El descubrimiento de una ciudad del tercer milenio AC y su relación con la Biblia

La Biblia nos dice bastante acerca de Abrahán y sus descendientes, pero muy poco sobre sus antepasados. En aquellos lejanos días del tercer milenio AC, ¿cuál era el modo de vida en la Medialuna Fértil? Esta era la importante franja agrícola y económica por la cual viajó Abrahán desde los ríos Éufrates y Tigris a través de Siria hasta Palestina. Quizá los historiadores del antiguo Cercano Oriente podrían llenar los vacíos dejados por el Génesis. Pero desafortunadamente no han sido tan útiles como se esperaba. Todavía en 1971 el autor de la prestigiosa y actualizada Historia Antigua Cambridge escribió que no se sabía nada de la constitución étnica o de la lengua de la Siria del tercer milenio AC. Veía a sus habitantes como principalmente nómades y aun puso en duda que supieran escribir.

¡Pero ahora todo ha cambiado! La excavación arqueológica de Tell Mardikh en Siria, que se inició en 1964, y el descubrimiento de unas 17.000 tabletas cuneiformes y fragmentos a partir de 1974, ya ha despertado un amplio interés e incluso debates sobre la relación de los contenidos de los archivos del tercer milenio con los antecedentes históricos, culturales y lingüísticos de los patriarcas bíblicos.

Hasta los que pasan por alto las posibles “conexiones” bíblicas se entusiasman con estos hallazgos. Las tabletas de Ebla (el nombre antiguo de Tell Mardikh) constituyen el archivo más antiguo jamás encontrado. En efecto, todas las tabletas descubiertas por las excavaciones en la Mesopotamia, y que datan desde la introducción de la escritura hasta el fin del tercer milenio AC, ascienden a alrededor de un cuarto de los documentos de Ebla. Sus archivos se comparan, tanto por su mérito intrínseco como por su extensión, con las grandes bibliotecas cuneiformes del segundo y primer milenio halladas en Ugarit y Mari en Siria; Bogazkóy (la capital hitita) en Turquía; y Nínive y Asur en la Mesopotamia.

Ahora es bastante bien conocida la historia del descubrimiento de Ebla. El grupo italiano de la Universidad de Roma trabajó en Tell Mardikh en una relativa oscuridad hasta el descubrimiento, en 1967-1968, de una parte de una estatua que contenía una inscripción de 26 líneas cuyo desciframiento permitió la identificación de Tell Mardikh con la antigua Ebla, ya conocida por otras fuentes cuneiformes. El segundo hito importante en el descubrimiento filológico de Ebla fue el hallazgo en 1974 de 42 tabletas y fragmentos esparcidos sobre el piso del palacio real. Esto resultó en el desciframiento de la lengua de Ebla -que resultó ser una lengua semítica hasta aquí desconocida, relacionada, entre otras, ¡con el hebreo bíblico! En los años siguientes se descubrió la biblioteca real de Ebla -por lo menos 5.000 tabletas completas, o parcialmente restaurables, con miles de otros fragmentos.

Libros nuevos

En los años posteriores hubo afirmaciones exageradas, negaciones vehementes, intrigas políticas y debates acalorados acerca de los hallazgos y su significado. Comenzaron a aparecer artículos científicos -en su mayoría en desconocidas revistas italianas. Sin embargo, 1981 vio la publicación de dos libros importantes en inglés. El primero, Ebla: An Empire Rediscovered [Ebla: Un imperio redescubierto] (Doubleday, U$S 14.95), fue escrito por Paolo Matthiae, el director de la expedición arqueológica. Presenta la historia de la excavación y detalla los descubrimientos más importantes en su antiguo contexto histórico del Cercano Oriente. En septiembre apareció el segundo libro: The Archives of Ebla: an Empire Inscribed in Clay [ Los archivos de Ebla: Un imperio grabado en arcilla] (Doubleday, U$S 15.95), por Giovanni Pettinato, el erudito encargado originalmente de descifrar y publicar las tabletas. Sería pedir demasiado obtener tan pronto la palabra final sobre una colección tan enorme de documentos, pero el libro es, no obstante, sumamente importante porque da al mundo de habla inglesa su primera mirada detallada al contexto de muchas de las tabletas de arcilla.

Las tabletas fueron escritas en el sistema de escritura cuneiforme común a la antigua Mesopotamia, pero el idioma de muchas de ellas no es el súmerio -como lo eran otros documentos del tercer milenio-, sino un idioma semítico del noroeste hasta entonces desconocido, y ahora llamado “eblaíta”. Aunque los lingüistas debaten acerca de cómo debería clasificarse exactamente esta nueva lengua, Pettinato sostiene que es una lengua cananea antigua, íntimamente relacionada con el ugarítico, el fenicio y el hebreo bíblico. Pudo descifrar el nuevo lenguaje porque algunos de los documentos eran bilingües.

Fecha de las tabletas

También se debate la fecha exacta del archivo. Matthiae y la mayoría de los arqueólogos sostienen una fecha alrededor del 2250 AC, mientras que Pettinato y la mayoría de los lingüistas están convencidos de que las tabletas son 250 años más antiguas, contemporáneas con la dinastía de Mesalim de Kish en la Mesopotamia y con la cuarta dinastía de constructores de pirámides en Egipto. El único sincronismo seguro hasta aquí está entre Ar-Ennum, el tercer rey de Ebla, e Iblul-II, un rey de Mari, cuya fecha es incierta.

Muchos de los documentos del archivo real son de carácter económico y administrativo, e importantes para comprender la estructura del estado eblaíta, la división del poder, la sociedad y la vida diaria de la capital imperial. La segunda categoría principal de documentos es histórica y jurídica -esto es, ordenanzas reales, edictos, cartas de estado, tratados internacionales, contratos de compra y venta, etc. La tercera categoría incluye textos lexicográficos, ejercicios escolares, listas científicas y vocabularios bilingües. Finalmente están los textos literarios, que incluyen veinte mitos, epopeyas (especialmente la Epopeya de Gilgamesh, la cual en recensiones tardías contiene el relato del diluvio), himnos, conjuros, rituales y colecciones de proverbios. En muchos sentidos estos últimos, aunque muy interesantes, son los más difíciles de interpretar y comprender adecuadamente. De ahí que aparezcan muy pocos en el libro de Pettinato.

Religión

Un texto literario que fue traducido, sin embargo, parece hacerse eco de las palabras de Génesis 1:

“Señor del cielo y de la tierra:

la tierra no estaba, tú la creaste,

la luz del día no estaba, tú la creaste,

la luz matinal tú no la habías [todavía]

hecho existir”.

Evidentemente el escritor vio la existencia del cosmos como debida a un Ser superior quien lo creó. Pettinato teoriza que los eblaítas evolucionaron del politeísmo al henoteísmo, la adoración de un supremo dios-creador dentro del panteón. Además, hay evidencias notables de la existencia en Ebla del nombre Ya para una deidad -quizá lingüísticamente referida a Yahvé, el nombre bíblico hebreo para el Dios de Israel. Bajo el rey Ebrium este nombre reemplaza a II (referido al Elohim hebreo) como el componente divino en los nombres personales. Es claro, de todos modos, que los eblaítas fueron originalmente politeístas y que las divinidades en su panteón fueron predominantemente cananeas. Entre ellas están incluidas algunas conocidas como Baal, Quemos, Dagón, el dios-sol, Sipish, el dios de la tormenta, Hadad, y la diosa de las aguas del océano primordial, Tiamat. Tanto los sacerdotes como las sacerdotisas eran los “ungidos”, y los “profetas”, que iban de una ciudad a otra anunciando el mensaje divino. Estos hombres santos fueron llamados nabiutum, un término que se relaciona con la palabra hebrea bíblica para “profeta”. Las ofrendas del templo incluían tanto las incruentas (pan, cerveza, aceite) y cruentas (ganado pequeño), como también los exvotos de tela y metal, incluyendo el oro.

Se observaban las fiestas de purificación, ungimiento y consagración. Sin embargo todavía no hay evidencia de un día semanal de reposo, un día cuando cesaran todas las operaciones, aunque en Ebla se usaba el verbo shabat, “cesar, desistir”. Tampoco hay evidencia de un ciclo semanal. Sin embargo su año era un año solar dividido en doce meses lunares. La sincronización se lograba por la introducción ocasional de un mes intercaladle.

Un estudio preliminar de las tabletas indica que la sociedad de Ebla estaba formada por cinco grandes grupos: empleados de la administración, comerciantes, artesanos, campesinos y obreros. Además de estos ciudadanos, Ebla dio cabida a mercenarios extranjeros, prisioneros, esclavos y huéspedes (negociantes, escribas y profetas). El estado estaba presidido por un rey elegido, algunas veces secundado por un corregente. Podía negociar tratados, así como lo ¡lustra un tratado particularmente interesante con Asur. Estos tratados -como los tratados preservados del mundo bíblico- concluían con una fórmula de maldición: “En cualquier momento que (él) hiciere lo malo, puede el dios-sol, el dios Hadad, y las estrellas que son testigos, esparcir su decisión en la estepa: para los comerciantes quienes emprenden un viaje, que no haya agua; (que) no puedas tener morada estable; puedas emprender un viaje de perdición”.

La Gran Ebla, con una población de por lo menos 260.000 residentes permanentes, estuvo integrada por unas 250 ciudades y aldeas. El personal completo del estado totalizaba 11.700 funcionarios, de los cuales 4.700 trabajaban en el palacio. Las mujeres eblaítas no estaban necesariamente relegadas al hogar, sino que participaban en decisiones importantes, y llevaban considerables responsabilidades en ciertos sectores de la economía.

La economía

La riqueza del reino eblaíta se asentaba en sus productos agrícolas (cereales, malta, olivos, vides y otros frutos) y ganaderos (la crianza de ganado vacuno fue desarrollada intensamente). Los textos parecen reflejar una economía aristocrática creada y mantenida por un número de familias nobles, quienes manejaban un imperio económico-comercial antes que un complejo político-militar. Su industria textil produjo telas de lana y lino fabricados en hilanderías estatales, que luego se embarcaban a puntos tan lejanos como el moderno Irán. Fueron bien conocidos por su tela damasquina (tela de lino o lana entretejida con hebras de oro), una tradición siria que continúa hasta hoy en la ciudad de Damasco. La industria metalúrgica trabajó el cobre, el estaño, el plomo y el bronce, pero especialmente los metales preciosos.

Debido a su posición geográfica ideal, Ebla también pudo haber coordinado la circulación de bienes entre muchas tierras distantes entre sí. Al sur, el límite de influencia de Ebla se extendía a través de toda Siria y Palestina, hasta el Sinaí. Las ciudades conocidas que se mencionan incluyen Biblos, Asdod, Jafa, Acó, Sidón, Meguido, Laquis y Damasco. Hacia el oeste, Ebla comerció con Chipre, y al norte, con muchas ciudades en Turquía. Sin embargo, fue hacia el este donde más floreció la actividad comercial de Ebla. Controlaba la región del Éufrates del norte mesopotámico, pero su influencia alcanzó más lejos, al norte iraní y al centro y sur mesopotámico.

Las tabletas revelan no sólo una economía próspera sino una alta cultura a cierta distancia de las únicas academias previamente conocidas del sur mesopotámico. El cuerpo de textos de Ebla incluye listas de signos cuneiformes, silabarios (los más antiguos conocidos anteriormente datan sólo del 1800 AC) que revelan la pronunciación de palabras sumerjas, los diccionarios y vocabularios más antiguos que se registran, listas de palabras preparadas por temas (quizá manuales escolares), y un diccionario geográfico del Antiguo Cercano Oriente que abarca el área completa de la Medialuna Fértil con particular énfasis en Siria-Palestina.

Ebla y la Biblia

Muchos eruditos consideran que las tabletas de Ebla son demasiado tempranas para ser relevantes en los estudios del Antiguo Testamento. Después de todo, ¡Abrahán no vivió hasta 500 años después! Pero en un epílogo (“Ebla, Ugarit, y la Biblia”) al nuevo libro de Pettinato, Mitchell Dahood, un erudito bíblico católico y autor del Anchor Bible Psalms, sostiene que el cuidadoso empleo de material primitivo es legítimo para aclarar las expresiones y prácticas posteriores. Sugiere que los documentos escritos descubiertos en la Ugarit del segundo milenio puede servir como puente entre la Ebla del tercer milenio y el Antiguo Testamento mayormente del primer milenio. Procede, entonces a ¡lustrar su tesis con ejemplos lingüísticos específicos. Muchos eruditos consideran débil su metodología porque carece de controles rígidos, pero algunas de sus sugerencias parecen plausibles y útiles.

Por ejemplo, hasta ahora el único testimonio de “hombre” (Adán) fuera de la Biblia aparece en la forma de nombres personales en textos del antiguo acadio de cerca del 2350 AC. Precisamente ahora el mismo nombre personal también apareció en Elba. En ugarítico uno de los títulos de El, la cabeza del panteón, es “El, el padre de la humanidad (Adán)”. Compárese con Génesis 1: 26. La forma peculiar de escribir el nombre del dios Quemos en Jeremías 48: 7 también ha aparecido en Ebla. Dahood dice que tales preservaciones no son accidentales, sino que sugieren una gran continuidad en las tradiciones religiosas, culturales y lingüísticas.

Con respecto a la importancia teológica de la raíz hebrea kpr, en la que subyace la idea de “rescate”, “pago”, “expiación”, etc., Dahood dice, sobre la base de su aparición en un vocabulario eblaíta bilingüe: “De aquí que el koper bíblico pudo haber significado originalmente ‘cobre’; y dado que los arreglos de desacuerdos entre los mismos israelitas o entre los israelitas y Dios involucraba la transferencia de cosas de valor (una persona, un animal o su reemplazo por mercaderías o moneda corriente), esta etimología estaría acorde con el subsecuente desarrollo de esta institución” (Ebla: An Empire Rediscovered, pág. 282).

Basado en paralelos lingüísticos de Ebla, Dahood sostiene que puede traducir correctamente pasajes difíciles como Génesis 4: 7 y Proverbios 26: 23, y entender mejor palabras tales como las siguientes, que aparecen sólo una vez en la Biblia: ‘abrek, en Génesis 41: 43 (“el superintendente del palacio real” en vez de “doblad las rodillas”), y mnlm, en Job 15:29 (“su propiedad” paralelo a “su riqueza”).

Dahood sugiere que uno puede entender plenamente el significado polémico de un texto como el de Isaías 60:19, 20 sólo cuando se lo lee con el trasfondo del extendido culto del dios-sol, popular ya en los días de Ebla. También señala lo significativo que resultan para la datación del material bíblico el hecho de que las palabras que antiguamente se pensaba que eran sólo tardías ahora se encuentra que son tan tempranas que ya se usaban en Ebla. Por ejemplo, sugiere que la forma aramea shum, “nombre”, que se halla 11 veces en los libros de Esdras y Daniel, y que algunas veces ha sido atribuida a la influencia acadia, bien puede ser una forma cananea alternativa ya documentada en Ebla. O la unidad de medida conocida en la Biblia como minah (véase 1 Reyes 10:17) considerada por algunos como de origen babilónico, bien puede ser cananea, ya que aparece repetidamente en los textos de la economía de Ebla.

Conclusiones

Tales sugerencias específicas ciertamente serán debatidas en el futuro. Pero Dahood seguramente está en lo cierto cuando sugiere que Ebla producirá un impacto en los estudios bíblicos en por lo menos tres formas: 1) la demolición gradual de la pared psicológica que ha mantenido los descubrimientos de Ras Shamra/Ugarit fuera de las discusiones bíblicas (la continuidad de las tradiciones lingüísticas y religiosas en Canaán); 2) la actitud de los intérpretes bíblicos hacia la capacidad literaria de los escritores del Antiguo Testamento (fueron los herederos de una venerable tradición literaria y merecen ser tomados seriamente); y 3) la utilización de evidencias de Ebla para la filología y la lexicografía bíblicas (muchos hapax legomena bíblicos, o palabras de una única mención, se hallan en Ebla).

Desde un punto de vista histórico tenemos ahora las evidencias en los libros de Matthiae y Pettinato de que el primer gran imperio semítico puede no haber sido construido por Sargón y los otros reyes de Akadia, como pensábamos sino por los eblaítas, cuyo rey más ilustre fue Ebrium. Ebrium lleva el mismo nombre que Heber, el patriarca registrado en Génesis 10 y 11 de quien descienden los hebreos. Aunque cronológicamente es posible que Ebrium y Heber sean uno y el mismo individuo, resulta improbable. Nosotros sabemos por la Biblia que los hijos de Heber fueron Peleg y Joctán; ninguno de estos nombres aparece mencionado entre los más o menos 25 nombres de hijos de Ebrium en las tabletas. Pero es probable que procedieran del mismo medio cultural y que por primera vez estamos comenzando ahora a vislumbrar cómo fue la vida para los antepasados de Abrahán, de quienes la Biblia señala que fueron sirios (Deut. 26:5).

Pettinato mismo dice: “Pero si la Ebla del 2500 AC está comenzando a arrojar luz sobre el milenio precedente, muchas zonas oscuras del segundo milenio están comenzando a asumir formas más claras. El principal beneficiario es el mundo semítico occidental en el cual se destaca la Ugarit del decimocuarto siglo, seguida por la cultura fenicia y el mundo del Antiguo Testamento del primer milenio” (loc. cit., pág. 268).

Estos libros nuevos sólo estimulan nuestro apetito por los resultados de las excavaciones que continúan y los nuevos desciframientos de las tabletas ya encontradas. Podemos estar seguros de que Ebla apenas está comenzando a compartir sus secretos, un conocimiento de los cuales iluminará los antecedentes de los patriarcas y de la lengua en que se escribió el Antiguo Testamento.

Sobre el autor: Lawrence T. Geraty, es profesor asociado de Arqueología e Historia Antigua en el Seminario Teológico Andrews, Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos.