En los últimos años hubo un aumento significativo en el número de personas interesadas en participar en proyectos voluntarios. Desde 1999, los adventistas en América del Sur cuentan con el apoyo del Servicio Voluntario Adventista (SVA), responsable de aproximar a los miembros de la Iglesia a las oportunidades de participar de la misión.
Actualmente, el SVA es liderado por el pastor Joni Oliveira, que es magíster en Misiología y ya trabajó como capellán escolar, pastor distrital y departamental joven a nivel de Asociación y de Unión. Casado con Caroline Menezes de Oliveira, ellos tienen dos hijas: Lisie y Lívia. En esta entrevista, él explica cómo es la actuación del SVA, de qué manera alguien puede ser voluntario y cuáles son los beneficios de dedicar tiempo a la misión.
¿Qué es el Servicio Voluntario Adventista (SVA)?
Me gusta responder esa pregunta con la ilustración de un puente; un puente que conecta las necesidades misionales mundiales de la iglesia adventista con el deseo de jóvenes y de adultos de servir a Dios por un tiempo de sus vidas en un proyecto transcultural.
Nosotros promovemos las oportunidades de llamado, que son activadas en el sistema global de voluntariado de la iglesia; orientamos y aprobamos el proceso de registro del interesado; realizamos su seguro; acompañamos al misionero o a la misionera a distancia; y estamos implementando un sistema de atención para el momento de su retorno, a fin de facilitarle el proceso de reingreso a su propia cultura. Además de esto, ofrecemos materiales de divulgación y capacitación para las Escuelas de Misión transcultural Send Me y para entrenamientos del proyecto Un año en misión.
¿Cuáles son los objetivos del SVA?
Tenemos el propósito de levantar una generación misionera de jóvenes: personas que tengan pasión por la misión local y mundial. Para eso, nada mejor que vivir una experiencia transcultural. Teniendo eso en vista, hemos trabajado con tres objetivos. Primero: queremos hacer cada vez más conocido el SVA en América del Sur, especialmente en las iglesias locales. Esperamos que este servicio se fortalezca en las universidades; para eso contamos con la ayuda de las capellanías universitarias y de los institutos de misión. Sin embargo, la mayoría de nuestros jóvenes está en las iglesias locales. Esos jóvenes necesitan conocer las oportunidades que existen para vivir esta experiencia.
Además de esto, soñamos con establecer Escuelas de Misión Transcultural (Send Me) en el campo eclesiástico de Sudamérica. Creemos que estas escuelas aproximan a los jóvenes de la iglesia local y despiertan el interés por otras agencias misioneras. También queremos fortalecer el movimiento ya existente de misiones transculturales de corto plazo. Entendemos que muchos no pueden dedicarse al voluntariado durante seis meses o un año, por ejemplo; sin embargo, sueñan con la oportunidad de vivir esa experiencia por 15 días o un poco más. Invierten en eso y están dispuestos a dedicar sus vacaciones en el campo misionero. Ese tipo de vivencia ha probado ser eficiente para despertar el interés y la pasión por la misión.
¿Cuáles son las principales áreas y los proyectos en los que los voluntarios pueden participar? ¿Cómo hacer eso?
Las necesidades son diversas. Tenemos cerca de doscientas oportunidades a la espera de candidatos. Aunque esto sea muy dinámico, los llamados activos están divididos en siete áreas: salud, educación, ministerio, servicios generales, técnicos, administrativos y servicio social.
El proceso de inscripción para un llamado puede ser explicado en cuatro pasos:
1. En la página www.sva.adventistas.org, el interesado busca el proyecto que más encaja con su perfil y su interés. Una vez elegido, hace clic en “Aplicar”.
2. Después de esto, se registra en el sitio global del voluntariado de la Iglesia Adventista.
3. A continuación, debe realizar el curso de Misión, en su formato on line o en una de las Escuelas de Misión Transcultural (Send Me).
4. Luego de ser aprobado para el proyecto, el interesado compra su pasaje y lo adjunta en su registro de voluntario para que podamos hacer el seguro y que continúe el viaje.
¿Cómo se da la preparación de esos voluntarios?
El libro de texto, cuya lectura es obligatoria, es Pasaporte para la misión, escrito por Cheryl Doss, actual directora del Instituto Mundial de Misiones de la Iglesia Adventista.
El entrenamiento puede ser realizado on line, o en una escuela Send Me presente en algunas universidades y en sedes administrativas de la Iglesia. Lo ideal es que el voluntario participe presencialmente de las clases, que fueron preparadas a partir del libro de texto, y que también presentan informaciones acerca de las religiones mundiales y del desarrollo de proyectos como la escuela cristiana de vacaciones, ferias de salud, reforma en etapas, etc.
¿Cuántos jóvenes adventistas sudamericanos ya participaron de proyectos misioneros promovidos por el SVA? ¿Cuál es el perfil que predomina entre los voluntarios?
De acuerdo con nuestros registros, en el período de 2015 a 2019, el 90% de los voluntarios fueron jóvenes entre los 18 y los 35 años; la mayoría eran mujeres (52%); el 81% de los voluntarios eran solteros; el 52% ya estaba graduado; el 42% era universitario y el 6% era preuniversitario. El promedio de tiempo de servicio en el SVA fue de 325 días.
Desde su establecimiento en América del Sur, en septiembre de 1999, el SVA ya envió a 1.996 voluntarios a misiones dentro y fuera del continente. En los últimos diez años, sumando además los voluntarios de otros departamentos y programas, 4.857 jóvenes sudamericanos dedicaron –como mínimo– un año de sus vidas para servir integralmente al Señor. En el período, recibimos a 488 voluntarios de otros lugares del mundo. Usted ha trabajado con jóvenes de diferentes culturas sudamericanas.
¿Cuáles han sido sus conclusiones sobre el compromiso de ellos en el voluntariado?
He visto tres hechos sobre los beneficios del voluntariado. En primer lugar, la experiencia en la misión confirma la fe personal. Eso se da porque frecuentemente el misionero transcultural se encuentra en situaciones en las que depende única y exclusivamente de la intervención divina. Él necesita aprender a confiar. En segundo lugar, la experiencia en el campo amplía la conciencia misionera. Esto explica la razón por la que un misionero, cuando regresa a su antiguo hogar, muchas veces se siente desorientado en su iglesia; no solamente por una cuestión cultural, sino porque, muchas veces, su iglesia gasta recursos con cosas superfluas, perdiendo tiempo en cosas sin ninguna importancia, mientras la misión queda relegada a un segundo plano. Finalmente, la experiencia misionera amplía la visión de mundo. Generalmente, esa vivencia despierta en el joven sueños y aspiraciones mayores en relación a la carrera, a sus relaciones y a sí mismo. Es decir, él vive una nueva experiencia fuera de su contexto y eso le agrega tanto que lo deja más exigente, en el buen sentido.
Sobre el autor: Líder del Servicio Voluntario Adventista en Sudamérica habla sobre los beneficios del voluntariado.