“Dios nos llamó y puso en nuestro corazón el deseo de servir en cualquier lugar”.

En el año 2001, el Dr. Elmer Flores, peruano de Pucallpa, aceptó un llamado para trabajar en el Sistema Adventista de Salud que abarcaba los hospitales de Masanga y Waterloo, en Sierra Leona, en la División del Centro Oeste del África. En ese momento, él servía como cirujano en el Hospital de Sopas, en Papúa Nueva Guinea, en la División del Pacífico Sur. Ahí había estado desde 1999, pero, lamentablemente, la Misión se tuvo que cerrar como consecuencia de las guerras tribales y las dificultades políticas.

Antes de su traslado al África, el Dr. Flores trabajó como cirujano en el Sanatorio Adventista del Plata, República Argentina, y en la Clínica Adventista Ana Stahl, de Iquitos, República del Perú.

Después de prepararse como maestro de nivel primario y como profesor de nivel medio en Tarapoto, Rep. del Perú, concurrió a la Universidad Adventista del Plata, en la Argentina, donde estudió Medicina y se especializó en Cirugía General. De su matrimonio con Angélica Carrillo nacieron dos hijos: Ilari y Eric Nahuel. La hermana Angélica, farmacéutica y bioquímica, coordina las actividades relacionadas con esas especialidades, además de ayudar en la administración del hospital. Los hijos del matrimonio estudian en el Colegio Adventista Maxwell, de Nairobi, Kenia. En esta entrevista, el Dr. Flores nos habla de su experiencia como médico misionero en el África.

Ministerio: Denos, por favor, una visión general de las tareas que lleva a cabo y de la región donde le toca actuar.

Dr. Flores: Trabajo en Sierra Leona, país que forma parte de la Misión del mismo nombre, y que también comprende Liberia y Gambia. Esta Misión pertenece a la Unión Africana Occidental, que se halla en el territorio de la División del Centro Oeste de África. Nuestras actividades incluyen la administración del Sistema Adventista de Salud y mi especialidad de Cirugía. Sierra Leona es un país en el que existen alrededor de diez grupos étnicos, cada uno con su propio dialecto y diferentes el uno del otro. Entonces apareció un idioma común, el criollo, que es una mezcla de inglés, francés, portugués y lenguas nativas. Quienes reúnen las condiciones y tienen oportunidad, hablan inglés.

Ministerio: ¿Tiene el país una religión oficial?

Dr. Flores: En Sierra Leona no hay una religión oficial. En verdad, no tengo estadísticas al respecto. Pero, por lo que se puede observar en los pacientes que llegan al hospital, entre el 40 y el 50% son musulmanes, entre el 20 y el 30% profesan el cristianismo, y entre un 10 y un 20% se podrían calificar de animistas. El espiritismo y las creencias relacionadas con él son muy populares. Entre todos los obstáculos que encuentra la verdad, tal vez éste sea el más importante. Se practica mucho la brujería y el curanderismo, tanto en las comunidades cristianas como en las musulmanas.

Ministerio: ¿Qué significa para usted ser misionero en un país con estas características?

Dr. Flores: Dios nos llamó a servir en su causa, y puso en nuestro corazón el deseo de trabajar en cualquier lugar, incluso entre los más necesitados y los menos privilegiados. Servir en un país como Sierra Leona es emocionante, ya que implica muchos desafíos en diferentes aspectos de la vida; al mismo tiempo, se puede considerar que esta experiencia representa una gran bendición. Lo más importante es que nos sentimos realizados al ser útiles a la gente que nos busca y al tener la seguridad de que estamos cumpliendo la voluntad de Dios.

Ministerio: ¿Cómo se adaptó su familia al campo misionero?

Dr. Flores: Gracias a Dios, no tuvimos muchos problemas. Probablemente, el más notable fue el aprendizaje de un nuevo idioma. Al principio, en este sentido sufrimos muchas frustraciones, especialmente mi esposa; pero, con la ayuda de Dios, pudimos superar todo.

Ministerio: ¿De qué manera considera la comunidad al hospital?

Dr. Flores: Tenemos un pequeño hospital de 13 camas en Waterloo, una población semirrural ubicada a 31 kilómetros de Freetown, la capital del país. Se lo inauguró en septiembre de 2000, como respuesta a la apremiante necesidad de servicios médicos y quirúrgicos, consecuencia de la guerra civil que asoló el país. Ya desde antes contábamos con el hospital de Masanga, que era propiedad del Gobierno; éste lo donó para que la iglesia lo administrara. Hubo un momento en que ese hospital llegó a ser uno de los mejores del África Occidental, pero lamentablemente fue saqueado en dos oportunidades por las fuerzas rebeldes. Por eso, se lo cerró en 1996. En este momento, se está negociando con el Gobierno para reabrirlo. El mayor problema que enfrentamos es la falta de presupuesto para su reconstrucción y funcionamiento. Pero esperamos que con la ayuda de Dios lo podremos reabrir antes de fin de este año. La influencia de la obra médica es crucial para la vida en Sierra Leona, no sólo desde el punto de vista de la salud, sino también de lo social, educacional y espiritual. Gracias al abnegado esfuerzo de nuestro equipo, mucha gente llegará al conocimiento de Cristo y lo aceptará como Salvador. Es interesante recordar que muchos de los servidores de los hospitales de Masanga y Waterloo fueron pacientes atendidos en Masanga.

Ministerio: ¿Cuál es el mayor desafío del país con respecto a la salud?

Dr. Flores: Puesto que se trata de un país del tercer mundo y que acaba de salir de una guerra fratricida, Sierra Leona tiene un elevado índice de enfermedades infectocontagiosas, tales como malaria, fiebre tifoidea, tuberculosis, y enfermedades de origen parasitario. Un problema que nos preocupa mucho es el SIDA. Además, enfrentamos serias limitaciones en cuanto a material quirúrgico y equipos modernos para establecer diagnósticos. Tampoco tenemos equipos, ni medicamentos ni personal entrenado para aplicar anestesias. Necesitamos medicinas, y carecemos de un buen laboratorio para llevar a cabo análisis clínicos. Desde el punto de vista religioso, enfrentamos el desafío de convivir con gente que profesa credos diferentes del cristianismo, con tradiciones, maneras de pensar y de vivir muy distintas. Pero, con la ayuda de Dios, aprendemos a amar a esa gente tal como es, así como él la ama y la acepta.

Ministerio: ¿Cuánto duró la guerra civil y en qué medida afectó a la iglesia?

Dr. Flores: Esta guerra duró once años, y los organismos internacionales la consideran una de las más sangrientas de la historia. Terminó en 2001, y a comienzos de 2002 se firmó un tratado definitivo de paz entre las facciones rivales. La guerra afectó muchísimo al país, y la iglesia no fue la excepción. Hubo un traslado masivo y forzoso de personas, y muchos de nuestros miembros de iglesia tuvieron que emigrar. Aunque no cerraron sus puertas, los cultos se volvieron irregulares, especialmente en la capital, donde las reuniones sufrieron alteraciones en los momentos de las invasiones de los grupos rebeldes.

Ministerio: ¿A qué atribuye usted el alto índice de SIDA que se observa en numerosos países del África?

Dr. Flores: Creo que algunas de las causas podrían ser la falta de educación sanitaria, la promiscuidad y el predominio de algunas creencias tradicionales. Aunque el SIDA es endémico en toda el África subsahariana, Sierra Leona cuenta con una incidencia comparativamente baja de esta infección. Pero, de acuerdo con lo que se puede observar en nuestro hospital, el problema está creciendo de modo alarmante. Si las fuerzas vivas del país no se unen para luchar contra esta enfermedad, en poco tiempo se convertirá en un asunto muy serio, como ya lo es en otros países africanos.

Ministerio: ¿Cómo caracterizaría a la Iglesia Adventista de Sierra Leona?

Dr. Flores: Hay ocho pastores en el país: dos son jubilados, dos son aspirantes y cuatro son ordenados. La iglesia, además, elige instructores bíblicos que trabajan en el distrito misionero junto con el pastor. Son hombres espiritualmente maduros, consagrados, misioneros promisorios; también se los llama pastores, aunque carecen de formación académica. Los ancianos desempeñan un papel importantísimo, ya que son, por así decirlo, los motores de la iglesia local. Cumplen casi todas las funciones de un pastor, incluso la administración de los ritos. Como en todas partes, existen miembros que están muy comprometidos con la predicación del evangelio, la ganancia de almas, y otros que no participan tanto. El método más común de evangelización es la obra personal, aunque no se desprecia la evangelización pública, que se lleva a cabo al aire libre durante la estación seca.

Ministerio: En cuanto a la participación de las damas en las actividades de la iglesia, ¿hay alguna dificultad en este sentido?

Dr. Flores: En Sierra Leona se desarrolló una cultura machista, de acuerdo con la cual la mujer no pasa de ser propiedad del hombre y está totalmente sujeta a él. Pero en los últimos años hemos observado un cambio con respecto al lugar de la mujer en la sociedad. Como parte de ella, la iglesia no se ha diferenciado del resto en el trato dado a la mujer; pero ahora contamos con mujeres que ocupan lugares importantes tanto en las iglesias locales como en las instituciones.

Ministerio: ¿Qué consejo daría usted, como médico, a los pastores?

Dr. Flores: Me gustaría recordarles que, además de sus tareas pastorales, todo pastor debe prestar atención a la educación sanitaria de sus congregaciones. Nuestro mensaje de salud también incluye este aspecto. Se le debe dar prioridad a la higiene, a educar a los miembros para que tomen medidas preventivas a fin de evitar el desarrollo de enfermedades infectocontagiosas. El pastor debe trabajar con los médicos y los enfermeros, tanto en la iglesia como en la comunidad, para el bienestar de la gente. Algo más: si alguien quiere servir en el campo misionero, ponga su vida en manos de Dios. Él se encargará de desarrollar las habilidades, y en el momento oportuno extenderá la invitación.

Sobre el autor: Jonas Arrais es secretario adjunto de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana y Elmer Flores es médico cirujano, se desempeña como misionero en Sierra Leona, en África.