Las señales de que el final está cerca incluyen enfermedades, como la pandemia del nuevo coronavirus. Sin embargo, Jesús dijo que este conjunto de pruebas sería solo “principio de dolores” (Mat. 24:8). El fin aún no ha llegado porque, entre otras razones, primero el evangelio debe ser “predicado a todas las naciones” (Mar. 13:10).

Con respecto al escenario del fin, Elena de White escribió que “grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos”.[1] Si bien las duras realidades detalladas por Jesús ciertamente vendrán, la buena noticia es que pasarán rápidamente. De hecho, Cristo dijo: “Ahora, cuando comiencen a suceder estas cosas, levántense y mantengan la cabeza en alto, porque su redención está cerca” (Luc. 21:28).

Algunas situaciones generadas por la Covid-19 dan pistas de lo que sucederá en un futuro próximo y, por tanto, pueden ayudarnos a prepararnos para las escenas finales del Gran Conflicto.

1. Cuarentena

La pandemia preanunció una época en la que, habiendo escapado de las grandes ciudades (similar a cuando los cristianos abandonaron Jerusalén antes de su caída en el año 70 d.C.), los hijos de Dios encontrarán refugio en ciudades o centros de población más pequeños.

Es cierto que “los tiempos de aflicción y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el cansancio, la demora y el hambre; una fe que no desmaye aunque sea probada severamente”.[2] Pero entonces –y más tarde, durante el tiempo de angustia de Jacob (Jer 30: 7), cuando el pueblo de Dios tendrá que vivir en grupos pequeños o aislado– el Señor protegerá a sus hijos y proveerá para sus necesidades básicas.[3]

La situación provocada por la pandemia sirve para prepararnos para lo que está por venir. Esta preparación incluye:

Tiempo para estudiar la Palabra. Para que nuestra casa espiritual y la de los miembros de nuestra iglesia permanezcan fuertes, debemos estar seguros de que su fundamento descansa sobre la Roca, es decir, las palabras de Jesús (Mat. 7:24-27). ¿Qué nos impide dedicar tiempo en estudiar la Palabra de Dios con más frecuencia? Necesitamos responder a esta pregunta.

Tiempo para la oración personal. Las circunstancias actuales nos ofrecen la oportunidad de fortalecer nuestra dependencia directa de Dios, por ejemplo, velando con él en oración. En respuesta a la oración de fe, él nos dará lo que les faltaba a las vírgenes dormidas (Mat. 25): su Espíritu Santo, simbolizado por el aceite (Luc. 11:11-13). Él nos enseñará (1 Cor. 2:10-12), nos guiará en la profundización de nuestro conocimiento de las Escrituras (Jer. 33:3) y nos ayudará a guardar sus preciosas promesas (Juan 14:26).

Lealtad en las pequeñas cosas. Jesús advirtió que, antes de la prueba final, seremos llevados ante los tribunales. Sin embargo, prometió estar en sintonía con aquellos que están conectados con él (Luc. 21:12-15). Considerando Amós 3:7: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”, debemos incluir en nuestro estudio “el testimonio de Jesús”, dado a nosotros por el “espíritu de profecía” (Apoc. 19:10). Si somos fieles en las cosas que están a nuestro alcance, Dios hará por nosotros mucho más de lo que podemos pedir o imaginar (Luc. 16:10; Efe. 3:20).

2. Intervención gubernamental

Durante la pandemia, los gobiernos limitaron las libertades individuales y los derechos para garantizar el bien común. Intervinieron, entre otras cosas, para limitar la libertad de circulación de sus ciudadanos; acceso al libre comercio, que afectó a vendedores y compradores; y la entrada o salida de ciertos grupos de población a través de las fronteras de los países.

Aunque el objetivo de estas medidas era la búsqueda del bien común, inconscientemente, las naciones pueden estar preparándose para el momento en que los gobernantes de la Tierra, en coalición, y también invocando el bien común, usarán su poder y fuerza para llevar a cabo eventos. (Apoc. 13). Jesús aseguró: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mat. 10:28); y él prometió: “Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (Luc. 21:18).

3. Alcance global de la crisis

El alcance global de la Covid-19 nos da una idea de la crisis en la que la Tierra entera estará involucrada y que amenazará al remanente de Dios, cuando “toda la tierra” se maravillará y seguirá a la bestia (Apoc. 13:3). Además, la segunda bestia de Apocalipsis 13 hará “que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal [será] sanada” (vers. 12), y engañará a todos los “moradores de la tierra”, “mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió” (vers. 14).

4. Enemigo invisible

Refiriéndose al nuevo coronavirus, las autoridades civiles y médicas de todo el mundo han declarado repetidamente: “Estamos luchando contra un enemigo invisible”. Estas palabras también son ciertas en la dimensión espiritual. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades” (Efe. 6:12). Luchamos contra un enemigo invisible, Satanás, que se esconde y obra a través de poderes humanos en su guerra contra el Cordero y sus seguidores (Apoc. 17:14).

La victoria es nuestra solo cuando nos ponemos toda la armadura de Dios (Efe. 6:14-17). La derrota y la destrucción de Satanás está asegurada (Apoc. 20:10). Esa será la obra de Dios. La nuestra, incluso como líderes espirituales, es reconocer humildemente que la astucia de Satanás excede nuestra inteligencia y habilidad (2 Cor. 11:14); someternos a Dios (Sant. 4:7); orar con fe; y permanecer sobrios y vigilantes (1 Ped. 5:8, 9).

5. Preparación

Incluso con una tragedia tan terrible como la pandemia, Dios nos da oportunidades, y debemos aprovecharlas. Cada uno debe poner toda su confianza en el Señor, apoyado en un estudio profundo de su Palabra, meditación y oración.

Estas reflexiones sobre la pandemia del Covid-19 no pretenden establecer ninguna posición teológica. Más bien, su objetivo es motivar acciones que nos permitan, a nosotros y a las personas que amamos y servimos, estar listos para encontrarnos con Jesús en su venida gloriosa e inminente (Heb. 10:23, 24).

Sobre el autor: Vicepresidente del Seminario Adventista Interamericano de Teología, en Puerto Rico.


Referencias

[1] Elena de White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1998), t. 9, p. 11.

[2] ____________, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 679.

[3] Ver White, El conflicto de los siglos, capítulo 40, “La liberación del pueblo de Dios”.