DE TODAS LAS expresiones musicales originadas por el hombre, ninguna ha llegado a ser tan popular y universal entre los jóvenes superando barreras idiomáticas, ideológicas, culturales y religiosas, como la música rock. Por cierto que esta música también ha cruzado fronteras denominacionales, y está haciendo su obra entre nuestros queridos jóvenes de la iglesia.
Hace dos años se hizo una encuesta[1] en tres colegios secundarios adventistas de Puerto Rico con los siguientes resultados: de 400 jóvenes adventistas -el 60% del total de los estudiantes encuestados-, el 36% tenía al rock como primera preferencia musical. Las cifras suben al 46% si consideramos el total de estudiantes, y tomando sólo a los no adventistas, al 62%.
Aunque los datos muestran que la penetración de esta música es mucho menor entre nuestros jóvenes comparados con los no adventistas, la preocupación tiene bases sólidas, ya que ese 36% lo pone como la primera preferencia, sin incluir cual sea la segunda, la tercera o la cuarta. Además, sólo el 40% de nuestros jóvenes adventistas seleccionó como primera preferencia la música religiosa. Casi nadie eligió la música clásica.
Mi pregunta es: ¿pasará ese mismo fenómeno en su iglesia? ¿Ha pensado cómo enfrentar este mal que quiere generalizarse aún más? Después de investigar, escribir, grabar y presentar el tema “El lado oculto del rock” a más de 6.000 jóvenes en Puerto Rico, intentaré dar algunas repuestas que le ayudarán en su ministerio.
Lo primero que decimos a nuestros jóvenes después de haber leído o escuchado algo contra el rock es: “No escuches esa música, es satánica”. Pero no les proveemos información y evidencias claras para que tomen una decisión inteligente. No basta clasificar algo como “satánico” si no se ha demostrado el por qué y el cómo de su maldad. Creo que como líderes de la iglesia debemos informarnos y preocuparnos por hacer llegar esa información a los jóvenes que tanto la necesitan. Si después de advertirles en forma inteligente y comprensiva siguen escuchando esa música, entonces estaremos libres de responsabilidad ante Dios, aunque no libres de la responsabilidad de seguir orando y actuando con paciencia y amor salvadores. Al mismo tiempo que les advertimos sobre el mal debemos proveerles de orientación y de música que sirva como alternativa. Aprender a seleccionar buena música es una tarea que demanda tiempo, esfuerzo, sabiduría y perseverancia tanto de parte de los líderes de la iglesia como de los padres que educan a sus hijos.
Existen dos formas básicas de rock: el “soft-rock” (rock suave) y el “heavy-metal (metal pesado). El suave se caracteriza por ser melódico, con ritmo y pulsaciones (“beat”) menos marcados; es menos ruidoso y violento que el pesado, caracterizado por un ritmo fuerte, veloz y compulsivo; por sus estridencias instrumentales, por la letra cantada casi a los gritos, y especialmente por los efectos sonoros repetitivos que ejercen una notable acción hipnótica.
A mi modo de ver, las dos formas -el suave y el pesado- son medios utilizados por el enemigo de Dios para apartar a muchos jóvenes del gusto por las cosas de valor eterno. En el caso del rock suave la penetración satánica es menos abierta y más sutil -aunque hay excepciones-, pero igualmente peligrosa.
En este artículo me propongo proveer algunas evidencias por las que esta música está al margen del Evangelio y de la verdad:
1. El excesivo énfasis en los elementos sensuales de la música. Este énfasis es un desmedro de los elementos que apelan a la razón y la conciencia. Este desequilibrio ocurre tanto en el movimiento físico del baile, como en la letra y la música.
El término “rock and roll” fue acuñado “por un discjockey de la ciudad de Cleveland que lo tomó prestado del ghetto negro donde era usado como descripción de una manifestación sexual’’.[2] No se puede negar la estimulación sexual del rock. Jóvenes que eran adictos al rock me confesaron cuán fácil era seducir a una mujer después de un concierto o de bailarlo. Una encuesta realizada en 1977 en escuelas públicas del norte del estado de Florida en los EE.UU., reveló que de 1.000 muchachas solteras que resultaron embarazadas, 984 concibieron mientras escuchaban música rock.[3] ¿Casualidad o evidente asociación?
2. El uso excesivo de la amplificación. Ya sea que se escuche con audífonos, en un equipo para el hogar o en vivo, la amplificación hace que el poder del rock sea total. En un concierto en vivo, la fuerza del sonido masajea todo el cuerpo y el oído a tal punto que se llega a percibir visceralmente, porque las facultades auditivas quedan adormecidas. Así la mente queda a merced del cuerpo y obedece a sus impulsos instintivos. El record mundial de amplificación en un concierto en vivo lo tiene el grupo británico “The Who” que el 31 de mayo de 1976 utilizó 76.000 vatios de amplificación en un concierto ofrecido en un estadio de fútbol en Londres. A 50 metros de distancia del sistema de sonido, el decibelímetro indicaba 120/dB, potencia suficiente como para causar cambios temporales o permanentes en la audición.[4]
3. Induce a la perversión sexual. Una preocupada madre publicó en la sección “Mi turno’’, de la revista semanal Newsweek, una denuncia contra la pornografía en el rock[5] Ella cita como ejemplo la canción “Eat Me Alive” (Cómeme vivo) del grupo Judas Priest cuyo tema es un acto sexual oral exigido a punto de pistola. También menciona, entre varias, la canción “Ten Seconds to Love” (Diez segundos para amar) que describe una relación sexual dentro de un ascensor. La sexualidad “roquera’’ es mecánica, animal y desprovista de amor.
También hay canciones que promueven o describen conductas homosexuales (el grupo Queen -reina, sinónimo de homosexual- hasta en el nombre expresa su filosofía de la vida), la masturbación y la violación del séptimo mandamiento.
No es necesario entender inglés para ser afectado, la misma música se encarga de “liberar” al que voluntariamente se coloca bajo su poder hechizante. Si a la música añadimos el ambiente y las compañías, su influencia será avasalladora, y destruirá el gusto por las cosas celestiales.
4. Promueve conductas violentas y delictivas. La adoración a Satanás, las drogas y la música rock condujeron al joven Richard Kesso de 17 años y a sus amigos a asesinar en medio de cánticos y rituales satánicos a otro jovencito mientras lo obligaban a morir gritando “amo a Satanás”. Kesso fue a la cárcel y allí se ahorcó. El grupo AC/DC era su favorito.[6]
El notorio delincuente, Richard Ramírez de Los Angeles, California, cometió 20 violaciones y asaltos a californianos, además de 16 asesinatos, inspirado en una canción del grupo AC/DC titulada “Night Prowler” (El que asecha por la noche) del álbum “Highway to Hell” (Autopista al infierno). La canción describe a alguien que se introduce en el cuarto de un extraño. Era la canción favorita de Ramírez.[7]
Una sorprendida madre me explicó su reacción al llegar a un estadio cubierto llevando a sus hijos a un concierto de rock. Era la primera vez que iban a un lugar así. Al observar desde afuera lo que allí se hacía se horrorizó y salió enseguida. Vió destruir sillas, gritar descontroladamente, hacer piruetas grotescas y otras barbaridades que los seres racionales no pueden tolerar.
La violencia se observa en los mismos cantantes: rompen guitarras y micrófonos, se comen vivo algún animal, y sus rostros desencajados y en trance se asemejan muchísimo a las caricaturas de los demonios. Por cierto que en todo concierto no falta la droga, publicitada por la misma letra de las canciones. Se denomina “Acid Rock” (Rock ácido) a las canciones que favorecen las drogas o que han sido compuestas bajo el efecto de ellas.
5. Satanismo sutil o abierto. Este es el punto que más he investigado y sobre el cual seré más explícito dentro de las limitaciones de espacio de este artículo.
a. Los nombres. La mayoría de los grupos más famosos de rock (casi todos británicos) tienen un nombre con un significado oculto. Muchos de sus significados son satánicos o aluden a la obra del enemigo de Dios. Por ejemplo: Black Sabbath (Sábado negro), Judas Priest (El sacerdote de Judas), Grateful Dead (Muerto agradecido), Styx (que es del infierno o relativo a él; proviene del nombre propio que en castellano es Estigia), Alice Cooper (nombre puesto por un demonio en una sesión espiritista a un cantante varón llamado Vincent Fournier, hijo de un pastor bautista de la ciudad de Phoenix, Arizona).
b. Las carátulas o tapas. Innumerables álbumes están llenos de elementos o figuras con claras connotaciones satánicas. Aparecen diablos, cuernos, estrellas de cinco puntas, cruces invertidas, bestias monstruosas, brujos, endemoniados, deidades paganas, monolitos de convocación de espíritus, etc. En el álbum titulado “The Number of the Beast” (El número de la bestia) del grupo Iron Maiden, aparecen una calavera viviente, un diablo todo de rojo y una escena que se asemeja a un infierno de fuego donde se retuercen sombras que parecen humanas y angelicales. En la contratapa está escrito con gruesas letras antiguas “Apocalipsis 13:18”.
c. Los temas. La técnica religiosa es muy profusa en el rock (principalmente por las raíces históricas de su surgimiento, en parte como una metamorfosis de la música negra norteamericana) y presenta una sugestiva e hipnótica mezcla de espiritismo, orientalismo y pseudocristianismo.
Algunos ejemplos de título de canciones: “Demons and Wizards” (Demonios y hechiceros); “Evil Ways” (Los caminos del diablo); “Friend of the Devil” (El amigo del diablo); “Devil’s Child” (El niño del diablo); “Vision of Paradise” (Visión del paraíso); “Dragon Attack” (Ataque del dragón); “Rhythm Devil” (Ritmo diabólico); “Guru’s Song” (Canción de gurú); “Reincarnation” (Reencarnación). La lista es muy larga, pero creo que estos ejemplos son suficientes para mostrar el interés de los compositores de rock. También hay temas bíblicos y teológicos, temas sobre la muerte y la inmortalidad, sobre la sangre, sobre la piedra y sobre los animales, como también sobre el sexo, sobre las drogas y sobre el libertinaje.
d. Los mensajes ocultos. Algunas canciones de música rock grabadas en inglés contienen mensajes ocultos percibidos al ser escuchadas al revés; la mayoría tiene una clara naturaleza satánica. Desconozco si se han investigado canciones en castellano, pero es posible que contengan mensajes semejantes. Algunos de esos mensajes han sido colocados intencionalmente y por lo tanto la voz es casi natural al revés, pero otros están allí sin que sus autores lo supieran o hubieran intentado ponerlos y por lo tanto la voz humana está bastante distorsionada pero no lo suficiente como para que no puedan entenderse los mensajes.
Los peores mensajes que yo he escuchado son: el que aparece en la canción “El Dorado” del grupo Electric Light Orchestra (ELO) que dice “You are the nasty one Christ. You are infernal” (Tú eres la porquería, Cristo. Tú eres infernal). Y los siete mensajes de la canción “Stairway to Heaven” del grupo Led Zeppelin, entre los cuales están: “I live with Satan” (Vivo con Satanás); “He will give you six, six, six” (Él te dará el seis, seis, seis) y “Here’s to my sweet Satan” (Aquí está para mi dulce Satanás). Lo más sorprendente de esta última canción es que su ritmo es muy suave, casi como una balada, con sonido de flauta como fondo instrumental. Pertenece a lo que sería el rock suave. La letra de la canción se refiere a una joven que murió y fue a la inmortalidad, su título en castellano es “Escalera al cielo”. Como se ve, el rock suave tampoco es “mejor” que el pesado, aunque es cierto que en esta última modalidad el satanismo es más abierto y desvergonzado.
Muchas canciones contienen este tipo de mensajes que aunque no son captados por la mente consciente, sí trabajan desde el inconsciente sin que necesitemos entender o no el inglés. Y si usted escucha la excusa “Yo no escucho a esos grupos satánicos”, o “yo escucho sólo el suave”, recuerde que están todos los otros elementos de juicio mencionados antes, y aún la posibilidad de que sea una canción como “Escalera al cielo”.
Mi mensaje final es: si en su iglesia descubre que hay jóvenes “enviciados” con el rock o con otra forma musical secular de la zona que sea impropia para un cristiano, tendrá que buscar con oración y esfuerzo la forma de proveerles orientación y ayuda. Si no lo hace usted, ¿quién lo hará?
Sobre el autor: Jorge M. Bruno es asesor espiritual y psicológico en el Colegio de las Antillas, Puerto Rico.
Referencias
[1] Departamento de Salud y Temperancia, Asociación Puertorriqueña del Este, 20 de marzo de 1984.
[2] Bob Larson, Rock and Roll Devil’s Diversion, pág. 45.
[3] Rafael Escandón, “La música y sus efectos”, El Centinela, año 81, número 7, 1977, pág. 10.
[4] Morris McWhister, Guiness Book of World Records 1983, pág. 210.
[5] Kandy Stroud, “Stop pornographic rock, Newsweek. 6 de mayo de 1985, pág. 14.
[6] El Nuevo Día, San Juan, Puerto Rico, 8 de julio de 1984, pág. 16.
[7] Ibid., 2 de setiembre de 1985, pág. 13.