Lo que la iglesia espera de la esposa del pastor.

Creo que ninguna esposa de pastor aprecia ser señalada como ejemplo. A fin de cuentas, eso exige mucho de nosotras, y sabemos que estaremos siempre debajo del ideal. Pero es verdad que, en nuestra intimidad, tenemos el sincero deseo de vivir cada día en la contemplación de Cristo, y así nos hacemos más semejantes a él. Existe un cántico, en portugués, que nos recuerda que “el cristiano es ejemplo, aun sin desearlo”. Parece que eso se confirma siempre que llegamos a un nuevo distrito pastoral. Somos observadas, y muchas personas nos tienen como ejemplo. Independientemente de que esa actitud sea correcta o no, es un hecho constatado.

Ante eso, ¿qué debemos hacer? Si bien muchas personas, aparentemente, jamás estarán satisfechas con lo que somos, podemos hacer sencillamente lo mejor, por la gracia de Dios, y confiar en él para los resultados. Pero, hay tres palabras clave que pueden ayudarnos a orientar la vida y la conducta como esposas de pastor. En este artículo, reflexionaremos en ellas.

Compromiso

Una esposa comprometida es lo que el Señor, el esposo y la iglesia esperan de ella. No necesitas tener el don de realizar todas las funciones en la iglesia. Pero, es muy importante que te comprometas con el ministerio pastoral. Esa actividad no es solo del esposo; es de la pareja, y debes hacer lo mejor con el fin de apoyarlo en todos los sentidos. Evidentemente, los límites personales deben ser respetados, pero es muy triste ver una esposa que no se siente llamada para ese trabajo. Tarde o temprano, eso afectará duramente el ministerio del esposo, por la imposibilidad de ejecutarlo solo.

Discreción

Al igual que el anterior, este es un factor muy importante. La discreción tiene mucho que ver con, en nuestro caso, la vestimenta y la apariencia. ¡Cuán importante es que la esposa del pastor entienda la necesidad de ser discreta en todas las situaciones! Por ejemplo, debe tener cuidado de no exponer comentarios confidenciales, evitar hablar tan alto que llame la atención de las personas. Es necesario estar elegantemente vestida, representando bien la función, y al mismo tiempo, ser modesta. Debe obviarse la ropa extravagante, y vestir en sintonía con el estilo de la congregación de la que se forma parte. Hay que evitar los extremos. Es necesario cuidar el largo de los vestidos, el tamaño de los escotes, las transparencias y la calidad del tejido.

Al describir a la mujer virtuosa, en Proverbios 31, el sabio Salomón informa que ella se vestía de lino y seda pura. Pero también era un ejemplo de laboriosidad; una mujer que sabía administrar los recursos y que era económica. Jamás pienses que modestia significa mal gusto. “No desanimamos el gusto y la limpieza en el vestido. El gusto correcto en el vestir no ha de ser despreciado o condenado. Aunque los volados, los adornos y los ornamentos innecesarios deben ser abandonados, animamos a nuestras hermanas a obtener material bueno y durable” (Mensajes selectos, t. 3, p. 280).

Elena de White también aconsejó que no debemos ser los primeros ni los últimos en adherir a alguna novedad en el vestir. Por lo tanto, el equilibrio entre la calidad y la economía es el secreto. “Los cristianos no deberían tratar de convertirse en objetos de curiosidad por vestirse en forma diferente de la del mundo. Pero, si de acuerdo con su fe y con su deber de vestirse en forma modesta y saludable, encuentran que no están de acuerdo con la moda, no deberían cambiar su vestimenta a fin de ser como el mundo. En cambio deberían manifestar una noble independencia y el valor necesario para obrar correctamente aunque todo el mundo difiera de ellos. Si el mundo introduce una moda de vestir que sea conveniente y saludable, que esté de acuerdo con la Biblia, el adoptar ese estilo de vestir no cambiará nuestra relación con Dios ni con el mundo. Los cristianos deben seguir a Cristo y regir su manera de vestir por la Palabra de Dios. Deberían descartar los extremos. Deberían seguir humildemente una conducta recta, independientemente del aplauso y de la censura, y aferrarse a lo recto por sus propios méritos” (ibíd., t. 2, p. 542).

Pero es importante entender que la elegancia va más allá de la vestimenta. Además de estar vestida de acuerdo con la situación, y de acuerdo con los principios cristianos, la esposa del pastor debe manifestar gestos gentiles y cortesía cristiana hacia todas las personas. Un aspecto que no debemos ignorar es el maquillaje de los ojos o los labios. Es aceptable corregir imperfecciones de la piel y dar un aspecto de rostro bien cuidado. Pero no hay que exagerar. Tener las uñas bien cuidadas también es señal de higiene; pero en el caso de usar esmalte, que sea transparente.

Recuerde: otras hermanas de la iglesia están atentas a todos estos detalles. Muchas buscarán el mínimo detalle para justificar su accionar, bajo la excusa de que la esposa del pastor también lo hace. El principio enseñado por Pablo, en el contexto del uso de la alimentación sacrificada a los ídolos, es válido aquí: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles […] De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis” (1 Cor. 8:9, 12).

Consagración

Finalmente, de nada vale buscar comprometerse con el trabajo y ser discretas, si todo eso queda en las apariencias. Es necesario que brote del corazón; debe ser algo hecho de manera natural, fruto de un amor que tiene raíces profundas en la comunión diaria con Cristo. Es imposible dar algo que no se tiene. Así, nuestra vida debe ser auténtica, verdadera. Nuestro hablar, lleno del amor y la bondad del Salvador. Todo en nuestra vida debe reflejar el hecho de que andamos con él. Debemos beber diariamente del agua de vida, alimentarnos del pan del Cielo, dejando que Cristo nos transforme a su semejanza.

Es así que, al acompañar a nuestro esposo en su trabajo, revelaremos real y desinteresada preocupación por el bienestar de cada uno de ellos. Amaremos el rebaño que nos fue confiado, entregándonos a esa causa con el mismo amor demostrado por Cristo Jesús. Y el Supremo Pastor sabrá recompensar en la eternidad todo este esfuerzo. Hasta que nos encontremos allí, el ejercicio del ministerio pastoral será indescriptiblemente placentero.

Sobre el autor: Esposa de pastor, trabaja en la Casa Publicadora Brasileña.