Hace más de treinta años el Dr. W. C. Dunscombe y su familia se mudaron a Mayagüez, Puerto Rico, para trabajar como médico particular. Antes de eso el Dr. Dunscombe había realizado obra médica misionera en el Japón y en el África. Durante muchos años practicó la medicina, y simultáneamente fué un misionero muy activo en la isla de Puerto Rico. Con el correr del tiempo su hijo, el Dr. C. W. Dunscombe, especialista en garganta, nariz y oído acudió para asociarse con su padre. Entre los médicos que han trabajado en el Centro Médico Dunscombe, en la ciudad de Mayagüez, se cuenta el Dr. Charles Moore, un cirujano especializado.
Durante años fue el gran deseo de los hermanos de Puerto Rico como también de los doctores Dunscombe, que se estableciera allí una institución médica. Se compró una propiedad situada ventajosamente sobre una colina de las afueras de la ciudad de Mayagüez, en la cual se puede construir un hospital cuya vista domine las aguas del mar Caribe. La adquisición de la propiedad y la edificación se han llevado a cabo mediante la cooperación de la Asociación General, la División Interamericana, la Unión Antillana y de nuestros hermanos juntamente con amigos no adventistas residentes en la isla. Esta institución se abrió al público el 4 de enero de 1954.
Nos complacemos en presentar la fachada del edificio principal en la portada de este número de El Ministerio. El Hno. Víctor E. Duerksen, actualmente administrador de la institución, nos dijo que ésta cuenta ahora con 112 empleados y camas para 82 pacientes. Esperan aumentar su capacidad dentro de poco.
Durante el año 1956 el hospital atendió a 2.118 personas. Esto significa un promedio de siete días y medio de hospitalización por cada paciente. En ese mismo lapso nacieron 190 bebés. El Hospital de Bella Vista, aunque está situado a unos dos kilómetros de la ciudad de Mayagüez, mantiene una clínica para el tratamiento de los pobres que viven en la ciudad. En adición a dicha clínica, la organización mantiene también un centro médico en la ciudad, con consultorios, facilidades de laboratorio y rayos X.
“La vida cristiana es una marcha constante hacia adelante. Jesús está sentado para refinar y purificar a sus hijos; y cuando su imagen se refleja perfectamente en ellos, son perfectos y santos, preparados para la traslación.”—J. T., t. 2, p. 137.