Sabemos que la iglesia cristiana fue organizada para constituir una agencia misionera.

Todos reconocemos que el trabajo misionero es un imperativo, pero al mismo tiempo debemos reconocer que no hemos logrado mucho en este campo.

Predicamos, hablamos y esperamos que los miembros tomen alguna iniciativa, y como muchas veces ocurre, ellos descuidan la obra en favor de las almas, y nosotros nos sentimos derrotados; ¿Qué debemos hacer? Naturalmente, después de diez años de trabajo, cada uno tiene una experiencia diferente, y creo que cada cual tiene su manera propia de dirigir una iglesia para que realice la obra. No pretendo que el plan esbozado aquí sirva de modelo para todos; apenas quiero exponer el método que sigo con vista a dinamizar a la iglesia en la obra misionera.

1. Hágase una adecuada propaganda en favor del libro Servicio Cristiano. Puede obsequiarse este libro como estímulo en la Recolección. Hágase la propaganda desde el púlpito y en los hogares.

2. Enséñese al director de actividad misionera a presentar cada sábado algunos párrafos inspiradores de este precioso libro.

3. Seamos nosotros mismos activos misioneros, y participemos en todas las campañas misioneras de la iglesia. Así no hablaremos a la grey sólo por teoría sino por experiencia.

4. Procúrese crear un clima misionero en la iglesia. Participemos activamente en el programa misionero mensual. Prediquemos un sermón entusiasta que no dure más de 25 minutos.

5. En los sermones de los demás sábados, procuremos contar siempre algún incidente misionero.

6. Lógrese que los hermanos lean la revista Id y Predicad.

7. Después de haber creado un clima misionero, y de que la grey esté convencida de que debe trabajar, entonces organícense los grupos. Conviene comenzar con dos o tres, y no con muchos a la vez, porque así resulta más fácil la organización y el control. Las inscripciones a los grupos deben hacerse de preferencia en los sábados misioneros. Por ejemplo, preséntese en el primer sábado los grupos de distribuidores de folletos, de visitadores con proyectores y de Dorcas. En el sábado misionero siguiente, es decir un mes después (y quedan por lo menos tres sábados para organizar estos grupos), iníciense otros grupos, como visitadores de hospitales e inscriptores a la Escuela Radio postal. Los grupos restantes, como estudios bíblicos y correspondencia, se iniciarán en el mes siguiente.

8. Cada vez que los miembros se alisten en alguno de los grupos, dígaseles claramente lo que esto significa. Conviene distribuir tarjetas con los grupos que funcionarán, o bien escribir estos en un pizarrón para que todos estén enterados y puedan elegir.

9. Cuando estén formados todos los grupos, escríbanse a máquina los nombres de los integrantes de cada uno. Al sábado siguiente, léanse los nombres e invítese a una reunión. En esta reunión léanse algunos párrafos de Servicio Cristiano y analícese con los hermanos la mañera mejor de trabajar en esos grupos. Si es posible, comiéncese a trabajar ese mismo día.

10. Junto con el director de actividad misionera, elíjase un director para cada grupo de trabajo. Elíjanse siempre personas responsables y entusiastas.

11. Amplíese la junta misionera de la iglesia incluyendo en ella a todos los directores de grupos. Esto hará que ellos sientan más su responsabilidad, que contribuyan con buenas ideas, y que animen a la iglesia.

12. Vélese para que cada sábado se presente la reunión misionera de diez minutos. Instrúyase a los participantes para que hablen en voz alta y con entusiasmo. Si no hay entusiasmo, no habrá contagio en la iglesia.

13. En la comisión de nombramientos, trátese de que el cargo de director de actividad misionera quede en manos de la persona más competente posible. La vida de la iglesia depende de este departamento, y debe darse todo el apoyo posible al mismo. Nunca debe elegirse para este cargo a una persona que no haga obra misionera.

14. No nos molestemos si los directores misioneros se exceden en unos minutos en su reunión, porque ello indica que están animados y animando a la iglesia. El ideal sería que tuviésemos más sábados misioneros y menos sermones. La Hna. White dice que debe enseñarse más y predicar menos, y esto especialmente en lo que se refiere a la actividad misionera.

15. Cuando participemos en el programa de actividad misionera, esforcémonos por hablar con entusiasmo, hablemos con sinceridad y la grey responderá a nuestros llamamientos.

16. Prefiéranse a los hermanos para que hagan los relatos de incidentes misioneros, porque la hermandad cree, y con razón, que los ministros tienen la obligación de hacer obra misionera. Por eso, cuando un hermano que trabaja todo el día para ganarse la vida, además dedica tiempo a la obra misionera, este hecho constituye una inspiración para la iglesia. Por eso conviene que siempre haya hermanos que presenten los casos inspiradores que han protagonizado.

17. En los bautismos, si un hermano ganó un alma, permítasele entregarle el certificado de bautismo. Preséntese el ejemplo del activo misionero, como un incentivo para los hermanos, y esto animará a que los demás también trabajen por las almas.

18. Estimúlese a los grupos de oración de la iglesia a orar por la obra misionera, y, si es posible, dense los nombres de las personas interesadas. Lógrese que la hermandad se interese por estos candidatos en sus oraciones particulares.

Después de estas consideraciones generales me parece oportuno destacar la obra que cada grupo debe realizar. Folletos. Divídase el territorio y entregarse a cada pareja un plano con el territorio asignado.

Cada una no debe hacer más de quince visitas, para que pueda realizar bien su trabajo. Quienes participen, deberán leer con anticipación el folleto a repartir para llamar la atención de la gente a los pasajes más interesantes. Al cabo de algunas visitas, debe invitarse a la gente a escuchar el programa de La Voz de la Esperanza y a inscribirse en la Escuela Radio postal. Más adelante los acompañarán algunas personas de experiencia para procurar introducir los estudios bíblicos. Invítese a la gente a asistir a la iglesia.

La Voz de la Esperanza. Distribúyase a cada pareja su territorio, como se indicó anteriormente. En la primera visita debe invitarse a sintonizar el programa. A quienes ya lo escuchan se tratará de inscribir en la Escuela Radiopostal.

Al cabo de unas semanas, vuélvase a las mismas casas para ver el progreso del estudio, y procurar introducir los estudios bíblicos. Invítese a la gente a las conferencias. Vida Feliz. Todo miembro que se inscriba en este grupo se hará responsable de vender una determinada cantidad de revistas cada mes. De preferencia estas revistas deben venderse, o regalarse, a las mismas personas, para que el trabajo tenga mejores resultados.

Proyecciones luminosas. Cada iglesia debiera tener varios proyectores y juegos de películas.

El ideal sería que cada hermano tuviese su propio equipo. Cuando se intime más con la familia visitada, conviene hacer una oración antes de salir de la casa. No olvidar de invitar a las familias a la iglesia. Es necesario conocer con anticipación el contenido de cada película para explicarlo satisfactoriamente. Antes de pasar cada rollo conviene hacer un corto estudio bíblico sobre el tema. Al final de la reunión, distribúyanse folletos relacionados con el tema, e invítese a la gente a sintonizar el programa de La Voz de la Esperanza.

Biblias. Los integrantes de este grupo tienen la responsabilidad de vender por lo menos una Biblia por semana. Adentro de cada una deberá ir una invitación a escuchar la audición de La Voz de la Esperanza, y para asistir a la iglesia.

Visitas a los hospitales. El domingo es el mejor día para hacer estas visitas. Los miembros del grupo deben reunirse a una hora determinada, en la puerta del hospital elegido o en sus inmediaciones. De allí pueden salir de dos en dos a intervalos de algunos minutos, por- – que así no llamarán Ja atención de las religiosas, que podrán interrumpir la actividad.

Las Biblias deben llevarse guardadas, y no a la vista. Háblese a los enfermos del amor de Dios y de su plan de redención.

Para terminar, deseo recordar que en toda publicación que salga de la iglesia debe ir un sello invitando a las personas a asistir a las reuniones y a escuchar La Voz de la Esperanza.

Después de realizar una obra misionera bien organizada. podremos ver, con la gracia de Dios, que aumentará la asistencia a nuestras reuniones y a las conferencias.

Sobre el autor: Pastor de la Iglesia Central de Curitiba, Brasil