En la actualidad se ha comprobado la existencia de un interés creciente en las cosas religiosas. Y no se limita a los puntos de vista personales, porque la tendencia es conocer qué creen y practican las demás denominaciones. Incidentalmente, el pensamiento negativo acerca de cualquiera de éstas, es sumamente impopular. Las diatribas sin fundamento sobre herejías, y la crítica maligna del novicio en historia eclesiástica y en las prácticas de la iglesia no encuadran en nuestra época. Si nuestra denominación siempre puede seguir esta nueva modalidad en las relaciones humanas, es asunto aparte. Sin embargo, hemos recibido instrucciones especiales en el sentido de que debemos concordar con otros pensadores religiosos tanto como sea posible, hasta donde no sacrifiquemos los principios.

Hay veces en que nos sentimos inclinados a pensar cómo es que los cristianos meior fundados reconocen el valor de un marcado individualismo aun en grupos que una o dos décadas atrás fueron el blanco de constantes y a veces sarcásticas críticas. Admitiendo que a veces ha sido necesario objetar algunos de los extraños procedimientos de ciertos sectores, hemos llevado la delantera en la práctica de la equidad y la tolerancia mutuas—un principio que sustentó el Príncipe de Paz. Puede ser que una política basada en la tolerancia sea el resultado de la educación; pero es en mayor grado un fruto del Espíritu. La verdad puede soportar la investigación; y aunque sea echada por tierra y pisoteada, volverá a levantarse. No es una mera coincidencia que precisamente en nuestros días los historiadores y los arqueólogos se hayan convertido en los mejores defensores de la verdad eterna. Los miembros del ministerio adventista harían bien en mantenerse informados acerca de ello. Siempre hemos sabido apreciar el valor de la historia; y la Biblia, por supuesto, ha sido nuestro instrumento principal.

Si bien es cierto que es indispensable que nuestro ministerio esté bien fundado en las doctrinas que nos diferencian de otras entidades religiosas, es igualmente importante que nos informemos acerca de las enseñanzas, las prácticas y las obras de las demás denominaciones. En los Estados Unidos se ha editado un libro excelente que trata de ello; se titula “A Cuide to the Religions of America” (Guía de las religiones de América), y su autor es Leo Rosten, articulista de la revista Look. Sus 19 notables presentaciones acerca de las principales religiones, con un apéndice de 105 páginas que revelan hechos y guarismos referentes a ellas, son fidedignas y están al día. Con éste, iniciamos una serie de artículos que presentarán la manera mejor de tratar con estas denominaciones en nuestra obra evangélica.

Los protestantes en general

El protestantismo pareciera tener conciencia de que ha perdido la fuerza de su protesta. Varios escritores indican una moderna connotación del término “protestante.” La idea que proponen no es más la de oposición, sino más bien la de declarar y testificar por la fe de una manera creativa. Notemos cuáles son los puntos sostenidos por todos los protestantes, según el Dr. Enrique P. Van Dusen:

“Fe en Jesús como Señor y Redentor;

“La Biblia como fuente primaria de lo que es verdadero y justo;

“El amante interés de Dios por cada ser humano;

“La amistad directa y constante entre Dios y el creyente;

“El perdón de Dios en respuesta a la fe y penitencia de cada uno;

“La iglesia como la comunidad de los seguidores de Cristo;

“La responsabilidad de cada cristiano por su fe y su vida (el ‘sacerdocio de todos los creyentes’) ;

“El deber de descubrir y hacer la voluntad de Dios en las tarea# diarias (la “significación divina de cada “llamamiento” ) ;

“La obligación de buscar el progreso del reino de Dios en la tierra;

“La vida eterna con Dios en la “comunión con los santos. ”

En esta lista, sin embargo, a duras penas percibimos en la expresión “el progreso del reino de Dios.” el espíritu agresivo que campeó en los días de la Reforma. Un obrero adventista tampoco encuadraría en esta clase de evangelismo. Ponernos muy en duda si la exposición del anticristo tal como lo revelan las profecías conduciría a la unidad ecuménica como los protestantes la consideran en la actualidad. El mensaje de Cristo, de la manera en que se lo presenta, carece de desafío. Además, hay otros sectores que toman posiciones y también esperan ser oídos. Sin embargo, los adventistas no podemos dormirnos frente a estos acontecimientos, porque se nos ha encomendado un mensaje de advertencia. Debemos desenmascarar el complot tramado por Satanás en la Babilonia moderna. Debemos desafiar a todo el protestantismo a completar la interrumpida Reforma del siglo XVI.

En esta lista, sin embargo, a duras penas percibimos en la expresión “el progreso del reino de Dios.” el espíritu agresivo que campeó en los días de la Reforma. Un obrero adventista tampoco encuadraría en esta clase de evangelismo. Ponernos muy en duda si la exposición del anticristo tal como lo revelan las profecías conduciría a la unidad ecuménica como los protestantes la consideran en la actualidad. El mensaje de Cristo, de la manera en que se lo presenta, carece de desafío. Además, hay otros sectores que toman posiciones y también esperan ser oídos. Sin embargo, los adventistas no podemos dormirnos frente a estos acontecimientos, porque se nos ha encomendado un mensaje de advertencia. Debemos desenmascarar el complot tramado por Satanás en la Babilonia moderna. Debemos desafiar a todo el protestantismo a completar la interrumpida Reforma del siglo XVI.

El estudio de la historia eclesiástica hace que el obrero tenga conciencia de los grandes asuntos que se han debatido en los importantes concilios de iglesias, tales como los de Nicea y Trento. Siguiendo la línea del tiempo, comprendemos el hecho de que aun la gran Reforma no podía manejar todos los problemas acumulados que dieron origen a las controversias que surgieron en esa época. No está de más mencionar aquí la convocación del Sínodo de Dort (Dordrecht), Holanda, en 1618. Fue motivado por profundas disensiones entre los calvinistas holandeses y los arminianos, nombre derivado de Arminio, fundador de una escuela bastante moderada en materia de predestinación divina. Pero el arminianismo de la controversia de Dort todavía necesitaba depuración y expansión. La perpetuidad de la ley de Dios adquiere un significado adicional cuando se la considera a la luz del mensaje del juicio final, y con una profunda comprensión del propósito de Dios revelado en la expiación de Cristo. Puesto que el pecador se había convertido en un ser que se había revelado contra su gobierno, Dios tenía que ser vindicado. Un estudio acerca de lo que denominamos la verdad del santuario arroja luz sobre la destrucción de Satanás y de sus seguidores. En estos asuntos los adventistas diferimos algo de nuestros hermanos evangélicos. Pero en la actualidad el hecho de disentir puede tomarse por un signo de fortaleza. Esperamos que a pesar de esas diferencias, podremos mantener una amistad comprensiva con los protestantes en general.

El calvinismo

Al analizar el calvinismo, debiéramos tener conocimiento de ciertas declaraciones, tales como la que hizo el Dr. Juan Sutherland Bonnell, registrada en “A Guide to Religions. “  pág. 107. Reconocemos que ésta es una interpretación modificada de la predestinación que se enseñaba en los días de Calvin o. Todavía quedan algunos miembros que se aferran a las enseñanzas de la “escuela antigua.”

La mente humana no puede posesionarse fácilmente de todos los misterios de Dios. Pero el adventismo, a través de los símbolos del santuario, y especialmente del significado del día de la expiación, contempla con anticipación la aniquilación del pecado. La enseñanza del propósito de Dios manifestado en Cristo nuestro Redentor es fundamental. Esta doctrina revela el carácter de Dios y su presciencia divina. La actuación de cada persona no está limitada por “mandatos;” porque se trata de seres inteligentes que tienen la facultad de elegir entre la salvación y la perdición. El adventismo proclama la eterna divinidad de Cristo, y anhela su regreso, que eliminará el pecado para siempre. Esta es una de las vías de acceso a nuestro mensaje, en la tarea de preparar a los habitantes de todo el mundo para este gran evento. En nuestro mensaje se incluye la admirable verdad de la resurrección, que implica una posición definida acerca de la inmortalidad condicional presente del hombre.

Sobre el autor: Secretaria adjunta de la Asociación Ministerial de la Asociación General.