor Djaleta encontró dificultades para llevar a cabo sus planes hasta que puso en acción lo que él llama “Enfoque de la dedicación espiritual”, para lograr lo que todos los maestros se consagran a la tarea de promover la realización de los objetivos de la educación adventista en su escuela. Logró que el personal docente aprobara reunirse durante una hora, dos veces por semana, para dedicarse al estudio de la Biblia y la oración. Además, apartaron un día al mes para consagrarlo al ayuno y la oración y se dividieron en grupos para visitar a las familias del colegio. Como resultado, los bautismos en esta escuela aumentaron de 9 en 1985 a 85 en 1988. Y académicamente la escuela se ha colocado entre las mejores de la nación.

La cooperación produce una explosión evangelística

En muchas regiones del mundo los pastores están formando equipos con los maestros y los estudiantes para alcanzar a la comunidad de los alrededores de las escuelas. El departamento de teología de la Universidad Adventista de Colombia está desarrollando una de las estrategias más creativas en este sentido. Itamar Sabino de Paiva, director de teología aplicada, habla acerca de la Asociación Experimental que se ha establecido en coordinación con el departamento de teología. En esta Asociación Experimental, que funciona de hecho en las iglesias de esa zona, los estudiantes sirven como pastores y administradores simultáneamente. Los estudiantes de primer año sirven en los departamentos de niños. Los de segundo año sirven como ministros asociados y los de tercero como pastores propiamente dichos.

Con frecuencia sólo oímos historias negativas de maestros y pastores que no se llevan bien, como si su mayor preocupación fuera hacerse la vida imposible los unos a los otros.

Los graduandos son evangelistas y los más brillantes son nombrados como administradores de la Asociación Experimental. Todo el trabajo realizado por los estudiantes se hace en coordinación con los pastores de los distritos en los cuales trabajan.

En 1988 los estudiantes celebraron una campaña evangelística que produjo 350 bautismos. Otras 170 almas se bautizaron como resultado directo del trabajo de la Asociación Experimental.

Otras instituciones educativas también se involucraron en la obra para ayudar a los pastores. En las Filipinas los estudiantes y el personal docente ayudan a los pastores planeando y celebrando reuniones evangelísticas. En Tanzania, el personal de la escuela secundaria de Ikuzu donó los fondos para que siete maestros pudieran sostenerse mientras celebraban una campaña durante las vacaciones de verano. Estos maestros, en colaboración con sus pastores, predicaron, dieron pláticas sobre salud, visitaron los hogares y enseñaron lecciones bíblicas durante tres semanas. Aun cuando la aldea donde trabajaron está situada en una zona donde es muy difícil ganar almas, 16 personas se bautizaron y otras 46 se inscribieron en las clases bautismales. Los estudiantes de esta misma escuela dirigen escuelas sabáticas filiales. Una cruzada evangelística estudiantil efectuada en conexión con una de estas escuelas sabáticas filiales produjo una cosecha de 24 almas.

Las actividades misioneras del sábado por la tarde en el colegio Raymond Memorial, de la India, ha involucrado incluso a los estudiantes no adventistas en la distribución de publicaciones dentro de la comunidad. Algunas veces centenares de estudiantes regresan a su dormitorio por falta de publicaciones para distribuir.

En el Colegio del Caribe, situado en Trinidad, el apoyo es bidireccional. Los estudiantes ayudan a los pastores efectuando campañas de evangelismo y éstos vienen al colegio a enseñar clases de Biblia e impartir seminarios. Y de más allá, del otro lado del Atlántico, Gerald Hummel, maestro del Seminario Teológico de Friedensau, Alemania Oriental, informa que cada año el pastor de una iglesia trabaja junto con los alumnos del tercer año de teología para preparar y celebrar una gran serie de conferencias.

Cooperación es la clave

En todos los casos, las historias de éxito que me fueron relatadas sucedieron gracias a la colaboración y la comunicación. Muchos de los que escribieron destacaron la importancia de planear cuidadosamente formas eficaces de mejorar la comunicación. La Unión Española organizó hace poco una convención conjunta en la cual todos sus pastores y maestros se reunieron como colaboradores en el ministerio. En las Bahamas cada pastor de la Asociación es invitado a la Academia para celebrar una reunión devocional con el personal docente y el alumnado al menos una vez al año. Los maestros y los pastores también celebran anualmente una reunión de obreros y un banquete.

Además de llevar a cabo los deberes del pastorado, K. Chelladurai, de la India, sirve como director de una gran escuela secundaria en la que enseñan algunos maestros no adventistas. El invita a su casa a cada miembro de la facultad el día de su cumpleaños o aniversario de bodas. Las buenas relaciones desarrolladas gracias a éste y otros esfuerzos son tan poderosas que los maestros hindúes y mahometanos asisten a las reuniones devocionales del personal docente y a veces piden que se ore por ellos.

Trabajar unidos, para alcanzar un objetivo común, contribuye a mantener una buena comunicación. El pastor Jerry Joubert, quien enseña actualmente en el departamento de religión del Colegio de Helderberg, Sudáfrica, me relató una historia fascinante sobre los sorprendentes resultados que este tipo de cooperación puede producir. Antes de asumir su nueva responsabilidad el pastor Joubert sirvió como pastor de la iglesia de la escuela de Sedaven. Cuando estuvo allí, logró que un miembro del personal docente aceptara dirigir una clase bautismal. Este maestro, llamado D. F. Alien, al principio se mostraba renuente a aceptar esta responsabilidad. Pero cuando vio que sus estudiantes se bautizaban, llegó a amar verdaderamente su clase bautismal. Pronto fue invitado a unirse al departamento de educación del Colegio Helderberg, y después se le invitó a ser pastor juvenil de esa misma institución. Eventualmente recibió un llamado, que aceptó, para ser pastor de la iglesia de la escuela de Sedaven, donde años antes había comenzado enseñando una clase bautismal.

En la carta donde el pastor Joubert me cuenta esta historia, hace énfasis en la importancia de que el pastor tome tiempo para involucrarse en el programa de la institución, incluso formando parte de las juntas o comisiones y presentando un informe mensual a la facultad acerca de la condición espiritual de la institución.

También me llamó poderosamente la atención un hecho que el pastor Alien menciona en su carta. Enfatizó la importancia de que el pastor ayude a los maestros a ver su trabajo en la enseñanza como un ministerio y a usar sus habilidades didácticas para la ganancia de almas. Hizo énfasis, también, en la importancia de una clase bautismal que forme parte del currículo, particularmente para estudiantes que andan alrededor de los doce años.

Socios en el ministerio

Por supuesto, sólo pude dar unos pocos ejemplos de algunas facetas del ministerio unido que se está llevando a cabo en diversas partes del mundo. Sin embargo, lo que leí tuvo la virtud de llenarme de ánimo. Con frecuencia sólo oímos historias negativas de maestros y pastores que no se llevan bien, como si su mayor preocupación fuera hacerse la vida imposible los unos a los otros.

En un sentido muy real, tanto los pastores como los maestros de escuelas de la iglesia son ministros del Evangelio y, como tales, son socios en el sagrado ministerio. Reconocer este hecho puede ser el primer paso importante hacia el logro de una más amplia colaboración. Espero que algunas de las aplicaciones de estos principios que he compartido en este artículo ayuden a muchos ministros del púlpito y del aula a encontrar mejores caminos para unir esfuerzos para la edificación del reino de Dios.

Sobre el autor: Kenneth R. Wade es redactor asociado de la revista Ministry (El Ministerio Adventista).