Tuve la fortuna de crecer en un hogar en el que mi padre consideraba que las niñas podían y debían hacer todo lo que pudieran y quisieran, siempre y cuando fuera de buen gusto. Así fue que aprendí a cambiar fusibles, a reparar planchas, a ensillar un caballo y a manejar un tractor. Cuando tenía doce años, mi padre me hizo memorizar el libreto de un estudio bíblico en filmina, me enseñó cómo manejar un proyector de diapositivas y me acompañó a dar un estudio bíblico a un vecino. Cuando tenía 16 años, me ayudó a disponer los elementos de la escena cuando dirigí la representación The Other Wise Man (El otro sabio). Así crecí sintiendo que sólo el cielo era el límite de mis aspiraciones. También me ayudó mucho a desarrollar confianza el ver a mi madre enseñar, predicar, y administrar muchos aspectos de la vida familiar.
Luego conocí a mi suegra chilena. Que además de criar a ocho hijos, que actualmente trabajan para la iglesia, fundó la primera sociedad de menores de su iglesia, dirigió una pequeña Sociedad de Dorcas, enseñó a los niños en las Escuelas Sabáticas, y se mantuvo al día en los temas de nutrición y de salud, administrando a la vez una productiva granja durante años.
Mi suegra, al igual que otras mujeres, no se cansó de hacer el bien. Observé a mujeres en muchas partes del mundo que se consagraron a sus familias, a la iglesia y al mundo, en un esfuerzo por mejorar la sociedad y por cumplir el mandato del Señor de hacer Su obra.
Una de estas mujeres fue Gerónima Suárez. Vivía con nosotros en Uruguay cuando yo tenía 9 años. Compartíamos una litera. Si me despertaba por la noche la encontraba sobre sus rodillas, repitiendo el versículo de memoria para la clase de Biblia del día siguiente, esforzándose para no dormirse antes de cumplir con su tarea. Sonreía fácilmente. Trabajaba duro. Cuando su novio de la infancia la abandonó por otra, sonrió y trabajó más duro aún. Como era una buena cocinera, aprendió cómo administrar la cocina del colegio secundario y luego trabajó como dietista en uno de nuestros sanatorios. Ella conocía a fondo el arte de dirigir la producción de alimentos, y aprendió a administrar las dietas terapéuticas fundamentales. Recién se jubiló el año pasado (1984), luego de una larga carrera de servicio como ecónoma en sanatorios de Argentina y Paraguay, y en el Instituto del Uruguay. Gerónima era una mujer que cumplía la misión, alguien que no se cansaba de hacer el bien.
Un relevamiento de las mujeres como obreras de la denominación
Dos surveys de uniones y divisiones en el campo mundial, realizados hace un año, revelan que no es raro encontrar que las mujeres ocupen puestos en la tesorería y en la dirección de los departamentos.
Aprendimos, entre otras cosas, de mujeres que ocupan responsabilidades como miembros de juntas directivas de unión, de una “notable colportora y ganadora de almas” que dirigió a los colportores en la Unión Africana del Este, de 17 administradoras de los Servicios Educacionales, de unas 182 administradoras de colegios, y de 12 directoras de publicación. Además, leímos de las actividades de la pastora Nellie Salvan, en las Filipinas, cuyo distrito pastoral incluye a ochocientos miembros en catorce congregaciones; de Junelyn Picacha, la primera y única mujer que se graduó con el título de master en las Islas Salomón y que dirige -juntamente con su esposo- el Sanatorio de Atoifi; de Daisy Ardley, un ama de casa australiana que tiene un programa radiofónico representando a la Iglesia Adventista.
Además obtuvimos los nombres y de las direcciones de 23 damas empleadas como líderes de congregaciones. Las cartas a estas mujeres revelaron respuestas fascinantes -una descripción de hermanas activas, dedicadas y felices, consagradas a las tareas pastorales. Una de ellas, Ernestine Rabesalama, de Madagascar, informó que ni aun sus siete hijos adoptivos pudieron apartarla del ministerio que eligió “a causa del sentimiento de felicidad de conocer a Jesús y Su amor… y de transmitirlo a otros”. También señaló: “Poder alimentar a otra persona de la Palabra de Dios y lograr que se convenza, y, sobre todo, que se convierta, me hace rebosar de felicidad”.
Cuando se preguntó a las uniones respecto de las damas destacadas, se dieron otros nombres: la Sra. M. A. Pieres, exitosa evangelizadora en Portugal; Sheree Nudd, que recibió el Philanthropy Award de la Asociación General por recaudar tres millones de dólares para el Huguley Memorial Hospital; Margit Su- ring, una dama que dirige el seminario en Tiovonlinna Júnior College, en Finlandia; Phoebe Asiyo, miembro del parlamento de Kenya; la doctora Lucette Rakotoson, profesora de Medicina en Madagascar, y otras.
En resumen, es muy claro el cuadro de una iglesia mundial llena de hermanas activas. No todas tienen los mismos talentos. No todas tienen educación. Pero todas comparten una visión de servicio con un espíritu de devoción.
Desde ocho oficinas de división se informa de doce damas que dirigen o asisten a la dirección de los departamentos de Educación, de Escuela Sabática, de Evangelización infantil, de Salud y de Bienestar. En una división, una dama es la que dirige el Home Study Institute. Dos divisiones tienen vicetesoreras.
Conozco a una de ellas. Trabaja en la División del Lejano Oriente. Y cuando alguien no puede comprender un aspecto de un reglamento, o tiene una pregunta sobre los estatutos, la respuesta más común es: “Pregúntale a Rowena [Rick]. Ella sabe”. En mayo, la señorita Rick vino a Filipinas por asuntos de la división. Hablamos de muchos temas, incluso del servicio de la mujer dentro de la iglesia. Me dijo que a veces cuando mira hacia atrás y ve cuán lejos ha llegado -que es mucho más de lo que alguna vez hubiera imaginado-, apenas puede creerlo. De paso, la División del Lejano Oriente es la que informó el mayor número de damas que trabajan como obreras -un total de cinco en puestos directivos.
El número de hermanas que sirven en las oficinas de la unión es mayor sólo porque hay más oficinas. Hay 57 hermanas sirviendo en las oficinas de las uniones, según informaron las 59 uniones o campos aislados en mi encuesta reciente. El mayor número de ellas, 24, dirige el Departamento de Evangelización Infantil. Hay 8 que sirven como asistentes de tesorería. Cinco dirigen escuelas primarias, cinco son vicedirectoras de educación, y una es directora de educación en su unión. Cinco dirigen la escuela por correspondencia de la unión. Cuatro son vicedirectoras del departamento de colportaje.
Nuevamente el número de damas que sirve en el mismo trabajo en una asociación, misión o campo local, es mayor: se informa de un total de 127. Esta figura es incompleta por el número de uniones que no informaron, y porque no todas las uniones informaron de cada dama que trabaja en la asociación o misión local. Las áreas en las que desempeñan mayor actividad, son educación (8 directoras de educación, 21 vicedirectoras de educación, 4 directoras de colegios primarios, lo que hace un total de 33), evangelización infantil (son 24), colportaje (22), y salud y temperancia (19).
La División del Lejano Oriente informó que actualmente hay dos damas que dirigen instituciones secundarias; una en la zona central de Filipinas, y la otra en Corea. Tenemos informes de cinco directoras académicas, de tres administradoras de colegios. En el nivel secundario, hay 22 damas como directoras y tres administradoras. Son 308 las directoras de las escuelas de enseñanza primaria. En el punto de la encuesta que dice: “…otros, por favor especifique”, se informa de educadoras para la salud, de administradoras de fondos en custodia, y en la Unión Chilena, hay una directora del Área Femenina, es la Sra. Lidya Justiniano, que, actualmente, se desempeña en las oficinas de la División Sudamericana. Mientras estaba en Chile describía su trabajo de la siguiente manera: “Intentamos atender las necesidades de las mujeres de la Iglesia Adventista de Chile. Nos interesan especialmente las esposas de los pastores. En las reuniones de obreros tenemos talleres de trabajo especialmente destinados para ellas; editamos una publicación en la que compartimos ideas y comentarios; visitamos a todas las esposas de pastores porque hay muchas que están aisladas y se sienten solas; preparamos materiales que puedan utilizar en su trabajo. Trabajamos especialmente con ellas en las áreas de evangelización infantil, Escuela Sabática, salud y nutrición, y dando estudios bíblicos. Con el propósito de extender la efectividad de la oficina de la unión, organizamos sociedades locales en las que las damas pueden trabajar juntas y ayudarse mutuamente.
“Siento profundamente que cuando Dios llama al ministerio, no sólo llama al hombre, sino a la pareja. Muy a menudo, las esposas de los ministros no están preparadas para desempeñar adecuadamente su tarea. Queremos equiparlas y ayudarlas a sentir que son un elemento importante del equipo. Para mí no hay mayor gozo que ver cómo las personas que llegan a la iglesia se preparan para el cielo. Soy feliz al ayudar a otras mujeres para que sean más efectivas en la ganancia de las almas”.
Las damas en la dirección de sanatorios
En el área médica encontramos a diez damas que se desempeñan como directoras de sanatorios, dos administradoras de instituciones médicas, una directora de desarrollo y de relaciones públicas, cuatro en capellanía y siete directoras de clínicas. A esto debemos añadir la dirección del departamento de enfermería que, en la mayoría de los casos, está bajo la dirección femenina en centenares de instituciones médicas adventistas de todo el mundo.
Hilda Rainda, que fuera directora médica del Sanatorio Adventista en Sopas, es una representante femenina de esta rama. Su testimonio es sorprendente. Ella dice: “Me desempeñaba privadamente en Canadá cuando recibí una invitación para ser directora médica. Consideraba que nunca podría llegar a realizar ese trabajo. Nunca había administrado una institución, ni había hecho cirugía alguna. Mi esposo y yo oramos respecto del asunto. En todas nuestras lecturas devocionales parecía como que leíamos claramente que debíamos ir. Finalmente, decidí leer El conflicto de los siglos. Seguramente allí no habría ningún mensaje referido a ir a Nueva Guinea. Pero lo que me sorprendió fue leer lo siguiente: “El plan de Dios es valerse de instrumentos humildes para la realización de grandes fines. La gloria no se tributa entonces a los hombres, sino a Aquel que obra por medio de ellos el querer y el hacer según su buena voluntad” (pág. 182). Y bien, eso es lo que hicimos. Fuimos. Antes de llegar a Sopas nunca había cortado un abdomen. Durante mis cuatro años allí operé cada órgano del cuerpo humano. Pasé tanto tiempo de rodillas como operando. Dios, y no yo, fue el que hizo todo.
“Cuando dejamos Sopas, recibí un llamado para ser directora asociada del departamento de salud de la División Australasiana. Mi responsabilidad específica era nutrición y educación para la salud. Pero después de unos pocos meses el director salió y me pidieron que me hiciera cargo por tres meses. Recién había regresado a Australia, luego de cuatro años en Nueva Guinea, y, en verdad, no creía que pudiera desempeñarme bien en ese cargo. Pero, nuevamente, Dios lo hizo”.
Nuevamente el número de damas que sirve en el mismo trabajo en una asociación, misión o campo local, es mayor: se informa de un total de 127. Esta figura es incompleta por el número de uniones que no informaron, y porque no todas las uniones informaron de cada dama que trabaja en la asociación o misión local. Las áreas en las que desempeñan mayor actividad, son educación (8 directoras de educación, 21 vicedirectoras de educación, 4 directoras de colegios primarios, lo que hace un total de 33), evangelización infantil (son 24), colportaje (22), y salud y temperancia (19).
La División del Lejano Oriente informó que actualmente hay dos damas que dirigen instituciones secundarias; una en la zona central de Filipinas, y la otra en Corea. Tenemos informes de cinco directoras académicas, de tres administradoras de colegios. En el nivel secundario, hay 22 damas como directoras y tres administradoras. Son 308 las directoras de las escuelas de enseñanza primaria. En el punto de la encuesta que dice: “…otros, por favor especifique”, se informa de educadoras para la salud, de administradoras de fondos en custodia, y en la Unión Chilena, hay una directora del área Femenina, es la Sra. Lidya Justiniano, que, actualmente, se desempeña en las oficinas de la División Sudamericana. Mientras estaba en Chile describía su trabajo de la siguiente manera: “Intentamos atender las necesidades de las mujeres de la Iglesia Adventista de Chile. Nos interesan especialmente las esposas de los pastores. En las reuniones de obreros tenemos talleres de trabajo especialmente destinados para ellas; editamos una publicación en la que compartimos ideas y comentarios; visitamos a todas las esposas de pastores porque hay muchas que están aisladas y se sienten solas; preparamos materiales que puedan utilizar en su trabajo. Trabajamos especialmente con ellas en las áreas de evangelización infantil, Escuela Sabática, salud y nutrición, y dando estudios bíblicos. Con el propósito de extender la efectividad de la oficina de la unión, organizamos sociedades locales en las que las damas pueden trabajar juntas y ayudarse mutuamente.
“Siento profundamente que cuando Dios llama al ministerio, no sólo llama al hombre, sino a la pareja. Muy a menudo, las esposas de los ministros no están preparadas para desempeñar adecuadamente su tarea. Queremos equiparlas y ayudarlas a sentir que son un elemento importante del equipo. Para mí no hay mayor gozo que ver cómo las personas que llegan a la iglesia se preparan para el cielo. Soy feliz al ayudar a otras mujeres para que sean más efectivas en la ganancia de las almas”.
Las mujeres como editoras, pastoras, instructoras bíblicas y maestras
La primera encuesta que realizamos demostró que había doce damas dirigiendo departamentos de publicaciones. En este año sólo había cuatro. Si es que hubo un repentino cambio de profesión o es que ocho de ellas se jubilaron al mismo tiempo, eso no lo sabremos nunca. Del mismo modo, el número de administradoras de Servicios Educacionales se redujo un cuarto comparativamente con las cifras del año anterior.
El equipo pastoral femenino informado es pequeño: 13 pastoras, 8 ayudantes de pastor, y 64 instructoras bíblicas. La División Norteamericana -aunque su informe es incompleto- tiene el mayor número de mujeres en el ministerio: 3 pastoras y 33 instructoras bíblicas. La División del Lejano Oriente, informa de 4 pastoras y 17 instructoras bíblicas. La División Euro- africana, informa de 3 pastoras, 4 ayudantes de pastor, y 6 instructoras bíblicas. Se informa que 85 damas reciben remuneración por su actividad de tiempo completo en las actividades pastorales y de ganancia de almas.
Desde España, la Sra. Inés de Posse, que completó 37 años de servicio denominacional, informó: “Mi esposo y yo hemos estado enseñando en el Colegio Adventista de Sagunto. Además de eso, hemos pasado fines de semana, vacaciones y todo otro tiempo posible entrenando ‘monitores’, que es el nombre que se les ha dado a los laicos de las iglesias que recibieron una preparación especial para enseñar dentro y fuera de las iglesias. Cada equipo tiene tres ‘monitores’: uno especializado en nutrición, otro en educación infantil, y el tercero en extensión. Estos equipos trabajan en las iglesias, realizando seminarios y talleres. La preparación de estas personas es un modo de extender la influencia y la efectividad del colegio.
“El ser maestra tiene enormes beneficios. Me gusta ver cómo la gente aprende. Especialmente, me siento feliz cuando aprenden el camino de la salvación. Si todos usáramos nuestros talentos, también compartiríamos ese gozo. ¡Las mujeres pueden!”
No todas las mujeres necesitan ser profesionales. En las Filipinas, Sharon intentaba pensar en algún trabajo de tiempo parcial que pudiera satisfacer su necesidad de expresión creativa. Sus Sharon’s House of Cards [La casa de tarjetas de Sharon], ahora produce tarjetas de salutación realizadas con motivos y materiales filipinos. Estas tarjetas se venden en Manila y en los Estados Unidos. La última vez que la vi, hablamos de esa especialidad que la deleita. Actualmente, hay doce niñas que trabajan en el proyecto y se solventan todos sus estudios en el Mountain View College.
Como mujeres adventistas en el mundo que hacen lo mejor para servir a Dios, nos hemos unido a un grupo selecto de mujeres activas y consagradas de todos los tiempos: Débora, la profetiza y jueza (Jue. 4); Ester, la reina y libertadora de los judíos; las mujeres anónimas que ayudaron a Jesús y a sus discípulos (Luc. 8:1-3), las Marías que asistieron a Cristo en la muerte; Priscila, la colega de Pablo (Rom. 16:3), y otras, cuyos nombres y actividades desconocemos. Tanto a nosotras, como a ellas, creo que Pablo nos diría gustoso: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gál. 6: 9).
Sobre la autora: es profesora asociada de ciencias bíblicas en el Seminario teológico del Lejano Oriente. También es autora de tres libros de texto y de numerosos escritos. Este artículo es una condensación de su disertación en la reunión de damas de las sesiones del Congreso de la Asociación General en 1985.