Al investigar en algunas iglesias y preguntar a los miembros acerca de la razón de su fortaleza escuché, como respuesta: “Somos una iglesia amigable”. Pero, al plantear la misma pregunta entre los visitantes de esas iglesias, la respuesta fue totalmente distinta.

     Las personas que asisten a la iglesia, regularmente, ven la cuestión de la amistad de adentro hacia fuera. Es decir, desde su perspectiva, experimentan un ambiente de amistad. Los visitantes ven la cuestión desde afuera hacia adentro; es decir, si sus necesidades fueron percibidas y atendidas.

     Desde el inicio, debemos decir que todos los miembros son responsables de la acogida de las visitas. Pero ¿qué es lo que sucede frecuentemente? Tal vez, no ocurra una recepción. Los miembros de la iglesia se acomodan fácilmente a la mentalidad de que conforman una comunidad amigable y que, por lo tanto, alguien recibirá bien a las visitas. En el intento de ayudar a evitar desgastes, ofrecemos aquí algunas sugerencias prácticas que han sido determinantes en muchas iglesias.

     1. La mejor actitud. Los visitantes necesitan percibir una prevalente actitud de amistad. La mayoría de ellos se formará una opinión sobre la iglesia en los primeros treinta segundos luego de entrar por la puerta.

     2. La mejor comunicación. Siempre que visito iglesias, me quedo en algún lugar del edificio, para comprobar cuántas personas hablarán conmigo. Muchas veces, algunas pasan y me ignoran completamente. Si eso sucede en su iglesia, sus visitantes se sentirán “invisibles”. Instruya a los miembros para que siempre que vean a una persona digan: “¡Hola!”

     3. El mejor servicio. Recientemente, visité una iglesia. Ni bien me vio, una señora me saludó, preguntándome si esa era la primera vez que los visitaba. Ante mi respuesta positiva, se presentó, me preguntó mi nombre y me acompañó hasta la recepción. Allí, fui presentado por nombre a la recepcionista, que inmediatamente me ofreció ayuda e información acerca de las dependencias importantes de la iglesia, como el santuario y el baño.

     Si desea tener una iglesia amistosa, sugiero estos tres principios:

     * Aproxímese prontamente a los visitantes.

    * Ofrezca ayuda e información.

     * Preséntelo por su nombre a las demás personas.

     4. La mejor bienvenida. En una iglesia, para mi espanto, el pastor pidió que los visitantes se levantaran y se presentaran. Esa fue una situación incómoda para muchos de ellos. Los estudios muestran que el 72% de las personas se sienten incómodas ante esa práctica. Puede parecer algo bueno, pero sea cuidadoso cuando presenta a los visitantes. Esté siempre atento para no incomodarlos.

     5. El mejor lugar en el estacionamiento. Generalmente, las personas tienen que dar muchas vueltas para poder encontrar estacionamiento. Cuanto más difícil sea encontrar un lugar, más tiempo permanecerán dando vueltas. En el caso de que su iglesia tenga estacionamiento propio, reserve para las visitas el 5% de los lugares.

     6. Los mejores asientos. A las personas les gusta la libertad. Por eso, al llegar a la iglesia, los visitantes prefieren sentarse donde se sientan cómodos. Algunos prefieren la galería, el pasillo lateral o la parte trasera del santuario. Reserve lugares en esas áreas, y no los fuerce a sentarse donde ellos no lo desean.

     7. El mejor tiempo. Al terminar el culto en una iglesia, el pastor dijo a los oyentes: “¡Recuerden la regla de los cinco minutos!” Después, supe que los miembros de esa iglesia habían recibido la indicación de que interactuaran con los visitantes durante los primeros cinco minutos después del culto. Esa es una óptima sugerencia, que debería ser experimentada. Permita que los visitantes de su iglesia digan: “¡Esta es una iglesia amigable!”

Sobre el autor: Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad Andrews.