Un año más de vida pertenece ahora al pasado. Un nuevo año está surgiendo ante nosotros. ¿Con qué lo llenaremos? ¿Qué inscribirá cada uno en sus páginas inmaculadas? Nuestro modo de proceder cotidiano lo decidirá…
Entremos en el nuevo año con el corazón limpio de la contaminación del egoísmo y el orgullo. Despojémonos de toda complacencia pecaminosa, y procuremos ser discípulos fieles, diligentes, en la escuela de Cristo. Un nuevo año abre sus páginas inmaculadas ante nosotros. ¿Qué escribiremos en ellas?…
Procurad comenzar este año con propósitos correctos y motivos puros, como quienes son responsables delante de Dios. Recordad siempre que vuestras acciones pasan diariamente a la historia mediante la pluma registradora del ángel. Volveréis a encontrarlas cuando se realice el juicio y se abran los libros…
Si nos relacionamos con Dios, la fuente de paz, luz y verdad, su Espíritu fluirá a través de nosotros como por un conducto, para refrescar y bendecir a los que nos rodean. Este puede ser nuestro último año de vida. ¿No lo comenzaremos con una actitud de profunda reflexión? Nuestro comportamiento hacia el prójimo, ¿no se caracterizará por la sinceridad, el respeto y la benevolencia?
No mezquinemos ninguna cosa a aquel que dio su vida preciosa por nosotros… Dediquemos a Dios los bienes que nos ha confiado. Sobre todo, entreguémonos a nosotros mismos como ofrenda voluntaria. Hagamos su voluntad, vivamos para su gloria y él nos concederá un feliz año nuevo. (Elena G. de White, en The Signs of the Times, 5-1-1882.)