Como pastor de distrito, ¿usted piensa que su tarea es difícil? Comparado con Moisés, el primer pastor de distrito, su trabajo tal vez no sea tan difícil.

Moisés no solo tuvo que sacar a los hijos de Israel de Egipto; también tuvo que sacar a “Egipto” de Israel. Ahora bien, es cierto que su trabajo básicamente es el mismo. Sin embargo, el único problema era que Israel no estaba constituido por unos pocos centenares de feligreses que pagaban el diezmo, guardaban el sábado y se centraban en Jesús. ¡Moisés tenía que hacer salir de cuatrocientos años de paganismo y de esclavitud a cientos de miles de hombres, mujeres y niños!

Tampoco nos olvidemos de qué modo termina la historia. Con dolores de cabeza y demás, Israel cruzó el Jordán, conquistó Canaán y vivió en la Tierra Prometida. Aunque Moisés tuvo que esperar para entrar en la verdadera Tierra Prometida, su obra fue completa. El pueblo al que guió -sus ovejas- estaban sanas y salvas en su hogar.

¿Cómo lo hizo? ¿Qué puede aprender un pastor de distrito de las andanzas del desierto? A continuación, se mencionan seis pautas para el pastorado de un distrito que extraemos de este viaje increíble.

Nunca se olvide de que usted representa a Dios

En Éxodo 3, note cuántas veces Dios dice “Yo”. Dios iba a trabajar por su pueblo; se encargó de ellos personalmente. Su poder y su amor traerían salvación. Al mismo tiempo, hay un “tú” crucial en todo esto. En Éxodo 3:12 Dios le dice a Moisés: “Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo […]” Dios llevaría a cabo su obra por intermedio de Moisés. La mayoría de los israelitas nunca vio ni habló con Dios. No obstante, hablaban con Moisés y lo veían. El pueblo de Israel aprendió acera del carácter de Dios por medio de Moisés; de modo que su comprensión de Dios mayormente dependía de los actos y las palabras de Moisés.

Ya sea que esté parado en el púlpito, haciendo compras, conduciendo o que esté sentado en la comodidad de su hogar, usted representa a Dios. Sus actos y sus palabras representan a Dios para todos los que se relacionan con usted: desde los miembros de iglesia hasta los miembros de la comunidad. Usted y yo representamos a un Dios que es santo; por lo tanto, la santidad de Dios debiera ser nuestra característica también.

Esto es lo más importante para un pastor de distrito. Usted tiene dos o más congregaciones y dos o más comunidades; lo que significa que su influencia se siente en muchos lugares.

Recuerde a la familia

Levítico 10 relata la historia de Nadab y Abiú. Dios tiene palabras específicas para los que lo sirven en el Santuario: “En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado” (Lev. 10:3).

Podríamos analizar varias razones de por qué esto es importante. Pero simplemente centrémonos en un tema sumamente vital: los hijos de pastor; y eso se aplica a muchos pastores. El hecho de que Dios haya tenido que recordar estos pasos esenciales a Aarón inmediatamente después de que sus hijos fueron destruidos, nos habla de que Aarón, al menos, era parcialmente responsable de la fatalidad de sus hijos. Un pastor de distrito tal vez se enfrente con este problema incluso más que otros pastores. Los hijos de los pastores de distrito son los más golpeados porque, en la mayoría de los casos, uno de los padres está afuera más horas que los demás pastores. Incluso peor, los hijos están en diferentes iglesias cada sábado. De modo que santificar a Dios y glorificarlo en todo momento es indispensable para el pastor de distrito debido a la impresión duradera que dejará en los hijos.

Hable en nombre de Dios, no en el suyo propio

Con demasiada frecuencia un pastor de distrito le presta muy poca atención al sermón, debido al tiempo que le dedica a atender a las iglesias. A fin de recuperar el tiempo, los pastores inventan muchas formas diferentes para escribir sus sermones. Hay sitios web y libros de donde sacar sermones; o los pastores usan el mismo sermón una y otra vez; o los pastores se confían mucho en las historias y en los testimonios. Si bien estos tienen su lugar, de la vida de Moisés podemos ver que, al menos, hay una forma mejor de ocuparse del sermón.

Como dijimos, la comprensión que Israel tenía de Dios, hasta cierto grado, dependía de los actos y de las palabras de Moisés; especialmente cuando Moisés comenzaba un sermón con un “Así dice el Señor”. Moisés regularmente se centraba en la palabra de Dios, incluso cuando no encontraba su sentido. A Moisés se le dijo que dividiera un mar, que golpeara una roca para que saliera agua, que colocara maná en el arca, que llamara a las plagas, etc. Moisés prestaba atención a la palabra de Dios, y siempre funcionó.

Sin embargo, hubo una vez en que Moisés no obedeció a la palabra de Dios. Dios le dijo a Moisés que ordenara a la roca que arrojara agua para el pueblo de Israel. Moisés golpeó la roca en vez de hablarle, como se le había dicho, y como resultado de su desobediencia no se le permitió entrar en la Tierra Prometida. Cuando un pastor se aparta de la Palabra de Dios, las consecuencias pueden ser devastadoras. Los sermones deben estar basados en la Biblia, y el pastor debe dedicarle tiempo a la Palabra a fin de preparar los sermones que la congregación necesita oír.

Fije los ojos de la congregación en Jesús

Cuando Israel tuvo hambre, el maná (pan de vida) cayó del cielo.

Cuando Israel tuvo sed, fueron guiados a la roca. Cuando Israel fue mordido por las serpientes, fijó sus ojos en la serpiente de bronce. Cuando Israel estaba en problemas, acudió a Dios.

Dado que el tiempo en determinada iglesia es limitado, las visitas a domicilio y las entrevistas en la oficina pastoral son mucho más importantes. Oriente la mirada de cada miembro hacia Jesús. Predique sobre cualquier tema bíblico que desee: estilo de vida, profecía o historia. Pero siempre relacione cada pensamiento con Cristo. Los llamados son vitales. Pida a la congregación que se ponga de parte de Cristo. Recuerde a los miembros de su iglesia que al salir por la puerta del templo deben vivir para Cristo. Haga de Cristo el cimiento de su ministerio.

Establezca líderes para que dirijan en su ausencia

Moisés no llevó el recipiente de maná hasta el Santuario. Moisés no espió la Tierra Prometida. Moisés nunca mató un cordero durante el servicio del Día de la Expiación. Moisés no construyó el Santuario; al mismo tiempo, Moisés no le dio forma ni moldeó el becerro de oro. Además, Moisés nunca condujo al pueblo en una revuelta. La iglesia es el cuerpo; usted no puede ser la mano, el cuello, la espalda, las costillas y los pies, todo por sí mismo.

Mantenga activos a los feligreses. Logre que las iglesias participen en sus comunidades. Permítales hacer el trabajo, aunque tenga que vigilarlos de cerca. No tome parte en cada ministerio; más bien dirija cada ministerio, involúcrese, dé consejos, pero permita que los miembros de iglesia hagan la tarea. Los pastores no debieran preocuparse o ponerse ansiosos cuando los miembros participan en los ministerios, mientras hayan elegido hombres y mujeres cristocéntricos. La iglesia debe aprender a confiar en Jesús, no en usted ni en mí.

Busque la recompensa

Hebreos 11 cuenta la historia de cómo la fe condujo a los patriarcas y a las matriarcas del Antiguo Testamento. Entre ellos, figura Moisés. Se nos dice que Moisés escogió sufrir por Cristo en vez de disfrutar las recompensas de este mundo. El versículo 26 dice que Moisés buscó el galardón celestial. Al errar por el desierto, enfrentó muchas pruebas y dolores de cabeza. Las personas de fuera, los israelitas e incluso los miembros de su familia persiguieron a Moisés y se rebelaron en su contra. Sin embargo, él mantuvo su mirada puesta en el premio eterno y continuó conduciendo al pueblo hacia la Tierra Prometida.

Un pastor de distrito probablemente se enfrente con muchas presiones, demasiado trabajo e innumerables disgustos. Pero mantenga su mirada fija en la recompensa. Elija sufrir aflicciones en el nombre de Cristo; al saber que cada día trabajamos para Jesús, la Tierra Prometida estará un poco más cerca. Nuestro trabajo es especial. Cuidamos la iglesia de Dios, por más que se trate de dos congregaciones pequeñas o más. Nuestros ojos y los de la iglesia deben ser preservados en preparación para el Cielo.

Conclusión

Sin duda, ser pastor de distrito es difícil. Si no, pregúntele a Moisés. Pero, así como Moisés a pesar de los contratiempos, superados, nosotros también podemos triunfar. Moisés tuvo que aprender algunas lecciones difíciles. Indudablemente nosotros también. Estudiemos su vida, sus pruebas, y de ellas aprendamos a conducir mejor a nuestro rebaño a través del desierto hacia la Tierra Prometida.

Sobre el autor: Pastor adventista en Arizona, Estados Unidos.