Volvió el ángel que hablaba conmigo”, escribe Zacarías, “y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda… Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda? Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra”.

Estos mensajeros celestiales entregan su aceite dorado para que la luz pueda llegar a los sinceros buscadores de la verdad. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. “Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado”.

LIBROS SIN USAR

Muchos de los que han sido llamados por el Señor para hacer su obra en el ministerio están cargados con un cúmulo de libros. La compra de libros para algunos se convierte en una pasión. A menudo esos libros quedan en los estantes, rara vez consultados. Algunos son leídos; pero serían grandemente bendecidos los ministros si el tiempo ocupado en estudiar esos libros se dedicase a la oración ferviente, si unieran su alma con la del divino Maestro y escudriñaran las Escrituras, con hambre y sed del conocimiento que proviene directamente de la Fuente inagotable.

Los que dependen enteramente de Dios no necesitan costosas bibliotecas para obtener una comprensión íntima de las Escrituras. Muchos libros costosos no son esenciales: los que estudian esos libros descuidando el escudriñamiento de la Biblia están en peligro de salir confundidos en sus ideas. .  Dios nos ha dado una ayuda, su Santa Palabra, la cual es enteramente segura. Podemos confiar en ella. Los pastores del rebaño de Dios que leen y estudian el único Libro digno de confianza y oran para recibir información del mismo, tendrán a su alcance inmediato los mensajeros celestiales, listos para impartirles el aceite dorado.

SERMONES LARGOS PIERDEN LA MITAD DE SU FUERZA

El sermón del ministro debe ser corto. Si es largo, pierde la mitad de su fuerza El que enseña la Palabra de Dios debiera cultivar sus dones oratorios a fin de que los temas sagrados en que se espacia puedan ser presentados en la mejor forma, para que el precioso aceite dorado haga refulgir rayos claros y distintos de su lámpara. La verdad no debiera perder nada de su poder y atractiva belleza a causa del canal a través del cual es comunicada. Debiéramos tratar de cultivar los rasgos más puros, elevados y nobles para que podamos representar adecuadamente el carácter sagrado de la obra y la causa de Dios.

FUEGO EXTRAÑO

“Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová”. “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”. El Señor dio a todo Israel una lección necesaria. Sería bueno que todos leyeran y meditaran sobre las palabras contenidas en el décimo capítulo de Levítico. ¿No debiera esto hacernos pensar bastante acerca de la importancia de saber bien lo que hacemos cuando estamos en el servicio de Dios? ¿Se han olvidado estas cosas? ¿No se está considerando livianamente la Palabra de Dios? El fuego extraño que el Señor ha ordenado que no debe ser usado, ¿no está siendo puesto en los incensarios y mezclado con el incienso ofrecido delante de Dios?

El que se atiene a la Palabra de vida no permitirá que lo absorban demasiadas cargas. Debe tomarse tiempo para estudiar la Palabra de Dios y escudriñar su propio corazón. Si examina cuidadosamente su corazón y se entrega al Señor, comprenderá mejor cómo aferrar las cosas ocultas de Dios. El maestro diligente y humilde que busca mediante la oración y el estudio fervientes la verdad tal como es en Jesús, con toda seguridad tendrá su recompensa. No acude en busca de ayuda a las ideas de escritores humanos, sino a la misma Fuente de la sabiduría y el conocimiento; y es tarea del Espíritu Santo vaciar el dorado aceite en los depósitos de oro, para que las lámparas puedan emitir rayos claros y perfectos trayendo a luz los propósitos de Dios en verdades de orden más elevado. Bajo la guía de santas inteligencias, el escudriñador de las Escrituras comprende la verdad de la revelación divina. ¡Qué gran privilegio es éste!

LA SOLA SABIDURÍA NO ASEGURA EL ÉXITO

La comprensión de la Biblia es el único medio por el cual podemos esperar sembrar las semillas de la verdad en el corazón de otros. No nos damos cuenta suficientemente de la necesidad de la Palabra de Dios en el ministerio del Evangelio. La verdad no impresiona las mentes debido al poder del agente humano “sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. El temperamento, el conocimiento y la sabiduría propios del que predica la Palabra no pueden darle el éxito en su obra. Pablo puede plantar y, Apolos regar, pero es Dios quien da el crecimiento. El que trabaja para Dios debe exaltar la Palabra del Dios viviente. Cristo debe ser exaltado como el Salvador crucificado.

La verdad debe ser dada a conocer mediante la obra de impartir la Palabra en privado, en las familias, y en la iglesia. Este es el agente indicado por Dios mediante el cual sus designios han de ser mantenidos frescos de generación en generación. Mucho debe hacerse mediante el ministerio de la Palabra. Cuando los servicios religiosos lleguen a ser considerados el instrumento a través del cual el Espíritu Santo obra mediante la Palabra, entra en acción un poder más alto que el poder humano, y los cultos adquieren una fuerza extraordinaria, no debido a la gran eficiencia del orador, sino a la fortaleza y el poder de Dios.

El maestro de la verdad debiera avanzar en conocimiento, crecer en la gracia y la experiencia cristiana, cultivando hábitos y prácticas que hagan honor a Dios y a su Palabra. Debiéramos mostrar a otros cómo hacer una aplicación práctica de la Palabra. Cada paso adelante que demos en la habilidad santificada, en los diversos estudios, nos ayudará a comprender la Palabra de Dios; y el estudio de las Escrituras nos ayuda en el de las otras ramas esenciales de la educación. Después de conocer la Biblia por primera vez, el interés del investigador sincero crece rápidamente. La disciplina que se adquiere mediante el estudio regular de la Palabra de Dios le permite ver en la verdad una frescura y una belleza que nunca antes había discernido. El hacer referencia a pasajes bíblicos en la conversación se hará natural y fácil en un estudioso de la Biblia.

OLVIDÉMONOS DE LOS ENVOLTORIOS

Más que ninguna otra cosa, es esencial que el maestro de la Palabra de Dios procure con el mayor fervor poseer en sí mismo la evidencia interna de las Escrituras. Quien desee ser bendecido con esta evidencia debe escudriñar por sí mismo las Escrituras. Al aprender las lecciones dadas por Cristo y al comparar texto con texto para ver si existe en él esa evidencia, obtendrá un conocimiento de la Palabra de Dios y la verdad quedará escrita en su alma.

La verdad es la verdad. No debe ser envuelta en bellos adornos para que se admire su apariencia exterior. El maestro debe hacer que la verdad sea clara y evidente al entendimiento y a la conciencia. La Palabra es una espada de dos filos que corta de ambos lados. No pisa como quien lo hace calzado de suaves pantuflas.

CONTRAJERON EL PALUDISMO

Hay muchos casos de hombres que defendieron el cristianismo contra los escépticos y que más tarde perdieron sus propias almas en el laberinto del escepticismo. Contrajeron el paludismo y murieron espiritualmente. Tenían fuertes argumentos en favor de la verdad y muchas evidencias externas, pero no tenían una fe firme en Cristo. ¡Oh, hay miles y millares de personas que se llaman a sí mismas cristianas que nunca estudian la Biblia! Estudiad la Santa Palabra con oración para beneficio de vuestra propia alma. Al escuchar la palabra del predicador viviente, veréis que el Espíritu y la Palabra armonizan si tienen una relación viva con Dios.

LA BIOGRAFÍA BÍBLICA, UNA BENDICIÓN

Antiguo y Nuevo Testamentos están unidos por el broche de oro de Dios. Necesitamos familiarizarnos con las escrituras del Antiguo Testamento. Debiera verse claramente la inmutabilidad de Dios; debiera estudiarse la forma en que trató con su pueblo de la dispensación pasada y de la actualidad. Bajo la inspiración del Espíritu de Dios, Salomón escribió: “Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”. En su misericordia Dios repite sus actuaciones pasadas. Nos ha dado el registro de cómo actuó en lo pasado. Necesitamos estudiarlo cuidadosamente, porque la historia se está repitiendo. Tenemos una responsabilidad mayor que la de aquellos cuya experiencia está registrada en el Antiguo Testamento, puesto que sus errores y el resultado de los mismos han llegado hasta nosotros para nuestro provecho. La señal de peligro ha sido levantada para guardarnos de entrar en terreno prohibido, y debiéramos cuidar de no hacer lo que ellos hicieron, no sea que caiga sobre nosotros un castigo peor. Las bendiciones dadas a los de generaciones pasadas que obedecieron a Dios están registradas para animarnos a andar con circunspección, en fe y obediencia. Los juicios que cayeron sobre los culpables están descriptos para que sintamos temor y temblor ante la presencia de Dios. La biografía bíblica es una gran bendición. Estas preciosas instrucciones que constituyen la experiencia de los siglos, nos han sido legadas.

Es bien empleado el tiempo que se dedica a la investigación de las Escrituras; “porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna”. Y Jesús declara: “Ellas son las que dan testimonio de mí”. Mediante la obra del Espíritu Santo, la verdad es fijada en la mente e impresa en el corazón del estudiante diligente y temeroso de Dios. No sólo él se beneficia con esta práctica; también son grandemente bendecidas las almas a las cuales él comunica la verdad y por las cuales un día se le pedirá cuenta. Los que hacen de Dios su consejero cosechan los frutos más preciosos al recoger los dorados granos de la verdad que están en su Palabra, porque el Maestro celestial está muy cerca al lado de ellos. Quien obtenga de esta forma su calificación para el ministerio tendrá derecho a la bendición prometida a los que enseñan la justicia a la multitud (De Review and Herald, 20-4-1897, págs. 457, 458)