Redescubriendo la alegría del llamado

Uno de los más grandes exponentes del estudio sobre el propósito y su impacto en la vida del ser humano, es el psiquiatra austríaco Viktor Frankl. Nacido en una familia judía, en 1905, Frankl acuñó uno de los principales conceptos relacionados con tener una vida con sentido, que valga la pena, a pesar de todos los reveses que vivimos.[1]

En 1942 fue enviado a un campo de concentración nazi. Aunque sobrevivió a esta tragedia, perdió a su esposa, a un hermano y a sus padres, en este período. Como resultado de estas experiencias, Frankl escribió un libro titulado El hombre en busca de sentido, en el que narra parte de las vivencias que tuvo en tres distintos campos de concentración. Al observar a las personas con las que convivía en el campo de concentración, Frankl notó que algunas eran capaces de soportar el sufrimiento y sobrevivir por más tiempo que otras. Comparando los diversos comportamientos y reacciones (incluso propias), el psiquiatra percibió que existía un factor común fundamental en todas las personas que evidenciaban una mayor resistencia al sufrimiento. Este era: el propósito de vida.[2]

Frankl creía que todos los individuos necesitan un significado en la vida y una constante motivación para buscar y descubrir el propósito de su propia existencia. Es así que la búsqueda por significado es la motivación básica que explica cómo los individuos persiguen sus objetivos. Además, la dimensión cognitiva del significado en la vida se concentra en la comprensión de uno mismo y del ambiente. Esta dimensión permite que el individuo comprenda aquello que desea alcanzar y mantener a lo largo de su existencia.[3]

El psicólogo y profesor Michael Steger propuso un modelo multidimensional del significado de la vida, y postuló que su objetivo era definir cómo, o hasta qué punto, el individuo comprende o le da sentido al significado de su existencia, acompañado del grado de percepción de sí mismo como alguien que tiene un propósito o una misión. Para Steger, el propósito en la vida representa un componente central de la identidad del individuo y proporciona una amplia estructura en la que este direcciona su comportamiento y objetivos diarios.[4]

Aplicado al contexto de las organizaciones, Simon Sinek relaciona la idea de propósito con el porqué de una organización. Según él, los líderes no logran alcanzar el compromiso de las personas al presentarles qué deben hacer o cómo hacerlo, sino cuando las inspiran con un porqué.[5] Es decir, creando, inspirando y uniendo personas en un propósito que justifique sus esfuerzos en el trabajo. Sinek llamó a este proceso el “Círculo Dorado”.[6]

El Círculo Dorado le permite alcanzar el centro de la cuestión del porqué y, con esto, fortalecer el propósito. Con un propósito correcto y bien comprendido, se genera la convicción. Por tanto, establecer un propósito de vida es construir el significado de las acciones y darle sentido a las derrotas y a las victorias. Es tener la seguridad de que cada paso de la vida tiene su propio sentido, ya que se puede observar el motivo real que justifica su existencia y los esfuerzos en diversas áreas, incluyendo el ámbito profesional.

Recientemente, los profesores de gestión Robert Quimm y Anjan Thakor señalaron que las nuevas generaciones se comprometen por medio del propósito, valorizando cada vez más la conexión entre el significado, el trabajo y la manera en que la organización contribuye con esto.[7] El psicólogo Bryan Dik, junto a otros investigadores del área, confirman que la búsqueda de un propósito ha logrado conectar a las organizaciones con las personas que buscan entender su propio llamado y están buscando un trabajo significativo.[8]

Trabajo significativo

En el año 1956 iniciaron los estudios sobre el trabajo significativo (meaningful work). El psicólogo Viktor Frankl publicó en una de sus primeras obras una idea muy importante: “La principal preocupación del hombre no es obtener placer o evitar el dolor, y sí encontrar un significado para su vida”.[9] Frankl señala que, a fin de que el ser humano encuentre el significado en la vida, es necesario que realice algo, un trabajo, una acción.

Estudiosos de la motivación clásica y psicólogos humanistas como Clayton Aldefer y Abraham Maslow, afirman que es inherente al ser humano buscar que el trabajo que desempeñen sea capaz de producir la satisfacción necesaria en la vida y en la profesión.[10]

Ser conscientes de que poseemos un trabajo con su significado alineado al propósito de vida, impacta directamente en el intercambio entre el individuo y la organización en términos de compromiso, lealtad y dedicación. El trabajo es el medio por el cual expresamos el propósito de nuestras vidas, a través de actividades que ocupan la mayor parte de las horas en las que estamos despiertos. El trabajo también nos hace sentir realizados. Muchas veces, es el principal elemento para que el individuo encuentre su propósito de vida.[11]

Las personas entienden que el trabajo que desempeñan debería ser capaz de perseguir objetivos importantes y que tienen autonomía en el proceso de toma de decisiones para alcanzar esos objetivos. Además, cuando el trabajo se percibe como significativo, las personas están menos vulnerables al agotamiento emocional, a la depresión y al Síndrome de Burnout, además de tener mayores niveles de satisfacción en la vida.[12]

Satisfacción en la vida

La satisfacción en la vida se refiere a los sentimientos que una persona tiene en relación con su propia existencia. Los sentimientos y las percepciones positivas pueden estar asociados a la calidad de vida, basada en criterios y valores personales, como condiciones materiales, el ambiente de convivencia y el trabajo.[13]

Puede entenderse la satisfacción en la vida como un bienestar subjetivo, y podría definirse como una evaluación cognitiva y emocional que las personas realizan a lo largo de la vida. Esta evaluación busca entender los motivos por los que las personas se sienten bien en relación con sus propios valores y patrones de vida.[14]

El bienestar subjetivo no depende, solamente, de las percepciones individuales, sino también de otros factores tales como indicadores sociales, desarrollo institucional y valores culturales. Asimismo, es interesante percibir que el bienestar subjetivo implica diversas percepciones sobre la satisfacción en la vida a lo largo de la existencia del individuo.[15]

Estudios recientes señalan que los individuos que poseen gran satisfacción con la vida, generalmente, presentan una baja intención de dejar la organización y poseen un alto nivel de satisfacción con el trabajo.[16]

Profesión y vocación

El profesor Ryan Duffy es considerado uno de los más importantes investigadores sobre la vocación y el propósito en la actualidad. Sus estudios señalan que el individuo que sigue una vocación y tiene en claro el “porqué” de todo lo que hace se beneficia sobremanera, pues además de vivir con propósito, encuentra satisfacción en las actividades que realiza.[17] De acuerdo con Duffy, la fuente de la vocación no es, necesariamente, un ser divino. Para muchos, la vocación puede surgir de un legado familiar, del “destino” o de una necesidad que perciben en la sociedad.[18]

Vivir un llamado vocacional implica aceptar un trabajo con significado, que produce en la vida de la persona el sentimiento de que su labor es relevante e impacta en la existencia de otros. El individuo debe estar atento al propósito y el significado de la actividad que desarrolla. Este proceso, de atención diaria, lo ayudará a encontrar estabilidad y coherencia en la vida.

Por otro lado, es necesario comprender que vivir un llamado vocacional no implica vivir una vida sin desafíos. Cualquier actividad que ejercemos trae consigo tareas que, mayormente, no producen placer. Por esto, es importante resignificar todas las actividades que desarrollamos, a fin de facilitar la conexión entre el resultado obtenido y nuestro llamado vocacional.

Llamado al ministerio

Basados en lo expuesto hasta aquí, podemos decir que es fundamental que el pastor comprenda el porqué de su labor, a fin de encontrar significado para la vida. En este sentido, surgen importantes interrogantes: ¿Por qué hago lo que hago? ¿Me siento satisfecho siendo pastor? ¿Entiendo que mi ministerio tiene un propósito, un significado y una misión específicos? ¿Estoy viviendo acorde al llamado de Dios?

A pesar de que la psicología haya afirmado la posibilidad de que la vocación profesional puede provenir de Dios, podemos decir que la vocación al ministerio pastoral es diferente, específica y amplia, ya que implica una misión de carácter espiritual, que exige un total compromiso al servicio del Maestro. Así fue con Moisés, Isaías, Jeremías, Pedro, Juan, Pablo, Timoteo y tantos otros personajes de la Biblia. A los rudos hombres que trabajaban en el negocio de la pesca, el Maestro los llamó diciendo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres” (Mat. 4:19). Y la Biblia agrega: “En el acto ellos dejaron las redes y lo siguieron” (vers. 20). Por medio de Ananías, Jesús se dirigió al influyente Pablo: “ ‘Ve, porque este hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a los gentiles, a los reyes y al pueblo de Israel’ ” (Hech. 9:15). Este fariseo obstinado también dejó todo para seguir al Maestro. ¿Qué fue lo que hizo que estos hombres abandonaran todo para seguir a Cristo? Ciertamente, el impacto del llamado, más aun, la convicción de quién los había llamado. Esos son los verdaderos motivos para tener un ministerio con significado.

En el libro Un ministerio, una vida, el pastor Alejandro Bullón afirma que existe una clara distinción entre vocación y llamado. La vocación es la inclinación que un individuo tiene con relación a algún tipo de actividad. Esto engloba las preferencias, los intereses, las habilidades y, por supuesto, la personalidad. Este es el caso de las personas que sienten amor por el cuidado de otros y ven a la medicina como la oportunidad de servir y de sentirse realizados. Sin embargo, el ministerio pastoral es diferente. Este va más allá de una profesión o de una carrera vocacional. Aun cuando se considere lo antes mencionado, el ministerio pastoral es una “respuesta a un llamado divino”.[19] En la vida de todo pastor debiera identificarse este punto de partida: el momento en el que Dios lo encuentra y lo invita para seguirlo y servirlo. El llamado es, por tanto, el principio, la base, el fundamento del ministerio de un pastor.

Nótese que el primer paso es seguir a Cristo, es decir, ser un discípulo suyo. La palabra discípulo significa “alumno”, “aprendiz”, “alguien que sigue los pasos de su maestro”. El llamado al ministerio implica abandonar sus propios caminos para seguir a aquel que es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). A medida que el ministro sigue a Cristo y es moldeado a semejanza suya, debe cumplir la misión apostólica de ganar personas para el reino de Dios, es decir, debe obedecer al mandato de “Id” dado por Cristo (Mat. 28:18-20). La palabra “apóstol” significa “enviado”. Ambas dimensiones presentadas por estos dos vocablos –discípulo y apóstol– debieran acompañar el ministerio del pastor. Antes de ir, debe permanecer; antes de servir, debe ser un ejemplo. Elena de White lo sintetiza: “La prueba del llamado de un ministro a predicar el evangelio se ve en su ejemplo y su trabajo”.[20] Y agrega: “Si el hombre que siente que ha sido llamado de Dios para ser un ministro se humilla y aprende de Cristo, llegará a ser un verdadero predicador”.[21]

Vocación y significado

Si aplicáramos el Circulo Dorado de Simon Sinek al ministerio pastoral, tendríamos que responder tres interrogantes: ¿Qué debo hacer? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Cuál es el porqué de mi ministerio? Tal vez conozcamos muy bien las respuestas a las primeras dos preguntas: debemos saber dirigir juntas de iglesia, elaborar sermones, practicar la visitación, construir iglesias, aconsejar personas, hacer planificaciones, etc. Pero la pregunta clave es: ¿por qué hago todo esto? Y digo que esta pregunta es clave debido a que algunos pastores perdieron el sentido de su ministerio encarándolo como una carga, una profesión cualquiera, o hasta como un simple medio de ganarse la vida. En algún momento perdieron el significado del servicio, de la misión y, principalmente, del llamado divino.

Luego de predicar en la sinagoga de Capernaum, Jesús notó que algunos de sus discípulos lo habían abandonado. Entonces, dirigiéndose a los doce, les dijo: “¿Quieren irse ustedes también?” (Juan 6:67). La respuesta de Pedro es emblemática y sirve como referencia para los pastores de hoy: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Santo de Dios” (vers. 68, 69). El sentido del ministerio se encuentra en seguir a una Persona. Es atender al llamado del Maestro a permanecer a sus pies, para luego proclamar al mundo sus maravillosos hechos. ¿Cómo has respondido a esta sagrada vocación? ¿Has disfrutado del significado real del ministerio?

Les sugiero hacer un ejercicio memorístico. ¿Es posible que recuerdes el momento y el lugar en el que Dios te llamó a ser pastor? Quizá fue en la calle, durante un sermón, en una charla distendida, o mientras orabas y estudiabas la Biblia. ¿Recuerdas el momento en el que tu corazón ardió al escuchar la invitación del Maestro a participar de la obra para transformar vidas? El mismo Dios que te llamó quiere renovar tu ministerio, quiere darle significado a tu vida hoy. La misma voz, el mismo fuego, la misma luz y el mismo toque están disponibles para restaurar aquellos ministerios debilitados, desanimados y muertos.

Viktor Frankl nos enseña que una vida con propósito puede resistir hasta la experiencia más cruel; el apóstol Pablo ya lo había experimentado siglos atrás. Mientras redactaba su sentencia, hizo una descripción del porqué de su vida: “De este evangelio fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por eso padezco, pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para ese día” (2 Tim. 1:11, 12). Si has enfrentado luchas en tu ministerio, no olvides que Dios te llamó y él te acompañará. Y recuerda: “El ministerio, con sus diferentes derivaciones, constituye la obra más elevada de todas; […] no existe una obra más bendecida por Dios que la que realiza el ministro del evangelio”.[22]

Sobre el autor: Eduardo Lopes es Profesor de Administración en la UNASP, Engenheiro Coelho. Milton Andrade es editor asociado de la revista Ministerio, edición de la CPB.


Referencias

[1] Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido (Barcelona: Herder, 2004).

[2] Ibíd., p. 107.

[3] Steven J. Heine, Travis Proulx y Kathleen D. Vohs, “The Meaning Maintenance Model: On the Coherence of Social Motivations”, Personality and Social Psychology Review, vol. 10 (2006), pp. 88-110.

[4] Michael F. Steger, “Meaning in Life”, en Oxford Handbook of Positive Psychology, ed. Shane J. Lopez, 2ª ed. (Oxford University Press, 2009), pp. 679-687.

[5] Simon Sinek, Start With Why: How Great Leaders Inspire Everyone to Take Action (Nueva York: Penguin, 2009), p. 133.

[6] Ibíd., p. 37.

[7] Robert E. Quinn y Anjan V. Thakor, “Creating a Purpose-Driven Organization”, Harvard Business Review, vol. 96 (2018), pp. 78-85.

[8] Ryan Duffy, et al., “Perceiving a Calling, Living a Calling, and Job Satisfaction: Testing a Moderated, Multiple Mediator Model”, Journal of Counseling Psychology, vol. 59 (2012), pp. 50-59.

[9] Viktor E. Frankl, “From Psychotherapy to Logotherapy”, Pastoral Psychology, vol. 65 (1956), pp. 56-60.

[10] Clayton P. Alderfer, Existence, Relatedness and Growth: Human Needs in Organizational Settings (New York: The Free Press, 1972); Abraham H. Maslow, “A Theory of Human Motivation”, Psychological Review, vol. 50 (1943), pp. 370-396.

[11] Neal Chalofsky, “An Emerging Construct for Meaningful Work”, Human Resource Development International, vol. 6 (2003), pp. 69-83.

[12] Minseo Kim y Terry A. Beehr, “Organization-Based Self-Esteem and Meaningful Work Mediate Effects of Empowering Leadership on Employee Behaviors and Well-Being”, Journal of Leadership & Organizational Studies, vol. 25 (2018), pp. 385-398.

[13] Sara Santilli, Silke Grossen y Laura Nota, “Career Adaptability, Resilience, and Life Satisfaction Among Italian and Belgian Middle School Students”, The Career Development Quarterly, vol. 68 (2020), pp. 194-207.

[14] Rebecca S. Merkin, “Employee Life Satisfaction and Social-Capital Factors Relating to Organizational Citizenship”, Performance Improvement Quarterly, vol. 33 (2019), pp. 55-75.

[15] Jose M. Tomás, et al., “Measurement Invariance of the Satisfaction With Life Scale (SWLS) by Gender and Age in Angola”, Personality and Individual Differences, vol. 85 (2015), pp. 182-186.

[16] Merkin, “Employee Life Satisfaction and Social-Capital Factors Relating to Organizational Citizenship”, pp. 55-75.

[17] Ryan Duffy, et al., “Perceiving a Calling, Living a Calling, and Job Satisfaction”, pp. 50-59.

[18] Ryan Duffy, et al., “Counseling Psychologists Who View Their Careers as a Calling: a Qualitative Study”, Journal of Career Assessment, vol. 20 (2012), pp. 293-308.

[19] Alejandro Bullón, Un ministerio, una vida (Florida: ACES, 2022), p. 10.

[20] Elena de White, El ministerio pastoral (Florida: ACES, 2015), p. 61.

[21] Ibíd., p. 161.

[22] White, El evangelismo (Florida: ACES, 2015), p. 23.