Una forma de poner límites para equilibrar el trabajo y la vida familiar en la pastoral del siglo XXI

            Mientras volábamos a través del Atlántico hace unos pocos meses, nos encontramos con una tormenta espantosa. Aunque anteriormente habíamos vivido muchas tormentas en aviones, este vuelo fue uno de los peores. Ambos estábamos inmóviles y en silencio, sentados el uno al lado del otro durante aquella noche sombría. Sujetándonos las manos, hablamos individualmente con Dios.

            En aquellos momentos, cuando el avión estaba descendiendo en picada y sacudiéndose, y nuestros futuros parecían inciertos, nuestros pensamientos no se dirigían hacia nuestras responsabilidades laborales. Más tarde, con cielos más tranquilos, nos confesamos mutuamente lo que realmente estaba pesando en nuestra mente: nuestra relación con Dios, la relación entre nosotros y la salvación de nuestros hijos.

LECCIONES DE UN VIAJE TURBULENTO

            Sin excepciones, nuestra vida en el ministerio puede, en ocasiones, parecerse a una tormenta desagradable. La intensidad del trabajo mismo, sumada a las altas tasas de expectativas poco realistas de parte de los miembros de iglesia, no siempre da lugar a un viaje suave. Más bien, prepara a los pastores para un agotamiento rápido y, con frecuencia, los lleva a vivir con una gran carga de culpa, frustración y desilusión.

            Estas emociones no son solo una realidad para los pastores, sino también tienen un efecto dominó sobre el cónyuge del pastor y sus hijos. A menudo, muchas de las mismas expectativas que se colocan sobre el pastor son colocadas sobre su cónyuge y sus hijos. Por ejemplo, se les pide a las esposas que asuman responsabilidades pastorales, y se espera que los hijos sean modelos de perfección, demostrando madurez espiritual más allá de su edad.

            Por supuesto, el ministerio pastoral tiene tanto alegrías como desafíos. Aunque los puntos altos del ministerio pueden ser grandiosos – llevar a las personas a Jesús, brindar esperanza a aquellos que no la tienen-, los puntos bajos del ministerio pueden ser muy malos, lo que causa frecuentemente que uno estire al límite el tiempo y los recursos, y no logre satisfacer, en resultados medibles, ni a la iglesia su a su familia.

            A mediados de 1980, Paul Tsongas, un senador de los Estados Unidos por Massachusetts, descubrió que tenía cáncer. 41 principio decidió seguir adelante con su campaña de reelección. Sin embargo, cambió de opinión cuando leyó una nota personal que le escribió un amigo, Arnold Zack: “Nadie en su lecho de muerte dijo alguna vez: ‘Cómo deseo haber pasado más tiempo en mis negocios’ “. Tsongas abandonó su campaña y pasó tiempo con su familia durante este período de dificultad.[1]

            No estamos sugiriendo que los pastores abandonen el ministerio. Más bien, sugerimos que, desde otra perspectiva, analicen cómo poner las primeras cosas en primer lugar, por medio de un mejor manejo delos compromisos que compiten entre sí a fin de encontrar homeostasis en su vida espiritual, personal y profesional. “Ninguna disculpa tiene el predicador por descuidar el círculo interior en favor del círculo mayor. El bienestar espiritual de su familia está ante todo”.[2]

NEGLIGENCIA ESTRATÉGICA

            En una entrevista para la revista Leadership Journal [Revista de Liderazgo], Bill Hybels, de la comunidad eclesiástica Willow Creek, habló sobre las claves para un liderazgo más simple y más efectivo. Mencionó la necesidad que tienen pastores y líderes ministeriales de captar la noción de “negligencia estratégica”.[3] Esta idea habla de la necesidad de límites saludables en el ministerio. Claramente, cada pastor tiene que concentrarse, simplificar y priorizar.

            Y, con este compromiso, uno debe hacerse, en mi opinión, las preguntas: ¿En qué me quiero convertir con el paso del tiempo? ¿En qué tipo de esposo o esposa? ¿En qué tipo de padre o madre? ¿En qué tipo de amigo, pastor o líder? Y luego, hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué necesito incluir en mis horarios para que pueda convertirme en este tipo de persona? Fundamentalmente, los pastores deben decidir de manera estratégica qué cosas dejarán fuera de sus horarios para ser exitosos espiritual, personal -en su vida familiar- y profesionalmente.

            En un estudio reciente sobre el estrés en la familia pastoral realizado en la División Norteamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, un porcentaje significativo de pastores informó que tiene dificultades con la oración personal, y problemas para mantener un vínculo personal con Dios y hacerse un tiempo para las devociones personales. Lo que sabemos, como personas involucradas en el ministerio, es que sin la oración y el estudio de la Biblia es imposible sostener una relación viable con Dios, necesaria para cualquier tipo de ministerio eficaz. Sin esta conexión diaria, perdemos de vista el haber sido llamados convirtiendo lo que hacemos por la iglesia en un simple trabajo habitual.

            Entonces, ¿qué es 1o que el pastor debe descuidar estratégicamente para desarrollar disciplinas espirituales más fuertes? ¿Fijar momentos específicos para responder correos electrónicos? ¿Pasar menos tiempo con las redes sociales? ¿Mirar menos televisión? ¿Ir a dormir más temprano para despertarse más temprano? Tú eres el único que puede determinar qué debes descuidar estratégicamente, de manera que puedas darle a la oración y al estudio de la Biblia el tiempo necesario que te permitirá ser un líder espiritual eficaz.

EN LA PALABRA

            Esdras 7:10 declara: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”.[4] Nota el compromiso que hizo Esdras para estudiar la Escritura, vivir la Escritura y enseñar la Escritura. Estudiar la Palabra de Dios es un prerrequisito para conocer a Dios. Muchos eruditos estudian y enseñan la Escritura, pero ella no ha marcado una diferencia en su vida. No fue así con Esdras. Él puso su corazón en esto. Estudió la Escritura, observó la Escritura y, después, la enseñó.

            Sin ninguna duda, la negligencia estratégica fue clave en la vida de este fiel escriba, o hubiera sido incapaz de estudiar, vivir y enseñar la Escritura de malera singular. Como pastores, debemos aprender y comenzar a aplicar en nuestra vida el modelo establecido por Esdras para ser eficaces como líderes del rebaño. El tiempo que pasamos en devoción personal y estudiando la Palabra de Dios no puede ser solo para preparar un sermón, sino que debe ser el momento en el que nutrirnos y alimentamos nuestra vida espiritual para estar primordialmente conectados a la Vid.

            En Hechos 1:8, Jesús anima a sus discípulos con las palabras: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Unos pocos versículos más adelante, en Hechos 1:14, leemos: “Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego”.

            El Espíritu Santo habitará en nosotros cuando pasemos tiempo en oración, pidiendo claridad de mente y de propósito para representar eficazmente a Jesús ante el mundo. El poder del Espíritu descenderá con la fuerza del Pentecostés cuando nos hagamos tiempo para estar en comunión con Dios por medio de la oración. Si no tomamos esto como eje central y como prioridad, nuestra vida estará demasiado repleta de actividades como para destinar tiempo a la oración. Elena de White aconseja: “Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo”.[5] Como pastores, debemos incluir estratégicamente tiempo para la oración y el estudio de la Biblia, porque el descuido de esas actividades se convertirá en un obstáculo que nos impedirá pasar tiempo con Jesús.

            En el estudio pastoral estadounidense mencionado más arriba, muchos pastores se quejaban de no tener suficientes horas en la semana para realizar todas sus responsabilidades y todavía tener suficiente tiempo libre para estar con su familia. Así, los pastores deben descuidar estratégicamente muchas cosas buenas del ministerio que no son centrales para su misión principal, de manera que puedan hacerse tiempo para estar con, y apoyar a, sus familias.

            Si ambos aceptáramos [Willle y Elaine] todas las invitaciones que recibimos cada año para hablar o escribir, fallaríamos en los objetivos principales de nuestras responsabilidades ministeriales. Aunque nos tentamos en trabajar en nuestras vacaciones, debemos demorar o declinar resueltamente ciertas tareas y funciones para damos el descanso necesario a fin de estar lo suficientemente saludables espiritual, emocional y físicamente para continuar trabajando de manera eficaz.

TRABAJO EN EQUIPO

            El pasado mes de agosto celebramos treinta años de matrimonio. A fin de conmemorar la ocasión y crear recuerdos para conservar nuestro matrimonio, pasamos cinco días en la playa. Nos gustan las vacaciones en la playa, especialmente cuando la arena es hermosa y hay agua azul transparente.

            El tiempo que pasamos allí fue simplemente increíble. Nos relajamos, leímos libros, comimos platos cocinados por otros, nadamos, hicimos snorkel, fuimos a andas en bodyboard y kayak; pero lo más memorable de todo fue aprender a navegar.

            Tan pronto como nuestra lección de navegación comenzó, nos dimos cuenta de que navegar es mucho más complejo de lo que aparenta ser. Aunque es un poco estresante, también es relajante, desafiante y gratificante. Necesitábamos trabajar juntos como un equipo y estar en el mismo lado del catamarán para sentir el suave deslizamiento a través de las hermosas aguas caribeñas.

            Dios creó el matrimonio y la familia para darles a los seres humanos un sentido de comunidad, hacerlos sentir unidos y tener un sentido de responsabilidad para con el otro. Aunque el proceso tiene momentos desafiantes, las gratificaciones son enormes.

            La Biblia está repleta de consejos que nos ayudan a gestionar nuestras relaciones familiares para obtener el máximo gozo. Cuanto más leamos la Palabra de Dios individualmente y de manera colectiva, tarto más estaremos en armonía con lo que Dios quiere para nosotros y nuestras familias. La verdad es que es imposible, dentro de la esfera de la capacidad humana, mantener siempre el amor al abrigo del agravio o el daño. Sin embargo, cuando aplicamos la Palabra de Dios a nuestras relaciones familiares, encontramos la capacidad de honrar a Dios en esas relaciones. Esto solo puede llevarse a cabo, no obstante, cuando nos hacemos un tiempo para estar con el otro y crecer juntos por medio del poder de Dios.

ASUNTOS FAMILIARES

            Nos encanta pasar tiempo juntos. Al tener el privilegio de trabajar juntos, hemos compartido todo tipo de cosas, actividades y lugares favoritos. Tenemos restaurantes favoritos, museos favoritos, flores favoritas, comidas favoritas y muchas cosas más. Simplemente, estamos agradecidos porque Dios nos unió, e intentamos aplicar la Escritura a las interacciones en nuestra relación, para tener el máximo beneficio. Uno de nuestros versículos favoritos de la Biblia para tener en cuenta cuando nos comunicamos mutuamente es Santiago 1;19: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.

            Trabajar tan de cerca como lo hacemos es gratificante, pero también es todo un desafío. Así que, elegimos incorporar momentos divertidos cuando estamos juntos y encontrar razones para celebrar con frecuencia, para que nuestro matrimonio y nuestra familia sigan siendo un lugar deseable donde estar. Después de pasar un fin de semana de pie, hablando en un retiro de parejas o capacitando a pastores y a líderes de iglesia, solemos ir a comer a alguien buen restaurante indio. Aunque intentamos ser temperantes y cuidadosos, simplemente disfrutamos de la comida, y nos parece una buena razón para celebrar a Dios y la vida.

            Nuestros hijos ya no viven más en casa. Sin embargo, cada vez que tenemos la oportunidad de estar juntos, nos hacemos el tiempo para celebrar el poder estar conectados mutuamente, participando de una actividad que ya hemos disfrutado previamente: ya sea participando de un juego, comiendo en un restaurante favorito, visitando un museo, o yendo a la iglesia. Esto nos recuerda que pertenecemos el uno al otro y que estamos agradecidos a Dios por su bondad hacia nosotros. Y, cuando estamos lejos el uno del otro, seguimos vinculados al mantenemos en contacto. Sin lugar a dudas, esto lo logramos solamente empleando el descuido estratégico.

            El ministerio pastoral es difícil; a veces puedes sentirlo como si estuvieras a miles de kilómetros en el aire en medio de una tormenta turbulenta. Sin embargo, una vez que reconocemos esa dificultad el hecho de que es difícil ya no importa siempre que recordemos que “todo 1o puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas” (Fil. 4:13, NTV).

Sobre el autor: Directores del departamento de Ministerio Familiares de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.


Referencias

[1] Paul Tsongas, Heading Home (Nueva York: Knopf, 1984), p. 160.

[2] Elena de White, Obreros evangélicos (Asociación Casa Editora Sudamericana, 1997), p. 215.

[3] “The Secret of Strategic Neglect Bill Hybels on the Keys to Simpler and More Effective Leadership”, Leadership Journal 37, N° 1 (invierno 2015).

[4] A menos que se mencione lo contrario, todas las referencias de la Escritura son de la versión Reina-Valera de 1960.

[5] Elena de White, El camino a Cristo (Pacific Press Publishing Association, 1993), p. 70.