El tiempo de ver más allá de las circunstancias
Crisis es la palabra del momento en varios países de América del Sur, y puede ser oída en las áreas más diversas como, por ejemplo, en la política, la economía y la moralidad. Gobernantes y autoridades intentan, pero no consiguen, encontrar una salida a situaciones que parecen superiores a ellos mismos. En momentos tales, Dios multiplica las oportunidades y sorprende a su pueblo. Al final, los tiempos difíciles nos ayudan a purificar la vida espiritual, a fortalecer la fe y aumentar nuestra dependencia de Dios. El Señor utiliza esas oportunidades para sacar a su pueblo del medio de las cosas que lo distraen y traerlo de regreso al eje de la consagración y la misión. Las crisis también fortalecen a la iglesia.
Necesitamos estar listos para aprovechar cada una de esas oportunidades sin ser dominados por el miedo o por la inseguridad. Nuestro llamado es a avanzar con responsabilidad y osadía; pues solamente de esa manera vamos a reflejar la visión de Dios para estos momentos.
La responsabilidad nos lleva a volver a evaluar nuestra manera de emplear nuestros recursos y realizar nuestras actividades. Toda arista necesita ser limada, a fin de que avancemos con la mirada puesta en la misión. Al mismo tiempo, la osadía nos da la oportunidad de realizar los sueños de Dios y estar prontos para entrar por las puertas que él abra. El Señor no es guiado por las crisis, sino movido por sus milagros.
Mis ojos brillaron cuando leí una encuesta de opinión realizada en la Rep. Del Brasil entre los días 12 y 16 de julio de 2015. Involucró a 2.002 personas, en 25 Estados, 137 ciudades, que abarcan las cinco regiones del país. El material, encomendado por la Confederación Nacional de Transportes, presentó resultados interesantes. El objetivo era conocer mejor la visión del brasileño sobre diversos temas que agitan al país, pero una de las cuestiones llamó mi atención de una manera especial.
Cuando les preguntaron cuál era la institución del país en la que más confiaban, las respuestas fueron las siguientes:
Observa que mientras todo está desmoronándose y las personas no tienen en qué confiar, asumen de forma destacada que su mayor esperanza está en la religión o en las iglesias. La crisis está potenciando esa oportunidad y abriendo puertas para que podamos llegar a los corazones carentes y sinceros. ¿Qué estamos haciendo, a fin de que esto suceda? ¿Estamos aprovechando este momento con urgencia, conscientes de que no tenemos mucho más tiempo? ¿O continuamos con nuestra rutina, usando nuestro tiempo en cosas irrelevantes y dejando pasar esta chance? Grandes y rápidas oportunidades necesitan ser aprovechadas con un objetivo claro y una acción integrada.
Cuando fortalecemos la orientación, las fuerzas se concentran en lo que es esencial, importante y relevante. Si no actuamos de esa manera y dejamos que las cosas ocurran de manera natural, en modalidad “piloto automático”, las energías serán consumidas en lo que es secundario, vacío e irrelevante. La presión ejercida por el exceso de actividades, el secularismo y los medios de comunicación en todas sus formas, conllevan un enorme riesgo de distracción. No podemos dejarnos distraer, y perder la preciosa oportunidad que Dios está colocando frente a cada uno de nosotros. Nuestro eje central debe estar en el discipulado. Es la esencia y la base de todo.
Es necesario comprometer a cada miembro en la comunión, en las relaciones con los demás y en la misión. Nuestro tiempo principal, la planificación de nuestras actividades, el uso de nuestros recursos, la orientación de nuestros talentos, todo debe llevar a que cada uno de nosotros busque a Dios en la primera hora del día y a formar parte de Grupos pequeños, y que usemos nuestros dones para llevar por lo menos a una persona a Jesús. Priorizando esa visión, tendremos una iglesia más saludable, un ejército más involucrado, personas más integradas, discípulos más maduros y oportunidades mejor aprovechadas.
Para potenciar el alcance y los resultados de esta visión, ahora buscamos más. Frente a las grandes oportunidades, necesitamos soñar más allá de lo que pudimos realizar hasta aquí, llevando a la iglesia a tener más comunión, más relaciones y más misión. No es tiempo de acomodarse ni de retroceder. Es hora de avanzar, para no dejar pasar las oportunidades que los últimos días están colocando frente a cada uno de nosotros.
Cuando es claro el objetivo que debe alcanzarse, las actividades deben ser alineadas e integradas, para entonces ser potenciadas. Por eso, cada año tenemos un proyecto unificado que nos mueve como a un ejército para realizar acciones más relevantes. Es fundamental que actuemos juntos con el propósito de consolidar el foco y fortalecer la unidad. Si no actuamos de manera integrada, seremos una iglesia de muchos pequeños movimientos, pero desconocida, irrelevante, ineficaz e incapaz de cumplir la misión y aprovechar las oportunidades. En contraste, si actuamos unidos, seremos relevantes en la iglesia y, especialmente, en la comunidad, donde están los corazones que claman por socorro y esperanza.
En 2016 vamos a compartir esa Esperanza viva; esperanza que el enemigo no consigue sacudir en sus bases desde el surgimiento del movimiento adventista. Esa esperanza no es una mera teoría, sino que tiene un efecto real en la vida de aquel que la acepta. Vamos a actuar juntos, con pasión, con dedicación, y con el objetivo centrado en el discipulado.
En busca de más comunión, vamos a incentivar a nuestros hermanos a que tengan su lección de la Escuela Sabática, y también vamos a motivar a la iglesia para el programa “Diez días de oración y diez horas de ayuno”, que ocurrirá entre los días 18 y 27 de febrero.
Vamos a trabajar para aumentar la participación de la iglesia en los Grupos pequeños, a fin de disfrutar de más relaciones, aumentando la integración con las unidades de acción de la Escuela Sabática. El día 6 de agosto vamos a celebrar el crecimiento y la multiplicación de los Grupos pequeños.
Tendremos más misión si cada miembro de la iglesia, por la gracia de Cristo y por el poder del Espíritu, se dispone a preparar a una persona para el bautismo, por medio de sus propios dones espirituales. Como iglesia, queremos actuar integrados en cuatro grandes movimientos durante 2016: Semana Santa, del 19 al 27 de marzo; Impacto Esperanza, los días 14 y 15 de mayo; Bautismo de Primavera, del 17 al 24 de septiembre, y Evangelismo Público de Cosecha, del 19 al 26 de noviembre.
Cuento contigo para avanzar juntos con pasión y concentrados en la misión. Después de todo, “¿Acaso un marinero quedará parado si escuchase el clamor de un náufrago? ¿Un médico permanecerá sentado confortablemente, dejando que sus pacientes mueran? ¿Un bombero, al saber que alguien está muriendo en medio de las llamas, quedará de pie y no prestará socorro? Y tú ¿estarías tranquilo, viendo la desesperación del mundo a tu alrededor?”–Leonard Ravenhill.
¡No desperdiciemos las oportunidades que Dios nos da!
Sobre el autor: presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en América del Sur.