La lectura de las publicaciones que contienen temas religiosos es de importancia primordial para el cristiano, porque contribuye a edificar su vida espiritual, inspirándolo, instruyéndolo y fortaleciéndolo en la verdad. Además, los libros y las revistas de este carácter han desempeñado, y siguen haciéndolo, un papel muy importante en la proclamación de los tres mensajes angélicos.
Cuando la técnica de la impresión no había alcanzado el progreso actual, las almas temerosas de Dios se alimentaban leyendo las Escrituras. En Isaías 34: 16 leemos: “Inquirid en el libro de Jehová y leed.’ El profeta Daniel era también un gran lector de los libros inspirados. En el movimiento de reforma encabezado por Nehemías, la lectura de la ley fué de mucha inspiración para el pueblo. Aquéllos eran tiempos difíciles; los enemigos paganos rodeaban a los reconstructores de la ciudad, y además, había enemigos que actuaban desde adentro. En tales circunstancias el estudio de la Palabra de Dios fué una poderosa ayuda, y encaminó al pueblo por la senda del deber señalada por Dios.
Jesús también fué un lector asiduo de los profetas y de la ley. Lo demuestra el hecho de que en varias ocasiones preguntara al público: “¿No habíais leído?” Con esto quiso decirles que no debían esperar que alguien les presentara las verdades, sino que ellos debían aprenderlas de las fuentes originales.
El apóstol Pablo, predicador por excelencia de la iglesia primitiva, fué un concienzudo estudioso y lector de las Escrituras. Al joven Timoteo le aconsejó: “Ocúpate en leer.” Así declaró una gran verdad, que hoy tiene tanta importancia como entonces. Las epístolas de Pablo fueron escritas a mano, y luego copiadas a mano a fin de ser enviadas a las iglesias para su lectura y estudio. Tenían el propósito de instruir a los obreros y a los creyentes de ese tiempo. El apóstol expresa en pocas palabras el fruto que esperaba de la lectura de sus escritos: “La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios.” (Rom. 10: 17.)
Nadie sabe cuántas veces fué leída la Epístola a los Romanos a los hermanos de Roma, ni la de Filipenses a la iglesia de Filipos. Personalmente creemos que las habrán leído infinidad de veces, y que como resultado, los creyentes fueron confirmados en la verdad evangélica.
La Iglesia Adventista, desde sus comienzos, ha creído firmemente en la eficacia de la lectura de temas espirituales para confirmar la esperanza del cristiano y ayudarle a desarrollarse en la obra de Dios. Al principio se publicó un periódico semanal como órgano de la iglesia. Hubieran podido editarlo mensualmente, pero su propósito era proporcionarles a los creyentes abundante material de lectura, porque veían el beneficio que esto podría reportarles. Además, publicaron una revista semanal para los jóvenes. En época temprana también, se comenzó a publicar una cantidad de folletos y libros para beneficio de los creyentes.
Los ministros adventistas, considerando no sólo el presente de la iglesia, sino también su futuro, se esfuerzan por lograr que los hermanos se suscriban a las publicaciones de nuestra denominación. Los administradores de las asociaciones y misiones más progresistas están trazando planes para hacer una campaña que contará con el apoyo de todos los obreros del campo, a fin de colocar en cada hogar adventista nuestras valiosas publicaciones. Tenemos revistas para los adultos, jóvenes y niños. Nuestra organización anhela que esas publicaciones lleguen a cada miembro, pues sabe que constituyen una gran ayuda para el desarrollo espiritual. Algunas de las revistas reciben subvenciones para que estén al alcance de todos. Agradecemos de antemano a los obreros y miembros por el apoyo que han de prestar a la campaña pro suscripciones que estamos por llevar a cabo.
Diremos algunas palabras sobre los libros denominacionales. Contamos con libros escritos especialmente para los dirigentes de iglesia, tales como el “Manual de la Iglesia” y otros, con el propósito de asesorarlos en las diferentes actividades. Disponemos de gran parte de los libros de la Hna. White traducidos al castellano. Si descuidamos la lectura de los mismos, dejaremos de recibir muchas bendiciones para nuestra vida espiritual. Por otra parte, no es posible que los miembros de la Iglesia Adventista no estén informados de los adelantos realizados en otras partes del mundo. Todos debiéramos seguir el ritmo del progreso del movimiento adventista leyendo La Revista Adventista y las demás publicaciones denominacionales.