El mundo y la iglesia necesitan consejo; especialmente los jóvenes y los enfermos del alma y del cuerpo. Elena G. de White dice que “los consejos de hombres de experiencia” son “cosas esenciales” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 431). El ministro, debido a. sus responsabilidades eclesiásticas y administrativas, dispone de muy poco tiempo para darse a sí mismo al arte y a la ciencia de aconsejar.

Cada año que pasa es mayor la necesidad de una actuación decidida de los pastores consejeros que se dedican a esta tarea, especialmente en las grandes ciudades, así como en los hospitales y los colegios, para fortalecer a nuestros miembros que tienen problemas vitales que resolver, como también para integrar con éxito en la fraternidad a los simpatizantes.

Es una lástima que un buen número de personas estén diciendo en nuestras grandes iglesias: “¡No hay quien se cuide de mi alma!” (Sal. 142:4, VM). ¡Qué desafío para nuestros dirigentes! “La persona necesitada es la primera responsabilidad, y todo el programa de la iglesia debería enfocarse sobre la necesidad y personalidad humanas” (The Ministry, abril de 1957, pág. 37). Y Elena G. de White dijo que “el enfermo de espíritu necesita la experiencia de uno… que pueda simpatizar con él y ayudarle” (Lecciones Practicas del Gran Maestro, pág. 355).

Esta obra no puede hacerse con los que están deseosos de exhibirse “a la luz de las candilejas”, sino por hombres maduros emocionalmente cuyo único deseo sea, colocándose silenciosamente en segundo plano, ayudar a los individuos a encontrar su camino, que es la senda de la utilidad y de la felicidad, por la aceptación de las responsabilidades morales, gracias a la mano ayudadora del consejero. La Palabra de Dios dice: “¿Pereció tu consejero que te ha tomado dolor como a mujer de parto” (Miq. 4:9)?

“Hoy día la gente vive bajo una tremenda tensión. El mundo está lleno de temor, y muchos, torturados por un terror sin nombre, son incapaces de analizar sus problemas. Dominados por una tiranía interior, no tienen seguridad. ¡Si tan sólo alguien descubriera sus complejos ocultos y les diera libertad! Lo que necesitan es un consejero sensato y comprensivo.

Cada iglesia necesita de una clínica de asesoramiento vocacional y social” (Roy Allan Anderson en The Shepherd Evangelist págs. 570,575).

“Crece el número de sacerdotes, ministros y maestros que aprenden psicología y la ponen en práctica” (Life en español, abril 2, de 1957, pág. 70).

Existe una gran necesidad de adoctrinamiento, de obra misionera y de trabajo administrativo, pero la necesidad de hacer directamente la obra que Cristo hizo es aún mayor. “El Señor me ha ungido para sanar a los quebrantados de corazón” (Luc. 4:18). El espíritu de profecía dice: “Ayudadles a resolver los problemas de la vida” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 157).

Para hacer esta obra hacen falta hombres que hayan experimentado las adversidades de la vida, porque ellos están en mejores condiciones para sentir compasión por los que se hallan en apuros (2 Cor. 1:4; Heb. 4:15). “El que se compadece de ellos los guiará (yendo adelante juntos) y a manantiales de agua conducirá” (Isa. 49:10, 11, Bover-Cantera). “Y reposará sobre él el espíritu de Jehová… el espíritu de consejo y fortaleza” (Isa. 11:2).

La meta del arte y la ciencia de aconsejar y de la obra de asesoramiento —como la llama El Ministerio Adventista (mayo-junio de 1957, pág. 15)— es ayudar a la persona a alcanzar su mayoría de edad, gracias al crecimiento interno, a la madurez emocional, a la fe en Dios y al desarrollo de la responsabilidad personal. Así podrá hacer frente felizmente a las dificultades de la vida moderna en la familia, en el trabajo y en los problemas sexuales y personales. De este modo, a medida que el individuo descubre el plan de Dios para su vida, se va transformando en un hombre nuevo con un propósito nuevo, adelantando paso a paso por un nuevo camino con seguridad, gozo y valor, porque sus temores y ansiedades han desaparecido.

La obra del consejero no sustituye a la del ministro, ni mucho menos, sino que cumple una misión específica, indicada en la Palabra de Dios y en los escritos del espíritu de profecía. ¡Qué gran obra espera para ser hecha por esta avenida de servicio!

Los estudiantes de los cursos superiores de nuestros colegios debieran aprender los fundamentos de la ciencia y el arte de aconsejar, porque mañana los necesitarán enormemente.

Un pastor-consejero ha tenido en un año 1.100 entrevistas sobre problemas conyugales, alcoholismo, relaciones entre padres e hijos, ansiedad, culpabilidad, vejez, pérdida de empleo, vocación, problemas del sexo, educación, abatimiento. De este modo ha podido hablar de las más amplias perspectivas de la vida, de su significado y propósito, de las metas por las cuales luchamos, de los valores más dignos y de las actitudes gracias a las cuales podemos aflorar lo mejor que tenemos y dar el mayor servicio a nuestros semejantes. Tal obra ha pagado buenos dividendos en el levantamiento moral, espiritual y social de la comunidad y de la iglesia (ya que ambas dependen del verdadero éxito en la vida individual), ha ganado amigos y ha salvado almas.