El ministerio está repleto de actividades que requieren una serie de habilidades, como conocimiento doctrinal, buena oratoria, tacto en las relaciones y capacidad administrativa. Aunque todo eso sea importante, ninguna de esas características puede sustituir el compromiso fundamental con el crecimiento continuo en comunión e intimidad con Dios. ¿Qué hacer para mantenerse espiritualmente vivo, a fin de realizar la obra del Señor?
En esta entrevista, el pastor Josimar Rios Oliveira reflexiona sobre los desafíos y las oportunidades que todo ministro del evangelio tiene en relación con este tema. Oriundo de Bahía, Brasil, lleva casi veinte años en el ministerio. Durante este período, ha pastoreado iglesias en los Estados de Ceará, Sergipe y Bahía. Actualmente es responsable de la Iglesia Central de Salvador. Casado con Raquel Oliveira, el matrimonio tiene dos hijos: Matheus y Júlia.
¿Cuál ha sido tu experiencia con la espiritualidad en el ministerio?
Una lucha diaria para que no prevalezca la atractiva falsa impresión de que la función promueve automáticamente la espiritualidad. Como cualquier otro ser humano, el pastor es un ser finito, frágil y totalmente dependiente de la gracia de Dios. Por eso, antes de ejercer la función ministerial, diariamente el pastor debe ser un cristiano salvo por la gracia del Señor y siempre recordar que su vida no tiene sentido sin la comunión con Cristo.
¿Qué elementos conspiran contra la espiritualidad del pastor?
Ciertamente, la mala gestión del tiempo encabeza la lista de los elementos que conspiran contra su espiritualidad. En este sentido, uno de los factores que más contribuye para la ineficiente administración del tiempo es la distracción. Por ejemplo, Internet, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea pueden legítimamente utilizarse como herramientas de trabajo pastoral. Sin embargo, si no se usan de forma premeditada y criteriosa, robarán fácilmente el tiempo precioso que el pastor podría aplicar al estudio profundo de la Palabra de Dios y comprometerán la efectividad de la atención general al rebaño que Cristo le confió.
Otro factor que hay que destacar es la falta de dedicación de tiempo a la elaboración de un plan de trabajo organizado, considerando objetivos claros y mensurables, acciones abarcadoras con plazos posibles, compartiendo las responsabilidades con los demás líderes de la iglesia.
¿Cómo puede un pastor enriquecer su vida devocional, a fin de experimentar un reavivamiento personal?
La devoción personal diaria es imprescindible, porque alimenta continuamente la idea de que Dios instituyó la vocación pastoral (Efe. 4:11) y mantiene viva la convicción de que el pastor fue elegido por él para ejercer un ministerio sublime y singular (1 Tim. 3:1).
Esta visión contribuye para que viva bajo la dirección y la unción divinas, enfrentando los inevitables y peculiares gajes de la vida pastoral con fe, optimismo y paciencia.
Sin disfrutar de la dulce paz que resulta de la genuina amistad personal con Jesús, el pastor deja de apreciar y vivenciar profundamente la gracia de Dios y comienza a desarrollar las nobles atribuciones ministeriales de manera profesional, destituidas de una perspectiva vocacional.
¿De qué manera la espiritualidad del pastor ejerce influencia sobre su estilo de vida, sus relaciones, su familia y su iglesia?
El emblemático texto de Mateo 6:33 deja en claro que el dar prioridad al Reino de Dios hace al ser humano efectivo en el cumplimiento de las demás demandas de la vida.
Si Cristo tiene la primacía en la vida del pastor, este estará mucho más influenciado por un sentido de responsabilidad para el cuidado integral de su bienestar en las esferas espiritual, física y emocional.
Consecuentemente, predominará la conducta pautada por la sabiduría que viene de lo Alto, que se evidencia en cualidades como seriedad, fidelidad, empatía, dominio propio, atención, paciencia, carisma y flexibilidad equilibrada.
Estas virtudes, que provienen de Cristo, hacen al pastor más apto para afrontar las inevitables y fluctuantes exigencias de la vida en el ámbito familiar y en las relaciones interpersonales, sin excluir la relación con los miembros de iglesia.
¿Qué puede hacer un pastor para incentivar el crecimiento espiritual de las iglesias que lidera?
Todo progreso y mantenimiento de la iglesia tiene su origen exclusivamente en Dios. El pastor es un cooperador humano más. Desde esta perspectiva, su principal contribución es no estorbar los planes divinos y buscar inspirar espiritualmente a su familia y su iglesia por medio de un estilo de vida pautado en la genuina piedad cristiana.
Así, el ejemplo de fe del pastor, su continua intercesión por la iglesia y su diligente trabajo pastoral pueden ser lo mejor que él pueda hacer para que la iglesia aprecie profundamente la nutrición espiritual de la Palabra de Dios y el crecer en unidad y compromiso para la predicación del evangelio.
El éxito en la esfera vertical, en su relación con Dios, precede y mide mejor el éxito del pastor en la esfera horizontal, en su relación con la iglesia; bajo el recordatorio continuo de que, principalmente, el éxito de un pastor no puede ser juzgado por la cantidad de elogios o críticas que recibe ni por la función institucional que ocupa, pues “la posición no hace al hombre. Es la integridad del carácter, el espíritu de Cristo, lo que lo hace agradecido, abnegado, sin parcialidad y sin hipocresía; es esto lo que tiene valor para Dios” (Liderazgo cristiano, p. 33).