Evangelismo de rescate durante todo el año

Un sábado por la mañana, después de predicar en la iglesia, una señora de mediana edad y con rostro abatido me saludó y puso una nota en mi bolsillo. Curioso para saber de qué se trataba, leí enseguida la nota: era el pedido de oración de una madre desesperada que rogaba por sus dos hijos que, por estar involucrados en muchos problemas, se encontraban apartados de la iglesia. Esta no fue, sin embargo, la única vez que una madre pidió oración por sus hijos alejados de Dios. Ese es un problema común en muchas familias adventistas, y llama la atención de muchos miembros de iglesia y de sus líderes.

De las tres parábolas relatadas por Jesús, la del hijo pródigo es la mayor. La primera tiene 5 versículos; la segunda, 3; y la tercera, 21 versículos. Aproximadamente dos tercios del capítulo 15 de Lucas están dedicados a la parábola del hijo pródigo. En ella, al hablar de las personas que se alejan de Dios, Cristo utilizó una historia muy familiar, con elementos de la cultura judía, para ilustrar la actitud de Dios hacia quienes se arrepienten. Esto nos hace pensar en la importancia que Jesús les dio a aquellos que están alejados de los caminos de Dios.

Una prueba de que todos son igualmente importantes ante Dios es la manera en que Jesús terminó cada una de estas tres parábolas. En las dos primeras, él mencionó que habrá “gozo en el cielo” por el pecador que se arrepiente, y en la tercera afirmó que debe haber alegría y regocijo entre los hermanos por recibir de vuelta al hermano que estaba perdido.

En las parábolas de la oveja y de la dracma, el gozo en el cielo estaba asegurado, por ser Dios el mayor interesado en estos grupos. En la parábola del hijo pródigo, sin embargo, Jesús denunció la indiferencia de las personas al tomar el ejemplo del hermano mayor, que quedó disconforme con la llegada del más joven.[1] En esa parábola, el padre afirmó que “era necesario hacer fiesta y regocijarnos” (vers. 32). Lamentablemente, eso podría no ocurrir en muchas de nuestras iglesias.

Jesús sabía que en algún momento se descuidaría al grupo de los alejados. Por eso, él se anticipó a narrar esa parábola que habla de los que se alejan de la iglesia. Nota que la apostasía estaba presente incluso en las parábolas de Jesús. No asombra que haya ocurrido. En realidad, el Señor pretendía mostrar la necesidad de preocuparse por aquellos que dejaron vacío su lugar en la iglesia.

De hecho, se trata de una parábola, pero, si fuese una historia verídica, ¿cómo imaginas que habrán sido los días del padre en aquella hacienda? Con seguridad, diariamente visitaba el cuarto vacío de su hijo y lloraba a causa de su ausencia. ¡Imagina el corazón de ese padre que no tenía noticias de su hijo!

Ciertamente, se han hecho esfuerzos en favor de la salvación de los que se alejan, pero tal vez no sean suficientes para atender la necesidad. Al observar los registros de la iglesia, es posible llegar a esta conclusión. Hacer un único programa por año no es suficiente para atender el gran número de personas alejadas. Es necesario hacer un trabajo intensivo durante todo el año para potenciar el alcance de más personas y para fortalecer la cultura evangelizadora en favor de los alejados.

Buena parte de los que vuelven lo hacen por iniciativa propia (auxiliados por el Espíritu Santo). Sin embargo, si hubiese un mayor esfuerzo y ayuda humana en buscarlos, más personas volverían a la iglesia. Y recibir a quienes vuelven debe ser motivo de fiesta y mucha celebración. El Señor espera que “nos regocijemos y nos alegremos” por aquellos que están de regreso en la casa del Padre.

Evangelismo de rescate

Pero ¿por qué necesitamos desarrollar un trabajo continuo de rescate de personas alejadas?

Porque perdemos gente durante todo el año. Este es un problema que la iglesia no logró y no logrará resolver. Ocurrió en el Cielo, entre los discípulos de Jesús y entre los apóstoles. Da la impresión de que, desde la entrada del pecado, la apostasía siempre existió y siempre existirá, hasta que se expulse el pecado de la Tierra.

Porque evangelizamos y discipulamos durante todo el año. Si es así, entonces, ¿por qué no incluir en nuestra planificación el evangelismo de rescate? Es importante trabajar de forma integral, pues, en la medida que ganamos nuevas personas y dedicamos tiempo al discipulado, también debemos invertir esfuerzos en favor de los que se alejaron. Si durante todo el año trabajamos discipulando y también evangelizamos para alcanzar a aquellos que nunca pertenecieron a la iglesia, también deberíamos realizar evangelismo de rescate durante todo el año. Por más eficiente que sea el programa de discipulado de una iglesia, siempre habrá personas para rescatar.

Porque quienes salieron son importantes. En las dos parábolas que Jesús contó a los fariseos, él menciona el esfuerzo del pastor para rescatar una sola oveja entre cien. ¡Y lo más interesante es la declaración de alegría y regocijo que el cielo manifiesta por un único pecador que se arrepiente!

Porque es más rápido el trabajo con los alejados. Dado que una persona que se alejó de la iglesia ya conoce las doctrinas, no es necesario estudiar todas las lecciones bíblicas, sino solo algunas relacionadas con su necesidad. Es probable que no necesite más de cinco o seis lecciones. Los temas deben ser llamativos y proporcionar oportunidad para la reflexión.

Porque los alejados esperan que se los busque. Cuando alguien está fuera de la iglesia, es posible que vuelva solo, sin que nadie lo busque, pero el retorno es mucho más fácil si alguien lo ayuda.

Estrategias

A continuación, algunas sugerencias sobre lo que es necesario proveer para posibilitar el evangelismo de una manera segura y eficiente.

GER (Grupo Especial de Revisión). Es importante que en la iglesia funcione una comisión para tratar los asuntos relacionados con los alejados. Esta comisión no debe existir solo para actualizar la lista de miembros, sino para planificar el trabajo y desarrollar estrategias para ampliar y fortalecer el evangelismo de rescate. Debe realizarse un calendario de reuniones fijas. Preferentemente, al inicio de cada trimestre.

Movimiento de oración. Se debe orar en favor de los alejados durante dos o tres semanas. Esto ayudará a los miembros de iglesia a entender la importancia de esta iniciativa. Moviliza a otros ministerios para ayudar en la promoción de movimiento de oración.

Reúne materiales apropiados. Es importante seleccionar la literatura, las películas y los folletos compatibles con las necesidades de las personas alejadas.

Instruye a los líderes. La participación de los líderes de iglesia en la comisión de planificación es fundamental. Este tema es de fácil adhesión. Después de todo, el evangelismo de rescate es bíblico, y la mayoría de los miembros conoce a alguien o tiene a alguien en la familia que está fuera de la iglesia.

Capacita a la iglesia. Realiza seminarios sobre el tema para mostrar la importancia de hacer evangelismo de rescate a lo largo del año. Mientras haya personas alejadas, debe haber esfuerzos de la iglesia para traerlas de vuelta.

Realiza el domingo del reencuentro. Adopta en tu iglesia el domingo del reencuentro. Es preferible que sea el último domingo del trimestre. Ese día, la programación (música, videos, sermón, dramatización, brindis, recepción especial) debe realizarse en función de los alejados.

Ofrece una serie de estudios. Debemos invitar a los alejados que se acerquen a realizar una serie de estudios. Por ejemplo, estudiar en un Grupo pequeño hará mucho bien si se planifica y ejecuta correctamente el encuentro.

Envía cartas en nombre de la iglesia. Esto hará que la persona alejada se sienta valorada y será una gran oportunidad de acercamiento.

Sorprende. A lo largo del trimestre, con la ayuda del Ministerio Joven y el Ministerio de la Mujer, planifica algún tipo de sorpresa (alguna serenata, una visita). Cualquier cosa que lleve a la persona alejada a sentir nostalgia del tiempo en el que estuvo en la iglesia.

No condiciones la realización del proyecto a los bautismos. Este cuidado es imprescindible y debe tenerse en cuenta. No siempre habrá un bautismo en cada trimestre, pues los interesados aún estarán dentro del proceso. La idea es que cada uno decida a su tiempo. Ten la certeza de que los resultados aparecerán. Eso es inevitable. Es bueno recordar que los interesados recibirán atención en la medida que el ciclo se repita.

En este esfuerzo para trabajar el evangelismo de rescate durante todo el año, utilizando ciclos trimestrales, intentamos desarrollar un modelo de trabajo simple. Se debe utilizar la estructura que ya existe para no recargar a la iglesia con más eventos. Cualquier iglesia que desee trabajar utilizando este modelo podrá hacer todas las adaptaciones y los ajustes necesarios para adecuarse a las particularidades de cada región y de la iglesia local.

Conclusión

En las iglesias en las que se llevó a cabo este modelo de trabajo, el número de personas que volvieron aumentó. Esto también ayudó a fortalecer la atmósfera de aceptación entre los miembros de iglesia. Miembros activos que tenían familiares alejados se sintieron apoyados por la iglesia en sus esfuerzos para trabajar juntos.

Generalmente, las personas que abandonaron la iglesia sienten vergüenza por haber dejado la convivencia con los hermanos. En la parábola, la actitud del hijo pródigo no fue diferente. En Lucas 15:18 y 19, el joven expresó su sentimiento al afirmar: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”. Esto nos hace pensar en la importancia de seguir el ejemplo del padre cuando, de lejos, avistó a su hijo: “Movido a misericordia […] corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (vers. 20).

Esta parábola es diferente de las otras de Lucas 15: el padre no fue a buscar a su hijo como sí lo hizo el pastor y la mujer porque los animales y las monedas no poseen libre albedrío.[2] Él estaba interesado en su regreso, tanto que, al verlo a lo lejos, corrió ávidamente a su encuentro. Aunque a esta parábola se la llame la “Parábola del hijo pródigo”, podríamos llamarla la “Parábola del Padre amoroso”, pues su énfasis no está en la pecaminosidad del hijo, sino en la benevolencia del padre.[3]

Si el muchacho se hubiera demorado en su situación, habría entrado en estado de desesperación. La bondad del padre le dio esperanza.[4] A semejanza del padre, la iglesia debe actuar con amor y ternura. Ese “padre ilustra la actitud del Padre celestial hacia los pecadores que se arrepienten. Él es rico en misericordia y gracia en amor”.[5] Por lo tanto, las iglesias deben dedicarse más a la evangelización en favor de los que se distanciaron. Se hace necesario que la iglesia corra al encuentro de aquellos que por algún motivo dejaron vacíos sus lugares.

Sobre el autor: secretario ministerial de la Unión Noroeste Brasileña.


Referencias

[1] Elena de White, El Deseado de todas las gentes (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), pp. 458, 459.

[2] Bíblia de Estudo Viva (San Pablo; Editora Vida, 1998), p. 1.621, comentario al margen.

[3] Warren W. Wiersbe, Comentário bíblico expositivo – Novo Testamento (Santo André; San Pablo: Editora Geográfica, 2006), t. 1, p. 305.

[4] Íbíd., p. 306.

[5] Ibíd.