Un científico creacionista comparte sus ideas con respecto a Génesis 1

Los adventistas del séptimo día están implicados en la misión de compartir las buenas nuevas del carácter amoroso de Dios y su plan de salvación con la humanidad. En Apocalipsis 14:6, la Creación es identificada como una de las partes del evangelio para ser predicado al mundo. Por lo tanto, una interpretación adventista del relato de los orígenes debe demostrar cómo este último revela las buenas nuevas sobre Dios.

La Biblia afirma que la Creación fue un proceso sobrenatural, y nuestra visión de L. James Gibson, director del Instituto de Investigación en Geociencia, en Loma Linda, Estados Unidos. los orígenes están moldeada por el registro bíblico. Génesis 1 es el pasaje principal en relación con la Creación en las Escrituras; con todo, el capítulo proporciona tan solo un bosquejo de lo que ocurrió, y el texto parece haber sido escrito como una descripción fenomenológica, y no técnica, de los eventos. Esto deja varios puntos de la narración abiertos a diferentes interpretaciones.

La naturaleza también provee información relacionada con los orígenes, pero esta es difícil de interpretar, al menos por tres razones. En primer lugar, las actividades sobrenaturales están más allá de nuestro entendimiento. Por otro lado, la naturaleza fue alterada por los efectos del pecado. Finalmente, los humanos pueden interpretar erróneamente los datos de la naturaleza. Por eso, aunque las evidencias de la naturaleza deban ser consideradas, las Escrituras deben ser el punto de partida para un abordaje adventista de los orígenes. El estudio de la naturaleza no debe ser ignorado, pues puede ayudar a clarificar algunas ambigüedades en el texto. Sin embargo, algunos misterios permanecen, aun después de consultar tanto la Biblia como la naturaleza. En este artículo, como científico cristiano, quiero presentar mis consideraciones al leer el relato de Génesis 1.

En el principio

“En el principio creó Dios los cielos y la Tierra” (Gén. 1:1). Aunque no sepamos cuándo, sabemos que el mundo tuvo un comienzo. Podemos encontrar evidencias físicas que apuntan a este comienzo a partir de la existencia de la radiactividad. Si la Tierra fuese eterna, no encontraríamos radiactividad en las rocas. Además, el Universo tiene características que parecen indicar un inicio repentino, aunque la teoría del Big Bang es rechazada por algunos científicos.

Dios estaba presente antes de todas las cosas, antes del tiempo y del espacio. Nosotros reconocemos el paso del tiempo por los eventos en el espacio. Si no hubiese espacio, no podríamos observar ningún evento y, por lo tanto, no habría tiempo. Entonces, tuvo que haber un comienzo del tiempo y del espacio, y Dios estaba presente en ese inicio. Es necesario precisar, de manera especial, que Cristo fue el agente divino en la Creación. Juan 1:1 al 3 afirma que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Así, en el inicio, Dios hizo “los cielos y la Tierra”. Existen diferentes opiniones acerca del significado de este texto. Algunos intérpretes consideran que los cielos y la Tierra se refieren al Universo entero, mientras que otros entienden que se refiere solo a la Tierra. Al menos tres interpretaciones diferentes fueron propuestas.[1] Algunos consideran que Génesis 1:1 se refiere a la creación del Universo en algún tiempo no identificado en el pasado, con la semana de la Creación teniendo lugar más tarde. Otros piensan que el texto es solamente una introducción al relato de la semana de la Creación, y que se refiere solo a nuestro mundo. Están quienes consideran que el pasaje hace alusión a la creación del Universo durante la semana de la Creación. La Biblia parece indicar que la Tierra no fue la primera parte del Universo en ser creada (Job 1:6; 38:4-7).[2] Esta idea es reforzada por evidencias físicas, dado que, al observar las estrellas, se nota que muchas de ellas están tan lejos que se encuentran a millones de años luz de nosotros.

En cuanto al mecanismo físico utilizado por Dios, no tenemos información. Sin embargo, las Escrituras afirman que todo fue hecho por el poder de su Palabra (Gén. 1:3; Sal. 33:6; Heb. 1:2, 3; 11:3). Este proceso recibe el nombre de creación por fiat (“que se haga”, en latín). La creación por fiat parece ser fundamental en la enseñanza bíblica de los orígenes. Jesús trajo el Universo a la existencia por medio de su Palabra. Eso implica propósito o intención, y los científicos reconocen, cada vez más, que el Universo parece haber sido proyectado.

La narración continúa diciendo que la Tierra “estaba desordenada y vacía” (Gén. 1:2). Existen varias opiniones en relación con el significado de este versículo.[3] Algunos entienden que la Tierra fue creada mucho tiempo antes de la semana de la Creación, y permaneció sin forma y vacía hasta la acción descrita en Génesis (teoría del “intervalo pasivo”). Otros creen que el texto se refiere al breve período de tiempo entre la Creación inicial (vers. 1) y la creación de la luz (vers. 3). Un tercer grupo defiende que Dios no crearía un mundo caótico; entonces, la Tierra debió de haberse vuelto “desordenada y vacía” después de una creación anterior (teoría del “intervalo activo”). Quienes proponen las dos primeras hipótesis sostienen que declaraciones de Elena de White apoyan su posición, pero la cuestión permanece sin solución. La tercera opinión no tiene base en la Escritura y no debe ser considerada.

Ciertamente, Dios podría haber creado la Tierra y todo lo que ella contiene de modo instantáneo. En su lugar, él creó en etapas, durante seis días. Para mí, la secuencia cuidadosa de la Creación indica un plan bien estructurado por parte del Creador. Primero la Tierra fue preparada para sustentar la vida; después fue llenada con seres vivientes. El proceso fue ordenado y con propósito.

Algunos intérpretes[4] sugieren un paralelismo en la narración: en los primeros tres días, la “Tierra” fue “formada” para sustentar la vida; en los últimos tres, fue “llenada”. Sin embargo, el paralelismo me parece imperfecto (por ejemplo, los mares fueron formados en el tercer día y llenados en el quinto), lo que indica que el relato estuvo basado en la secuencia real de eventos, sin la intención de estructurar un paralelismo.

Primer día

En el primer día,[5] la luz fue dada a la Tierra (Gén. 1:3). No sabemos cómo ocurrió. Hay al menos tres posibilidades.[6] La primera, que esa luz venía de la presencia de Dios, pues el Sol fue creado en el cuarto día. La segunda, que esa luz venía del Sol, que habría sido creado con la Tierra, “en el principio”. Finalmente, que la luz venía de otra fuente, como una supernova u otro evento astronómico.

Quienes proponen la primera interpretación pueden apoyarse en referencias que apuntan a la luz que viene de Dios (Isa. 60:20; Apoc. 21:23; 22:5). Por otro lado, la segunda posibilidad puede tener apoyo en la referencia a la “tarde y la mañana” de cada día (por ejemplo, Gén. 1:5), y también por la afirmación de Elena de White de que los días de la Creación fueron marcados por la salida y la puesta del sol.[7] Finalmente, la tercera posibilidad parece la menos probable; aun así, las tres interpretaciones parecen consistentes con las enseñanzas de las Escrituras. Esta cuestión será abordada más adelante.

Segundo día

En el segundo día, Dios creó la “expansión”, o los “Cielos” (Gén. 1:6-8). Esta expansión es identificada como el lugar entre las capas de agua, que suponemos que son las aguas de la superficie de la Tierra y de las nubes. Estas capas son separadas por la atmósfera, que fue creada en el segundo día.

Algunos dicen que la expresión “cielos” se refiere a toda la extensión estrellada, porque el Sol estaba “en la expansión”. Sin embargo, el texto puede ser entendido como una descripción fenomenológica cuando se menciona que el Sol apareció en la misma región donde los pájaros vuelan. La existencia de otros mundos que preceden al nuestro (Job 38:4-7) parece favorecer la lectura que propone que los “cielos” se refiere a un área más restringida. No es necesario suponer que el Universo entero separa nuestros océanos de una cobertura acuosa “sobre la expansión”.

Otros afirman que la referencia a la “expansión” significa que los hebreos creían que la Tierra era una superficie plana, sustentada por pilares y cubierta por una cúpula metálica. Ellos dicen que esto invalida el relato de la Creación porque sabemos que la Tierra no está cubierta por una cúpula metálica. Sin embargo, eso es una falacia. Independientemente de lo que los hebreos pensaran sobre la estructura de la Tierra, las aguas de la superficie del planeta y las nubes aparecen separadas por la atmósfera, y parece razonable que la atmósfera haya sido creada el segundo día.[8] Nota que Dios llamó “cielos” a la expansión.

Tercer día

Al tercer día, las aguas de la superficie fueron reunidas para formar los “mares” y descubrir la porción seca, que Dios puso por nombre “tierra” (Gén. 1:9, 10). Observa que “tierra” aquí se refiere al suelo, no al planeta. El cielo, la tierra y los mares (Éxo. 20:11; Apoc. 14:7) son formados y preparados para los seres vivos. Ahora serán llenados. La vegetación fue creada en el tercer día (Gén. 1:11, 12). Observa que había varios tipos de árboles frutales, cada uno con su propio tipo de fruta y semilla. Algunos sugieren que son mencionados tres tipos de plantas: “hierba”, “hierba que da semilla” y “árbol que da fruto”. Otros sostienen que “hierba” funciona aquí como un término general, y solo dos tipos de plantas son presentados. En realidad, ninguna interpretación parece tener algún significado teológico.

La frase “según su especie” (NVI) aparece aquí por primera vez. En este contexto, la frase podría significar “cada uno teniendo su propio tipo de semilla”. Así, la descendencia de un tipo de planta debe ser distinguida de la descendencia de otros tipos. A propósito, parece que los hebreos no consideraban que las plantas tuviesen vida, por eso probablemente no consideraban que la “muerte” vegetal tuviera un significado moral.

Cuarto día

Probablemente haya más controversia en relación con los eventos del cuarto día que en cuanto a cualquier otro evento de la semana de la Creación. Por lo menos tres interpretaciones diferentes fueron propuestas. La primera afirma que el Sol y la Luna no existieron hasta el cuarto día. Antes de él, la luz era provista por la presencia de Dios. La tarde y la mañana sucedían al girar la Tierra ante el Señor. La segunda defiende que el Sol y la Luna existían antes del cuarto día, pero eran oscurecidos por densas nubes oscuras. Ellas habrían sido disipadas un poco en el primer día para proveer luz, pero el Sol no era visible, tal como en un día nublado. De este modo, en el cuarto día, el Sol y la Luna fueron visibles por primera vez. La última sostiene que el Sol y la Luna existían antes del cuarto día y podían ser vistos durante todos los días de la Creación. Sin embargo, en el cuarto día fueron designados “para las estaciones, para días y años”.

El texto no indica cuál interpretación es la correcta. Realmente no sabemos la respuesta. De todos modos, Dios es el creador del Sol y de la Luna. Hubo un evento en el cuarto día de la Creación que resultó en el establecimiento de estos luceros como marcadores de unidades de tiempo y para que sirvan como señales, como el Señor lo determinó.

Más allá del Sol y la Luna, algunos cuestionan si las estrellas fueron creadas en el cuarto día. El texto no especifica el momento en el que fueron creadas. Por lo menos tres interpretaciones fueron propuestas para entender esta cuestión: las estrellas fueron creadas en el cuarto día; las estrellas fueron creadas por Dios, pero no se considera el tiempo de su creación; Dios creó la Luna para “gobernar la noche con las estrellas”.[9] La falta de puntuación en el texto hebreo deja un poco ambiguo el versículo. La visibilidad de las estrellas, que se encuentran a más de diez mil años luz de nuestro planeta, parece favorecer la segunda posición o la tercera.

Quinto día

Génesis 1:20 al 23 narra el poblamiento de las aguas y del aire con seres vivos. Nuevamente, observa la expresión “según su especie”. Esta expresión parece referirse a la variedad de tipos existentes. Esta interpretación sugiere que la biodiversidad estaba presente desde el inicio de la vida en las aguas y en el aire. No hay indicio aquí de la creación de un único ancestro para producir biodiversidad por medio de cambios evolutivos.

Nota también que los pájaros y los animales marinos debían reproducirse y llenar el hábitat disponible. No queda dicho si la reproducción continuaría cuando la Tierra estuviese llena. Con el propósito divino cumplido, la reproducción podría cesar. Si ese fuera el caso, no habría necesidad de muerte. Si la reproducción continuara, la muerte podría ser necesaria. Basado en la revelación de la voluntad de Dios para la nueva Tierra en Isaías 11 y 65, y en Apocalipsis 21 y 22, creo que la muerte no era parte de la Creación original, aunque existan opiniones diferentes sobre esta cuestión. De todos modos, el actual sistema ecológico no parece ser una base sobre la cual sacar conclusiones acerca de sistemas ecológicos en un mundo sin pecado.

Sexto día

En el sexto día, Dios pobló la Tierra con seres vivientes (Gén. 1:24, 25). Una vez más, los animales eran de varias especies. Diferentes tipos fueron creados simultáneamente, y desde el inicio existió una gran variedad. Nada queda dicho sobre una biodiversidad que evolucionó desde una única forma ancestral, aunque la lengua hebrea sea capaz de expresar esa idea.

Entonces, Génesis 1:26 y 27 presenta la creación de la raza humana. El ser humano es singular entre toda la Creación. Solo él fue creado a imagen de Dios. Solo él recibió dominio sobre la naturaleza, con la responsabilidad de gobernarla sabiamente. La Biblia hace énfasis en la naturaleza distinta de los humanos en relación con los animales. Su singularidad, especialmente en relación con la mente, ha sido notada por los científicos.

Después de recibir la bendición y la orden de reproducción de la especie y el gobierno del planeta (Gén. 1:27), la primera pareja fue instruida con relación a la alimentación (Gén. 1:28). La vegetación fue creada con el fin de ser una fuente de alimento para los animales y los seres humanos. Nada se dice sobre la depredación aquí, otra razón por la cual defiendo la idea de que la reproducción cesaría cuando la Tierra estuviese llena, lo que descarta la “necesidad” de la muerte.

Ahora la Tierra estaba formada y llena. Cada acto de la Creación preparó el camino para el siguiente. Dios realizó su propósito: crear al hombre y a la mujer a su imagen. El punto culminante de la historia de la Creación, el establecimiento del sábado, está descrito en Génesis 2:2 y 3.

El séptimo día

La Creación no estaba completa hasta que fuera creado el sábado, un día de comunión entre Dios y los seres humanos. Esa puede ser la razón por la cual él creó en seis días en lugar de hacerlo instantáneamente. Al establecer un ciclo de siete días, con el sábado separado para la comunión y la adoración, el Señor indicó su propósito al crearnos: tener compañerismo con nosotros. A lo largo de la narración, Génesis indica que se está siguiendo un plan. Dios tiene la intención de tener comunión con nosotros. Ese plan fue interrumpido por el pecado, pero será retomado cuando la Tierra sea renovada.

Las buenas nuevas de la Creación

Apocalipsis 14:6 y 7 presenta a un ángel que proclama el evangelio, diciendo: “[…] adorad a aquel que hizo el cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. ¿Por qué la Creación bíblica es parte de las buenas nuevas del tiempo del fin?[10]

Primero, forma parte de las buenas nuevas saber que el Dios Creador tiene poder absoluto sobre la naturaleza. Porque él tiene poder ilimitado, podemos confiar en su conducción. Si la Creación hubiese sido realizada por medio de largas eras de cambios graduales, ¿cómo podríamos confiar en la capacidad divina de intervenir en nuestra vida?

La creación de la humanidad a imagen de Dios también es parte de las buenas nuevas. Establece un vínculo especial entre nosotros y él. Esta conexión explica por qué el Señor estaría interesado en rescatarnos de los resultados de nuestras malas decisiones. Si solo fuéramos animales inteligentes, producto de la Evolución, ¿por qué nos conferiría valor especial?

Al final de la semana de la Creación, el Señor vio todo lo que había hecho, y he aquí que era “bueno en gran manera”. Esta expresión muestra que él no creó el mundo en su condición actual. Su voluntad era que la Creación permaneciese perfecta. Las buenas nuevas son que la muerte, el dolor, la depredación y el conflicto serán abolidos, y pronto será establecido un reino pacífico (Isa. 11:6-9; 65:17-25; Apoc. 21:1-4; 22:1-5).

Pero ¿y si el mundo estuviera evolucionando hacia una mejor condición? En ese caso, ¡podríamos suponer que comenzó muy mal! Y esto sería una pésima noticia acerca de Dios. Sin embargo, la Biblia afirma que el Señor dio a nuestro mundo un buen inicio, y lo restaurará a una buena condición, tan pronto como sea posible, sin violar nuestro libre albedrío.

Las buenas nuevas incluyen otras ideas de Génesis 1 a 11. El sábado del séptimo día es un recordatorio semanal de nuestros orígenes y de nuestra relación con el Creador. Es un símbolo de fe en el poder creador de Dios. Además, la historia de la entrada del pecado en el mundo es una parte importante de las buenas nuevas, pues explica por qué nuestra existencia está repleta de miseria, sufrimiento y muerte. Dios valora el libre albedrío; por eso, dio a la humanidad la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y de experimentar los resultados de sus elecciones. La muerte y otros males surgieron a causa de las decisiones humanas, no porque Dios sea malo por naturaleza. El Señor desea rescatarnos de nuestra miseria, y proveyó un plan amoroso para redimirnos. Finalmente, el Diluvio muestra que Dios es capaz de intervenir y que los errores serán corregidos. Esto nos da confianza en que él actuará para eliminar el mal y sus resultados. Y esto también es una buena noticia.

Conclusión

Como vimos, la historia de nuestros orígenes es una parte vital de nuestra comprensión acerca de nosotros mismos y del mundo. Aunque muchos detalles de la Creación no sean bien comprendidos, el relato del Génesis provee la base lógica para el evangelio. Tanto la ciencia como las Escrituras contienen muchos misterios, pero tenemos información suficiente para entender que la Creación es el resultado de la acción intencional y sobrenatural de un Creador amoroso, y podemos compartir esas buenas nuevas con los demás.

Sobre el autor: director del Instituto de Investigación en Geociencia, en Loma Linda, Estados Unidos.


Referencias

[1] Niels-Erik Andreasen, The word ‘earth’ in Genesis 1:1, <https://tinyurl.com/y4w3h27x>, consultado el 14/2/2019.

[2] Ver Elena de White, Patriarcas y profetas (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2017), p. 54.

[3] Myron Widmer, “Older than creation week?”, Adventist Review (13/8/1992), p. 4.

[4] Herold Weiss, “Genesis, Chapter One: A theological statement”, Spectrum 9 (4), pp. 54-62.

[5] Gerhard F. Hasel, The ‘days’ of creation in Genesis 1: Literal ‘days’ or figurative ‘periods/epochs’ of time?, <https://tinyurl.com/y23pmnz4>, consultado el 14/2/2019.

[6] Larry G. Herr, “Why (and how) was light created before the sun?”, Adventist Review (21/11/1985), pp. 8, 9. Ver también Ariel Roth, Origens (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2001), pp. 307-310.

[7] Elena de White, Testimonios para los ministros (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2013), p. 151.

[8] Un punto de vista diferente se encuentra en Larry Herr, “Genesis One historical-critical perspective”, Spectrum 13 (2), pp. 51-62.

[9] Colin L. House, “Some notes on translating [‘and the stars’] in Genesis 1:16”, Andrews University Seminary Studies 25, pp. 241-248.

[10] John T. Baldwin, Creation, Catastrophe and Calvary (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000).