La evangelización de las ciudades como estrategia clave para la predicación adventista.
Dios nos está recordando de múltiples maneras que el fin del tiempo está cerca. En este contexto, la Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene la misión profética proclamar el evangelio a todo el mundo (Apoc. 14:6-12). Para hacerlo, Dios ha establecido una estrategia que tiene como elemento clave la evangelización de las ciudades. El llamado final que debe proclamar el remanente escatológico es un llamado a salir de Babilonia, la ciudad que encarna la oposición a Dios (Apoc. 18:1-6). Esta estrategia tiene sus raíces en el Antiguo Testamento y se desarrolla con mayor amplitud en el Nuevo Testamento.
El rol que desempeñan las ciudades en el contexto del Gran Conflicto se desarrolla progresivamente a lo largo de las Escrituras. En realidad, la misma concepción de la ciudad sufre una transformación. La noción negativa de la ciudad, como símbolo de autosuficiencia humana y oposición a Dios, que es predominante en la Biblia (Gén. 11:1-9; Isa. 21; Apoc. 17), da lugar a la aparición de Jerusalén, como el destino final de los redimidos. “Quien lee de inicio a fin la Biblia nota que el drama humano comienza en un jardín, pero termina en una plaza en el centro de una ciudad”.[1]
Rol estratégico de la misión urbana La atención prioritaria de la evangelización urbana se justifica tanto por el análisis de la realidad como del texto bíblico. Según datos del Banco Mundial, en la actualidad, “alrededor del 55 % de la población mundial, 4.200 millones de habitantes, vive en ciudades. Se cree que esta tendencia continuará. En 2050, la población urbana se duplicará, y casi 7 de cada 10 personas vivirán en ciudades”.[2] Estos datos indican que la mayoría de las personas que necesitan ser alcanzadas con el evangelio viven en centros urbanos. Por otra parte, también se reconoce que “las ciudades son viveros dinámicos de creatividad y poder, aprendizaje y cultura. Son ecosistemas que apoyan el crecimiento y el cambio”.[3]
Por otro lado, también es posible encontrar en la Biblia, y en los escritos de Elena de White, un énfasis creciente en el rol estratégico que cumple la misión urbana en el deseo de Dios por alcanzar al mundo con el evangelio de Cristo; particularmente en el contexto del tiempo de fin.
Usualmente se considera que la misión urbana es un fenómeno neotestamentario. En este escenario, Pablo se destaca como quien lideró esta obra fundamental en la expansión del cristianismo durante la era apostólica.[4] Sin embargo, el Antiguo Testamento provee algunos textos que parecen haber dado forma a las estrategias misionales emprendida por los equipos misioneros liderados por el apóstol a los gentiles.[5]
Isaías 19:18 al 25 sugiere el rol estratégico de la evangelización urbana. Este texto empieza con una alusión al tiempo (“en aquel tiempo”) cuando esta visión profética alcanzará su cumplimiento definitivo: el tiempo final. En esos tiempos escatológicos, “lo que empezó en cinco ciudades [vers. 18] ahora abarca toda la Tierra”.[6] Este texto sugiere un avance progresivo de la adoración al verdadero Dios. Empieza en cinco ciudades, luego alcanza todo un país (Egipto); posteriormente se extiende a toda una región (de Egipto hasta Asiria); y finalmente alcanza toda la Tierra. Esta visión expansiva de la misión de Dios fue capturada por el apóstol Pablo y llegó a convertirse en el motor de su filosofía ministerial y misionera.[7]
Otro episodio paradigmático en relación con la misión urbana es el que se presenta en el libro de Jonás, considerado “el libro más misionero del Antiguo Testamento”.[8] Sin embargo, lo que más llama la atención del libro es la renuencia del profeta a cumplir la misión urbana asignada en Nínive. Como observa Rosemary Nixon, “en el corazón de la misión se encuentra el desafío del cambio”.[9] Para Jonás, proclamar la Palabra del Señor dentro de los límites de Israel era una cosa; hacerlo en la malvada Nínive era otra, totalmente diferente.[10] En todo caso, esto no resulta tan difícil de entender, cuando se recuerda que Nínive era la capital de Asiria, el imperio más poderoso de su época, conocido por su maldad y violencia (Jon. 1:2).[11]
La reticencia y el prejuicio contra el evangelismo en las grandes urbes no es algo nuevo. Según Jacques Ellul, las ciudades son generalmente vistas por los cristianos como centros de oposición a Dios y fortalezas de corrupción, inmoralidad y violencia.[12] Los adventistas del séptimo día no hemos sido ajenos a esta realidad.[13] Luego de analizar las razones por las que los adventistas abandonaron progresivamente la misión urbana durante el ministerio de Elena de White, David J. B. Trim señala: “Los adventistas no querían lidiar con vecindarios polvorientos, sucios, llenos de humo, insalubres en el centro de la ciudad, o con sus habitantes igualmente sucios, extranjeros, analfabetos e intoxicados […]. Algunas veces, la tentación más seductora es la respetabilidad, y eso es cierto a principios del siglo XXI como a principios del siglo XX”.[14]
Aunque en otros contextos podrían señalarse otras barreras que han impedido el avance de la misión urbana, ha llegado el tiempo cuando el llamado divino a emprender esta tarea debe asumirse sin demora. Esta invitación divina está plenamente vigente: “Los mensajeros de Dios en las grandes ciudades no deben desalentarse por la impiedad, la injusticia y la depravación que son llamados a arrostrar mientras tratan de proclamar las gratas nuevas de salvación. […] En toda ciudad, por muy llena que esté de violencia y de crímenes, hay muchos que con la debida enseñanza pueden aprender a seguir a Jesús”.[15]
Elena de White y la misión urbana
Un estudio cuidadoso de los escritos de Elena de White permite observar que, aunque por un lado ella promovió la vida rural como un ideal para los adventistas, por otra parte, ella instó continuamente a que se emprendiera una evangelización urbana agresiva.[16] No es exagerado decir que la evangelización de las ciudades llegó a ser casi una obsesión para ella, y en más de una ocasión reprochó en duros términos la negligencia manifestada por el liderazgo de la iglesia hacia las grandes ciudades.[17] Corregir esa falta de atención hacia la evangelización urbana fue uno de los objetivos principales de su ministerio entre 1901 y 1910.[18]
Entre las múltiples estrategias para abordar la evangelización urbana, Elena de White aconsejó que se establecieran lo que ella denominó “centros de influencia”. “Tenemos que hacer más de lo que hemos hecho hasta ahora para alcanzar a los habitantes de nuestras ciudades. En ellas, no debemos construir edificios grandes. Vez tras vez se me ha dado luz acerca de la necesidad de establecer instituciones pequeñas en las ciudades, que sirvan como centros de influencia”.[19]
Así, Elena de White imaginó pequeños centros urbanos de ministerio holístico que unieran a la iglesia con la comunidad a través del servicio. Habló de cosas como centros de salud, salas de tratamiento y restaurantes vegetarianos. Hoy pueden tomar diferentes formas, pero aún tienen el mismo objetivo: ministrar a las personas en todas las dimensiones de su vida. En estos centros, las doctrinas adventistas “se hacen carne” e impulsan un ministerio de servicio, al ayudar a las personas a través de la salud, la educación y otras formas de atención.[20]
Por lo tanto, los centros de influencia han sido definidos como lugares de ministerio múltiple e integral, que funcionan como puentes que conectan a los miembros de iglesia con su comunidad a través de distintos servicios que atienden las principales necesidades de las personas.[21] Actualmente, en distintas partes del mundo, esta estrategia ha mostrado ser especialmente útil en ambientes urbanos altamente secularizados, donde las estrategias de evangelismo convencionales no resultan efectivas.[22]
Obra médico-misionera y misión urbana
En el contexto de la misión urbana, Elena de White, expresó con claridad que la obra médico-misionera es “la cuña de entrada de la Verdad Presente”[23] y “la obra de avanzada del evangelio”.[24] En otra ocasión, señaló: “La mano derecha se utiliza para abrir puertas por medio de las cuales pueda entrar el cuerpo. Esta es la parte que la obra médica misionera debe realizar. […] Por lo tanto, el cuerpo que trata en forma indiferente a la mano derecha, negándose a recibir su ayuda, no es capaz de lograr nada”.[25]
Por otra parte, es importante entender lo que Elena de White tenía en mente al usar la expresión “obra médico-misionera”, pues es fácil limitar esta obra a los profesionales de la salud. Aunque los médicos y demás profesionales de la salud deberían desempeñar un rol protagónico en promover esta obra, el llamado a participar en ella es para toda la iglesia.[26] Adecuadamente entendida, la obra médico-misionera incluye un amplio rango de servicios: desde la práctica de la medicina y todas las profesiones de la salud, incluyendo la enseñanza de las leyes de la salud, hasta alimentar al hambriento, vestir al desnudo y asistir a damnificados por desastres y crisis.[27] En resumen, toda obra que contribuya a aliviar el sufrimiento humano.[28]
Así, la práctica y la enseñanza de las leyes de la salud debería ser parte del estilo de vida de todo discípulo de Cristo que aguarda su segunda venida.[29] A semejanza de Daniel y sus compañeros en Babilonia (Dan. 1), el mensaje del estilo de vida saludable debería convertirse en un catalizador de la misión escatológica del pueblo de Dios.
Conclusión
Una lectura detenida de la Biblia y de los escritos de Elena de White sugieren que la evangelización de los grandes centros urbanos desempeña un rol estratégico en el plan de Dios para alcanzar al mundo con el evangelio. El profeta Isaías, en el AT, y el apóstol Pablo, en el NT, son los que mejor captaron esta visión.
Por su parte, Elena de White enfatizó, especialmente en la última parte de su ministerio, la importancia de que los adventistas emprendieran una obra de evangelización agresiva en los grandes centros urbanos.[30] Sus orientaciones no se limitaron a decirnos qué hacer, sino que incluyen una serie de indicaciones sobre cómo hacerlo. Dentro de estas instrucciones prácticas, destacan la creación de centros de influencia y el rol prioritario que debe desempeñar la obra médico misionera.
La crisis sanitaria de la COVID 19 es una gran oportunidad para que los adventistas del séptimo día de todo el mundo incorporen estas estrategias divinas, de manera personal y comunitaria, a su forma de vivir y hacer misión, con la seguridad de que, si obedecemos, Dios se encargará de los resultados.
Sobre el autor: decano de la Facultad de Teología de la Universidad Peruana Unión.
Referencias
[1] Estevan F. Kirschner, “Da Babilônia à Nova Jerusalém”, en Missão urbana: servindo a Cristo na cidade (San Pablo: Mundo Cristão, 2020), p. 17.
[2] Banco Mundial, “Desarrollo Urbano”. Disponible en <bit.ly/3teFKfC>. Consultado: 28/02/2021.
[3] Organización Mundial de la Salud, El poder de las ciudades. Disponible en <bit.ly/3t9brag>. Consultado el: 28/02/2021.
[4] Rodney Stark, Cities of God: The Real Story of How Christianity Became an Urban Movement and Conquered Rome (New York, NY: Harper Collins, 2006), p. 2.
[5] James D. G. Dunn, Comenzando desde Jerusalén (Navarra: Verbo Divino, 2012), 1:628, 629; N. T. Wright, “What is Missional Hermeneutics?”, en Scot McKnight y Joseph B. Modica (eds.), The Apostle Paul and the Christian Life (Grand Rapids, MI: Baker, 2016), p. 185.
[6] J. Alec Motyer, “Isaiah”, en Tyndale Old Testament Commentaries (Downers Grove, IL: IVP Academic, 1998), p. 159.
[7] David Bosch, Misión en transformación (Grand Rapids, MI. Desafío, 2000), pp. 166, 167; John Phillips, Exploring Romans: An Expository Commentary (Grand Rapids, MI: Kregel, 2002), p. 253.
[8] Ver las notas introductorias del Libro de Jonás en la Biblia de estudio Andrews, Jon L. Dybdahl (ed.) (ACES, 2014), p. 1.102.
[9] Rosemary Nixon, “The Message of Jonah: Presence in the Storm”, en The Bible Speaks Today (BST), J. A. Motyer, John Sttot y Derek Tidball (eds.) (Downers Grove, IL: IVP, 2003), p. 7.
[10] Ibíd., p. 58.
[11] A. LaCocque y P.E. Lacocque, Jonah: A Psycho-Religious Approach to the Prophet (Columbia, South Carolina: University of South Carolina Press, 1990), p. 73.
[12] Jacques Ellul, The Meaning of the City (Eugene, OR: Wipf and Publishers, 2011).
[13] Gotfried Oosterwal, “How Shall We Work the Cities—From Within?”, Ministry (June), p. 19.
[14] D. J. B. Trim, “In These Cities Are Jewels: Lessons from Adventist City Missions 1880-1915”, en JAMS (Vol. 15, Nº 19), pp. 87, 88.
[15] Elena de White, Profetas y reyes (Florida, Bs. As.: ACES, 1987), p. 207.
[16] Allan Novaes y Wendel Lima, “Country Versus City Tension: Historical and Socio-religious Context of the Development of Adventist Understanding of Urban Mission”, Journal of Adventist Mission Studies (Vol.15, Nº 1, 2019), pp. 59-76.
[17] R. Clifford Jones, “Evangelización metropolitana”, en Enciclopedia de Elena G. de White, Denis Fortin y Jerry Moon (eds.) (Florida, Bs. As.: ACES, 2020), pp. 898, 899.
[18] George R. Knight, “Vida en las ciudades”, en Enciclopedia de Elena G. de White, p. 727.
[19] Elena de White, Testimonios para la iglesia (Miami, FL: APIA, 1998), t. 7, p. 114.
[20] Gary Krause, “Seeking the Shalom: Wholistic Adventist Urban Mission and Centers of Influence”, Journal of Adventist Mission Studies (Vol. 10, Nº 2, 2014), p. 58.
[21] José Sánchez Hurtado, “El concepto de ‘centros de influencia’ en los escritos de Ellen White” (Tesis de Maestría en Teología: UPeU, 2018), pp. 51, 52.
[22] Pueden verse algunos ejemplos y experiencias de centros de influencia en <bit.ly/3vEZKda>, <bit. ly/2PL72fX>, <bit.ly/3eTKstY>.
[23] Elena de White, Un ministerio para las ciudades (Florida, Bs. As.: ACES, 2012), p. 127.
[24] Elena de White, El evangelismo (Florida, Bs. As.: ACES, 2015) p. 374.
[25] Elena de White, El ministerio médico (Florida, Bs. As.: ACES, 2015), p. 315.
[26] Elena de White, Testimonios para la iglesia (Miami, FL: APIA, 2004), t. 6, p. 291; Testimonios para la iglesia (Miami, FL: APIA, 1998), t. 7, p. 163.
[27] P. F. Damsteegt, “Obra médico-misionera”, en Enciclopedia de Elena G. de White, Denis Fortin y Jerry Moon (eds.) (Florida, Bs. As.: ACES, 2020), p. 1.128.
[28] Elena de White, Servicio cristiano (Florida, Bs. As.: ACES, 1959), p. 169.
[29] Walter Alaña, Manual de discipulado adventista (Chillán: UnACh, 2013), pp. 137-142.
[30] Elena de White, Testimonios para la iglesia (Miami, FL: APIA, 1998), t. 7, p. 39.